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Furnes, Niewport, Ostende, Courtrai, Tournai, Ath, y la antigua guarnición de Brujas. Hemos tomado, además de esto, todas las disposiciones, según las intenciones de Vd. y esperamos sus órdenes ulteriores para obrar ó hacer algunos movimientos.

He recibido á los comisarios batavos, según los deseos del Poder ejecutivo y de Vd. y le he enviado á Vd. el resultado de nuestra conversación en mi última carta.

El comisario austriaco para el canje de prisioneros de guerra me escribe una carta de enredo sobre la capitulación de Amberes, que me parece completamente contestada por la copia adjunta

de la mía.

Firmado: MIRANDA.

El general Miranda al general J. Perneti, ayudante y comisario de S. M.

Lieja, 23 de enero de 1793
(año II de la República).

En contestación á la difusa carta que acaba Vd. de escribirme con fecha 5 de enero, y por la cual pretende Vd. que la guarnición austriaca de la ciudadela de Amberes no está reputada prisionera de guerra en la capitulación del 29 de noviembre, le envío á Vd. la declaración formal que el coronel Molitor, que mandaba dicha ciudadela y firmante de la capitulación, hizo, para ponernos al abrigo de los embrollos que yo presumía por parte de Vd. y que veo hoy demasiado realizados.

«Yo, el infrascripto, declaro que antes de la capitulación de » la ciudadela de Amberes, el señor mariscal de campo Ruault » me significó verbalmente que la intención del señor teniente > general comandante en jefe, Miranda, era que la guarnición

› entera se rindiese prisionera de guerra, aunque esto no estu» viese bastante especificado en los artículos de dicha capitulación; que yo manifesté esta condición á todo el cuerpo de » señores oficiales de mi guarnición, reunidos en mi casa con › este motivo, los que unánimemente se sometieron á ella; que » además dí al salir de Amberes, al señor teniente general Ma› rassé un respaldo para que ni oficial ni soldado de esta guar>nición pudiera servir hasta que se efectuase el canje. El » artículo vi de la capitulación dice los enfermos y heridos » quedarán en el hospital y se les cuidará como á los demás › prisioneros de guerra. »

Según este relato, ruego á Vd. me diga, quién, de los Austriacos ó Franceses, ha puesto más lealtad para entender y obrar en el verdadero sentido de la capitulación.

Agregaré, que mientras que la guarnición se hallaba detenida. en Amberes, habiéndose solicitado de mí que las mujeres y los niños que se encontraban en la ciudadela en el momento de la rendición no estuviesen sujetos á canje, como los hombres, esto les fué concedido; y los demás, incluso los enfermos, quedaron persuadidos que eran prisioneros de guerra; que debían ser canjeados como tales, firmaron su palabra y salieron para Colonia sin haberme dirigido nunca queja alguna sobre este Ellos son sin embargo los que hicieron y firmaron la susodicha capitulación.

asunto.

Firmado: MIRANDA.

El general Miranda al comisario de guerra L...

Ciudadano;

Lieja, 27 de enero de 1793.

Le llamé á Vd. esta mañana para informarle de que reiteradas quejas contra los empleados ó domésticos de sus oficinas,

me hacían creer que los soldados voluntarios que, en número de más de treinta me las habían dirigido en diferentes ocasiones, no podían ser sino fundadas : le invitaba á Vd. á adoptar medidas para prevenir quejas semejantes en el porvenir.

El relato que Vd. me hace en su carta es enteramente inexacto. Le exhorto á Vd. á que cumpla su deber y prevenga los abusos de que se quejan los respetables voluntarios del ejército, los que me aseguran que vienen de una distancia de tres leguas donde se hallan sus acantonamientos, y son muy mal recibidos por su comisario. No puedo persuadirme de que un número semejante de hombres respetables y honrados falte á la verdad, y que sólo el comisario L..., que me hace hoy un relato sofistico, sea infalible.

Firmado: MIRANDA.

El general en jefe Dumouriez al general Miranda.

París, 23 de enero de 1793.

Le he anunciado á Vd., mi querido Miranda, que abandonaba como Vd. el proyecto de la Zelandia; pero es una razón de más para llevar adelante el del ataque de Maestricht, muy vigorosamente, del mismo modo que el de Venlo y Nimega: yo les daré quizás á Caok y á Bendels el pequeño socorro que reclaman, en la opinión en que están de lograr lo que desean con tres ó cuatro mil hombres, que es cuanto han pedido al Consejo ejecutivo. Yo mismo examinaré esto sobre el terreno, dentro de pocos días.

