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bertador fuese electo presidente de la república, (*) le dirigió en la misma ocasion la carta que trascribo :

66 Querido general y amigo: Hace algun tiempo que no he tenido el gusto de comunicarme con U., pero en política lo pasado vale poco; voy á hablar á U. de lo presente. La carta que nuestro amigo y compañero el general Páez dirige á U. duplicada, por conducto del señor Guzman, es la expresion de mis sentimientos; por esta razon es que no los repito; ha sido escrita de acuerdo, y así como Páez, yo me refiero en la que se ha duplicado, á lo que Guzman mismo debe decir á U. El merece toda nuestra confianza y como tal lo recomiendo á U.

"Patriotas sinceros temen que U. deje el país, y hombres que sin duda apoyan sus esperanzas en tal abandono, sustentan esta idea y la suspiran; pero jamás se fundó una patria para cederla á la intriga, y jamás debió emprenderse una revolucion que no debiera tambien concluirse. El objeto de la nuestra es la felicidad de la patria; si ésta no existe, ella no ha concluido. Para ganar la independencia no hemos perdonado sacrificios, para afirmarla no debemos economizarlos. De otro modo U. y sus compañeros de armas serian criminales á los ojos de la posteridad. Yo no quiero aparecerlo, lo aseguro á U. con toda la firmeza que me caracteriza. Invito á U., pues, á que salve la patria, y le ruego que para este fin glorioso cuente U. con la amistad de su antiguo compañero y de su amigo.-Santiago Mariño.”

Mientras Guzman seguia en su comision, los monarquistas ganaban prosélitos en el ejército y el pueblo; pero el órden público no se interrumpió sino despues de ocurrido el suceso que dió lugar á la acusacion del general Páez, de que ya he hablado. Haré ahora por trazar los efectos que causó la noticia de esta funesta medida en Venezuela.

Apénas se introdujo en la cámara de representantes la queja contra el general Páez, un amigo suyo, que era miembro de ella, se la comunicó y al mismo tiempo le hizo una relacion de cuanto se habia alegado en su contra con este motivo, y en los correos sucesivos le impuso del giro que tomaba la acusacion de la cámara de representantes y de su

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(*) Brindis de Mariño. "Puesto que el Libertador, á quien se le debe todo, está resuelto á no ocupar la presidencia, y que es éste un destino ad honorem, brindo porque se elija al general Páez."

presentacion en la del senado. No acostumbrado Páez á sufrir contradicciones, los primeros avisos que recibió le hicieron viva impresion, y desde luego manifestó gran descontento. La gran mayoría que votó en favor de la acusacion en la cámara de representantes le hizo sospechar que la del senado la admitiria, y su orgullo ofendido no pudo ya sufrir la idea de ser suspenso de su empleo y así lo dijo al Libertador en la siguiente carta de 8 de Abril.

"Mi muy apreciado general: ofrecí dar cuenta á U. de los progresos que fuese tomando el asunto de mi acusacion, y en cumplimiento de mi promesa debo decirle, que la cámara de representantes admitió la acusacion contra mí en sesion del dia 6 de Marzo último y nombró para fiscal á Eusebio María Canabal, que deberá elevarla y proponerla ante el senado. La intriga parece que ha tomado gran cuerpo; cuarenta y un miembros votaron contra mí. Esto me deja sospe char que tal vez la cámara del senado admitirá la acusacion, y por este hecho vendré á quedar suspenso de todos mis empleos. Yo desearia no hacer falta alguna á la república, y poderme separar de todos sin necesidad de los decretos de las cámaras; pero U., que tanto ha trabajado, que tantos sacrificios ha hecho por su patria, que tantos triunfos ha conseguido sobre nuestros enemigos y que ha sufrido tantas privaciones, puede considerar cuán sensible me será que hombres que han estado disfrutando de las comodidades de sus casas, viviendo tranquilos entre los godos, y que no se han unido á la causa de la república, sino cuando han cesado los peligros ó los han humillado nuestras armas victoricsas, vengan á juzgar del mérito de un hombre que fué bueno cuando pudo impunemente ser malo, y que se ha sometido á las leyes por la prosperidad y utilidad de su país. Este sentimiento no lo pueden conocer sino pocos, y nadie mejor que U. está en actitud de juzgar los amargos frutos que deja en el corazon."

Cuando Páez hablaba con tanto desprecio del primer magistrado de la nacion y de los jueces que debian juzgarlo, es racional suponer que sus conversaciones con sus subalternos serían de carácter más altanero y subversivo, y que desde luego estaría preparando los medios de resistencia.

El 26 de Abril llegó á Valencia, donde se hallaba el general Pácz, la carta oficial del gobierno comunicándole la resolucion del senado, suspension de su destino y la órden de entregar el mando al general Escalona. Para lo acordado por el

senado ya estaba preparado, pero no así para el nombramiento de un sucesor, que debia serle tan poco agradable. Esta noticia fué un puñal que traspasó su corazon, y la rabia y el sentimiento le inspiraron deseos de destruir á todos sus enemigos.

