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libre, y si es posible unánime por vuestra parte. Yo espero, pues, la soberana determinacion del congreso para convocar una asamblea nacional, que decida la incorporacion de la Nueva Granada. Entónces enviareis vuestros diputados al congreso general, ó formareis un gobierno granadino. Yo me despido de vosotros por poco tiempo, granadinos. Nue. vas victorias esperan al ejército libertador, que no tendrá reposo mientras haya enemigos en el norte ó sur de Colombia. Entre tanto, nada teneis que temer. Yo os dejo valerosos soldados que os defiendan, magistrados justos que os protejan y un vicepresidente digno de gobernaros.

"Granadinos: Ocho de vuestras provincias respiran la libertad; conservad ileso este sagrado bien con vuestras virtudes, patriotismo y valor. No olvideis jamás la ignominia de los ultrajes que habeis experimentado, y vosotros sereis libres."

Bolívar atravesó parte de las provincias de Tunja y del Socorro en su tránsito para Pamplona. Parecia aquel viaje una marcha triunfal; en todas las poblaciones y á lo largo del camino le levantaban arcos, y de los lugares más apartados acudian los habitantes á rendirle sentidas y es pontáneas manifestaciones de gratitud. Con dificultad se abria paso por entre el inmenso gentío que se agolpaba en los caminos, que en circunstancias ordinarias están siempre desiertos. Fecunda en bienes para esas comarcas y de grande utilidad para el país en general fué su correría por aqulleas provincias : recogía datos sobre el estado de cada poblacion, investigaba los males que les aquejaban y procuraba ponerles remedio él mismo, ó los recomendaba á la atencion del vicepresidente. No perdía ocasion de excitar á los pueblos á que prestasen su cooperacion al sostenimiento de la gran causa nacional que él defendia y propagaba como sa principal campeon. A muchas de esas poblaciones eximió del pago de las contribuciones más onerosas, que en su sentir paralizaban la industria, y en otras distribuyó recompensas honoríficas que en nada gravaban el erario público. Pero no arreglaba las dádivas que hacia de su propio peculio á la estricta economía que estableció en el manejo de las rentas del estado. Antes de salir de la capital, señaló pensiones de su fortuna privada á algunas de las viudas de los patriotas sacrificados por la venganza española y que en consecuencia habian queda

do reducidas á la indigencia. La lista en que ya figuraban los nombres de París, Baraya, Piedrahita, Olano é Ibañes se aumentó en este viaje con otros muchos no ménos ilustres. Algunas de las pensiones subian á la suma anual de 1.500 duros, y ninguna bajaba de 500. Mientras que así, con munificencia régia, remediaba las necesidades ajenas y atendia á las comodidades de otros, descuidaba las suyas casi en absoluto; no cargaba cama en su equipaje de campaña y su vestido era más sencillo y su mesa más frugal en esta época que la de muchos de los generales del ejército.

La columna realista que habia sido expulsada del Socorro despues de la accion de Boyacá, hizo alto en los valles de Cúcuta, donde fué batida por Soublette el 23 de Setiem– bre. Los cuerpos que éste mandaba tenian órdenes de reunirse al ejército de Apure, por la montaña de San Camilo, y salir al llano cerca de Guasdualito. [*] El objeto de Bolí. var al darles esta direccion, fué el de acostumbrarlos al clima en donde iban á prestar sus servicios en la próxima campaña é impedir la desercion de los reclutas de que se componian aquellos cuerpos en su mayor parte, alejándolos de su país. Al marchar Soublette de Cúcuta, de conformi dad con sus instrucciones, ocupóla luego al punto el general español La Torre con una lucida division. Era éste el tardío auxilio que enviaba Morillo en socorro de Barreyro, y atinó á llegar á tiempo que Bolívar y la division que iba á reemplazar á Soublette entraban en Pamplona. Al tener de ello conocimiento el jefe español, se detuvo en su camino, nada ganoso al parecer, de encararse con el temido caudillo republicano. Anzoátegui, destinado á mandar el ejército del norte, llegó el 25 de Octubre al cuartel general en Pamplona.

