Imágenes de páginas
PDF
EPUB

hacian diariamente diferentes entradas, ya á un lado, ya á otro, descu. briendo siempre nuevas rancherías de gentes muy dóciles aunque to. das generalmente de edues y didius, y rara vez algunos descarriados de otra nacion mas remota. Venian con frecuencia al Real de San Bruno atraidos del maiz, mantas, sombreros y piezas de paño que en nombre y á espensas de S. M. les repartia el almirante, á que añadia de suyo pulseras y gargantillas de avalorios, corales y otras cosillas de que gustan mucho los indios. Las mas de estas cosas se repartian por mano de los padres y contribuan tambien de su parte con semillas, carne y algunas otras cosas que se les remitian de la costa de Sinaloa. Los naturales, singularmente los didius, instaban muchas veces á los misioneros que se fuesen á vivir con ellos, aprendiendo con facilidad las oraciones en su idioma, y las rezaban juntos todas las tardes en el-Real. Bien quisieran los celosos operarios comenzar á bautizar algunos y plantar sus nuevas iglesias; pero dudaban mucho de la subsistencia de aquella poblacion. Entre los soldados y oficia. les españoles habia muchos opuestos á aquel establecimiento, mirándolo como imposible ó como inútil. No habia en aquel lugar de la costa proporcion alguna para la pesca de las perlas, ni se descubria esperanza de minas: la tierra muy estéril, sin rios algunos en cuanto se ha descubierto: los aguajes pocos, distantes, y los mas turbios y salobres, mal sano el clima y muy caliente: los socorros escasos y tardíos: los indios, aunque muy mansos y amigos, no dejaban de causar algunas inquietudes. Los edues por el mes de febrero con el motivo de haber azotado á uno de ellos, salieron repentinamente del Real llevando sus mugeres y chicos de la mano: públicamente decian que iban á convocar toda su numerosa nacion para venir á quemar el Real y acabar con una gente soberbia é ingrata que los maltrataba mien. tras que le estaban sirviendo en sus fábricas, en sus pastorías y en sus descargas. Por muchos dias no se dejaron ver con bastante temor de los españoles. Creció mas sabiéndose por uno de los didius que querian flechar al almirante y echar á los españoles de su tierra, menos á los dos padres que no les hacian mal. Estas amenazas queda. ron sin efecto por el celo de los mismos padres, que entrándose con. fiadamente por sus rancherías y dándoles de parte del general muchas cosillas, los desenojaron bien presto. No faltó susto de parte de los didius, que flechado el pastor se intentaron llevar no poco número de ovejas y carneros, aunque seguidos de algunos soldados los dejaron

1685. Abandono de la conquista.

y se salvaron á los montes. A este y á los demas motivos que te nian no poco desabrida la tropa, se allegaba la tardanza de la Almiranta que habia ido á Nueva-España y por la cual comenzaban á escasear los alimentos, y à causar por corrompidos alguna enfermedad. Llegó finalmente con felicidad el 10 de agosto con veinte soldados mas, harina, arroz y algunos miles con sueldos de once meses. En esta misma ocasion llegó el padre Juan Bautista Copart. Fué grande la alegría de todo el Real, y mayor la del padre Kino por la noticia do su profesion que hizo luego el am 15 y al 29, trayendo consigo uno de los didius y curiosos mapas que habia formado de todo lo descubierto, salió para el Yaquí.

Quedaron los padres Juan Bautista Copart y Pedro Matías Gogni con el almirante y demas oficiales en Californias con muy distintas disposiciones. Los primeros, mirando á la salvacion de las almas, se alentaban cada dia mas al trabajo, pareciéndoles que en el génio manso y dócil de los indios habia de fructificar ciento por uno la semilla del Evangelio. Los demas españoles cada dia se disgustaban mas, perdida la esperanza de poder hacer fortuna en aquel puesto, y mirándose como desterrados entre fieras salvages, apartados de todo comer. cio sino de unos con otros, privados para siempre de la vista de ciuda⚫ des, de templos, y de sus deudos y amigos. Efectivamente, todas las razones mas especiosas, y aun las mas lisonjeras esperanzas no pueden dar jamas el valor necesario para semejantes empresas. Solo el fuego de la caridad, el celo de la gloria de Dios, el desprecio del mundo y demas motivos sobrenaturales, pueden sostener y animar á los varones apostólicos en la fundacion de nuevas misiones. Acostumbra. dos á no discurrir sino sobre principios de interes y de humana reputa. cion, no podian acabar de comprender como podian los padres ofrecer. se con tantas veras á quedar allí toda su vida entre aquellos bárbaros, solicitarles con tanto anhelo todo género de alivios, acariciarlos con tanta dulzura, tolerarles sus groserías, y entrarse con tanta confianza en sus rancherías. El desabrimiento crecia por instantes, y mas con la esterilidad de aquel año, y algunos principios de enfermedad que se iba haciendo sentir en los Reales. El almirante, siguiendo el dictá. men de los suyos, determinó pasar los enfermos á la costa de Sinaloa de donde salió otra vez á reconocer los placeres para el buseo de las perlas. Por otra parte habia enviado en la Capitana á reconocer la banda del Norte, deseando mudar los Reales á lugar mas sano y me.

