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y ase

el mismo tenor el padre Nicolás de Vera, rector del colegio de Oaxaca,
que aun pasó personalmente al reconocimiento de las haciendas,
gura ser las mas pingües de aquella jurisdiccion. Cuando llegaron
estas cartas á México, concluido el gobierno del padre Ambrosio Od-
don, habia entrado en el oficio de provincial el padre Diego de Almo-
nazir, quien maduramente examinado el asunto con los padres consul-
tores no juzgó conveniente admitir aquella fundacion.

mo.

Revelacion

ble Francisca

El padre Oddon pasó inmediatamente al gobierno del colegio máxiHizo entre otras cosas muy memorable el trienio de su rectorado de la venerael famoso suceso que vamos á referir, y que entre las cartas anuas de San José. manuseritas hallamos puesto en el año de 1693.

Florecia en México con singular opinion de virtud la venerable Francisca de San José, del órden tercero de Santo Domingo, vírgen de muy sublime y muy probado espíritu, que murió el año de 1725 de este siglo. En aquel tiempo no trataba ni conocia alguno de los jesuitas, cuando en uno de sus maravillosos raptos vió el colegio máximo de San Pedro y San Pablo bajo la forma de un florido jardin, y á la Santísima Vírgen que con el niño en los brazos se paseaba entre aquellas flores, cortando ya una, ya otra, hasta el número de diez y seis, de las cuales formando un ramillete lo ofrecia á su dulcísimo niño. Entendió la sierva de Dios ser aquellas flores otros tantos sugetos de aquel colegio que debian pasar muy presto de la militante á la triunfante Compañía del cielo; y sabiendo ser los mas de ellos estudiantes. jóvenes de bellas esperanzas, se sintió movida á pedir á Dios no se llevase tantos de un golpe que podian ayudar mucho á las almas, singularmente de los gentiles. Condescendió la Vírgen Santísima con los ruegos de aquella alma devota, y tomando ocho de las flores escogidas, volvia á plantarlas en el lugar de donde habia tomado cada una. La venerable, con su acostumbrada sinceridad y exactitud, dió luego cuenta de esta vision á su confesor, que lo era un reverendo padre presentado del órden de Santo Domingo, director que tenia inuy bien conocido y examinado el espíritú de su hija: la envió con el padre Ambrosio Oddon, rector de aquel colegio, mandándole que se confesase con él y le diese cuenta de aquel favor del cielo, dejando á su discrecion que sabria valerse oportunamente y con destreza de tan importante noticia. Cumplió ella con la órden de su director, refiriendo al padre Oddon cuanto habia visto y entendido: especificó los nombres de los ocho jesuitas, lo que hizo para certificarle que no entraban en

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del colegio máximo.

cl número dos estudiantes que actualmente se hallaban enfermos y desauciados, y que sin embargo convalecerian. No ignoraba enteramente el padre Oddon lo mucho que se decia en México de las heroicas virtudes de aquella sicrva de Dios. Sin embargo, mientras piensa, mientras consulta, mientras delibera, cae enfermo y mueré á pocos dias uno de los nombrados.

El aviso de su muerte, que por su prudente desconfianza no se habia Muerte de los atrevido á darle el padre réctor Ambrosio Oddon, se lo dió el cielo de ocho sugetos un modo muy singular. Con ocasion de la mision que tanto para esta como para la provincia de Filipinas habian traido de Europa los padres Juan de Estrada y José Tardá, era muy estrecho alojamiento el del colegio máximo y se vcian precisados á vivir tres y cuatro en algunos aposentos. De cuatro que vivian en uno de ellos, dormian en una noche los tres, y el otro que velaba estudiando, vió entrar un jesuita de muy venerable semblante con una luz en la mano. Volvió á verlos á todos con bastante apacibilidad y espacio, y luego dijo en voz perceptible: „Preparaos, hermanos, que uno de vosotros ha de morir muy breve.". Dicho esto, salió del aposento. Uno de los que dormian era el hermano Nicolás de Laris, que sabiendo luego de su compañero lo que habia acontecido, no dudó ser él el señalado, y ser aquel aviso de N. P. S. Ignacio de quien era singularmente devoto. En esta persuacion, los dias que pudieran quedarle de vida determinó emplearlos en unos fervorosos ejercicios, que concluyó con una confesion general de toda su vida. A pocos dias enfermó de riesgo, y fué el primero de los ocho que verificaron la profética vision de la venerable vírgen. *

.

