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recurso que hacer se introdujesen al monte las cargas de artilleria, a cuyo tiempo fué nuevamente cargado por otro peloton de caballos, y no tuvo otro arbitrio que seguir el mismo rumbo que habia seguido la division, de la cual no quedaba ya gente en aqnel punto. Que esto es todo lo ocurrido en el particular, y sin embargo de que ha procurado reflexionar detenida y desapasionadamente las circunstancias de este desgraciado suceso, no encuentra cosa que le arguya la menor falta, y sí halla que si se hubiesen seguido sus dictámenes, la patria habria tomado un dia de gloria en lugar de los de desconsuelo que ha experimentado y responde.

Preguntado: Qué causa hubo para que no fuese una descubierta competente en lugar de los seis hombres que la componian; y por qué caminaba la division por un sitío tan peligroso sin tiradores á sus flancos, dijo: que sin embargo que la relacion suscínta quedeja hecha ha satisfecho en sustancia el contenido de esta pregunta, agregará, por lo que hace á la primera parte, que como no habia mas que 100 hombres de caballeria, que era preciso economizarlos para cubrir las diferentes avenidas del enemigo hacia el pueblo, por donde obrando prudentemente debiá temerse su ataque, le pareció suficiente la de seis hombres, que aun le era sensible desmembrar de los puntos donde se hallaba el resto. Que á mas de esto como el Comandante del Escuadron tenia órden de marchar á retaguardia protejiendo la retirada y conteniendo al enemigo que debia perseguir la division, estimaba por corta la partida ó escuadron que le habia quedado. Que está persuadido que á esta medida se debe el que haya salvado dicho escuadron; porque tuvo suficiente fuerza para resistir la carga de una partida de ochenta caballog que se le avanzó. Que como lejos de presumir enemigos en la Macacona ó en sus inmediaciones, se sabia por repetidos avisos de los espias que á menudo se mandaban que no habia novedad, lo que hacia suponerlos aun en el Cármen alto ó en direccion hácia Ica no consideraba necesarios los tiradores á los flancos, porque como aquella marcha era verdadera fuga en la cual convenia aprovechar las momentos, lejos de estimar útil esta medida la debió creer perjudicial, pues que siendo preciso que se dirijiese por camino montuoso y por infinidad de cercos, era indispensable un retardo incompa tible con la celeridad que exigia el movimiento; y responde.

Preguntado: Por qué no hizo al Comandante General las instancias oportunas para que en el espionaje hubiese mas escrupulosidad que la que ha habido, dijo: que aunque como ha dicho estuvo fuera hasta los dias próximos á la dispersion, desde el dia que llegó y á cada instante le repetia al Comandante General que se cuidase infinito de este ramo á costa de los miles que fuesen necesarios aun con perjuicio de la division, y que estuviese persuadido que estando corriente este ramo y el de movilidad debiamos reirnos de la fuerza enemiga por superior que fuese. Que esto es lo único que ha debido hacer, pues á sus respetidas insinuaciones ratificaba el Comandante General las protestas de que estaban seguros por uno y otro ramo; y responde.

Preguntado: Qué causa hubo para que en el momento que consideró efectivo que los enemigos traian fuerza doble, supuesto que convenia ganar tiempo, no se aprovechase éste emprendiendo desde luego la retirada, siquiera hasta avanzar á la Macacona dijo: que el contenido de esta pregunta tambien se satisface en su confesion, de la que aperece que su dictámen aun ántes de concebir que eran 4,000 hombres, fué de una retirada precautoria. Que hasta el Sábado no estuvieron los cuerpos en estado de movilidad, y que aunque lo hubiesen estado, reprochado su dictámen, no debia hacerse mas que lo resuelto en la Junta de guerra; y finalmente que cree haber hecho demasiado cuando trataba con el último empeño de que se realizase activamente lo mandado por la Junta, hasta el grado de no dormir media hora en toda aquella noche, ni desmontarse del caballo, á fin de poner la division en el estado de movilidad acordado y que no lo tenia por mas que aseguraba el Comandante General lo contrario; y responde.