nos desagradable: no se halló tan prontamente, y así resuelto á espe. rar mejores circunstancias, faltándole ya los bastimentos, y creciendo las murmuraciones de la tropa, se vió obligado á desamparar la California, despues de dos años y mas de esperanzas. Los padres, que habian previsto el éxito, no se atrevierón á bautizar en todo este tiempo sino á muy pocos apeligrados.

[ocr errors]

Roma.

Con la misma fatalidad, aunque por muy diversos motivos, estuvo pa- Intentos de ra acabarse este año la nueva residencia de Ciudad Real. ¡Tanto son desamparar á Ciudad Real, delesnables los consejos humanos y falibles sus mas bien fundadas es- y resolucion peranzas! La grandé estimacion que hacia de los jesuitas el ilustrísi- contraria de mo, y lo que habia escrito en su favor, excitó algunos émulos que de palabras y aun por escrito comenzaron á sembrar maliciosamente calumnias contra la Compañía. Este medio les habia salido bien con el ilustrísimo antecesor y no dudaban triunfar segunda vez despedidos de la ciudad los padres: viendo que no lo conseguian tan fácilmente por el diverso carácter del Sr. óbispo, y que las mas graves injurias quebraban sin ruido en modesto silencio y religiosa circunspeccion de los jesuitas, procuraron excitar pleitos sobre las haciendas. Estos se hubieran desecho con facilidad por levantarse sobre ningunos ó muy débiles fundamentos; pero con esta ocasión se averiguó que de sesenta mil piés de cacao que se decia haber en la hacienda del Rosario, apenas la tercia parte había, y esos tan cansados y envejecidos que apenas se podia ya prometer algun frutó. Que la de la Concepcion de D. Juan de Figueroa, mas era un sitio que una hacienda, y en una y otra habian cuasî repentinamente faltado los sirvientes sin saberse el motivo. La estancia de ganado mayor de Mescalapa que donaba á á la Compañía el mismo licenciado á causa de su dificil administración por la distancia, y por el gravámen de los censos no habia podido admitirse. Esto tenia tambien en parte la hacienda de la Concepcion situada an Ixtlacomitan. Estas dificultades que en otras circunstancias hubieran sido favorables, no lo eran atenta la disposicion interior de la ciudad respecto de los jesuitas. Así el padre Francisco Perez escribió resueltamente al padre provincial con fecha de 4 de junio de este año pidiéndole su determinacion, y añadiéndole que le parecia no ser conveniente ni decoroso á nuestra religion perseverar en aquella ciudad. El padre provincial y sus consultores, visto el dictámen del padre Perez, y considerado el estado presente de los negocios, le envió órden para que lo entregase todo á sus respectivos due

[blocks in formation]

Misiones en el
Arzobispado.

ños, y se dejase enteramente la fundacion. Sin embargo, á instancias del Sr. obispo y de algunas otras personas se detuvo la ejecucion hasta esperar respuesta de N. M. R. P. general Cárlos de Noyele, á quien se habia tambien escrito sobre el mismo asunto. La resolucion de Roma fué del todo opuesta á la que se habia tomado en México. Escribia el padre general exhortando al padre Perez á sufrir generosamente tanta diversidad de contradicciones sin desamparar una em. presa que esperaba habia de ser para mucha gloria de Dios. Una determinacion tan no esperada tuvo para los padres de aquella residencia algunos visos de misterio, y la aseveracion del padre Cárlos de Noyele encerraba una especie de profecía que les inspiró mucha confianza; pero esto sucedió cuasi á fines del año siguiente.

