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1690.

Por este tiempo las fronteras de Sonora, ácia el Oriente, y las de Taraumara ácia el Norte, padecian mucho por las hostilidades de los en janos, yumas y otras naciones coligadas. El motivo y principios de

Hostilidades de los confederados Taraumara.

esta conspiracion, dejamos referido desde el año de 84. Desde este tiempo hasta el de 90, no habian cesado las juntas y los rumores sediciosos de los confederados con algunas muertes y robos en los lugares mas distantes. Los misioneros franciscanos y jesuitas de conchos, taraumares y sonoras, no dejaban de dar contínuos avisos á los capitanes de los presidios; pero ó no eran oidos de los que veian aun muy léjos á los enemigos, ó se despreciaban como terrores pánicos, ó confiados unos en otros se dejaban de tomar las providencias necesarias. Con este descuido tomaba cada dia mas cuerpo y engrosaba el número de los conjurados. Solicitaban ya libremente por sus emisarios á los pueblos de Batopilas, Yepomera, Tutuaca, Maycoba, Nagrurachi y otros circunvecinos. El cacique Corosia, de quien hemos hablado ántes, primer autor de esta liga, procuraba agregarles los chinipas, los tubaris y los conchos serranos, con algunos taraumares de la cercanía del Parral, ácia el Mediodia, entre quienes no dejaba de tener bastante autoridad, y no dejaron de lograr su efecto sus persuaciones. Los chinipas llegaron á inquietarse en bastante número, y su apostasía estuvo para costar la vida al padre Juan María de Salvatierra, que allí se hallaba de paso, y que hubiera sido la primera víctima, si no lo hubiera impedido la mayor parte de la nacion, á quien no habian podido corromper. Entre tanto se proseguia en la inaccion de parte de los que debian impedir tantos males. Despues de seis años se iba todo en viages y mensageros inútiles, ó en proyectos imaginarios, hasta que el dia 2 de abril se dejaron caer en copiosa avenida los bárbaros sobre haciendas, reales de minas y misiones sin alguna resistencia, talando los sembrados, quemando los edificios y robando cuanto hallaban á la mano hasta la jurisdiccion de Ostimuri, y aun hasta las fronteras septentrionales de la Nueva-Galícia. Al ruido de estos atentados, despertaron como de un profundo letargo los capitanes de los presidios. El gobernador y capitan general de la Nueva-Vizcaya, D. Juan Isidro de Pardiñas, caballero del órden de Santiago, que se hallaba en el Parral, dió órden de que los capitanes D. Francisco Ramirez de Salazar, del presidio de Casas Grandes, D. Juan Fernandez de la Fuente, del de Janos, y D. Juan de Retana, del de conchos, saliesen en busca 'de los enemigos. Allegáronse cerca de cuarenta soldados á cargo del

capitan D. Martin de Cigalde, de los presidios del Gallo y Cerrogor. do, y la compañía de la campaña del capitan Antonio de Medina. Fuera de estos se enviaron los capitanes D. Juan de Salaises, con ciento y dos arcabuceros, y D. Pedro Martinez de Mendivil para asegurar los eaminos de Casas Grandes y de Sonora, impedir las juntas de los confederados, y cerrarles el paso á los pueblos fieles que por todos los medios posibles procuraban atraer á su partido. El gobernador en persona salió del Parral acompañado de pocos españoles con la esperanza de agregarse muchos indios amigos en el camino de allí á Papigo. chi, donde determinaba poner sus reales, y hacer plaza de armas. Desde aquí informó del estado de sus armas al Exmo. Sr. conde de Galve, virey de México; pero conociendo que por la distancia y demora del camino, ni su S. E, podria tomar con tiempo las medidas necesarias, ni podia tampoco dejar de cobrar nueva fuerza la liga de los bárbaros, tenida una junta de guerra, se determinó á pasar á Yepomera sobre que cargaba el mayor peso de la guerra.

