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Contribuyó no poco al entorpecimiento de los planes el orgullo y altaneria con que Cochrane pretendia llevar á cabo sus proyectos, la rivalidad con Guisse y el desafecto con que miraba al capitan Spry y á otros protegidos del primero, creyendo que por su calidad de Almirante no estaba bajo las órdenes de San Martin; así es que suponiéndose su igual, sinó superior, cuando no se aprobaban sus proyectos, ó los castígos que imponia, mas por desafecto personal que por el rigor de la disciplina, se consideraba ajado en su dignidad y manifestando en público su disgusto, ponia en dificil situacion á San Martin y á su ejército. Para encubrir Cochrane la falta de cooperacion á varios planes de San Martin, decia que el objeto de éste era embarcar en la Escuadra con destino á Guayaquil, una division compuesta de la mitad del ejército con el objeto de unir esta provincia al Perú, cuyo proyecto se frustró por la negativa de Cochrane. Este plan ó no existió, ó nunca se ha comprobado sinó con el dicho de Cochrane, muy sospechoso en la materia.

No podia olvidar Cochrane el grave desacuerdo que tuvo con Guisse en Valparaiso, y otro posterior que ahora pasamos á referir. Apresada la fragata Esmeralda, se le dió el mando á Guisse: despues de mucha indecision se le puso el nombre de la Valdivia, en recuerdo de la toma de aquel fuerte: Guisse y los suyos no vieron con gusto tal nombre, y contra la subordinacion y ordenanza dirigieron al Comandante un oficio en que se manifestaba que, no teniendo nada que hacer con la toma de Valdivia, debia ponérsele otro nombre. Al exponer esto se hacian alusiones ofensivas al Almirante; el nombre de Guisse no aparecia en el oficio, pero sin duda él era el móvil principal de todo. Cochrane apresó y remitió á Huaura para ser juzgados á los que firmaron. Mientras tanto determinó atacar el Callao, y para ayudar la entrega de los castillos, de que ya hemos hablado, se dieron las órdenes respectivas [20 de Diciembre de 1820.] El Capitan Guisse, contestó por escrito que no podia prestar ningun servicio, no siendo con sus oficiales que estaban arrestados, y que por consiguiente renunciaba el mando: se le negó su renuncia y como insistiera y no hubiese querido dar á la vela, ordenó al Teniente Shephard que tomara el mando y á Spry que fuera con el Galvarino á Chorrillos; éste tambien desobedeció alegando que renunciaba, porque Guisse se habia visto en la necesidad de hacerlo y que cuando se enroló en la armada Chilena fué con la condicion de servir con el Capitan Guisse, bajo cuya amparo habia salido de Inglaterra. Otros oficiales de la marina se habian negado ántes á ir á Guayaquil, "por no exponerse al resentimiento de Cochrane que debia estar enojado, porque atentos á las insinuaciones de S. E. habian rehusado aprobar al Sr. Vice-Almirante en su flagrante desobediencia de órdenes superiores" (Diciembre 5.) Esta insubordinacion fué contenida separándo del buque á Spry y entregando el mando al Capitan Crosby y sometiendo á juicio á los otros. (Cat. núm. 8. I.)

