Imágenes de páginas
PDF
EPUB

EL DR. D. Hipólito Unánue nació en la ciudad de Arica el 13 de Agosto de 1755: fué hijo lejítimo de D. Antonio Unánue,, natural de Viscaya, y de Da. Manuela Pavon, personas notables en su lugar, pero muy escasas de fortuna; esto obligó á Unánue á buscar siempre el amparo de sus parientes. En su primeros años lo educó el Dr. Osorio, su pariente materno, cura de Arica, hasta que en la visita que hizo el Obispo de Arequipa Dr. D. Jacinto Chacon y Aguado conoció en ese lugar al jóven Unánue, quien á su corta edad y una simpática fisonomia, daba ya pruebas de su talento, y resolvió llevarlo á continuar sus estudios, en el Colegio Seminario de San Gerónimo de Arequipa, en donde permaneció hasta cumplir 22 años: habia concluido los cursos necesarios para recibir las órdenes sagradas, única carrera que entonces se facilitaba á los jóvenes pobres; y con tal propósito pasó á la capital de Lima al lado de su tio materno el respetable Fray Pedro Pavon del Oratorio de San Felipe Neri, hombre que gozaba de gran crédito por su saber y relaciones. Pavon no era de esos sacerdotes adocenados que quieren que todos sigan su misma profesion; y conociendo que Unánue estaba llamado á ser uno de los hombres mas prominentes en la carrera civil, lo disuadió de su intento y desde entónces principió á estudiar medicina, bajo los auspicios del sábio Dr. Gabriel Moreno, y aunque en esa época solo se dedicaban á esta ilustre profesion gentes de bajo orígen, estaba reservado á Unánue dar brillo y nueva vida á la mas noble, la mas escabrosa y la mas humanitaria de las ciencias. En efecto no tardó en obtener el título de Doctor en medicina y por su talento, laboriosidad y finas modales se puso en contacto con las clases mas aristocráticas de Lima; entre ellas obtuvo una decidida proteccion de D. Agustin Landaburu, rico propietario de Cañete, y de los Condes de Monte Blanco. En esta altura se bastaba Unánue para obtener en la sociedad el puesto que justamente se merecia por su talento, que lo realzaba su hermosa figura y elocuente lenguaje. Despues de una brillante oposicion literaria, se le nombró catedrático de anatomia de la clase que se enseñaba en la Universidad de San Marcos; pocos años despues consiguió, por su influjo con su protector el Virey Gil Taboada Lemus, establecer ó fundar el Anfiteatro anatómico, el 21 de Noviembre de 1792, ol primer plantel que existia en el Continente Americano.

En tan elevado círculo gozaba de gran influencia cerca del Virey y de los principales hombres del Vireinato y aun de América. Su obra sobre el Clima de Lima; sus elocuentes escritos en el Mercurio Peruano, en 1791 y 92, bajo el seudónimo de Aristo y sus trabajos literarios en la Sociedad de Amantes de Lima, le hicieron conocer en el mundo científico, y su nombre será inmortal.

Siendo Protomédico y Cosmógrafo mayor del Vireinato, consiguió que el Virey Abascal construyera y fundara el Colegio de Medicina y anatomia de San Fernando, nombrándole su Presidente. Desde entónces el estudio de la medicina y la profesion de médico tomó nuevo brillo: la solidez en la enseñanza y el entusiasmo por el estudio de esas cien

cias ha ido en aumento; y hoy tiene el Perú la gloria de posecr el mejor Colegio de medicina de toda la América. A Unánue se le debe ese distinguido, beneficio y su nombre será tan eterno como bendecido.

La ciudad de Arequipa le nombró Diputado á Córtes en 1812; pero Unanue nació como hemos dicho, para la ciencia y la iiteratura, mas no para la politica: tímido por naturaleza é incapaz de contrariar su corazon, conocia que en ese laberinto seria perdido: retardó dos años su via je á España y quizá no hubiera ido, si la gratitud no lo obligara á ello. D. Agustin Landaburu hijo de su protector se hallaba en Madrid, sin bienes, porque con motivo de haber tomado servicio en el gobierno del in. truso José Bonaparte, se le habia declarado traidor, y todos sus bienes fueron confiscados: Unánue consiguió del Virey Abascal que se le nombrara depositario de ellos y al resolverse á ir á España casi no tuvo mas objeto que salvar á su protector y sus bienes; pero cuando llegó á la Metrópoli en 1814, ya Landaburu habia muerto, dejando á Unánue de su heredero: no le fué difícil conseguir el desembargo y entrar en la libre posesion de tan cuantiosa herencia.

Conseguido el objeto principal de su viaje, regresó á Lima con el nuevo y honroso título de Médico honorario de Cámara, "no solo por haber fundado el Colegio de San Fernando, y su eminente mérito literario, sino tambien por su infatigable celo por el bien de la noble profesion que ejercia, y por su acendrado amor á la ilustracion y felicidad de su país, que le constituyen uno de los vasallos mas beneméritos." Real cédula 9 de Mayo de 1815.