Preguntado: Cómo es que habiéndose dirijido nn parlamentario al único objeto

de saber con anticipacion y certeza la fuerza enemiga no dió órden para que las partidas de Olavarria suspendiesen las hostilidades, cuya notable falta, á mas de poner en riesgo á este oficial, inutilizó el objeto de su remision, por haberse duda do justamente de su buena fé; dijo: Que como el parlamentario se conducia por el mismo camino que Olavarria ocupaba, se le mandó que hiciese saber á éste aquella comision, lo que no se verificó por haberse extraviado casualmente por otro camino: Que á mas de esto la falta no tuvo principio en Olavarria, quien no hizo otra cosa que contestar el fuego que la descubierta enemiga rompió primero, deduciéndose de aqui que fué un pretexto que los enemigos tomaron para detener al parlamentario: Que finalmente previendo que podia suceder que alguna casualidad impidiese el encuentro de éste con Olavarria, se le mandó un oficial con noticia del parlamentario, pero éste llegó ya despues del suceso.

Preguntado: Qué causa hubo para que no se tuviesen partidas de observacion sobre el Cármen alto para saber si el enemigo se movia, la hora y direccion, dijo: Que sin embargo de que en la tarde del Sábado no hubo mas caballos que los de la partida de Olavarria sumamente estropeados con el continuo servicio, se tuvieron siempre partidas de observacion, pero que siendo aquel terreno montuoso, para ver por ápices el movimiento enemigo era preciso que estuviesen en contacto con el: Que conocido esto se pusieron á la mayor inmediacion posible vários espias perfectamente montados, los cuales no dieron parte en hora alguna de la noche sin duda porque segun se ha sabido despues, que vários sujetos de. Ica condujeron la Division enemiga por veredas desconocidas y vueltas montuosas á fin de que no se sintiese el movimiento, y responde.

Preguatado: Si la Macacona era un punto tan interesante como preciso para la retirada dispuesta en su caso, porqué à precaucion no se mandaron echar por tierra los cercos siquiera en aquella parte que constituia el mas grande peligro de la division, dijo; que era impracticable esta medida, porque los flancos del callejon son tan montuosos que era necesario mucho tiempo, brazos y dinero, y responde.

Preguntado: Porqué permitió que los oficiales de infanteria fuesen á caballo y fuera de formacion; dijo: Que no fueron á pié porque siendo una larga y penosa retirada la que emprendian era indispensable permitirles el uso de caballos que á su vez servian tambien para que tomasen á la anca á los soldados que se cansasen; pero que en el momento que hubo el primer indicio de enemigo, echaron pié á tierra y se colocaron en sus respectivos puestos, de los que tampoco se separaron, aun cuando iban montados, y responde.

Preguntado: Porqué sabiendo que el Comandante general iba ligado a sus disposiciones ó á obrar de acuerdo en la parte militar, segun resulta de las instrucciones, no tomaba medidas vigorosas para atajar el mal efecto que debia preveer resultase de las diferentes omisiones que aparecen en la relacion que ha hecho, dijo: Que el Comandante general jamas estuvo lígado á las disposiciones del confesante: Que por un oficio del Excmo. Señor Protector en que haciéndole referencia de haberle nombrado jefe de Estado Mayor le dice, que el Comandante general vá prevenido á obrar de acuerdo con el confesante, supo aquella disposicion: Que las instrucciones que ha visto son las que le dió el Señor General en jefe que nada contiene sobre el particular y solo se contraen segun correspondia, al armamento, lo económico de la division y relativo á su disciplina; Que la instruccion dada por S. E. al Comandante general no la ha visto, ni sabe su contenido, porque aunque dicho Excelentisimo Señor Protector, en presencia del confesante, dijo al Comandante genéral estas formales palabras: dele U. á Gamarra cópia de sus instrucciones por si le diese á U. algun torzon, jamas lo verificó, sin embargo de haberle hecho reconvencion que fué eludida con vários pretestos frívolos, y entre ellos el de que nada comprendian, sino cuatro palabras y entre estas la de facultarle para que pudiese obrar á discrecion en todo: Que arreglado al referido oficio de S. E. preventivo de que en caso de divergencia de opiniones se convocase junta, cuya resolucion fuese ejecutada, lo practicó asi

en los lances que estimó convenientes: Que aun cuando hubiese ido ligado el confesante las omisiones Ꭹ faltas que resultan en su relacion las advirtió en un tiempo tan avanzado que ya todo remedio venia á destiempo y no habia en su juicio mas medida útil que la que propuso y no se adoptó en la Junta de guerra, á consecuencia de la primera novedad: Que finalmente cuanto cargo ó reconvencion que paresca puede hacérsele, todos están satisfechos en su relacion á la cual se remite y responde.