En el que ibamos (de 1685) los padres Juan Perez y Juan Bautista Zappa, á peticion del Illmo. Sr. arzobispo de México D. Francisco de Aguiar y Sejias, emprendieron una mision por los pueblos del arzobispado. Anunciaron el reino de Dios en Teotihuacan, Otumba, Sultepec, Tulancingo y otros muchos lugares, recogiendo inmenso fruto en la salvacion de innumerables almas. En Sultepec, como Real de minas, era mayor la corrupcion de las costumbres y fué mas visible la reforma. Parece que tomaba el cielo á su cargo prevenir los ánimos en favor de los misioneros y de su santo ministerio. En Tulancin go, renunciado el cómodo y bien aderezado alojamiento que les tenia preparado el alcalde mayor, se recogieron los dos padres al convento de los padres franciscanos. A la media noche se comenzó á oir un ruido espantoso, tropel y carrera de hombres y caballos con golpes descomunales á las puertas de las celdas. Oíanse entre el estruendo unas voces confusas, y solo se percibieron en tono quejoso y lastimero estas palabras: Miguel, Miguel!! Confiriendo entre sí los religiosos, no hallaron causa alguna á qué atribuirlo sino á temores y rábia del comun enemigo que sospechaba su ruina con el feliz suceso de la mision, la cual habian puesto los padres bajo la proteccion del glo. rioso Príncipe de la milicia del cielo. No fué menos admirable y aun mas público lo que aconteció en Tenancingo. Era beneficiado de aquel pueblo el Lic. D. Felipe Manrique, y su padre se hallaba actualmente postrado en la cama de una grave enfermedad y ya en estado de velarlo de dia y noche. Volviendo al anochecer de uno de sus frecuentes parasismos, preguntó á los circunstantes qué jesuitas eran los que andaban por el pueblo; se le respondió que ni los habia, ni

cuasi eran conocidos en el lugar. Pues yo veo dos, (replicó) y al uno (que era el padre Zappa) le conozco muy bien. Quedaron todos persuadidos á que deliraba el enfermo; pero no pudieron menos que atribuirlo á causa superior, cuando á pocos instantes entraron los padres derechamente á la iglesia cantando, como acostumbraban, la doctrina cristiana. Con estos avisos no es de admirar que fuese tan singular la conmocion de los ánimos y la enmienda de las costumbres. Muchos casos particulares (que por no alargar omitimos) pueden verse en la vida del dicho padre Zappa. Lo que aquí hemos puesto lo hemos visto de su letra; prueba grande para los que tuvieren alguna noticia de la virtud y espíritu de este grande hombre. Duró esta espedicion desde 1. de setiembre de este mismo año hasta prin. cipios de 1687, aunque con algunas interrupciones.

1686. Muerte del

En 5 de abril de 1686 falleció en el colegio de Guatemala el padre Manuel Lobo, varon insigne en piedad, dotado de todas las grandes padre Manuel prendas de un orador cristiano, infatigable en el confesonario para Lobo. que le habia dotado el cielo con singular discrecion de espíritu. En el espacio de cuarenta y cinco años que trabajó en el colegio de Guatemala, fué el oráculo de toda la ciudad, á quien tenia encantada la dulzura de su trato y el ejemplo de su religiosa perfeccion.

fundacion de

A 26 de agosto de este mismo año en el colegio del Espíritu Santo Noticia de la de Puebla pasó á mejor vida el padre Mateo de la Cruz, † originario Betlehen. de aquella ciudad. Fué muy señalado por un constante tenor de vida en mortificacion temporal, en pobreza, en abstinencia y en las demas religiosas virtudes. La mayor parte de su vida la ocupó la obediencia en empleos literarios que siempre desempeñó con lucimiento. La biblioteca de la Compañía hace memoria de él por algunas pequeñas obras que dió á luz; tuviera aun mucho mayor nombre entre los sabios y piadosos escritores si se hubieran dado á la estampa otras muchas obras que dejó manuscritas, entre ellas la vida y virtudes de la Vírgen Santísima, esplanadas en inas de ochentą sermones. Las letanías Lauretanas esplicadas en otros tantos discursos. Una pará ́frasis ó comento del capítulo 24 del Eclesiástico aplicado á la Santísima Vírgen. La Muger fuerte de los Proverbios. La Esposa de los

+ Aunque el libro que copiamos anuncia en su márgen la noticia de la funda cion de Betlehem, la omite y sigue con la de la muerte del padre Mateo de la Cruz.-EE.

« AnteriorContinuar »