Autores americanos (sus mejores cuentos)

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V. H. de Sanz Calleja, 1923
 

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Página 134 - ¿Por qué no miro alrededor de tu caverna inmensa las palmas, ¡ay!, las palmas deliciosas, que en las llanuras de mi ardiente patria nacen del sol a la sonrisa, y crecen, y al soplo de las brisas del oceano bajo un cielo purísimo se mecen?
Página 132 - Dadme mi lira, dádmela, que siento en mi alma estremecida y agitada arder la inspiración. ¡Oh!, ¡cuánto tiempo en tinieblas pasó sin que mi frente brillase con su luz . . . ! Niágara undoso, tu sublime terror sólo podría tornarme el don divino, que ensañada me robó del dolor la mano impía.
Página 94 - ... los Andes. . . las enormes, estupendas moles sentadas sobre bases de oro, la tierra con su peso equilibrando, jamás se moverán. Ellos, burlando de ajena envidia y del protervo tiempo la furia y el poder, serán eternos...
Página 127 - Cuánto es bella la tierra que habitaban Los aztecas valientes ! En su seno En una estrecha zona concentrados Con asombro se ven todos los climas Que hay desde el Polo al Ecuador. Sus llanos Cubren a par de las doradas mieses Las cañas deliciosas. El naranjo Y la piña y el plátano sonante, Hijos del suelo equinoccial, se mezclan A la frondosa vid, al pino agreste, Y de Minerva al árbol majestuoso.
Página 95 - ¿Quién me dará templar el voraz fuego en que ardo todo yo? Trémula, incierta, torpe la mano va sobre la lira dando discorde son. ¿Quién me liberta del dios que me fatiga . . . ? Siento unas veces la rebelde Musa, cual bacante en furor, vagar incierta por medio de las plazas bulliciosas, o sola por las selvas silenciosas, o las risueñas playas que manso lame el caudaloso Guayas; otras el vuelo...
Página 131 - ... embebecido Sorprendióme el sopor. Un largo sueño De glorias engolfadas y perdidas En la profunda noche de los tiempos, Descendió sobre mí. La agreste pompa De los reyes aztecas desplegóse A mis ojos atónitos. Veía Entre la muchedumbre silenciosa De emplumados caudillos levantarse El déspota salvaje en rico trono, De oro, perlas y plumas recamado...
Página 79 - Tú das la caña hermosa, De do la miel se acendra, Por quien desdeña el mundo los panales; Tú en urnas de coral cuajas la almendra Que en la espumante jicara rebosa ; Bulle carmín viviente en tus nopales, Que afrenta fuera al múrice de Tiro; Y de tu añil la tinta generosa Émula es de la lumbre del zafiro.
Página 130 - ¿cómo el vuelo De las edades rápidas no imprime Alguna huella en tu nevada frente? Corre el tiempo veloz, arrebatando Años y siglos, como el norte fiero Precipita ante sí la muchedumbre De las olas del mar. Pueblos y reyes Viste hervir a tus pies, que combatían Cual hora combatimos, y llamaban Eternas sus ciudades, y creían Fatigar a la tierra con su gloria. Fueron: de ellos no resta ni memoria.
Página 93 - EL trueno horrendo que en fragor revienta Y sordo retumbando se dilata Por la inflamada esfera, Al Dios anuncia que en el cielo impera. Y el rayo que en Junín rompe y ahuyenta La hispana muchedumbre Que más feroz que nunca amenazaba A sangre y fuego eterna servidumbre: Y el canto de victoria Que en ecos mil discurre ensordeciendo El hondo valle y enriscada cumbre, Proclaman a Bolívar en la tierra Arbitro de la paz y de la guerra.
Página 83 - No así trató la triunfadora Roma las artes de la paz y de la guerra; antes fió las riendas del estado a la mano robusta que tostó el sol y encalleció el arado; y bajo el techo humoso campesino los hijos educó, que el conjurado mundo allanaron al valor latino.

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