La conducta de Guisse y Spry, era sin duda digna de una séria re

prension y castigo, porque habian faltado á la severidad de la disciplina naval, objetando órdenes que debieron obedecer en silencio: San Martin conociendo que Cochrane tenia su ánimo preparado contra esos Jefes muy de ante mano, procuró aquietar al Vice-Almirante, pero tuvo ántes la poca prudencia de nombrar de su ayudante de campo naval á Spry: Guisse continuó en libertad y arrestados los otros oficiales, dando así el mal ejemplo de que sufrieran los mas débiles y ménos culpables. SAN MARTIN deseaba protejer á Guisse y los suyos, pero le faltaba valor moral para hacerlo; temia disgustar á Cochrane, á lo cual se agrega la mala causa que amparaba: hubo la notable circunstancia de que los oficiales solo permanecieron arrestados en Huaura mientras Cochrane estubo presente, y tan luego como salió á sus diferentes operaciones, segun hémos dicho, fueron restituidos á la Armada. Al regresar Cochrane y viendo en servicio activo á los mismos que él habia separado y sometido á juicio, los arrestó en el acto. San Martin se dirijió á Cochrane [Abril 7] pidiéndole que desistiera del empeño de proceder contra los Capitanes y oficialidad, suplicándole que pusiera término á los sinsabores y disgustos que siempre acarreaban mas ó ménos males al bien público y que á los oficiales arrestados les diera sus pasaportes para Valparaiso ó Huacho. Viendo San Martin lo ineficaz de sus esfuerzos para conciliar las diferencias, sin tomar por si ninguna resolucion, se dirigió al Ministro de Marina de Chile [6 de Abril] para que allí se resolviera lo conveniente. [Cat. MS. núms. 121. y 130.] De este modo San Martin desprestigiaba la autoridad del Almirante, protegiendo á los que le desobedecian ó le murmuraban: él mismo se desprestigiaba manifestando la falta de valor ó de facultades para dar órdenes al Almirante, y haciendo aparecer que habian dos autoridades. El Gobierno de Chile, llevando adelante el ejemplo de debilidad dado por San Martin, no se atrevió á tomar una medida decisiva y se limitó á aconsejarle la desentendencia en lo posible y mientras no comprometiera las operáciones navales (Mayo 8.) Esta debilidad del Gabinete para aprobar los actos de San Martin ó los de Cochrane sirvió de estímulo á éste para proceder por si solo, y prestar su obediencia en aquello que le fuera agradable y conforme con su opinion.

EL CORONEL LAVIN acusado en Arequipa de conspirador, fué remitido al Cuzco, desde Octubre del año anterior, segun hemos dicho. En su nueva prision aumentó su ardor por la patria: ya estaban combinados todos los planes para sublevar el cuartel y poner en libertad á vários presos, la noche de 21 de Marzo; pero como el Presidente del Cuzco D. Pio Tristan y el General Alvarez tenian noticias anticipadas por el Teniente Vidal, (*) peruano por desgracia, de todos los pasos de Lavin, sufocaron el movimiento, quedando muerto en la refriega este Coronel, cual héroe que

(*) Este Vidal no es el heroe de Valdivia.

se sacrifica por su patria, y sirviendo su noble conducta de vergonzoso contraste con la de patriotas desnaturalizados. Sufocada la revolucion fusilaron ignominiosamente al Capitan Villalonga y quintaron á los infelices soldados que secundaron á sus Jefes. Al mismo tiempo se sufocó otro movimiento revolucionario en Sicasica, iniciado por el batallon de ese nombre: los españoles castigaban con crueldad y tirania los menores síntomas de apego á la causa de la libertad, olvidando los esfuerzos que ellos mismos hacian en la península para sacudir el yugo de la dominacion Francesa. [Cat. núms. 5. III. y 6 I.]