Ortiz de Fo

nuel Sanchez

D. Juan Isido de Pardiñas, no tomó esta resolucion sino por la no- Muerte de los ticia que tuvo de la desolacion de aquel pueblo y fuga de sus habitado- padres Juan res, despues de la muerte sacrílega que dieron á su ministro el padre ronda y MaJuan Ortiz de Foronda. Con todas las prévias noticias que se tenian de la sublevacion, el buen pastor no habia podido resolverse á desamparar su rebaño, no ignoraba los muchos de aquel partido que habian accedido á la liga; pero confiado en los muchos que habia leales á Dios y al rey, creyó ser de su obligacion acompañarlos y protejerlos hasta el último aliento. Los apóstatas, luego que acometieron aquella po. blacion, pusieron fuego á la pobre choza del misionero. Salió el padre á la puerta á inquirir las causas de aquella desacostumbrada algazara; pero apénas quiso comenzar á exhortarlos, cuando cubierto de una nube de flechas envenenadas, cayó en el mismo umbral, pidiendo á Dios perdon para los que tan indigna y sacrílegamente le herian. Fué su muerte el dia 11 de abril. En este dia mismo, volviendo del real de S. Nicolás, donde habia ido á predicar á su mision de Tutuaca, dieron el mismo género de muerte al padre Manuel Sanchez, y al capitan D. Manuel Clavero, que lo acompañaba en el viage. Intentaba este persuadir al padre que no pasase adelante; pero nada pudo conseguir de su celo, protestando que no podia dejar su grey y las alhajas mas sagradas de la iglesia á la discrecion de aquellos impíos. Uno y otro habian sido compañeros en la vocacion y navegacion á las Indias del ve

Visita del padre Salvatier

ra.

nerable padre Juan Bautista Zappa, y muy semejantes á él en el fervor y espíritu apostólico. Despues de esta invasion, sabiendo los preparativos que hacia el gobernador de Nueva-Vizcaya, los amotina. dos huyeron á los montes, no sin pérdida de algunas cuadrillas que cayeron en mancs de españoles; perɔ aun mas que las armas de estos pudo el fervor y la suavidad del padre Juan María Salvatierra.

Hallábase con el cargo de visitador de misiones que se le habia encomendado á principios del año, y ya desde mucho antes trabajaba el buen padre en sofocar las primeras centellas del mótin que comenzaba á prender en los indios de su mision, y otros circunvecinos. Fué cosa digna de notar, que estando los guazaparis, cutecos y husarones, tan cerca de los taraumares emparentados con muchos de ellos, y en una situación ventajosa por la aspereza de la sierra para emprender cualquiera hostilidad y servir de asilo á los delincuentes, ninguno de aquellos nuevos cristianos se dejase corromper y pervertir de las persuaciones de los apostátas; pero aun es mas de admirar que los tubares, cuyo agravio tomaban por pretesto especioso los alzados, acaricia. dos por el padre Juan María, no solo no tomasen las armas, sino que aun entonces con mas fervor que nunca tratasen de reducirse al gremio de la Iglesia. Habia el padre bautizado ya muchos después de su jornada á la barranca de Zurich, y los demas pasaron tan adelante en sus deseos, animados de su gobernador ya cristiano, que el padre Pedro Noriega, ausente en su visita el padre Salvatierra, hubo de encar. garse de visitarlos y escribir al padre provincial pidiéndole ministro para aquella nacion, y ofreciéndose á tomar sobre sí aquella nueva conquista.

Entre tanto, el padre Juan María comenzó su visita por aquellos mis. mos pueblos en que habian muerto á los dos misioneros, persuadido como era casi en realidad, que muchos inocentes habrian tomado la fuga por temor del castigo, no sin manifiesto peligro de perversion. Los neófitos de la alta Taraumara, aunque desconfiados al principio, despues conocida la sinceridad y benevolencia del padre visitador, se pusieron enteramente en sus manos, volvieron á sus pueblos, y aun de los verdaderos apóstatas se redujeron é indultaron muchos. Debemos advertir de paso, que aun que en los impresos y manuscritos antiguos, se llama este alzamiento unas veces de taraumares, y otras de pimas; pero en realidad, no fué sino de los janos, xocomes, chinarras, yumas y otras naciones cercanas, que ó perecieron enteramente, ó han perdido

el nombre mezcladas y confundidas con los apaches, nacion indomita, numerosa y astuta, que hasta el dia de hoy tiene en contínua inquietud aquellos pueblos. De los taraumares altos entraron en la faccion algunos sediciosos, y aun fueron los primeros autores con ocasion de vengar la violencia hecha á los tubaris: por lo que mira á los pimas, se estuvo al principio en la persuacion de que eran los principales conjurados. En vano se esforzó el padre Kino á disipar esta opinion tan injuriosa. Sin embargo de sus protestas, mandaron los superiores reti. rar á los misioneros de los Remedios y S. José de los Hymeris. El padre Kino perseveró en los Dolores, y el tiempo manifestó bien presto que los pimas no habian tenido en el motin parte alguna.