En este estado mandó el Señor juez fiscal suspender esta confesion para continuarla siempre y cuando convenga, y habiendósela leido al confesante dijo: que lo que en ella se contiene es la verdad á cargo de la palabra de honor que tiene dada, y la firmó con dicho Señor y el presente Secretario.-José Maria Novoa.-Agustin Gamarra.— Juan José Santistevan.

Confesion del Señor General Tristan.

En seguida el Señor juez fiscal, para la confesion dicha, hizo poner la mano derecha tendida sobre el puño de su espada al Señor General de brigada D. Domingo Tristan. Preguntado: Si bajo su palabra de honor promete decir verdad de lo que se le interrogare, dijo: si prometo.

Preguntado: Su nombre y empleo, edad, patria y religion, dijo: llamarse D. Domingo Tristan, que es General de brigada, natural de la ciudad de Arequipa, de edad 54 años, su religion la Católica, Apostólica, Romana, y responde.

Preguntado: Si sabe la causa de su arresto ó la presume, dijo: que la sabe, y es de resultas del desgraciado suceso ocurrido con la division de Ica, y responde.

Preguntado: Qué parte tuvo en aquella pérdida para que por ella se le haya arrestado, dijo: Que como jefe y Comandante de la division, hasta que esclareciese su conducta y operaciones militares, y responde.

Preguntado: Si concibe que en esta haya intervenido alguna culpable omision que tuviese influjo directo ó indirecto en aquel suceso; y en este caso exponga categóricamente cual haya sido dicha omision ó falta, dijo: que cuanto pendió de sus alcances y prevision puso en ejecucion para corresponder á la confianza que hizo en su persona para el mando de la division. Que la actividad y vigilancia en el espionaje eran las mas activas, acreditándolo con los partes casi diarios que daba al gobierno, y documentos que comprobaban no perdia de vista los movimientos de los enemigos situados en Guamanga, Huancavelica Huancayo y aun los de las provincias interiores del Perú. Que desde mediados de Marzo indicó al gobierno los movimientos que hacian los enemigos, y aun á principios de dicho mes patentizó los que amagaba hacer Canterac desde Huancayo. Que con fecha 10 á 11 de Marzo se le avisó de Guamanga que solo habia en aquella plaza 1,100 hombres los mas reclutas, y solo 500 de fusil, los que unidos á los pocos de Huancavelica trataban de dirijirse sobre la costa. Que el Comandante Molinares situado en la provincia de Cangallo, observando los movimientos del enemigo sobre Guamanga, avisó lo mismo á fines de dicho mes, y con el mayor conocimiento fué encargado de doblar su vigilancia sobre dichos movimientos, poniendo espias sobre Guamanga, asi es que persuadido por cuantos datos fidedignos recibia, de que los enemigos que amagaban la costa, no podian llegar á 1000 hombres, tomó todas las medidas para que las partidas que se hallaban sobre la Nasca se replegasen con la mayor precipitacion al cuartel general, ordenándosele asi al jefe de Estado Mayor, y previniéndole no dejare un solo hombre sobre aquellos puntos, porque era preciso reconcentrar toda aquella fuerza, por si el enemigo se dirijia sobre nosotros: Que desde principio de Abriltuvo noticias de los movimientos del enemigo, mas estas siempre conformes en que solo eran en el número de menos de 1,000 hombres, pues pesar de tener sobre Huancave-. lica y Huancayo espias de la mayor confianza no recibia el menor aviso de ellos de hacerse movimiento alguno por el ejército de Canterac; asi es que el Jueves 4 de Abril,