Hallábase en Valencia en estos dias y gozando de la confianza de Páez, un individuo que se creia injuriado por el congreso y por el gobierno; que habia recientemente quebrantado las leyes y que tambien habia sido llamado á juicio por una causa que no era honrosa á su reputacion y delicadeza: la de haber defraudado á la república en una cantidad de dinero. Era éste el doctor Miguel Peña, que desde Bogotá habia. concebido el antipatriótico proyecto de vengarse de sus enemigos personales, á costa del bien público. Suave en su trato, plausible en sus argumentos, astuto y vivo, Peña no tardó en adquirir sobre Páez aquel ascendiente que el hombre dotado de fuerzas intelectuales alcanza generalmente sobre los que deben su elevacion al ejercicio de sus ventajas físicas. Propenso, como todo hombre de su condicion, á la lisonja, Páez se entregó enteramente á la direccion de Peña, y desde las primeras noticias de la acusacion lo consuitaba con frecuen cia. Este se valió de su confianza para sus propias miras de venganza, y con este ímprobo designio, recordando á Páez sus antiguos, brillantes servicios, la envidia que le causaban á Santander, los motivos que desde una época distante tenia el vicepresidente para no ser su amigo, su carácter insidioso y vengativo, los constantes esfuerzos de los congresistas para deprimir la clase militar y particularmente á los que habian obtenido una reputacion eminente, la ninguna justicia que debia esperar de hombres que ya le habian manifestado tan declarada enemistad y obrado con tanta ligereza en admitir la acusacion sin oirle préviamente, adujo el ejemplo de su propio proceso y de la trágica muerte del coronel Infante, y por fiu, poniéndose de pié delante de Páez, que lo escuchaba en silencio, tomó de la mesa la nota del gobierno, la abrió, la leyó y extendiéndola con ámbas manos: por más vueltas," dijo, "que se quiera dar á este papel, no se encuentra en él sino una revolucion." Ya esta revolucion estaba decretada y adoptados jos medios para llevarla á efecto.

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CAPÍTULO QUINCUAGÉSIMO SEXTO.

SUMARIO.

A invitacion del juez político se reunen los vecinos de Valencia.-Resoluciones que adoptan.-Páez da á reconocer á Escalona.-Opónese el gobernador Peñalver á la reunion del 29 de Abril.-Tumultos sediciosos encabezados por varios militares.-Firmeza de Peñalver.-Asesinatos en Mucuraparo para intimidar el pueblo.-Sesion extraordinaria de la municipalidad el dia 30.-Resuelve reponer á Páez en el mando.-Carta de Páez al Libertador, de 25 de Mayo.-Acepta Páez el mando.-Cobra aliento la faccion.Los sucesos de Valencia conmueven la capital.-Reunion del 5 de Mayo en Carácas.-Protesta contra sus resoluciones el intendente Cristóbal Mendoza.-Inconsecuencia de la municipalidad de Carácas.-Nueva acta de la de Valencia el 12 de Mayo.-Presta Páez el juramento y promete no obedecer al gobierno nacional.-El cabildo de Carácas y los de Apure y Achaguas se adhieren al acta de Valencia. -Manifiesto cohonestando la rebelion. Llega Páez á Carácas.― Permanece Mendoza en la intendencia.-Política ambigua de Páez. -Envia en comision cerca del Libertador á Urbaneja é Ibarra. -Quéjase amargamente de Santander.-Su carta de que es Ibarra portador.-Medidas militares.-Se envian comisionados á los demás departamentos.-Los de Maturin y Zulia imprueban la conducta de Páez.-Resolucion precipitada de Bermúdez.-Prudencia de Urdaneta. Llega á Bogotá la noticia de la rebelion de Páez.-Medidas adoptadas por el vicepresidente.-Con intrigas excita éste la discordia entre venezolanos y granadinos.-Extractos de su correspondencia con el Libertador.

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O pretexto de solicitar recursos para la mantencion de las tropas, se consiguió el permiso del gobernador de la provincia de Carabobo, Fernando Peñalver, que se hallaba ausente de la capital en su hacienda, para pedir un empréstito á los vecinos de Valencia; y con tal objeto los convocó el jefe político, Jacinto Mujica, segunda autoridad civil de la provincia, á reunirse

y en consecuencia concurrieron muchos de los invitados á la casa consistorial el 27 de Abril. Despues de deliberar sobre el empréstito objeto aparente de la reunion, se trató de la suspension de Páez, que era lo que realmente la habia motivado. El doctor Peña y otros abogados fueron excitados en nombre de la mu nicipalidad á dar su opinion respecto de si estaba en sus facultades dictar algunas medidas para que se suspendiera la órden que aquel acababa de recibir. Los doctores Peña, Borges y Windivoel respondieron que no habia disposicion legal que pudiera suspenderla, y que ni el poder ejecutivo de la república podia hacerlo, sin infringir la constitucion. La municipalidad entónces extendió una acta en que expresó su sentimiento y el de la poblacion entera, por la acusacion contra el comandante general, añadiendo que: "sólo la necesidad de obedecer las leyes y las instituciones establecidas, les harian pasar por el dolor amargo que experimentaban al ver á S. E. dejar el mando de la comandancia general y salir del departamento, al que esperaban volveria para su consuelo."

Esta decision prudente no satisfizo las miras de los que deseaban un trastorno, y lograron suspender, mas no disolver la sesion del cabildo, citándolo para el 29, bajo el pretexto de que la cantidad suscrita en aquel dia no era bastante para satisfacer las urgencias del ejército.

Páez, mientras tanto, dió á reconocer á Escalona como comandante general del departamento.

Noticioso el señor Peñalver de los sucesos del dia 27, se trasladó á Valencia en la tarde del siguiente y notificó al juez político que no consentiría en la reunion del 29. Esta laudable conducta del gobernador irritó á los facciosos, entre los cuales se distinguieron los coroneles Arguíndegui, que se hallaba de guarnicion en la ciudad, Cala, Ortega, Escuté y el capitan Carmona, los dos últimos allegados del general Páez y empleados en su estado mayor. El dia 29 se reunió en la plaza principal un número considerable de individuos, militares y civiles, que tumultuariamente pedian la suspension de la órden del gobierno y vertían expresiones sediciosas y amena. zadoras con el objeto de intimidar al gobernador y á la parte

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