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almirante con dichos reverendos padres, capitanes y demas que se ha llaron presentes á éste acto, fecho en el puerto de la Paz á 5 de abril de 1683 años.-D. Isidro de Atondo y Antillon. Eusebio Francisco Kino-Pedro Matias Gogni, de la Compañía de Jesus.-Fr. José Guijosa, de N. P. S. Juan de Dios.Martin Verástegui.-D. Francisco Pereda y Arce D. Blas Guzmán y Córdova.D. Lorenzo Fernandez Lazcano.-Ante mí.-Diego de Salas, escribano real."

Hecha esta demostracion, se procedió á fortificar el Real, y en este tiempo se descubrieron algunos indios armados, y pintado el cuerpo de colores, costumbre que tienen para hacerse mas temibles en la guerra. No parecian estar muy contentos de sus nuevos huéspedes; sin embar go, acariciados de los padres con algunas cosas comestibles, vinieron hasta el Real, y entraron sin recelo entre los españoles. Esta docilidad empeñó al almirante en hacer algunas entradas por la tierra. La primera fué af Sureste á las rancherías de los guaicuros, que no se dieron por muy obligados de la visita; ántes escondieron sus hijuelos, ne. garon el aguaje, y con astucia mandaron algunos de los suyos á ver si quedaban mas españoles en el Real verosímilmente para acometer á los que habian avanzado hasta sus tierras. La segunda fué al Este, á la nacion de los coras, nacion mansa y sencilla, cuya amistad valió mucho despues á los españoles. Habiendo faltado del Real un grumete, se imagino al principio y aun se afirmó despues que los guaicuros lo habian muerto. Fuera del descontento que mostrabá esta nacion, habìa precedido tambien que dia 6 de junio habian tenido algunas cuadrillas él atrevimiento de acometer el Real. El almirante creyó fácilménte á los guaicuros autores del homicidio, y para castigarlos hizo prender á su capitan. Esta resolucion le costo muy caro. Los indios, no pudiendo obtener con ruegos su libertad, pasaron a las amenazas. Procuraron traer á su partido á los coras, aunque sus antiguos enemigos, y formar un cuerpo contra los invasores de su libertad. Los coras, por un intérprete, avisaron fielmente al almirante de los designios de los guaicuros: Para prevenirlos, se mandó poner un pedrero ácia la parte por donde solian bajar los salvages, que en número de quince 6 veinte se dejaron ver armados el dia 1.° de julio, y en ademan de provocar á los españoles á salir de sus trincheras. Con este designio iban muy lentamente acercándose, cuando disparado el pedrero, hirió y mató algunos, é hizo retirar con precipitacion á los demas. Sin embargo de esta pequeña victoria, se hallaba en grande consternacion el

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Diversas en. mayo de los soldados.

tradas y des.

Segunda entrada y diligencia de los padres.

almirante por haber reconocido en sus gentes un caimiento y cobardía, que ni sus palabras y ejemplo, ni las razones todas de los misioneros jamás pudieron animar. Ya les parecia que morian todos de hambre y miseria en una tierra incógnita, ó que venian sobre ellos todas las na. ciones de Californias; tanto, que sin atencion alguna á su edad y á su profesion, lloraban como unos niños y pedian á voces que los sacasen de allí, aunque hubiesen de arrojarlos en una isla desierta. La derrota de los guaicuros no hizo sino fortificar estos imaginarios temores. Añadíanse nuevos motivos de disgusto por la escasez y corrupcion de los alimentos; ni parecia la balandra que debia seguirlos, ni volvia la capitana que desde el mes de mayo se habia enviado por bastimentos en la embocadura del Yaqui. Hubo de ceder el almirante al tiempo y desamparar la California el dia 14 de julio. Sobre el cabo de S. Lúcas se le juntó la capitana que volvia de Yaqui, donde habia arribado dos o tres veces. Juntas las dos naos, siguieron el rumbo de Sinaloa, en que se reforzaron hasta fines de setiembre que volvieron á hacerse á la vela.

El dia de S. Bruno, 6 de octubre, despues de ocho dias de navegacion, llegaron á una ensenada, á que dió nombre la festividad del dia. Internáronse luego el almirante y los padres en la tierra, poco ménos de una legua hasta un buen aguaje en que á poco mas de dos horas comenzaron á venir muchos indios, todos tan mansos y tan amigos, como si hubiesen nacido entre españoles. Se eligió un alto cómodo para fortificar el Real, que ayudando los indios espontáneamente á la conduccion de los materiales se concluyó enteramente para el dia 28 de octubre en que se pasaron á la nueva habitacion, como refiere en su citado diario el mismo padre Kino.