1691. Entra en la

El padre Juan María Salvatierra por la primavera del año siguiente pasó á la Pimería y partido de Dolores. Halló en el padre Eusebio Pimería el paKino un hombre muy semejante á sí mismo en el fervor y espíritu dre Kino. apostólico: confirieron varios asuntos importantes á la salvacion de aquella gentilidad. Para desvanecer las adversas preocupaciones que se habian en México formado de los pimas, pareció conveniente entrar juntos en el Norte y al Oriente de la tierra, y examinar cuidadosamente la disposicion de los ánimos. En efecto, de los Dolores pasaron á los Hymeris, Caborca, Tubutama y demas misiones poco antes fundadas, de donde vinieron á formar el proyecto de conquistar los demas pimas tendidos al Poniente ácia el mar de California, y luego por otro rumbo los de Saric y Tucubabia, en cuyos distintos partidos se hacian el cómputo de mas de dos mil almas que poder agregar á Jesucristo. Intentaban pasar á Cocospera cuando vinieron á encontrarlos algunos caciques enviados de los sabaypuris de mas de cuarenta leguas al Norte, suplicando ser admitidos al bautismo, y puestos á la direccion de los padres. No se les pudo negar este consuelo, y hubieron de caminar quince leguas al Norte hasta Guevavi, donde se habian adelantado á recibirlos los principales de la nacion. Se dió el bautismo á algunos párvulos, y se consoló á los demas con la esperanza de que volveria el padre Kino á visitarlos mientras se negociaban en México misioneros que se encargasen de su cultivo. En Cocospera, para donde marcharon inmediatamente, se dividieron los dos padres; el padre Salvatierra prosiguió su visita de las demas misiones, dejando muy encargada al padre Kino la conversion de los sabaypuris, y del Poniente de la Pimería hasta el de la California. La comunicacion y trato edificativo de los dos fervorosos operarios habia encendido mútuamen

TOMO III.

11

1692.

Pretension de

de indios en

Оахаса.

1693.

te en sus ánimos un ardiente deseo de procurar por todos los medios posibles la salud espiritual de los californios tentada tantas veces, y tantas veces desamparada. Imaginando que el fértil terreno que ha bian descubierto en la Pimería podia subministrar los víveres que hasta entonces habian hecho tan dificil la poblacion de California, y resuelto el padre Salvatierra á acalorar esta empresa, trató con el padre Eusebio Kino que en las costas de la Pimería se fabricase un barco para su conduccion, cuyo éxito veremos adelante.

Este año y el siguiente de 92 no ofrecen alguna cosa digna de eonun seminario sideracion en lo restante de la provincia; (pero sí para la Nueva España, pues acaeció un gran tumulto). A fines de este y principios de 93 se comenzó á tratar con calor en Oaxaca de la fundacion de un colegio Seminario de indios, agregado al que tiene en aquella ciudad la Compañía, á la manera que el de San Gregorio al colegio de San Pe dro y San Pablo en México. † Era autor de tan bello y fructuoso proyecto el Lic. D. Antonio de Grado, cura del partido de Xicayan. Fincaba la fundacion y sustento de dicho Seminario en tres haciendas unidas, y una de labor que poseia en el valle de Exutla contiguas al ingenio de Santa Inés, y otras tierras que eran fondos de aquel colegio. Los seminaristas debian ser por lo menos doce, al cuidado de dos padres, que debian aprender las lenguas zapoteca y mixteca de la costa, con la obligacion de hacer cada tres años misiones en varios pueblos de uno y otro idioma, de que informó menudamente el padre provincial Ambrosio Oddon en carta fecha 22 de diciembre. El Illmo. Sr. D. Isidro Sariñana, obispo de aquella ciudad, con quien el piadoso beneficiado habia comunicado sus designios, escribiendo al padre provincial con fecha de 2 de enero de 1693, dice así: El intento de D. Antonio me ha sido sumamente agradable, y lo tengo por especial inspiracion de Dios, pues no solo acierta en la substancia de la obra, sino tambien en la circunstancia de ponerlo en manos y al cuidado de la Compañía, en cuyo fervorosísimo celo se afianza con la gracia del Señor la consecucion de sus piadosos deseos." Escribió tambien en

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+ El colegio llamado de Santa Cruz, que es el Seminario de Oaxaca, mandaba en comunidad diariamente á sus colegiales al colegio de la Compañía á cursar sus cátedras hasta la época del Sr. obispo D. Buenaventura Blanco en que se pusieron cátedras y dió enseñanza en dicho Seminario. Habia otro colegio de teólogos pasantes llamado de S. Bartolomé, que hoy es cuartel de tropa, llamado de la Sangre de Cristo; sus colegiales se agregaron al Seminario. Su veca cs larga y encarnada, y la del seminario corta y tambien encaraada con un escudo de la Santa Cruz. EE.

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