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La Junta viéndose coactada ocurrió al Protector poniendo en su noticia la apurada situacion en que se encontraba; este órdenó de pronto (2 de Marzo) á Santa Cruz que cualquiera que fuera el punto en que se encontrara, regresase á ponerse á órdenes del General La Mar: la órden estaba apoyada en el simulado pretesto de que el Virey La Serna, amenazaba con su division, poniéndose en contacto con las únicas fragatas Españolas existentes en estos mares; pero la realidad no podia ocultarse á quien conociera la mala inteligencia que reinaba entre dos gobiernos que se disputaban una presa tan codiciada. Sucre tan luego como vió semejante órden, la consideró no solo un motivo de disgusto, sino una hostilidad manifiesta; que le desconcertaba completamente sus planes de campaña, pues confiando en que la division de Santa Cruz habia avanzado sobre la division de Aymerich se encontraban ámbos ejércitos en tal situacion que retroceder equivalia á una pérdida positiva. Santa Cruz manifestó su resolucion de cumplir la órden que se le comunicaba directamente; Sucre se negó en lo absoluto á permitir la separacion de la division peruana, protestando que estaba resuelto á usar de la fuerza para impedirlo; tanto porque el Gobierno del Perú nada le docia y estando esa division bajo sus órdenes no podia obedecer á otro, cuanto porque el disminuir su fuerza en tan apuradas circunstancias le traeria una irreparable pérdida. [Cat. núm. 1. III.] Felizmente esta acalorada disputa no alteró en el fondo la buena armonia que debia reinar entre Sucre y el jefe de la division peruana; porque la causa comun y la guerra á los españoles eran los únicos objetos que fijaban la atencion de ámbos. (Cat. MS. núm. 302.)

Diez dias despues, 12 de Marzo, conoció San Martin lo impolítico de la órden dada á Santa Cruz y que el resultado seria una guerra entre dos naciones nuevas al frente del enemigo comun; por esto revocó su primera resolucion: felizmente todo quedó arreglado ántes entre Sucre y Santa Cruz, de lo contrario la suspension de la órden ya no hubiera producido efecto. No por esto dejó de escribir á la Junta de Gobierno de Guayaquil, que expresaran terminantemente si esa provincia insistia en la resolucion

los sucesos de Guayaquil en Dieiembre, que por urbanidad y moderacion tuve la honra de participar á ese Ministerio, pero lo reservaré para otra oportunidad, y en tanto pienso que es del interes de los gobiernos limítrofes impedir las discensiones de aquella provincia, que siendo el complemento natural del territorio de Colombia, pone al gobierno en el caso de no permitir jamás se corte de nuestro seno una parte por pretensiones infundadas. Tal consentimiento seria un ejemplo de disolucion social para la República, y para los paises limitrofes, en que este ejemplo fatal iba cundiendo el año anterior, si el gobierno de ese Estado no hubiese tenido la sábia energia de cortarlo.

Persuadidos de los nobles sentimientos del gobierno del Perú, nos prometemos que empleará su poderoso influjo para ayudarnos á conciliar los partidos que agitan á Guayaquil, concentrar las opiniones y restablecer el órden, que desea la parte sana de la provincia, para evitar todo ejemplo de disolucion social que turbarse nuestra tranquilidad. Dios guarde á US. muchos años.-Antonio José de Sucre.-Cuartel general en Cuenca á 25 de Febrero de 1822.

que manifestaron antes sus representantes de conservar su independencia de todo poder extraño, ó si por alguna causa, imprevista, entónces habian variado sus intereses y su voluntad: que si hoy tenian los mismos sentimientos en favor de su independencia, era tiempo de que los manifestaran dando al General Bolivar la contestacion que ella exige, y adoptando los medios adecuados para sostenerla. Que si por el contrario quisiere ceder á las intimaciones del Libertador para que se una á Colombia, la política del Perú no declinara por esto de la liberalidad y circunspeccion que hasta aqui la han caracterizado: y que en el caso de que esa Junta se decida á sostener la voluntad de Guayaquil por su independencia, cuente para tan noble fin con la division del Coronel Santa Cruz y con las demas fuerzas que pida oportunamente el Gran Mariscal La Mar.

Ya no era dudoso para el Ministro Salazar, ni para nadie la firme resolucion de Colombia de incorporar á Guayaquil de grado ó por fuerza. El gobierno peruano, al saber esto, escribió á La-Mar, 23 de Marzo de 1822, que "siempre que el gobierno de Guayaquil de acuerdo con la mayoridad de los habitantes de esa provincia, solicitasen nuevamente la proteccion de las armas del Perú, por ser suvoluntad conservar la independencia de Colombia, en tal caso se emplee todas las fuerzas que estaban puestas á sus órdenes en apoyo de la espontánea deliberacion del pueblo; pero si por el contrario el gobierno de Guayaquil y la generalidad de los habitantes de la provincia pronunciasen su opinion á favor de las miras de Colombia, sin demora viniera al Departamento de Trujillo;" ratificando así otro oficio que dirigió veinte dias ántes. [+] [Cat. MS. núms. 275. 276.280. 408.

t] Al Señor General de Division D. José La Mar.-Lima, Marzo 3.

