Imágenes de páginas
PDF
EPUB

bida en términos muy respetuosos, era necesario acceder á la solicitud de los Jefes; pero que él no queria encargarse del mando en circunstancias tan delicadas y que preferia irse á Europa. Aun no se habia tomado ninguna resolucion, cuando llegó un segundo oficial de Aznapuquio exigiendo la contestacion del Virey, pues el plazo se iba cumpliendo. Loriga lo hizo presente á la Junta; entónces se resolvió que se diera curso á la siguiente contestacion que el mismo Virey habia hecho de su puño y letra. "Soy injuriado en el mas alto grado por los diez y ocho (*) Jefes del ejército de Lima que suscriben la intimacion que me hacen para dejar el mando en el término de cuatro horas, y embarcarme en el del 24. Podria satisfacerlos de un modo que quedasen convencidos de mi conducta militar y política, y de no haber dado un paso desde Octubre del año pasado, en que se formó la junta de Generales, sin su acuerdo; así como todas las demas anteriores disposiciones de alguna importancia en las de guerra celebradas al intento, y con especialidad las mismas que apunta la citada intimacion hecha en el dia. Estaba en la plena confianza de que tenia entre todos los que han estado á mis órdenes en el Alto Perú, cuando mandé aquel ejército con tanta fortuna que no di un paso que no fuese feliz, como entre los que hoy componen el de Lima que les merecia el concepto propio, y debido á mis fatigas y desvelos, y la consideracion de que en unas circunstancias como las presentes es muy dificultoso el mando. Lo que si juro por mi honor, nunca perdido en la opinion de nadie hasta que lo veo en la de dichos diez y ocho jefes, es que no he perdonado sacrificio alguno para servir bien á la Nacion, y al Rey hasta el último que pueda hacer un militar, ni lo perdonaré jamas.

"En prueba de esta verdad, y viendo que los Jefes que suscriben tienen mas confianza en el Excmo. Sr. Teniente General D. José de LaSerna que en mí, desprecio los empleos, sálvese la patria y sálvense mis compañeros de armas, que es lo que importa; sea todo mas feliz bajo el Gobierno de dicho Sr. La Serna, que despues vindicaré yo mi conducta militar y política ante el Rey y la Nacion, de los infinitos cargos tan degradantes como avanzados, que sin conocimiento de los hechos se me hacen en la citada representacion.-Dios guarde á US. Lima 29 de Enero de 1821-Joaquin de la Pezuela.-A los SS. Jefes del ejército M. G. D. José Canterac, y demas que suscriben el papel que vá contestado.-P. D. El término de cuatro horas para entregar un mando tan vasto es muy corto, como tambien el de veinticuatro para el embarque en las actuales circunstancias; uno y otro se veríficará con toda la brevedad posible; y por de contado acompaño la órden para que se reconozca por General en Jefe del ejército de Lima al predicho Excmo Sr. La Serna y succesivamente se irán practicando las dilijencias oportunas para que se haga cargo de las demas atribuciones del Vireinato.-Pezuela.”

(*) El Virey se equivocó en el número.

MIENTRAS esta contestacion llegaba al campamento de Aznapuquio se llamó á La Serna para que se hiciera cargo del ejército, y como éste aparentara negativa, díjole el Virey que no era tiempo de tal oposicion y que debia tratarse de lo que conviniera hacer en las presentes circunstancias: que la Junta debia tomar la medida mas acertada sin tener ninguna consideracion respecto á él, pues estaba decido á entregar todo el mando del Vireinato si así se creia necesario, y á sacrificar su persona y sus empleos por el bien general, y por el mejor servicio de su Rey: que del mismo modo él [La Serna] debia encargarse del mando, supuesto que era el designado por los Jefes; á estas observaciones convino en aceptar el mando del ejército. Pezuela se retiró dejando á los de la Junta deliberar con libertad: esta resolvió que se pasara un oficio en que dijera el Virey que estaba pronto á entregar todo su mando y que lo aseguraba bajo su palabra de honor. El Virey no tuvo dificultad en acceder á lo resuelto por la Junta; en su virtud pasó las órdenes ú oficios. El dirigido á Canterac estaba en camino cuando llegó el tercer oficio en el cual los Jefes de Aznapuquio instaban para que entregara todo el mando, nombrando comisionados; se les contestó que antes de recibir ese segundo oficio y de habérsele presentado los Diputados, estaba hecha la entrega y firmándose las órdenes. El Marques de Valle Umbroso y el Coronel Seoane, fueron comisionados para no moverse del lado del Virey hasta que hiciera la entrega; así es que cuando estos llegaron y se cercioraron de todo, regresaron al campamento á dar aviso de que la obra estaba consumada.