LA CIUDAD DE LIMA y los valles inmediatos son mal sanos en ciertas épocas del año, y de tiempo en tiempo se desarrolla una epidemia mortífera, que despues se ha reconocido ser la fiebre amarilla ó vómito prieto que tanto aterroriza á los extrangeros en las costas del golfo de Méjico y de Colombia. En Lima los resultados no son tan funestos porque el número de muertos entre los atacados del mal es corto, pero los que han sufrido la peste quedan inútilisados para todo servicio por algunas semanas. El ejército patriota situado en Huaura y pueblos inmediatos, fué atacado de esa horrible enfermedad, y el mal se aumentaba por la escasez de todos los recursos y por no tener hospitales ó casas cómodas para ser asistidos: centenares de bajas diarias tenia el ejército, al extremo de ser muy alarmante la seguridad de poder resistir un ligero ataque del enemigo. El activo Monteagudo tomaba cuantas providencias, recursos y arbitrios estaban á su alcance para aliviar ó cuando ménos disminuir tan lamentable mal: "la situacion del hospital me aflije, [decia á San Martin 3 de Junio] tanto mas cuanto que no hay medio de suplir las medicinasque faltan: de Huaura y de todas partes claman por medicinas, y nada puedo remitir; Fray Antonio me vé cada dia para contristarme mas: mueren los hombres porque no hay como curarlos, no por sus males. Me consuelo con que nada he omitido para evitar esta falta; el Gobierno de Chile es responsable de ello. Ocurre ahora un nuevo mal que está en nuestra mano el evitar; empiezan las lluvias ó garuas y son bastantes recias de noche: los galpones actuales, por mas precauciones que se tomen, ya sea cubriéndolos de totora ó con cueros, que seria muy costoso, no bastan para abrigar á los enfermos y precaverlos de la humedad: en fin todo bien considerado creo que no hay mas remedio que poner el hospital en la hacienda del Galpon ó en Huayto; y aunque no hay medicinas, se consultará la comodidad del soldado, habrá mejor órden y economia, y será ménos difícil atenderlos en un edificio de esta especie. El mal es urgente, segun me lo ha protestado Fray Antonio y mañana voy en persona á ver las indicadas haciendas para que el hospital se traslade á una de ellas. Entretanto he tomado medidas para que con cuanto cuero se encuentre, se cubran las salas; á no ser estas lluvias, con que yo no contaba, los galpones estaban excelentes." [Cat. MS. núm. 264.] El número de enfermos, en 4 de Ma yo, llegaba á 605, aumentó hasta 808, ocho dias despues; y el 22 subió el número á 1.131 es decir casi el tercio del ejército.

En Lima no eran mas felices: allí tambien hacia la peste crueles estragos en la tropa recien llegada del interior: los hospitales todos estaban repletos, y no bastando para contener su creciente número, fué preciso que los frailes de San Francisco de Paula dejáran su convento. Como 20 soldados morian por dia, y se calculaban en 3,000 el número de los enfermos, pues solo en el hospital de Santa Ana habian 1,007. [Cat. MS. núm. 235.] El hambre, funesto compañero de la peste principió á sentirse. Por mar y tierra se hallaban cercados por el ejército patriota, y la introduccion de viveres era muy difícil escaseándo estos notablemente y de un modo alarmante. Si todos los jefes encargados del bloqueo hubieran cumplido con estrictez su deber, sin entregarse mas de una vez á vergonzosas especulaciones, se hubiera sentido el hambre mas pronto; á pesar de esto á mediados de Abril era tal la escasez del pan que las gentes se agolpaban en la puerta de las Panaderias para anticiparse á comprarlo á precio cuádruplo. El mismo valor tomaban `todos los víveres, sin que por esto fuera fácil encontrarlos. [*] En medio de esta escasez general los patriotas prisioneros en Casamatas recibieron frecuentes socorros de los patriotas de Lima; el infatigable Boqui por sió por medio de mujeres ó sacerdotes les remitia dinero y comida. Antes de esta época Cortines era el comisionado para todo; pero habiendo sido separado de los castillos, se privaron de este útil intermedio. [Cat. MS. núms. 231. 233.]

Los estragos que ocasionaban las enfermedades en el Cuartel de Aznapuquio y los nuevos proyectos del Virey hicieron palpable la necesidad de abandonar completamente el campamento. La situacion de ámbos ejércitos no era ventajosa. El hambre y la peste diezmaba tanto á realistas como á patriotas y por esto abandonaban sus campamentos, convertidos en sepulcros ú osarios.

