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Pro tanto: y habiendo el Congreso Nacional aprobado el preinserto Tatado; en uso de las facultades que la Constitución de la República me concede, he venido eu aceptarlo, aprobarlo y ratificarlo, teniéndolo como ley del Estado y comprometiendo para su observancia el honor nacional.

En fé de lo cual firmo la presente ratificación, sellada con las armas de la República y refrendada por el Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores, en Lima, á los cuatre días del mes de Noviembre del año de mil ochocientos setenta y ocho.

MARIANO L. PRADO.

MANUEL IRIGOYEN.

ACTA DE CANJE.

Habiéndose reunido los infrascritos en el Ministerio de Relaciones Exteriores, con el objeto de proceder al canje de las ratificaciones de Su Excelencia el Presidente de la República del Perú y de Su Majestad el Rey de Italia, del Tratado celebrado y concluído en Lima, el día vein.e y tres de Diciembre de mil ochocientos setenta y cuatro, por los plenipotenciarios de ambas naciones, canje que según el artículo veinte y dos del Tratado debió verificarse diez y ocho meses después de aquella fecha, pero que ha sido retardado por causas independientes de la voluntad de las partes contratantes, convinieron los infrascritos, en virtud de sus plenos poderes, en ampliar el término, y señalaron al efecto, el día de la fecha para verificar el respectivo canje. Acto contínuo procedieron á confrontar los respectivos ejemplares de dicho Tratado, y habiéndolos encontrado en buena y debida forma, se dió por concluído el acto.

En fé de lo cual, los infrascritos redactaron esta acta, firmándola, por duplicado, con sus sellos respectivos.

Hecha en Lima, el día siete de Noviembre de mil ochociento setenta y ocho.

MANUEL IRIGOYEN.
(L. S.)

G. B. VIVIANI.

(L. S.)

VIAJE AL PERÚ DE S. A. R. EL DUQUE DE GÉNOVA. ----1874.

Real Legación de Italia.

Lima, Octubre 13 de 1874.

Excmo. Señor:

Reconocido á las demostraciones de cortés simpatía con que, 8. A. R. el Duque de Génova, fué acogido en su viaje al Perú, el Gobierno de S. M. el Rey de Italia, me confía el agradable encargo de manifestar al Gobierno de la República, la expresión de su mas vivo agradecimiedto.

La cordialidad de sentimientos que en tan plácida oportunidad manifestaron á porfía, tanto el Supremo Representante de la Nación Peruara, como la población nacional y la colonia italiana, no se refería en verdad menos directamente á la persona del jóven príncipe, que á la ugusta dinastía y á la Nación á quienes él pertenece, y es, por lo mismo, tanto más aceptable á S. M. el Rey, á su Gobierno y á su pueblo.

Todos en aquel acontecimiento han contemplado la ratificación expontánea de la referente y amistosa estima, que por su bien se profesan los dos países, y si en toda oportunidad siempre me ha sido grato servir de órgano á sus relaciones prósperas, por cuanto su base es ia lealtad, en ninguna otra he tenido bastante satisfacción, como en esta en que, por mandato expreso, traigo la palabra del Soberano italiano, para suplicar á V. E. ponga en conocimiento del Excmo. Señor Presidente de la República y de todas las clases de la Nación Peruana, la ya dicha manifestación amplia del agradecimiento que sienten todas las clases de la Nación Italiana.

Acrece con mucho mi júbilo por cuanto circunstancia tan solemne me es propicia para poner de manifiesto la satisfacción con que el pueblo del Reyno de Italia y su Gobierno han sabido el comportamiento de sus conciudadanos, éco fiel de los sentimientos que igualmente les anima por la patria.

Ruego á V. E, acepte los testimonios de grande aprecio y consideración con que tengo la honra de ser, de V. E, muy obediente servidor.

Hipólito Garrou.

Al Excmo. Señor Ministro de Relaciones Exteriores del Perú.

Ministerio de Relaciones Exteriores.

Lima, Enero 12 de 1875. Con verdadera satisfacción tengo el honor de contestar á la nota de U. S. H., de 13 de Octubre último, en la que, cumpliendo con un elevado encargo, se sirve US. H. trasmitir, por mi órgano, al Gobierno y pueblo peruanos, los agradecimientos de S. M. el Rey de Italia y de toda esa culta Nación, por las atenciones que, á su paso por Lima, se tributaron á S. A. R. el Duque de Génova.

Es muy halagüeño para el pueblo peruano que esas manifes taciones de simpatía, que se dispensaron al distinguido huésped con tanta expontaneidad, hayan contribuido á avivar el afecto de Italia por el Perú, y á estrechar más y más los vínculos qu existen entre ambos países.

Mi Gobierno y la Sociedad peruana, que se honraron en llenar con S. A. R. los elevados deberes de hospitalidad, hónranse hoy, doblemente, con las expresiones que US. H. ha tenido á bien trasmitir y que agradecen con toda sinceridad.

