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ha llegado hoy á un monasterio media legua desta ciudad, que se viene á despedir del rey. No puedo avisar cosa cierta en lo del gobierno deste reino porque hay diversas opiniones; pero aunque es así quel rey tiene poca satisfaccion del cardenal y el cardenal está tan desgustado que se crée no aceptará el gobierno, todavía me inclino á que la fuerza de la razon los ha de concertar en esto, y que no hará el rey novedad tan señalada como será quitar el gobierno á su tio, ni él tampoco resistirá hasta el cabo, y tambien es verdad que toda esta corte piensa lo contrario.

Acuerdo humilmente á V. M. lo que otras veces he apuntado cerca de ayudar al rey en esta ocasion con las galeras y algun capitan de nombre, porque lo tienen aquí por tan cierto, que no haciéndose quedarán muy desconfiados y sentidos, y yo lo dificulto cuando me hablan en ello porques lo mas seguro en cualquier determinacion de V. M., cuya C. y R. persona Nuestro Señor guarde y prospere como la cristiandad ha menester. De Lisboa á primero de junio de 1578.-De V. M. humilde vasallo y criado que sus muy reales manos besa-Don Juan de Silva.

Sobre de la carta.-A la S. C. R. M. del rey Nuestro Señor-En manos del secretario Gabriel de Zayas.

Copia de carta original de D. Juan de Silva á S. M.a, fecha en Lisboa á 5 de junio de 1578.

Respuesta dada por D. Sebastian á lo propuesto por su tio el rey de España, sobre ser ó no comprendido en una tregua con el turco-Resolucion tomada por aquel sobre el dia en que ha de salir la armada y el punto de desembarco-Designacion de las personas que han de quedar gobernando el reino-Sobre los soldados castellanos que acudian al servicio de D. Sebastian-Ruega con grande instancia por su ayuda de costa.

Archivo general de Simancas.-Negociado de Estado, legajo núm. 396.

S. C. R. M.".

Recibí esta mañana el despacho de V. M. de último del pasado, y sin perder hora de tiempo pedí audiencia al rey: diómela y propúsele lo que V. M. manda en respecto de la tregua con el turco, refiriéndole el estado de esta plática y la ocasion que se le ofrece de ser comprehendido en ella por medio de V. M., aunque yo temia que lo podria dificultar la resolucion que tenia hecha de mover las armas contra Meluco. Respondióme que besaba las manos á V. M. por ha berle querido comunicar esta materia ántes de enviar á concluirla, lo cual estima cuanto es razon, y que primero que se embarque avisará á V. M. de lo que resolviere cerca de procurar entrar en la tregua; que por ser materia de consideracion, no me respondia luego á este punto; pero que podria escrebir á V. M. resolutamente; que por este respelo ni por otro alguno dejará ni suspenderá la jornada de Alarache, ni ha de diferir un hora ni media su embarca ·

cion y partida; que yo avisase á V. M. que con ayuda de Dios sábado 14 del presente, comerá en la galera, y el lúnes siguiente saldrá deste puerto, y el mártes á 17 comenzará á navegar. Esta es la respuesta formal quel rey me dió adornada de muchas palabras de cumplimiento, porque sin dubda holgó y estimó que V. M. le mandase comunicar este negocio. Y en cuanto á embarcarse á 14 no hay ningun género de dubda, como tengo avisado á V. M. De Africa le dan priesa sus capitanes, particularmente el de Tánger le facilita el negocio, aunque dice que estos dias han labrado en el fuerte de Alarache con alguna mas priesa; pero que no es cosa de consideracion y todos se lo pintan fácil, no sé si por contentarle ó porque en efecto haya buena dispusicion al presente para ganar y fortificar aquella plaza.