Aunque americano y patriota de corazon, su timidez, y quizá su consagracion á la ciencia, no le permitian trabajar abierta y decididamente por la independencia de su patria, contentándose con apoyar los principios liberales proclamados por la Constitucion española: por esto le vemos al lado de los que sostenian esas ideas, ya por la prensa, ya en la Córte de los Vireyes.

Para el arreglo de su valiosa herencia y por el deseo de retraerse de los compromisos de la política, que cada dia se complicaba mas, se alejó de la capital y permaneció en su hacienda de Cañete, hasta principios de 1820, en que lo hemos visto figurar como representante del Virey en las primeras negociaciones de Miraflores: despues su papel ha sido tan importante en la política, que por sí solo se hará conocer en el curso de esta historia.

El que escriba la historia de la literatura é ilustracion del Perú, tiene que escribir la vida de Unánue, tan enlazada está con ella; baste á nuestro propósito estos lijeros apuntamientos.

CAPITULO XIII.

Canterac sale de Jauja sobre Lima-Entusiasmo de la poblacion-Canterac pasa al Callao-Se retira a la sierra-Contraste en Porochuco y Huamantanga-La Mar capitula y entrega las fortalezas del Callao-El Arzobispo Las Heras es desterrado.

EL VIREY, que se habia retirado á la Sierra procuró aumentar sus fuerzas, con ánimo de auxiliar la plaza del Callao, segun lo habia ofrecido; la tropa no podia alhagarse con la idea de volver á Lima, porque recordaba las penalidades del tránsito de la cordillera, y la peste que habia causado tanta desolacion: el Virey insistió sin embargo en mandar una division sobre Lima á las órdenes del brigadier Canterac, cuyo mérito y valor se habia probado mas de una vez.

Salió en efecto de Jauja el 25 de Agosto, con 2,500 infantes, 900 caballos y 9 piezas de artilleria de á 4, sirviendo de Jefe de Estado Mayor el Coronel D. Gerónimo Valdez. El tránsito de la cordillera se hizo sin mas dificultades que las consiguientes á la naturaleza del terreno y del clima. En el pueblo de Tuna dividió su fuerza en dos partes, con el objeto de que no se conociera su verdadero movimiento. El Coronel Loriga encargado del mando de una de estas, se dirigió por la quebrada del Espíritu Santo, y en su tránsito á Cieneguilla atacó y derrotó á unas compañias patriotas que trataron de oponérsele pagando cara su imprudencia, pues dejaron en el campo 50 muertos y 26 prisioneros.

Canterac durante el dia se dirijió por la quebrada de San Mateo. haciendo entender que esta era su ruta sobre Lima, pero en la noche cambió de direccion hácia la izquierda, para buscar la quebrada del Espíritu Santo que conduce á Cieneguilla. Confiado en la moral de su disciplinada tropa y despreciando el peligro, tomó un camino que creyó practicable, sin guia ni conocimiento del terreno, por donde nadie habia andado; mas pagó tambien cara su imprudencia y vanidad pues pronto se halló por precipicios en que se despeñaban caballos y jinetes; la infanteria misma no podia tenerse en esos resbaladeros, y el que no caia estropeado, se encontraba imposibilitado para ir adelante: los ardientes rayos del sol y la absoluta escasez de agua acabaron de ponerlos en la mas desconsoladora situacion, al extremo de verse obligados á beber sus propios orines: toda la division estaba desparramada en el camino; la voz de los jefes y oficiales era desoida, y cien hombres hubieran bastado en esos momentos, para destruirlos; felizmente Canterac que mar chaba por delante encontró la apetecida quebrada y un arroyo de agua;

los pocos que le seguian de cerca regresaron a llevar agua á sus sedientos y desesparados compañeros; pero ya fué tarde para muchos que perecieron desesperados por la sed y el cansancio, y hasta el mismo Valdez estuvo en tan peligrosa situacion. Reanimados algun tanto, y restablecida en parte la moral de la tropa, se reunió toda, el 5 de Septiembre, en la orilla del rio que baja por la quebrada de Lurin, en el punto de Cieneguilla: allí descanso y se arregló lo mejor que pudo, esperando que San Martin los atacase, valido del número y de la ventaja que le daba una tropa tan fatigada. Viendo Canterac que en tres dias no manifestaba San Martin intencion de atacarlo, se decidió á ir sobre su campo, que estaba en la hacienda de Mendoza, dos millas al Sud Este de Lima.

LA APROXIMACION de Canterac produjo en la capital de Lima una gran conmocion, en los unos por el temor, y en los otros por la esperanza de ver á los de su partido. No es fácil describir la inquietud y movimiento que reinaba en la capital. D. José de la Riva Agüero, hombre activo, y que por su nacimiento pertenecia á la aristocracia, era el verdadero corifeo de la plebe: se hallaba de Presidente [hoy Prefecto del Departamento,] y supo sacar provecho de su popularidad, levantando el pueblo y exaltando su patriotismo y entusiasmo de un modo desconocido hasta entonces.