Visto esto el padre rector Ambrosio Oddon, en el mismo dia del entierro, sin declarar mas, amonestó generalmente á todos que se preparasen con santas obras porque al hermano Laris seguirian en breve otros siete, como efectivamente murieron dentro de dos meses los mismos, y en el mismo órden que los habia nombrado la sierva de Dios. Ni es justo que jamas se olviden sus nombres, y fueron en este órden.

Hermano Nicolás de Laris: hermano Casimiro de Medina: berma, no Francisco Estrella: hermano Francisco Javier Zapata: hermano José Menano: padre Pedro Polanco, coadjutor espiritual: hermano Juan de Angulo, coadjutor temporal; y padre Cristóbal Mendez, estudiante. de cuatro años de teología.

El retrato de esta buena beata existe en la sacristía de la tercera órden de 'Santo Domingo, en que se refieren sus virtudes.—EE.

Este memorable suceso se halla en nuestras cartas anuas manuscritas latinas, y en la vida de la venerable Francisca de San José, escrita por uno de sus confesores, y de los hombres de mas ilustrado espíritu que ha tenido esta provincia, el padre Domingo de Quiroga, en que debemos notar que contestando las dos relaciones en la substancia, tienen alguna variedad en el tiempo. El padre Quiroga dice con duda haber tenido la sierva de Dios esta vision por los años de 90 á 91, y haber muerto los dichos sugetos en este año de 1693; pero si la vision hubiera sido tanto tiempo antes, su confesor no la hubiera mandado á consultar y referirla al padre Ambrosio Oddon como á rector de San Pedro y San Pablo, segun afirma el mismo padre Quiroga, pues este no entró en el oficio de rector hasta principio de 1693 en que dejó de ser provincial. El padre Santiago Zamora, colector y traductor de las anuas, en la de 1733 dice haberse manifestado la sierva de Dios por órden de su confesor al padre Domingo de Quiroga; pero él mismo lo desdice: ni pudo ser segun el tiempo, pues el año de 1693 no estaba el padre Quiroga destinado á confesar en la iglesia, siendo aun jóven lector de veintinueve á treinta años, y que aca. baba de llegar de Europa à la Casa Profesa. Añade el padre Zamo

tuvo el hermano estu

ra la circunstancia de la nocturna vision que
diante, lo que confirman otros manuscritos, y mas que todo, la cons-
tante tradicion que hasta hoy llama á aquel aposento el de la Muerte,
en memoria de este suceso.

1

rez en

Mi.

En la Casa Profesa de México murió a principios del año, el 13 de Muerte del enero, el padre José Ramirez, natural de la Puebla de los Angeles. Fué padre Ramihombre de rara aplicacion y constancia en los ministerios de los pró- choacán, Jimos, de admirable inocencia y sencillez en medio de no vulgares talentos. Su amor á la pureza se hizo muy notable aun en sus tiernos años, en que se le vió evitar cuidadosamente la compañía de aquellos jóvenes á quienes una vez oia palabras menos decentes, persuadido ser este el camino mas comun y mas seguro que usa el comun enemigo para pervertir el corazon. En la devocion al Santísimo Sacramento y sacrificio de la misa fué tan ardiente, que en los muchos años que vivió en la Profesa jamas dejó de celebrar, hasta los últimos dias de su enfermedad, y aun dos de ellos lo hizo estando ya con la fiebre maligna que á pocos dias le acabó la vida. Los padres Pedro Gu. tierrez y Antonio Ramirez evangelizaban por este tiempo á los pueblos del obispado de Michoacán á peticion del Illmo, Sr. D. Juan de

1694.