Fué tal la cautela y el sigilo con que se manejó este plan que ni en la ciudad, ni en el campamento se sospechó nada. Solo los jefes y los miembros de la Junta Directiva estaban en el secreto. A las dos y media de la tarde, en que se disolvió la Junta y sus miembros se retiraron á sus casas, empezó á zuzurrarse con misterio y á circular la noticia de lo que pasaba. El ejército que desde las siete de la mañana estaba sobre las armas bajo el pretesto de que el enemigo se acercaba, fué formado en cuadro y se le hizo saber que el General La Serna, era el Virey y Capitan General por haber dejado el mando Pezuela. En Lima no se supo con generalidad hasta las seis de la tarde, en que el depuesto Virey salió en coche de Palacio para el inmediato pueblo de la Magdalena con toda su familia, seguido de carros en que iba su cama y equipaje. [Cat. núm. 545 números 3 á 5, núm. 546 número 30.]

EL NUEVO Virey La Serna fué reconocido por todos. Convenia ser no solo obedecido sino tambien cohonestar el origen de su elevacion deprimiendo á su antecesor. Se circuló la noticia de que, segun las listas de revista, aparecian mas de once.mil hombres de ejército en la Capital cuando el número no llegaba á 7,000: que los distintos empréstitos forzosos ó voluntarios y los demas recursos naturales y extraordinarios durante el último tiempo del Gobierno de Pezuela, habian sido destina

do en su beneficio particular. Estos cargos que nunca fueron justificados, agregados á otros rumores malévolos prepararon realmente la opinion contra Pezuela. Refugiado éste en el pueblo de la Magdalena, se vió aislado: todos temian comprometerse con el nuevo Virey quien cuidaba de aislarlo mas, para hacer creer de este modo su impopularidad.

Siempre se verá con desagrado, y será un baldon contra los jefes que depusieron á Pezuela, el que para cohonestar su conducta hubieran manchado tan negramente el honor de su Jefe. Si sus desaciertos fueron efectivos, ellos no dejaron de tener parte muy activa; pudieron evitarlos y tuvieron poder bastante para conseguirlo. Si la conducta de Pezuela en el manejo de la hacienda pública era tachable debieron dar aviso á su Rey y no alegarlo como causal para deponerle, estando á la vista el enemigo y desprestigiándose ánte la América, que con este golpe recibia las lecciones de los motines de cuartel. Pezuela adquirió crédito y gloria en el Alto Perú y su conducta política y militar le mereció su elevacion al Vireinato. Es cierto que en su nuevo puesto estuvo muy distante de haber correspondido á la esperanza que en él se tuviera; ¿mas quien puede acertar en las medidas, ni ser feliz en ellas, si en el interior de su casa y en el fondo de su gabinete le rodean espias ó traidores? Pezuela debió sucumbir, como sucumbió ánte las circunstancias que lo rodeaban. Si se recuerda la conducta altanera que observó con su protector y antecesor Abascal, se verá, quizá con satisfaccion, el modo como terminó su gobierno.

La esperanza que siempre acompaña al último que llega, hizo creer que La Serna daria nueva vida á la causa del Rey; en general muchos Ic creian, como tambien en los abusos de que se acusaba à Pezuela, en verdad no faltaban motivos para que hubiera sido visto con júbilo el nuevo órden de cosas; agregándose á esto que una de las primeras medidas de La Serna fué la de reducir su haber de Virey á solo mil pesos mensuales, en lugar de los cinco mil que le correspondian y que Pezuela tuvo la poca-delicadeza de percibirlos íntegros, cuando todos estaban pereciendo.

Canterác fué nombrado General en Jefe del ejército y Valdez Jefe de Estado Mayor.

EL NUEVO Virey y los jefes cabecillas de la revolucion, para sincerar su conducta ánte la Corte de España, y pedir con urgencia auxilios, acordaron comisionar al Marques de Valle Umbroso y al Teniente Coronel D. Antonio Seoane, quienes se embarcaron en el bergantin Maypú, haciéndose á la vela el 29 de Marzo; este bergantin cayó en poder de los patriotas de Buenos Ayres al recalar al Janeiro. [Cat. MS. núm. 87.]

La Corte de España recibió por otros conductos las comunicaciones oficiales de La Serna en que noticiaba lo sucedido. Todo mereció la aprobacion de aquella Corte, ni podia proceder de otro modo desde que en caso de reprobacion carecia de medios para hacer efectiva la responsabilidad del Virey rebelde. [Cat. núm. 6. I.]

CAPITULO IX.

Se subleva el Pailebot Sacramento-San Martin organiza cuerpos de guerrillas-Pide a los Gobiernos de Chile y Buenos Ayres que ataquen por el Sur-Reglamento de Huaura-Gamarra se hace cargo de la division de Aldao y la pierde-Valdez y Ricafort se reunen en la Sierra y regresan a Lima-Crueldades de Carratala.