Señor: Por las comunicaciones del Libertador de Colombia á ese gobierno, que en copia se remitieron á S. E. el Protector, no queda duda del plan abierto de hostilidad adoptado contra ese pais y del compromiso en que queda el gobierno del Perú con el de aquella República. Aunque es muy notable que en tan difíciles circunstancias el gobierno de Guayaquil espere en una actitud pasiva el desenlace de las operaciones del Libertador, sin embargo prevengo á US. que siempre que el gobierno de acuerdo con la mayoridad de los habitantes de esa provincia, solicitasen sinceramente la proteccion de las armas del Perú, por ser su voluntad el conservar la independencia de Colombia; en tal caso emplee US. todas las fuerzas que están puestas á sus órdenes en apoyo de la espontánea deliberacion del pueblo. Pero si por el contrario el gobierno de Guayaquil y la generalidad de los habitantes de la provincia pronunciasen su opinion à favor de las miras de Colombia; sin demora vendrá US. al Departamento de Trujillo á tomar el mando general de la costa del Norte, reunir la division del Coronel Santa Cruz en Piura, aumentar hasta donde alcanzen los recursos del territorio, y obrar segun lo exija la seguridad del Departamento de Trujillo. Como no es posible preveer las diferentes combinaciones que alli se presenten, el gobierno deja al arbitrio de US. obrar segun ellas, pues sabe hasta que grado debe confiar en el delicado zelo y conocimientos de US. Tengo el honor de comunicarlo á US. para su inteligencia &.-Bernardo Monteagudo.

Pero Bolivar cuidó bien de que el Congreso ó Representantes de Guayaquil expresaran su voluntad de pertenecer á Colombia como parte integrante de esa nacion; nada importaba que esa voluntad estuviera coactada con las terminantes órdenes de Bolivar; pero ellas emanaban del vencedor de Colombia y de su Libertador y ante su omnipotente voluntad todas se doblegaban de grado ó de fuerza. Fué ridícula la ceremonia de que una asamblea expresara su opinion como la voluntad del pueblo que aparentaba representar; ésta debió decir con franqueza y hubiera sido mas noble y leal; que el Libertador queria que Guayaquil formara parte de Colombia, que así convenia á los intereses políticos y materiales de la nacion; porque no tenia mas salida para sus productos; y que no permitiria ni consentiria que Guayaquil dejara de pertenecer á Colombia; porque en América no habia poder humano que hiciera perder á Colombia un palmo de su territorio. Proceder así hasta el último, era digno de vencedor de Boyacá; ocurrir á indignas supercherias de finjir voluntad popular era innoble: San Martin hubiera tenido enerjia para sostener la voluntad de Guayaquil de conservar su independencia, si sus representantes hubieran tenido vigor para expresarlo, solicitando la proteccion de las armas del Perú que se le ofrecieron, pues estaban dadas las órdenes á La Mar, Salazar y al mismo Santa Cruz. (Cat. MS. núm. 280.) El mismo San Martin escribió á Bolivar 3 de Mayo, diciéndole "que por las comunicaciones que habia recibido del gobierno de Guayaquil, tenia el sentimiento de ver la intimacion que habia hecho á esa provincia para que se agregara á Colombia y que por tanto dejara á Guayaquil consultar su interes, para agregarse libremente á la seccion que le convenga; porque tampoco podia quedarse aislada con perjuicio de ámbas." (Cat. MS. núm. 276.) Así quedó consumada la pérdida de Guayaquil para el Perú, contrariando sus intereses, sus conveniencias y las inclinaciones de sus habitantes. San Martin habia resuelto sostener por la fuerza la voluntad de Guayaquil, pero conoció que se encenderia la guerra entre dos Naciones que aun luchaban por conseguir su independencia de la dominacion Española. Prefirió sacrificar los intereses nacionales del Perú por asegurar su libertad y creyó que una entrevista con el Libertador podria arreglar un hecho que ya debió tenerlo por consumado. [*]

[*] Véase Apéndice de Documentos Manuscritos número 5.

CAPITULO XVIII.

Nuevo Estatuto-Su analisis-Se crea é instala la orden del Sol-Ideas monarquicas de San Martin y Monteagudo-Plan de Monarquia-Sociedad patriotica y su objeto-Mision a Europa para solicitar un Principe y otros objetos-Misiones diplomaticas a Buenos Ayres-Chile-Mejico, y Guatemala.