Recibió en esto Bolívar noticias, si no alarmantes, en extremo desagradables de Angostura, las que no sólo contrariaban sus planes sino que le obligaron á emprender marcha en el acto hacia aquella capital; pero ántes de partir dejó instruc

[*] Véanse las instrucciones al general Soublette en la página 444 Tomo XVI de los Documentos de estas "Memorias."

ciones á Anzoátegui, encareciéndole sobre todo mantenerse á la defensiva y conservar á todo trance la importante posicion de Chopo, caso que La Torre se atreviese á avanzar. Salió Bo

lívar de Pamplona, pero no habia adelantado mucho en su camino, cuando el 19 de Noviembre le alcanzó un mensajero, anunciándole la muerte del general Anzoátegui, acaecida en Pamplona el dia 15. Este triste acontecimiento le sorprendió grandemente, pues acababa de separarse de su valeroso teniente, dejándole en el pleno goce de la salud, lleno de uoble ambicion y halagüeñas esperanzas. Anzoátegui era un valiente y experto soldado, amaba á su patria tanto como aborrecia á España: la gloria militar y el odio á sus contrarios fueron los móviles de su conducta. Pérdida inmensa fué ésta para el ejército, tan prematura como sensible, y difícil de llenar era el vacío que dejaba. El dia ántes de recibir Bolívar la fatal noti cia, le habia escrito éste una larga carta en la que le referia las noticias que habia recibido de Guayana y le hablaba de la nece sidad en que se veia de forzar sus marchas para llegar á Angostura lo más pronto posible, con el fin de impedir los aviesos planes que algunos ilusos habian concebido durante su ausencia. Encargábale que guardase la mayor armonía con Santander, y concluia con estas palabras: "Redoble U., general, sus esfuerzos para aumentar y disciplinar el cuerpo que U. manda. Sea U. sobre todo muy vigilante. Cuide U. mucho de La Guardia, recuerde U. que en ella tengo puesta toda mi confianza. Con ella, despues que hayamos cumplido nuestros deberes con la patria, marcharémos á libertar á Quito; y quién sabe si el Cuzco reciba tambien el beneficio de nuestras armas, y si el argentino Potosí sea el término de nuestras conquistas."

Acaso al fiar al papel estas palabras proféticas, sólo se pro. puso Bolívar despertar las nobles aspiraciones de Anzoátegui ; empero los acontecimientos posteriores dejaron cumplida la prediccion, la misma que dos meses antes habia hecho al ejército en su proclama. "; Soldados! decia, vosotros no érais dos mil cuando empezásteis esta asombrosa campaña; ahora que sois muchos millares, la América entera es teatro demasiado pequeño para

vuestro valor. Sí, soldados, por el norte y sur de esta mitad del mundo derramareis la libertad. Bien pronto la capital de Venezuela os recibirá por la tercera vez, y su tirano ni áun. se atreverá á esperaros. Y el opulento Perú será cubierto á la vez por las banderas venezolanas, granadinas, argentinas y chilenas. Lima quizás abrigará en su seno á cuantos libertadores son el honor del nuevo mundo."

