Imágenes de páginas
PDF
EPUB

puesto que requería en aquellas circunstancias condiciones especiales en la persona encargada de desempeñarlo. Digo esto, porque no falta quien dé á entender que el nombramiento de Olmedo, recibido en los momentos en que se esforzaba por cantar la glorias del Libertador, fué como indirecta recompensa de los encomios que le tributa en La Victoria de Junín. Sea intencional ó no lo sea, la indicación me parece injusta. El adagio piensa mal y acertarás, amargo fruto de la desengañada experiencia, se halla muy lejos de ser axioma infalible. Tomarlo por norma al juzgar acciones ajenas, sobre estar reñido con la caridad cristiana, es peligroso y no puede menos de inducir á errores trascendentales (1).

(1) Lejos de estimar que el nombramiento de Olmedo fuese consecuencia inmediata de haber lisonjeado al Libertador enalteciéndole con entusiasmo por sus heróicas hazañas, pienso que hubo de labrar en el ánimo de éste, para honrar y favorecer al poeta, el previo conocimiento de su dignidad y entereza. Bolívar no podía menos de apreciar el arrojo con que Olmedo, comprometiendo su tranquilidad y arriesgando su porvenir por no torcer sus convicciones, se opuso á los deseos del prepotente caudillo cuando trataba de que Guayaquil se incorporase á la gran nación que había formado. El hombre que le escribía en tales circunstancias (á 29 de julio de 1822): "Yo me separo, atravesado de pesar, de una familia honrada, que amo con la mayor ternura, y que quizá quedará expuesta al odio y á la persecución por mi causa. Pero así lo exige mi honor. Además, para vivir necesito de reposo más que del aire; mi patria no me necesita; yo no hago más que abandonarme á mi destino; >> después de lo cual emigraba voluntariamente al Perú por no autorizar con su presencia «lo que él estimaba un atentado de Bolívar,»

Bolívar era digno de ser cantado por Olmedo ó por cualquier gran poeta. Olmedo no ne¬ cesitaba otro estímulo que el amor á la libertad de la patria para cantar al héroe que más parecía llamado á dársela, y que se ufanaba ya con el timbre de fundador de naciones. Bien sé yo que todo ello vino á redundar en menoscabo de nuestra grandeza y poderío; que, dejando á un lado consideraciones de otra índole, oscurece el brillo de aquel insigne general y hombre de Estado la crueldad de que fueron víctimas en terrible ocasión ochocientos prisioneros españoles (1). Mas no ha de cegarme el patriotismo hasta el punto de desconocer, por una parte, la gran torpeza que cometimos en auxiliar á los norte-americanos á emanciparse de Inglaterra y constituirse en república

habría desatado con tal proceder las iras de poderosos vulgares. Esa prueba de carácter debía, por el contrario, granjearle la estimación del previsor caudillo que anhelaba utilizar á todos los buenos en pró de la causa americana. Véase la VIDA de D. Andrés BELLO, por Miguel Luis Amunátegui (Santiago de Chile, 1882), págs. 255 y 256.

(1) Un historiador francés de ideas demagógicas y sistemáticamente adverso á todo lo genuinamente español, se expresa de esta manera: «Pour répondre aux premières attaques des royalistes et aux massacres qu'ils avaient ordonnés dans les valles du Tuy, il (Bolívar) fit égorger, au nombre de huit cents, tous les prisionniers espagnols détenus à Caracas et à la Guayra, mesure exécrable dont il chercha vainement à se justifier plus d'une fois.» GUSTAVE HUBBARD: Histoire contemporaine de l'Espagne: París, 1869. Tomo I, página 284.

federal (ejemplo que tarde ó pronto había de influir en nuestras inmensas colonias, excitadas á seguirlo por la poderosa Albión, ansiosa de tomar represalias en daño nuestro y de satisfacer al par su codicia), y por otra, lo que son y han sido siempre las guerras, y muy especialmente las guerras civiles (1). Mancha, y mancha indeleble en la memoria de Bolívar, es aquel acto de horrenda carnicería que acabó con tan crecido número de prisioneros incapacitados de defenderse. Pero ese rasgo sangriento y feroz, llevado á cabo en horas de vértigo por el sañudo furor de una lucha de vida ó muerte para la causa que defendía cada cual de los ejércitos luchadores, cuando el curso del tiempo ha hecho ya sus naturales oficios, no puede oscurecer á los ojos del historiador imparcial los hechos heróicos, las acciones magnánimas, las relevantes prendas del caudillo que mandó ejecutar ó consintió que se ejecutara atrocidad semejante (2).

(1) La guerra de la independencia en la América española, como efectuada entre hombres de un mismo origen, que hablaban la misma lengua y que hasta entonces habían sido regidos por un mismo cetro y formado parte de una sola nación, tiene todas las circunstancias que caracterizan las guerras civiles.

(2) El distinguido escritor colombiano D. Carlos Holguín dice, refiriéndose á la independencia de nuestras antiguas colonias de la América del Sur: «El triunfo definitivo fué obra de los milagros repetidos de Bolívar. Sin su genio vasto, creador y organizador á un tiempo mismo; sin su mirada adivinadora; sin su heróica perseve

rancia y sin el prestigio de su nombre, flotarían de seguro todavía sobre las eminencias de los Andes las banderas españolas con los escudos de Castilla y de Aragón... Entre nuestros grandes hombres de esa época había generales, estadistas, políticos, literatos, patriotas abnegados, fanáticos por la independencia; pero no había sino Bolívar que lo fuese todo á un mismo tiempo y que tuviese la autoridad que da el genio para imponerse â todos y para hacer converger las cualidades de todos á la realización de un pensamiento.>> Estudios históricos. La independéncia. Véase el primer volumen de El Repertorio Colombiano (Bogotá, 1878), págs. 83 y 84. Mi opinión tocante á Bolívar concuerda en este punto con la del Sr. Holguín, contraria á la del gran historiador César Cantú, para quien Bolívar se aveva il genio della guerra, non possedea quello della legislazione. STORIA DI CENTO ANNI: Firenze, 1852, tomo II, página 450.

III.

ESTANCIA DE OLMEDO EN LONDRES.

A hemos visto cuáles eran los nobles propósitos de Olmedo al obedecer sumiso las órdenes del Libertador y aceptar el cargo de agente diplomático del Perú en la capital de Inglaterra. En aquella misión, donde estaba destinado á pasar por mil sinsabores y amarguras, se portó tan honradamente como se lo había ofrecido á Bolívar. Angustiado por las dificultades que á cada momento le salían al paso impidiéndole salvar el crédito de la nación que representaba, escribía al caudillo de la Independencia el 22 de abril de 1826:

«Nuestra situación aquí no puede ser más desagradable. Entre muchas causas indicaré dos: 1. Que nos hallamos sin recursos para subsistir, pues no podemos recaudar un peso

« AnteriorContinuar »