EL TERRITORIO Poseido por las armas independientes abrazaba ya una extension considerable: todos los Departamentos del Norte de Lima y la misma capital podian formar por sí solos una nacion á la cual no bastaban ya los muy generales preceptos adoptados en el Reglamento dictado en Huaura, en el cual ni se determinó la forma de Gobierno, ni se detallaron las atribuciones del Jefe del Estado y de los demas funcionarios, que forman la administracion pública, sino de un modo vago: ni podia ser de otro modo un Reglamento dictado en un campamento militar, en el cual no debió oirse mas voz que la del que manda, ni otra ley que la de la necesidad y circunstancias. Dueño de la capital de un gran Estado era necesario y urgente que el pueblo conociera la extension de las facultades del Dictador y que éste por su parte diera alguna limitacion á su dictadura. San Martin no solo era grande como militar, sino tambien como político, y su Ministro Monteagudo, su primero y quizá su único director, aun cuando fuera inclinado á ejercer un poder dictatorial, no por esto dejaba de conocer la necesidad de establecer las reglas á que debia atenerse el que manda y el que obedece, por medio de un pacto fundamental. San Martin procedió por esto á dictar un nuevo Estatuto; y con toda la franqueza de un soldado, dijo: [8 de Octubre de 1821.]

"Al reasumir en mí el mando supremo bajo el título de Protector del Perú, mi pensamiento ha sido dejar puestas las bases sobre que deben edificar los que sean llamados al sublime destino de hacer felices á los pueblos. Me he encargado de toda la autoridad, para responder de ella á la nacion entera: he declarado con franqueza mis designios, para que se juzgue de ellos segun los resultados; y de los campos de batalla donde he buscado la gloria de destruir la opresion, unido á mis compañeros de armas, he venido á ponerme al frente de una administracion dificil y de vasta responsabilidad. En el fondo de mi conciencia están escritos

los motivos de la resolucion que adopté el 4 de Agosto, y el Estatuto que voy á jurar en este dia, lo explica y sanciona á un mismo tiempo.

"Yo habria podido encarecer la liberalidad de mis principios en el estatuto provisorio, haciendo magníficas declaraciones sobre los derechos del pueblo, y aumentando la lista de los funcionarios públicos para dar un aparato de mayor popularidad á las formas actuales. Pero convencido de que la sobreabundancia de máximas laudables, no es al principio el mejor medio para establecerlas, me he limitado á las ideas prácticas que pueden y deben realizarse.

"Mientras existan enemigos en el país, y hasta que el pueblo forme las primeras nociones del gobierno de sí mismo, yo administraré el poder directivo, lejislativo y ejecutivo; pero me abstendré de mezclarme jamas en el solemne ejercicio de las funciones judiciarias, porque su independencia es la única y verdadera salvaguardia de la libertad del pueblo; y nada importa que se ostenten máximas exquisitamente fi lantrópicas, cuando el que hace la ley ó el que la ejecuta, es tambien el que la aplica.

"Antes de exijir de los pueblos el juramento de obediencia, yo voy á hacer á la faz de todos el de observar y cumplir el estatuto que doy por garante de mis intenciones. Los que con la experiencia de lo pasado mediten sobre la situacion presente, y estén mas en el hábito de analizar el influjo de los medidas administrativas, encontrarán en la sencillez de los principios que he adoptado, la prueba de que yo no ofrez co mas de lo que juzgo conveniente cumplir; que mi objeto es hacer el bien y no frustrarlo, y que conociendo en fin la extension de mi responsabilidad, he procurado nivelar mis deberes por la ley de las circunstancias, para no exponerme á faltar á ellos.

"Con tales sentimientos, y fiado en la eficaz cooperacion de todos. mis conciudadanos, me atrevo á esperar, que podré en breve tiempo devolver el depósito, de que me he encargado, con la conciencia de haberlo mantenido fielmente. Si despues de libertar al Perú de sus opresores, puedo dejarlo en posesion de su destino, yo iré á buscar en la vida privada mi última felicidad, y consagraré el resto de mis dias á contemplar la beneficencia del grande Hacedor del universo, y renovar mis votos por la continuacion de su propicio influjo sobre la suerte de las generaciones venideras." [Cat. núm. 542 número 29.]

SEGUN el Estatuto la religion del Estado era la Católica, Apostólica y Romana, mantenida, conservada y p:otegida por el Gobierno; pero los que tuvieren creencias distintas necesitaban permiso para usarla ó ejercerla, y para obtener algun destino ó cargo público era necesario profesar la religion del Estado. Una declaracion de esta naturaleza era de todo punto necesaria, porque los españoles, y los enemigos de la independencia hicieron creer á los pueblos, como ya hemos dicho, que los patriotas eran enemigos de la religion establecida, y que uno de sus objetos era destruirla y perseguirla; se les calificaba de impios, herejes y

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