EL PAILEBOT español Sacramento debia dar tambien un nuevo triunfo: este buque que salió del Callao (10 de Marzo 1821) con direccion á Panamá tocó en el puerto de Paita. Llevaba caudales de particulares y vá rios pasageros, entre ellos el Teniente Coronel Cortines á quien vimos figurar entre los conspiradores de la entrega de los Castillos, y la correspondencia oficial y privada del Virey escrita en clave, y la particular. Iban á bordo D. Victoriano Cárcamo y su hermano D. An. res: consiguió el primero que le permitieran ir á tierra pretestando una ocupacion particular, pero llevaba el secreto designio de averiguar si ese puerto estaba pronunciado por la independencia; pues con su hermano Andres habian acordado sublevar el buque. En tierra se instruyó del pronunciamiento de Piura y Paita á favor de la Patria y al regresar á bordo ya trataron de poner en ejecucion su proyecto. Era Capitan del Sacramento D. Miguel Gamon y piloto D. Juan Antonio Felechea; sabedores de lo que pasaba en tierra levaron anclas y continuaron su viaje; pero Cárcamo que ya tenia concertado su plan con los marineros dió el grito del levantamiento á las doce del mismo dia. El teniente Coronel Cortines opuso alguna resistencia y fué herido; el Capitan y piloto se entregaron á discrecion. Pocas horas despues entraron á Paita y quedó el buque á la órden del Capitan ó Comandante del puerto, con todos los pasageros y su numerosa correspondencia. Segun esos datos Cortines llevaba 221 onzas en oro y seiscientos pesos en plata. [Cat. MS. núm. 36.]

Entre la correspondencia tomada en el Sacramento se encontraban datos suficientes para descubrir el estado de inquietud de los Españoles y la poca confianza que tenían de perpetuar su dominacion, sino se remitian poderosos y prontos auxilios de ejército y marina.

SAN MARTIN desde su campamento destacaba pequeñas divisiones por mar y tierra para tener en sobresalto al Callao y demas puntos vecinos á Lima. Es cierto que en tres meses el Ejercito Libertador situado en Huaura, no emprendió ningun movimiento decisivo, esperando con razon que el Virey, cuyas fuerzas eran superiores en número y en disciplina lo atacara. Mientras tanto conociendo toda la ventaja que

podia sacar del entusiasmo del pueblo, establecić cuerpos de guerrillas en los puntos inmediatos á Lima, sin ocasionar mas gasto que el del armamento; á éstos guerrilleros se les dió por los enemigos el nombre de montoneros porque sus ataques los hacian en monton y sin concierto ni plan; y desde entónces el nombre de montoneros se hizo terrible, ya por el arrojo con que acometian al enemigo, por superior que fuera en número, ya por las extorsiones que cometian contra los pueblos ó haciendas en que acampaban [Cat. MS. núm. 105] Los Capitanes Vidal, héroe en la toma de Valdivia, Quiros, Navajas, Ayulo y Elguera fueron los primeros Comandantes de estas partidas, subordinadas todas al Teniente Coronel D. Isidoro Villar, natural de Salta, quien al ardor natural que le inspiraba la causa de la independencia, agregaba la sed de vengar los largos padecimientos que habia sufrido en la prision de Casasmatas del Callao. El cuerpo de guerrillas, cuyo número pasaba de 600 hombres, servia de espanto á los Españoles, y los nombres de sus Jefes se acreditaban diariamente por sus contínuos triunfos sobre los puestos avanzados del enemigo. Un dia eran sus trofeos los prisioneros tomados por sorpresa; al siguiente se apoderaban de alguna partida de caballos, mulas y ganado vacuno; en fin cada dia se señalaba consiguiendo ventajas que, aun cuando pequeñas, da ban ánimo á las incansables guerrillas y á los pueblos que las apoyaban. [Cat. núm. 7. I.] Con estos ensayos consiguió San Martin dar tiempo á que la opinion del Perú se pronunciára por la causa de su libertad, y que cada peruano, como Vidal, fuera un enemigo poderoso contra los Españoles. Las guerrillas tambien servian pará ocultar los movimientos ú operaciones que intentara. Los que acusan á San Martin de apatia por no haber atacado á los Españoles, conoceran la ligereza é infundado de su cargo reflexionando sobre estos hechos.

SITUADO San Martin en su campamento de Huaura no creyó conve niente hacer ningun movimiento decisivo sin ponerse ántes de acuerdo con los Gobiernos de quienes dependia; y por esto instó para que el de Buenos Ayres atacára por las provincias del Alto Perú, que se hallaban casi desguarnecidas, y que el de Chile remitiera una pequeña division, para que desembarcando por el puerto de Quilca, se internara hasta la Ciudad de Arequipa. El estado de desórden y anarquia en que estaban las provincias del Rio de la Plata, hacia imposible que éstas emprendieran nada sobre el Alto Perú; el Gobierno de Chile tampoco se hallaba en actitud de prestar ningun auxilio. La Expedicion Libertadora y los auxilios remitidos á Talcahuano, Valdivia y Mendoza para formar la expedicion del Coronel Prieto, agotaron sus recursos de tal modo que carecian de armamento; no tenian absolutamente ni fracmentos de parque, ni aun operarios para recomponer las armas que se inutilizaban; finalmente las hostilidades de los de Concepcion imposibilitaban prestar el menor auxilio, aunque reconocian que el proyecto era excelente y sus resultados serian satisfactorios. [Cat. MS. núm. 206.]

NO PUDO Ocultarse á San Martin la necesidad de fijar ciertos princi-

« AnteriorContinuar »