La catástrofe del 21 nos da verosimilmente por enemigos á todos los pueblos de Europa. Hé aquí lo que acaba de decidirse, con tal motivo, en el Consejo ejecutivo.

Estamos todavía inciertos sobre el partido que tomará la Inglaterra, y este partido es el que determinará nuestra conducta hacia la Holanda. El Consejo, según el deseo de los Ingleses y Holandeses, hafija do los ojos en mí para ir á Inglaterra en embajada extraordinaria, con el objeto de hacer que se decida esta nación categóricamente por la paz ó por la guerra. En consecuencia, se ha dado orden á nuestro embajador Chauvelin de regresar. Se envía mañana á un agente secreto, muy conocido del señor Pitt y del señor Fox, para pedir á los dos partidos, es decir, á toda la nación, un salvo-conducto para mí, y la seguridad de ser bien recibido, sea cual fuere el éxito de la misión: como es un sí ó un no lo que voy á pedir, como Catón en Cartago, esta misión no durará más de ocho días.

Esperando la respuesta, parto mañana en la noche para Dunquerque, de donde pasaré á Ostende, Newport, Brujas y Amberes y donde estaré á mas tardar el 30. Me detendré en Amberes, adonde haré venir mis caballos para continuar mi marcha hacia Ruremonde, Maseick y Tongres, y hallaré á Vd. en Lieja.

Se envía una persona de confianza á la Haya, á prevenir á milord Aukland y al gran pensionario Van-Spiegel para que se reunan á mí, según su solicitud, sobre la frontera, entre Amberes y Breda, con el objeto de entablar una negociación. Esta pequeña estancia en Amberes me dará tiempo para recibir el correo del ministro Lebrun, que me traerá la respuesta de Londres. Si ésta es categórica y amistosa, como todavía parece que se enorgullecen de ello, entonces volveré á pasar por París, para tomar mis últimas instrucciones, ó iré, según lo que elija el Consejo, de Amberes á Calais, para embarcarme. Si, por el contrario, la respuesta fuese ó perentoria ó evasiva, atacaré ocho días después á Maestricht, y haré un movimiento general para cubrir este sitio, al mismo tiempo que se apodere Vd. de Venlo, donde no hay más que un batallón de guarnición. Tengo sobre Maestricht notas muy ventajosas que me hacen creer en el éxito. Durante mi estancia en Amberes, ejecutaré de grado ó por fuerza

el empréstito sobre el comercio, para tener este primer numerario necesario para obrar. Durante este corto viaje, hé aquí lo que Vd. tiene que hacer: ir Vd. mismo á Louvain y á San Tron, para disponer nuestra artillería, con el objeto de que pueda marchará más tardar del 10 al 15 de febrero; adopte Vd. igualmente todas las disposiciones posibles con respecto á las tropas, sin que se trascienda esto demasiado; el punto principal es adelantarse á los Prusianos de Wesel, y que no se enteren demasiado pronto de nuestros preparativos. Le enviaré á Vd. de Amberes las disposiciones que adopte respecto á las subsistencias; pero tome Vd. desde luego el partido de ordenar inmediatamente al comisario ordenador y al administrador de los víveres, que hagan construir en Tongres hornos para 30,000 hombres. Anuncie Vd. mi llegada como una pequeña inspección general de cuarteles que paso á hacer, por orden del Consejo ejecutivo y del comité de defensa general. No hable Vd. en modo alguno del artículo de las negociaciones; no porque deba hacer un misterio de ellas, sino porque debe ser un secreto hasta tanto que hayan tenido buen ó mal éxito. Esta medida es grande y noble. Si sale bien, disminuimos el número de nuestros enemigos y podremos hacer la misma guerra que en la campaña anterior. Si sale mal, nos adelantamos á los Ingleses y Prusianos. Los sorprendemos con el ataque de la Holanda; simularemos un gran movimiento que salve al ejército de Custines, y quizás tendremos enseguida más fácilmente la paz; pues á esto sólo debemos aspirar por razones que le descubriré á Vd. No vaya Vd. á encontrarme á Amberes, porque esto estorbaría la apariencia de inspección que quiero dar á mi viaje. Nos daremos cita en Tongres ó en Ruremonde; pero si tiene Vd. algo que comunicarme de muy importante, envieme Vd. al general Thowenot á Amberes, y se lo devolveré á Vd. enseguida. Le escribiré á Vd. desde Amberes con más detalles; entre tanto le abrazo á Vd. de todo corazón.

Firmado: El general en jefe, DUMOURIEZ.

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