A pesar de las pruebas evidentes de patriotismo y desinteres que dió Bolívar con la instalacion del congreso de Guayana y con la abdicacion que hizo ante él del mando supremo de que estaba investido, los celos ruines de algunos de sus compatriotas no quedaron aplacados, aunque aquel acto debió haberles impuesto silencio. El feliz desenlace de la campaña de Arauca. no dejaba brecha alguna por donde asaltar la reputacion del presidente; pero no bien se supo en Angostura, no sólo que habia. concebido el arriesgado proyecto de marchar sobre la Nueva Granada á atacar á los realistas, sino que realmente habia invadido aquel país en lo más crudo del invierno, con ménos de 2.000 hombres, cuando sus émulos, suponiéndole rodeado de dificultades, que le seria casi imposible superar, dieron rienda suel ta á las pasiones, que por algun tiempo habian disimulado. Sus enemigos personales calificaron la empresa de Bolívar y algunos intrigantes, más atrevidos aún que los demás, trataron de forzar al congreso á declararle desertor y fuera de la ley. vicepresidente Zea, Róscio y el virtuoso Peñalver, acompañados de los numerosos amigos que tenia Bolívar en Guayana, se opusieron enérgicamente á aquellos malos manejos. La conducta justiciera de estos buenos ciudadanos y la defensa que hicieron. del presidente ausente, les atrajo no sólo las censuras de los turbulentos sino mayores desagrados, pues se llegó hasta el punto de destituir al vicepresidente. Contribuyó á dar pábulo á estas intrigas una ocurrencia acaecida recientemente. Ciertas faltas graves del general Arismendi en la isla de Margarita, hicieron necesaria la intervencion del gobierno, que ordenó al general Urdaneta le arrestase y remitiese á Angostura. Urdaneta refiere así este hecho:

como un abandono de los intereses de Venezuela: ?

ΕΙ

"Agréguese á ésto, las nuevas dificultades que ofrecieron el general Arismendi y el gobernador Francisco E. Gómez, y los demás empleados y militares de la isla. Debia Urda neta exigir de ellos un contingente de 500 hombres para formar un batallon: Arismendi los ofreció á la llegada de Urdaneta, y cuando se trató de exigirlos para organizarlos empezó á evadir su entrega, diciendo que no era posible, porque los margariteños no querian salir de la isla, sino hacer la guerra allí, y que los jefes de los cuerpos también se oponian. Se dió cuenta al gobierno, y en ausencia de Bolívar, que ya habia salido para el ejército de Apure, contestó el vicepresidente que el jefe de la expedicion debia hacer cumplir las órdenes que habia llevado, porque sin esto faltaria la combinacion en las operaciones que Bolívar iba á ejecutar sobre el Apure, con las que esta expedicion debia emprender sobre las costas de Carácas, y que de ello era responsable el jefe de la expedicion.

"Autorizado así Urdaneta, se propuso hacer cumplir, y recla mó de nuevo. Entonces se ocurrió en Margarita al ardid de fingir que habia peste en la isla, y establecieron un cordon sanitario entre el puerto de Juan Griego, donde residia Urdaneta, y el resto de la isla; pero descubierta la mentira fué preciso recurrir á las vías de hecho. Arismendi y el gobernador fueIon convocados á una conferencia, y habiéndose excusado en ellas con la resistencia que hacian los jefes de los cuerpos á dar el contingente pedido, dispuso Urdaneta que todos los jefes fueran presos á bordo de un buque de guerra y que Arismendi y Gómez quedaran libres para entregarle dentro de ter cero dia los 500 hombres. Para este momento ya Gilmore se habia separado del Estado Mayor por enfermedades, y se habia nombrado para este empleo al coronel Mariano Montilla, que vuelto de la expedicion que habia hecho á Méjico con el general Mina, estaba en Margarita sin servicio. Este nombramiento lo aprobó el Libertador y dió á Montilla otros mandos, á que correspondió dignamente.

"El dia fijado para recibir la recluta, amaneció Arismen. di con Gómez en la ciudad de Asuncion con todos los hombres. de la isla capaces de tomar las armas, y declaró por escrito que no podia cumplir las órdenes del gobierno. Las tropas expedicionarias se encontraban situadas de este modo: la legion británica en Pampatar á las órdenes de English, es decir, al extremo sur; 150 alemanes con 60 criollos que mandaba el capitan Manuel Cala, recogidos de los hospitales y no margariteños, en el pueblo del Norte con el cuartel general; de mauera que Arismendi con toda la fuerza de la isla quedaba interpuesto, privando toda comunicacion por tierra. Se dispuso, pues, que el general Valdés fuese embarcado á Pampatar, competentemente instruido para dirigir las oper aciones.

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