San Martin por su parte tambien procuró entusiasmar al pueblo, anunciando desde su palco en el Teatro, la noche del 4 de Septiembre, á todos los espectadores, que se aproximaban los españoles. Al siguiente dia, por medio de una proclama, exitó á los habitantes de la capital á que defendieran sus hogares, ofreciendo él por su parte perecer ántes que abandonarlos; y en seguida trasladó su campo al Pino, ménos de media milla de la capital; asi es que todo anunciaba un pronto combate. La plebe reunida en milicias estaba en los cuarteles, los sacerdotes predicaban por las calles, armados con puñales en una mano, y el crucifijo en la otra, entusiasmando al pueblo; éste se agolpaba á los cuarteles, pero la falta de armas y el deseo de no aumentar el consumo de víveres hacia conveniente no admitirlo. Algunos patriotas exaltados ofrecieron mil y quinientos puñales para repatirlos entre la plebe; pero el Ministro Monteagudo, ese gigante político de la independencia américana ese hombre tan poco comprendido "se guardó de echar mano de ellos, no siendo en un extremo urjente, porque estaba firmemente persuadido que era perjudicial antieipar ciertas medidas, que por su naturaleza se reservan solo para los últimos casos; contaba con la plebe y especialmente con los negros para ese lance extremo, en que se debe sacrificar el todo por el todo, esperando conmoverlo por medio de proclamas incendiarias como para el objeto." El mismo Monteagudo, á quien sus enemigos le han negado hasta las prendas de sentimiento de corazon, ordenó que no se tocaran campanas, ni se tirasen cohetes, ni se hiciera otra señal de alarma, porque ya no temia á los enemigos, sino el desorden. Quien examine á este hombre en esos supremos momentos, no podrá dejar de encontrarle grande.

Las portadas estaban bien cubiertas y todas á cargo de oficiales veteranos, porque todo lo demas era jarana. [Cat. MS. núm. 239.] [*]

Para aumentar mas el entusiasmo se acordó celebrar con pompa el aniversario del desembarco de la Expedicion Libertadora. El dia 7 y especialmente el 8 de Septiembre, la Capital éra una imágen viva de aquellos dias en que la Francia en su inmortal revolucion, reconcentrada en Paris, se preparaba á defender sus libertades. En medio de la tranquilidad, el entusiasmo era general en los frailes, mugeres y demas habitantes. De levita y á estilo de campaña asistieron los Ministros y demas autoridades, la mañana del 8, á la funcion del aniversario: lo celebraron con la conviccion de que no seria el último. [Cat. MS. núm. 239.]

Las partidas de milicias que llegaban de Chancay, Sayan &a. se les situaba á los extremos de la Ciudad y en direccion de todas las portadas, para que sirvieran de observacion y no aumentaran inutilmente el consumo de víveres. [Cat. núm. 232.]

CANTERAC al ver el entusiasmo de Lima, que se hallaba sostenido por un ejército, temió atacar la Ciudad, y consideró mas prudente retirarse sobre el Callao, á la vista del ejército patriota; lo que consiguió por una atrevida y hábil maniobra,

Logrado estaba uno de los principales objetos que se propuso el Virey, cual era ponerse en comunicacion con los Castillos para proveerlos de víveres y demas auxilios, y sacar todo el armamento llevándolo al interior para aumentar la fuerza. El batir á los patriotas, era para él objeto secundario y que dependia de las circunstancia

La vista de esta division llenó de gozo á los que se hallaban en los Castillos; el rigor de un largo sitio, llevado con alguna severidad, habia impedido a los sitiados proveerse de víveres y otros elementos de guerra; pero si fué grande el júbilo, mayor fué el desengaño, al saber que las tropas que se presentaban como auxiliares no traian recursos; asi es que del gozo se pasó á la desesperacion. Una de las instrucciones de Canterác era arrazar los fuertes y recojer su guarnicion para regresar con ella á Jauja; pero esto equivalia entregar á discreccion á multitud de personas que se habian refugiado en los Castillos, confiando en la proteccion del Virey: el General La Mar era noble y virtuoso, y no podia contribuir

[*] Excmo. Sr. Protector de la libertad del Perú.-Lima Septiembre 8 de 1821

....El entusiasmo de este pueblo es extraordinario, y aunque todas las revoluciones se parecen unas á otras, la de Lima se distingue por la universalidad y docilidad, pues en medio del tumulto que causó ayer una falsa alarma, se vieron en esta plaza, á una sola voz, formarse en línea de batalla las mulatas hacia el Cabildo armadas de cuchillos, y los clérigos y frayles al pie de las gradas de la catedral, con espada en mano. Todo esto anuncia un próspero fin que completará la proteccion de la celestial patrona, en cuyo dia puso el pié en estas costas el Ejército Libertador. Lo hemos celebrado del modo posible, asistiendo á la catedral, y espero que en su octava sea con toda magnificencia.

Dios guarde á V. E. muchos años.—Hipólito Unánue. [Cat. MS. núm. 242.]

« AnteriorContinuar »