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dios en el Instituto, y dirigiendo V. ese establecimiento, nada nos deja que desear y nada tengo que decirle. Las esperanzas del joven, las de sus padres y las mías serán cumplidas.

>> Por lo que hace á los demás, serán colocados en la pensión del Sr. Zegers; y espero de la amistad de V. que tomará por ellos el mismo interés como si fuesen mis hijos. El favor de V. debe extenderse á examinar personalmente las ventajas ó desventajas de esa casa de educación, y la bondad ó vicios del sistema que allí se haya adoptado. Con la mayor satisfacción he sabido que V. es uno de los individuos de la comisión que se ha formado por los padres de familia para invigilar sobre los progresos de ese establecimiento y fomentarlo; y con este motivo, nadie como V. está en aptitud de llenar todos los objetos de esta recomendación. Para satisfacer los deseos de sus padres y los míos, quisiera 'que V. se molestase en darnos una idea de esa casa, y en asegurarnos que admite este encargo con buena voluntad.

»>Si yo tuviese hijos en estado de ir allá, aprovecharía esta oportunidad; pero el único varón va á cumplir dos años, y no es posible separarnos de la Virginia.

» Á mi amable comadre mil afectuosas me

morias, y mil cariños á los chicos. Uno muy especial á mi Andrés.

>>Si yo le dijera á V. la vida que paso, ¡qué sermón me esperaba! Pero ya no puedo vivir de otro modo, y la pereza se me ha hecho connatural. Adiós, amigo y compadre, hasta otra ocasión. Su más afectuoso y sincero amigo-J. J. OLMEDO.

» Memorias al amigo Egaña. En mi anterior le encargué á V. le dijera me mandase la colección de las obras de su padre, que se imprimieron en Europa, especialmente las poéticas. Y... ni contestación (1).»

Al insertar estas cartas en nota oportunamente añadida al curioso capítulo que intitula Constancia en la amistad de Bello y Olmedo, el entusiasta y diligente biógrafo de aquel exclarecido polígrafo estima que, aun siendo ellas menos importantes que otras reproducidas en el texto de su obra, «ofrecen la ventaja de hacernos conocer mejor la intimidad que hubo entre estos dos preclaros varones (2).» Á mis ojos tienen mayor importancia: la de dar noticias acerca de ambos ingenios en días respecto á los cuales nada sabíamos de Olmedo por otro conducto.

(1) AMUNÁTEGUI: Vida de D. Andrés Bello, págs. 291 y 92. (2) AMUNÁTEGUI: Vida de D. Andrés Bello, pág. 291.

Refiriéndose á nuestro poeta y á los años que mediaron desde 1828 á 1846, en el cual se imprimió en Valparaíso la América poética, el distinguido literato D. Juan María Gutiérrez, que prestó á las letras el gran servicio de formar y dar á luz aquella interesante colección de poesías americanas, dice únicamente lo que sigue: «Disuelta la República de Colombia, ocupó el Sr. Olmedo el puesto de Vicepresidente del Estado del Ecuador, cargo que renunció muy pronto, aceptando la Prefectura del departamento de Guayaquil, cuyas funciones le permitían acercarse á su casa paterna y á su familia.-La alta posición social en que han colocado al Dr. Olmedo sus servicios y sus talentos, no podía menos que llevarle á la escena política en los últimos acontecimientos del Ecuador: en ellos ha sido miembro muy activo del Gobierno provisorio que sucedió á la presidencia del General Flores.-El Doctor Olmedo vive en Guayaquil y pasa algunas estaciones del año en su hacienda de campo la «Virginia;» allí, en el seno de esa naturaleza lujosa que él ha sabido pintar con tan eficaces colores, hallará el silencio amigo de las musas; pero también allí ha de perseguirle «la gloria y el tormento» de la existencia, como él ha llamado á la fama.»

Los Sres. Amunáteguis, en su laurea lo Jui

cio crítico de algunos poetas hispano-americanos, impreso en Santiago de Chile el año de 1861, se limitan á copiar las diminutas noticias biográficas de la América poética, y el Sr. Torres Caicedo no añade á las anteriores otra ninguna relativa al periodo de que se trata. Algo más que aquéllos y éste las puntualiza en sus breves apuntamientos D. Manuel Gallegos Naranjo, el cual se expresa en los términos siguientes: «Separados de Colombia los departamentos del Sur y erigidos en un Estado independiente con el nombre de República del Ecuador, en 1830 (¿?), Olmedo fué su primer Vicepresidente. Después fué nombrado Prefecto del departamento del Guayas, y las Asambleas legislativas siempre le miraron en su seno.-En 1845, después de la revolución de marzo, fué nombrado miembro del Gobierno provisorio en Guayaquil.-Reunida la Convención Nacional en Cuenca, al desaparecer la administración Flores, Olmedo fué proclamado candidato para la presidencia del Estado; puesto que no ocupó por mayoría del partido de oposición (1). »

(1) Parnaso Ecuatoriano con apuntamientos biográficos de los Poetas y Versificadores de la República del Ecuador, desde el siglo XVII hasta el año de 1879, por MANUEL GALLEGOS NARANJO (Quito, 1879), pág. 397. Esta colección, en la cual abunda mucho la broza, sólo contiene de Olmedo el Canto á Bolívar y el soneto rotulado En la muerte de mi hermana.

El contenido de las dos últimas cartas citadas añade, pues, nuevos pormenores á los que ya se conocían referentes á la vida de Olmedo en los años á que aludo. Ésta es la principal razón que me ha movido á transcribirlas literalmente. Por ellas sabemos de un modo indudable que desde la sangrienta herida que nuestro poeta recibió en el alma tan pronto como arribó al suelo natal, había permanecido en divorcio con sus queridas musas hasta el punto de recelar, cuatro años y medio después de su vuelta, que le hubiesen olvidado. Sabemos también que la vida que á la sazón pasaba no debía ser muy grata ni muy de su gusto (quizás porque las atenciones propias de los cargos públicos ó los cuidados de familia le obligaban á extrañarse de sus más caras aficiones), pues no vacila en asegurar que si Bello la conociese no podría menos de tenerle compasión. Sabemos asimismo que á fines de aquel año 33 no se habían disipado las nubes que ofuscaban y amargaban su espíritu, al extremo de necesitar estímulo ineludible para tomar la pluma y dirigirse al amigo predilecto, y que en esta preocupación de su ánimo tenía no escasa parte la deplorable situación política del Ecuador.

Para un hombre de la buena fé de Olmedo, tan amante de su patria y tan afectuoso y ve

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