Ortega Montañez, dignísimo obispo entonces de aquella diócesis. El mayor fruto fué en los lugares de Guanajuato y San Miguel el Gran. de, poblaciones muy considerables entonces, y hoy mucho mas. Uno y otro beneficiado dió las gracias á su ilustrísima y al padre provincial con cartas llenas de espresiones que manifestaban bien el celo de los misioneros, y el fruto de conversiones y reforma de costumbres con que Dios bendijo sus trabajos. Estos continuaron tanto en la diócesis de Valladolid, como en las de México y Puebla, diversos otros sujetos de no inferior espíritu por cuasi todo el siguiente año de 1694. El padre Bartolomé de Alvarado en el obispado de Michoacán recorria los partidos de Nauatre, Capacuaro, Guiramangaro y Santa Clara, despues de haber santificado con su predicacion la ciudad de Fátzcuaro, por donde dió principio á sus misiones. A fines del año, por cuatro semanas continuas, se hizo tambien en Puebla una fervorosísima mision por el padre José Vidal, que á peticion del Illmo. Sr. D. Manuel Fernandez de Santa Cruz habia pasado á aquella ciudad. Se le agregó entre otros compañeros el celosísimo padre José Aguilar, uno de los mas perfectos religiosos que en aquel tiempo tenia la Compañía. Trabajaron con tanto fervor, provecho de las almas, y con tanto consuelo de su ilustrísimo pastor, que no contento con haber asistido á muchas funciones de la mision cuanto se lo permitia su salud quebrantada, escribió las gracias al padre provincial y pasó personalmente á visitar á cada uno de los padres el dia 1. de diciembre. El Sr. D. Francisco Aguiar y Seijas, arzobispo de México, no era menos afecto á este género de ministerios. Para satisfacer á su pastoral solicitud, siendo antes obispo de Michoacán y ahora en México, pedia anualmente á los padres provinciales misioneros para sus diócesis. En el presente, despues de haber evangelizado los padres Juan Perez y Tomás Escalante una gran parte del arzobispado, le presentaron una relacion ó diario de sus apostólicos trabajos. La mision ocupó la mayor parte del año en las ciudades de Toluca y Texcuco, y en los pueblos de Tenango, Metepec, Cuahutitlán, Xalatlaco y otros cercanos. A estas misiones habia faltado á principios del año un operario infatigable, y á toda la provincia un grande ejemplar de religiosa perfeccion Padre J. Bau- en el padre Juan Bautista Zappa. Una imágen que llegó á sus matista Zappa. nos de Nuestra Señora de Guadalupe le hizo concebir el singular amor de María Santísima para con los naturales de la América. Desde entonces se ofreció á trabajar por su salud, como lo hizo pasando

á Nueva España de la provincia de Milán. Los dos colegios que habia entonces dedicados singularmente á ministerios de indios (Tepotzotlán y San Gregorio) fueron su teatro, de donde salia cuasi anualmente á predicar* á muchos pueblos de indios con mucho fruto de aquellas pobres gentes. Autorizó el Señor su ministerio y su fervor con mas de un prodigio. En la Huasteca lo oyeron con admiracion hablar un idioma que jamas habia aprendido ni estudiado. Aquí, á lo que se crec, por maleficio, contrajo una indisposicion que le dió port mas de un año mucha materia á su heroica paciencia. Fué tiernísimo hijo de María Santísima, de quien recibió los singulares favores que se cuentan en su admirable vida, fuera de muchos otros que nos robó su humildad. Era cuasi sin interrupcion su interior recogimiento y presencia de Dios. En el ingenio (ó trapiche) de Xalmolonga, donde por orden de sus superiores habia ido á convalecer, un violento flujo de sangre le privó de la vida en tres dias, el 13 de febrero. Doce años despues, el de 1706, se pasaron sus despojos al camarin de la santa casa de Loreto, que á semejanza de la de Nazareth, habia fabricado en el colegio de San Gregorio, donde hasta hoy se conserva con veneracion.

Salvador de

A este tiempo se trataba con bastante formalidad de añadir á la pro- Pretension de vincia un nuevo colegio ó residencia en la ciudad de S. Salvador. Es. colegio en S. te lugar es la capital de una provincia que se estiende por la costa del Guatemala. mar del Sur, desde Sonsonate hasta el rio Lenyra, que por el Mediodia la divide de la provincia de S. Miguel. La ciudad da el nombre á

El padre Zappa dudó por mucho tiempo de la salvacion de los indios, atendiendo á su rusticidad y abatimiento. Un dia pasaba por el Portal de las Flores de México donde estaba una imágen de Nuestra Señora de Guadalupe (que ya se quitó como otras muchas de los lugares públicos) y dirigiéndose á la Señora, le dijo: ¿Qué haré yo, Señora, para agradarte? Entonces le respondió: Ser como cualesquiera de estos pobrecitos; y le scñaló á unos indios que estaban allí. Desde entonces mudó de opinion. Este pasage lo consignó en sus poesías manuscritas él padre Sartorio, componiendo un epigrama latino que tradujo en un soneto al castellano: él mismo me lo leyó en cierta vez. En Xalmolonga se conserva religiosamente cubierta con una reja de fierro y privada de todo uso la pieza donde murió el padre Zappa, no obstante el transcurso de mas de dos siglos. Sus restos venerables existen en San Gregorio, y su retrato en el general de este colegio. En su semblante anciano y apacible se ve retratada su grande alma. Su nombre se pronuncia aun con respeto, justo tributo que se paga á sus virtudes.-EE.

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