LA NOTICIA de las convulsiones políticas del Perú y otros estados de la América, llegó a España cuando dominaba el partido liberal. Los hombres que se hallaban á la cabeza de los negocios, conocian bien que no podian conservar sus dominios de ultramar sin rebajar sus primitivas pretensiones; conocieron, aunque tarde, la necesidad y conveniencia de conciderar á los Americanos, no como á rebeldes é insurgentes, sino como á beligerantes que tenian derecho á ser tratados y juzgados conforme á las leyes de la guerra, conocidas por naciones civilizadas. Creyendo reducir á la obediencia por medio del convencimiento á sus colonias de América, nombraron comisionados para tratar con

[*] Por tres onzas de pan se pagaba un real, y se consideraba dichoso el que lo obtenia, aun cuando el peso en tiempo normal no bajaba de 16 onzas. La carne de yegua, mulas y borrico tomaba diario valor; la botija de arroz de 37 á 40 b cuando se podia conseguir se pagaba á 32 pesos, aumentando su valor de uno á 18. Cinco onzas de carne de carnero valia un real; doce onzas de papas un real: un camote grande dos reales, y los mas pequeños medio real, un huevo tres reales.

los Estados de esta que se hallaban insurreccionados. De los dos Comisionados que vinieron al Perú el uno murió en Pamama, y el otro, que lo era el Capitan de Fragata D. Manuel Abreu, siguió hasta Paita, á donde desembarcó y continuó su viage por tierra hasta llegar al Cuartel General de San Martin en Huaura, en 25 de Marzo. [Cat. MS. núm. 55.]

La Córte de Madrid al nombrar á Abreu no tuvo en consideracion que su figura ridícula y contra hecha, su estatura pequeña, ni su aspecto poco favorable podia producir de pronto mala impresion; solo se fijó en su mérito real, en sus distinguidos servicios á la causa constitucional y á las ideas liberales que reinaban en España y que eran sinceramente adoptadas por él. Con tales antecedentes no era de dudarse que Abreu y San Martin se verian con afecto, pero que el Virey y su círculo se digustarian con la comision y el comisionado; y tal es lo que en efecto sucedió. San Martin conocia lo propenso del corazon humano á todo lo que alhaga el amor propio, especialmeute cuando se trata de captarse el afec to de una persona ámpliamente autorizada para decidir en cierto modo de la suerte de los estados nacientes. Este general era simpático, expresivo y de trato afable y caballeroso. Abreu fué recibido con todos los honores debidos á un comisionado régio de una Corte Europea: se le puso guardia de honor, y se le dieron convites, en los cuales fué tratado con esplendidez: en los cuatro dias que permaneció en Huaura pudo juzgar del mérito real y verdadero de San Martin y de sus principales Jefes; continuando despues su viaje hasta Lima: su llegada desconcertó de pronto los planes, ya concebidos, de abandonar la capital. Su raquitica figura prevenia en su contra; y como oyeran los exagerados elogios que prodigaba á San Martin y á sus principales Jefes, del desprecio por su figura, se pasó al ódio por sus alabanzas á los patriotas: en el fondo del corazon del Virey influia considerablemente la idea de que Abreu, con su comision, disminuiria mucho su poder y autoridad. Bajo tan desfavorables auspicios, no se podia dudar del mal éxito que tendria su comision.

Su llegada desconcertó, como hemos dicho, los proyectos del Virey La Serna y lo obligó á posponer su retirada de Lima; y mal de su grado, instigado por los influjos de que diestramente aprovecharon los pa. triotas para que entrara en arreglos diplomáticos, y no pudiendo tampoco desentenderse de la comision de Abreu, formó una junta titulada Pacificadora, presidida por el mismo Virey, segun las instrucciones venidas de Madrid. Así preparado, el Virey se dirijió á San Martin por carta particular [Abril 9] proponiéndole entrar en transaccion, no dudando que accederia á ella; en cuyo caso nombraria comisionados para que reunidos con los que él eligiera, procedieran á tratar "sobre los medios que fueran dables para cortar unas diferencias que tan perjudiciales eran á los Españoles Americanos y Europeos, como útiles para los extrangeros" designando la hacienda de Torre-blanca por punto de reunion. San Martin le contestó (15 de Abril) que un asunto de tanta gravedad, debia proponerse off

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