La noche del 16 habia salido la almiranta á cargo del capitan D. Francisco Pereda y Arce con cartas para el Sr. virey, y en pretension de dinero y soldados. Cuatro dias despues salió tambien la capitana para el rio Yaqui en busca de bastimentos; pasó la travesía, y justamente al mes, en 20 de noviembre, volvió en treinta horas cargada de todo género de alimentos, y de muchas cabras, mulas y caballos que habia pedido el almirante. Entre tauto, cada dia venian al Real nuevos indios, y muchos se quedaban allí á dormir con suma apacibilidad y grande consuelo de los padres. Servíanse de ellos para ir aprendiendo su idioma. Observaron dos distintos: el uno de los edues, nacion muy numerosa, y otro de los didius, sus palabras no eran de muy difí

cil pronunciacion; pero carecian enteramente de la f y s, aunque la pronunciaban muy bien los indios en las palabras que aprendian castellanas. Supieron que habia otra tercera nacion de los noes, enemigos comunes de los edues y didius. El dia 9 de noviembre se colocó en la pequeña iglesia, que se habia acabado poco ántes una imágen muy devota de Jesus crucificado de estatura regular. Se observó entre los naturales mucha admiracion y grande miedo á vista de este espectáculo. No osaban mirarlo, ni hablar á los españoles. Mirabánse unos á otros, y se preguntaban muy en secreto: ¿Quién era aquel? ¿Quiénes, cuándo y dónde le habian muerto? Quizá será (decian) alguno de sus enemigos que mataron en la guerra. Gente muy cruel es esta que así trata á los otros. Los padres tomaron de aquí ocasion para darles á entender que aquel Señor habia bajado del cielo, y que habia muerto así por ellos: que no era enemigo de los españoles sino su amo y Padre de todos: que estaba en el cielo y que allá habian de ir con él. Así comenzaban lentamente á inspirarles las máximas y misterios del Evangelio; pero tropezaban á cada paso en la falta de las voces, no ha llándolas para decir que Jesucristo resucitó, les sugirió su celo esta industria. En presencia de los indios ahogaron algunas moscas, y echándolas en poca ceniza, pusiéronlas luego al sol, con lo cual comenzaron á moverse: los indios admirados gritaron muchas veces: ¡Ibimuhueite, ibimukueite!!.... Escribieron esta diccion los padres, y les sirvió entre tanto para esplicar aquel esencial artículo. En 1.° y 21 de diciembre se hicieron algunas entradas al Poniente y al Mediodia del Real; se descubrian aguajes y rancherías que desamparaban á vista de una gente incógnita, aunque acariciados, seguian despues hasta el Real, con admirable mansedumbre.

choacán.

Esto ocurria en Californias. Entre tanto, en el obispado de Mi. Mision en Mi choacán, corrian en mision los lugares mas distantes hasta la costa del mar al Sur los fervorosos padres Manuel de Alcalá y Francisco de Almazan. Fué muy particular la conmocion y el fruto en la villa de Colima. Ayudó mucho el celo y el ejemplo del vicario y juez eclesiástico de aquel partido D. Francisco Félix Mercado, y la piedad edifi. cativa de los religiosos de S. Francisco, la Merced y S. Juan de Dios, que asistian personalmente á las procesiones de doctrina cristiana por las calles, á las pláticas y actos de contricion para animar al pueblo. A los dos misioneros se agregó, llevado solamente de su fervor y de la estimacion que hacia de nuestros ministerios el R. P. Fr. José de Je