Al acusar recibo á US. H. de tan estimable nota, me complazco en asegurarle, una vez más, los especiales sentimientos de cordialidad y aprecio con que soy, de US. H., muy atento servidor.

J. de la Riva Agüero.

Honorable Caballero Hipólito Garrou, Encargado de Negocios de Italia.

LOS INMIGRANTES ITALIANOS--1875.

Real Legación de Italia.

Lima, Abril 1 de 1875.

Excmo. Señor:

Por segunda vez algunos emigrados italianos que se dirigían hoy á esta Legación, han sido arrestados y conducidos á la Prefectura.

Por informes personales del señor Prefecto, he sabido que tal medida se ha adoptado en virtud de los Reglamentos sobre el órden público, y como aconteció en el caso anterior á que he aludido, oyendo mi súplica el señor Prefecto, tuvo la bondad de poner en libertad á los nuevamente arrestados.

Recorriendo luego la escala hasta la autoridad superior, he tenido ocasión de convencerme de que la afluencia de inmigrados desocupados en la Legación, proviene de lo resuelto por el Gobierno sobre que cese el socorro de alojamiento y comida que hasta ahora les proporcionaba la Sociedad de Inmigración.

La disposición gubernativa en cuya virtud ha venido ya al Perú un número considerable de italianos, ha establecido entre ambas partes un compromiso importante y obligaciones recíprocas; y si hasta cierto punto es de mi deber reconocer que el Gobierno de la República lo ha cumplido con abundancia, por otra parte un deber no menos imperioso me impone la obligación de reclamar toda la atención de V. E. hácia la posición creada por el estado actual de cosas.

Sin ánimo de remontarme á las causas, quien como yo ha seguido, atenta é imparcialmente, las faces de la presente inmigración, es fácil reconocer que viendo desvanecidas las exageradas ilusiones con que en su patria se alimentaron, dolorosamente impresionados con el triste estado á que á varios los han reducido las fiebres adquiridas en alguna localidad, y por otra de sujestiones poco meditadas, los inmigrados últimamente venidos, consideran al país como absolutamente mal sano, y con el terror que á entendimientos incultos inspira la perspectiva de la muerte, con obstinación insisten en no ver otro medio de escapar sino su inmediata repatriación.

Esto lo dicen á una voz, y á estos se agregan no pocos á quienes lo relativamente mal sano de algunas provincias ha determinado á regresar á Lima. Fuera de toda duda está que el Gobierno del Perú no ha asumido tal obligación; pero es también claro que desde el momento en que los inmigrados se niegan en lo absoluto á tomar las colocaciones que la Sociedad de Inmigración les ofrece, su sola presencia dá ocasión á trastornos del órden público, siendo por necesidad consecuencias inevitables ó la violencia que ha de emplearse para obligarlos al trabajo á que están destinados, ó, como se crea necesaria, la cesación del socorro que hasta hoy les ha prodigado la citada sociedad.

Con tan deplorable alternativa á la vista, con todos los recursos á mi alcance, me he dado á buscar asíduamente el camino de una solución. Más, tanto porque no me han valido las representaciones que directamente y por medio de un colega he hecho á

V. E., y ya porque la declaración que hoy me ha hecho el Ministro de Gobierno ninguna esperanza me dejan de temperamentos conciliatorios, me es forzoso descargarme de toda responsabilidad.

Sírvase V. E. considerar que si el Gobierno del Perú tiene sus razones para rechazar la petición de repatriar á los inmigrantes italianos, el Gobierno italiano no puede hacer suyo el gravámen, cuando por respeto á la libertad individual no les ha podido evitar que emigren; ni aún cuando por culpa suya sea, puede permitir que los incautos que han inmigrado sean abandonados á tanta distancia de la patria, en brazos de la miseria ó algo tal vez peor.

En su nombre, pues, ya que no me es dado hacerlo yo ántes de tener órdenes en el particular, dirigiéndome formalmente á V. E., ruego que el Gobierno del Perú provea con equidad á la conservación de mis compatriotas.

Alguna mejor tolerancia de su parte haciéndoles apreciar mejor las ofertas de la Sociedad de Inmigración podrá tal vez coadyuvar á la solución que deseo. En todo caso buscaré manera de hallar otra compensación que evite á atenuar las consecuencias de una suerte que por su orígen es de ellos.

Con la mayor consideración y aprecio tengo el honor de ser, de V. E., muy obediente servidor.

Hipólito Garrou.

Al Excmo. señor A. V. de La Torre, Ministro de Relaciones Exteriores.

Ministerio de Relaciones Exteriores.

Señor:

Lima, Abril 3 de 1875.

He tenido el honor de recibir el estimable despacho de S. S. H., fechado el 19 del presente, en que se ocupa de la situación de los inmigrantes italianos que, expontáneamente y auxiliados por la Sociedad de Inmigración, han venido al Perú.

Con esta fecha lo he pasado al señor Ministro de Gobierno, y oportunamente me será grato comunicar á S. S. H. lo que se acuerde á este respecto.

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