Está el rey determinado de desembarcar en la playa de Arcila como tengo escripto, y tiene 14 leguas de camino hasta Alarache, que aun yo habia entendido que eran menos. Propusele el inconveniente que seria hallarse en tierra, dejando la vitualla en la mar á cortesía del tiempo, pues no tiene en que llevarla para mas de cinco ó seis dias; y preciase tanto de marinero, que á todo halla respuesta. Dice que con Levante y con Poniente, una vez surtos en la costa, se puede ir á Alarache, y que así no hay peligro del tiempo, mas no le podrá excusar de la mayor desórden que quizá se habrá visto. Dijome gue yo le desengañase si V. M. recebia pesadumbre de darle al capitan Aldana, y que si no la recibiese, que yo suplicase á V. M. en su nombre, le mandase venir luego, pues há tanto que lo desea y lo pide, y que por no importunar á V. M., no ha pedido algun otro, aunque lo habia bien menester. Yo le satisfice con la necesidad en que V. M. se halla de soldados de nombre; y en cuanto á lo

de Aldana que yo lo escrebiria, y creía que siendo posible V. M. lo concederia.

Visité al señor cardenal y preguntéle si le habia pedido el rey que se encargase del gobierno. Respondióme que en el camino le encontró una carta en que S. M. le decia que estaba resuelto en descargarle deste trabajo por sus indispusiciones y de cometerlo á ciertas personas. El cardenal le respondió que recebia muy gran merced porque no tenia fuerzas para llevar esta carga, y á mí me dijo que estaba contentísimo de quel rey le hubiese excusado del trabajo del gobierno y de la disputa de no aceptarle, porque muchos le culparan si lo rehusara. Maravillome mucho por decir verdad, aunque há muchos dias que lo habia oido platicar por cosa cierta; mas es tan extraña que no podia persuadirme á creerlo como escrebí á V. M. con el correo pasado. Sola esta conjetura me ha engañado en Portugal, porque no he echado otra á la mejor parte.

El rey me dijo ayer, llamándome para ello, que habia nombrado para el gobierno tres de su Consejo de Estado y al arzobispo desta ciudad (1) mas por el decoro que por la substancia. Los del Consejo son Pedro de Alcazoba, Francisco de Sa y D. Juan Mascareñas (2). Es D. Juan hombre recto y entero; pero valdrále poco para impedir la voluntad de Alcazoba que, por ser veedor de hacienda y reducirse á ella todos los negocios deste reino, hará lo que quisiese sin que los compañeros tengan mano en nada. Díjome el rey juntamente que no lo habia osado cometer al cardenal, porque ha visto por experiencia que ayuda muy mal y aun impide lo que

(1) Era D. Jorje de Almeida.

(2) A estos cuatro gobernadores dió su sello D. Sebastian con la palabra rey, para que despachasen en su nombre los negocios.

rey:

En la risma

puede la ejecucion de aquellas cosas que se resuelven contra su parecer; y que esto experimentó cuando fué á Tánger; y que tampoco es hombre que sufriria que los ministros que le habian de ayudar tuviesen autoridad alguna. Díjome que él lo escribiria con este á V. M. y que á mí en particular, no como á embajador, me habia querido descubrir sus motivos.

Verdad es que envié á Zayas la memoria de diez ó doce capitanes y soldados castellanos que habian acudido aquí, que son los que vinieron con aquel Lorenzo de Avila y otros cuatro ó cinco de Córdoba; pero metila en la De letra del carta despues de cerrada y debió caerse (como acontece) al abrirla. Ando haciendo diligencia para enviar la de aquellos y de otros que aquí están: si se pudiese hacer de aquí á la noche, la llevará este, y donde no, irá con el primero. Leí la lista de los que V. M. ha recomendado al señor D. Juan y no me parece que hay ninguno dellos aquí. Tambien lo ando averiguando y escribiré lo que hallare.

Lemoria que entres que son de

los de Flandes,

Haré la diligencia que V. M. manda para entender la particularidad de los verdaderos soldados alemanes, que no pienso que pasan de 500, aunque no todos, los demás, ya que no sean alemanes, serán vasallos de V. M.d. Yo lo habia querido hacer; mas parecióme muy dificil de averiguar, porque no traen comisario sino el mismo portugués que los fué á conducir, y deste ni de los flamencos que aquí hay

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