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sus María, prior de los carmelitas, que predicó el primer sermon en la parroquial, y despues algunos otros. Al segundo dia de la mision, era tan crecido el número de penitentes, que confesando cuasi sin intermision dichos tres padres con el beneficiado, sus vicarios y algunos otros săcerdotes, estuvo llena la iglesia desde muy de mañana hasta las cinco y media de la tarde en que fué preciso interrumpir con el sermon. Esta alternativa de confesanario y púlpito, era todo el ejercicio del dia en los diez que duró la mision. Fueron muchas las personas que á là fuerza del dolor rasgaban públicamente en la iglesia sus vestidos profanos, muchas las que santamente enfurecidas contra sí mismas se dieron en el rostro golpes tan fieros, que en algunos dias no pudieron pa recer en público. Hubo sugeto de alguna distincion que al salir de la iglesia cayó desmayado, y vuelto en sí, fué necesario cónfesarlò y dar le la Extremauncion. Las enemistades que se compusieron pidiéndo se las partes perdon á la presencia de Cristo crucificado, los matrimo nios de personas mal amistadas, las confesiones generales y demas fruto que sigue siempre á este ministério, fué muy especial en Golina. Raro era el sermon á que no seguian algunos casamientos, á que junto con el fervor del pueblo contribuia el piadoso desinterés del. vicario que habia cedido en este punto de todos sus derechos parroquiales. Lo dicho consta por certificacion autorizada del notario Juan de Castellanos, fecha en 7 de abril de este año, por mandado del mismo vicario y juez eclesiástico para remitirla á su Illmo. prelado y al padre provin cial, daudo á uno y otro las gracias por el bien que hacian á su rebaño. La nueva residencia de Ciudad Real habia recibido muy consideradel Sr. obispo ble fomento con la proteccion del Illmo. Sr. D. Fr. Francisco Nuñez de Chiapas y de la Vega, del órden de predicadores, dignísimo obispo de aquella dióprincipio de aquellos cstu- cesis. Habia este prelado estudiado en la Compañía de Jesus los pridios..

1684. Proteccion

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meros rudimentos de la gramática, y conservado desde sus tiernos años un afecto muy particular á N. P. S. Ignacio. Mostraba un grande aprecio (ó como él decia) agradecimiento á las públicas demostracio nes y desacostumbradas con que los jesuitas de Sta. Fé, en el reino de Nueva-Granada, habian celebrado su promocion al provincialato de su órden, repicando las campanas, y dedicándole actos literarios. Le acabó de grangear la voluntad el afable y religioso trato del padre Francisco Perez, rector de aquella residencia, y del padre Ignacio Guerrero. El padre Perez para comenzar el estudio del año siguien, te, y para obsequiar tambien al Illmo con lo que sabia ser tan de su

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agrado, quiso que hubiese el dia de S. Lúcas una oracion latina. El maestro de gramática era el mismo rector, que se encargó consiguientemente del ynicio. † El padre Perez, desde la cátedra le suplicó modestamente se dignase de cualquiera de aquellos libros señalarle texto que diese materia á su oracion, para la cual nada llevaba prevenido sino el buen deseo de agradecer aquella honra á su señoría; asunto en que jamás podrian faltarles voces. Añadió que hablaria aquel rato en prosa ó verso latino como fuese su voluntad. En cualquiera otro sugeto que no fuera el padre Francisco Perez, maestro de humanidades muchos años en la provincia de Aragon, y luego en esta, versadísimo en prosa y verso griego y latino, hubiera sido temeraria y llena de ostentacion semejante propuesta; tal le pareció á uno de los sugetos que acompañaban al ilustrísimo, y que rehusando este señalar algun punto, dijo con voz bastantemente perceptible:.... Vanitas vanitatum. No fué menester mas para que el padre tomando por tema sério lo que se dijo por irricion mostrase en un estilo terso, noble y fluido, cuanta era la vanidad de las humanas ciencias sin un grande fondo de virtud. Que poco habían aprovechado á Ciceron, á Virgilio, y los demas sábios de la antigüedad sus letras, su fama, sus aplausos y sus riquezas. Pasó de allí á demostrar el modo con que la Compañía de Jesus pretende de sus estudiantes aun mas que el aprovechamiento en las facultades, la santidad de las costumbres y la perfeccion de la vida cristiana. Puso por testigo al mismo prelado dignísimo que le oia y que habia honrado nuestras escuelas. Procedió de aquí á las alabanzas de su persona como á una nueva prueba de su asunto, y acabó dejándolos á todos llenos de admiracion y de un altísimo concepto de su erudicion y elocuencia. Mucho mas se confirmó el Sr. obispo en esta sublime idea con el caso siguiente. Yendo pocos dias despues el mismo padre con un hermano coadjutor á visitarlo, le hallaron en compañía de unos prebendados y religiosos muy afligido por no haberse podido leer un breve, que poco antes habia recibido de su Santidad, á causa de las abreviaturas y letra italiana en que estaba el original. El padre, con grande serenidad, vuelto á su compañero:.... Tóme, hermano, le dijo, y tras

+ Así llamaban la oracion de apertura de estudios en que exhortaban á la juven tud al amor de la sabiduría. Los jesuitas poseyeron las humanidades con perfeccion, cuyo estudio en los autores clásicos del siglo de oro, hoy está abandonadore! latin puro les cra familiar.—EE,

TOM. III.

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