á las diez de la mañana en la que fué avisado por el oficial D. Mariano Chavez, destinado al mando del punto de Guaytará á observar los movimientos del enemigo, el que debia relevar al Teniente de granaderos del Perú D. Melchor Valle, de que éste se habia retirado por haber entrado en aquel pueblo los enemigos, y á poco momento se presentó uno de los soldados, que estaban en el pueblo Ayavi, distante seis leguas al lado de la sierra de Guaytará, exponiendo que toda la partida situada en aquel punto habia sido sorprendida, y que el solo pudo escapar escondido entre unos piedras, desde donde pudo observar la fuerza ovemiga, que conceptuaba llegarian á 500 hombres de infanteria y mucha caballeria, cuyo número no podia conjeturar. Con estos avisos se reunieron todos los jefes de la division para acordar lo que fuese mas conveniente para dejar bien puesto el honor de las armas de la patria: todos resolvieron el que se esperase á saber la fuerza con que el enemigo se aproximaba, y de unánime acuerdo de todos se resolvió que partiese el Capitan Martinez de parlamentario con el objeto de indagar si á la cabeza de las tropas enemigas venia Canterac, creidos de que si asi fuese deberia ser la fuerza mayor de la que se nos habia asegurado; confundíanos el que estando los enemigos tan próximos no hubiese un solo habitante de los pueblos inmediatos que nos diesen el menor aviso. Que en la misma tarde dispuso saliese el Capitan de granaderos de a caballo Olavarria con los pocos granaderos que habia de su cuerpo á observar los movimientos del enemigo. Que en la misma noche del Jueves 4 reunió á todos los jefes para que deliberasen segun las ocurrencias posteriores, y todos fueron de unanime parecer se esperasen las compañias de cazadores y granaderos del número 1, que debian por momentos llegar de la Nasca, como asi mismo parte del escuadron de granaderos del Perú y que reunida que fuese esta tropa nos retirasemos con toda la division à Pisco. En aquella noche se mantuvo toda la division sobre las armas y se tomaron todas las precauciones de seguridad. Al siguiente dia se mantuvo Olavarria sobre los enemigos, y por los partes que daba nos confirmábamos en la opinion que habiamos tomado de que la columna enemiga no pasaba de 1,000 hombres. Que en la tarde de dicho dia Viernes llegaron las compañias que se esperaban de la Nasca, y dandoles algun descanso, toda la division estuvo antes de ser de dia pronta para marchar y hacer su retirada á Pisco. En la misma noche mandé arrear 130 cabezas de ganado vacuno para dicho Pisco persuadido de que la division debia seguir; y mi equipaje y criados marcharon á las seis de la mañana para la Macacona. Dispuesto todo en este órden, cargada la artilleria y municiones en sus respectivas mulas se me representó por el jefe de Estado Mayor el que se diese algun refresco y descanso á la tropa, y aun por los jefes se pidió hiciesen devolver algun ganado del que habia marchado para que comiese la tropa. Estas operaciones interrumpieron la marcha de la division, y los posteriores avisos de Olavarria en que aseguraba que toda la fuerza enemiga llegaria a 1,000 hombres; asi es que en la mañana nos atrincheramos en la ciudad y tratábamos de buscar al enemigo y batirlo antes que se reuniesen á él la division que venia por Córdova, y sobre las que obraba Molinares, con las partidas de guerrillas. A las seis de la tarde llegó el escuadron granaderos á caballo del lado de la Nasca: en la tarde de este dia se pusieron oficiales de confianza y muchos vigias sobre algunas eminencias inmediatas à la ciudad para que observasen los movimientos del enemigó y diesen prontos avisos. En la dicha tarde mandé un espia de toda confianza á que observase si habian quedado algunos enemigos en los Molinos ó ha bian pasado todos al Cármen alto, donde nos aseguraban se habian situado, el que regresó á las ocho de la noche asegurando no hahia quedado un solo enemigo y todos se hallaban en dicho Cármen alto.

A pesar de que en dicho dia á las doce de él se habia replegado Olavarria, ratificándose en el concepto que habia formado del número de enemigos, se presentó un jóven vecino de San Juan el que aseguraba que Canterac y Carratalá estaban en el Cármen alto y que la fuerza que traian era mucha. En el mismo momento se presentó

tambien otro vecino de los principales de Ica, al que concebiamos decidido por nuestra causa, el que nos aseguró haber venido un dependiente fiel suyo á avisarle que desde las seis de la mañana hasta las cinco de la tarde habian estado bajando tropas por el camino de la Saya. Esta noticia y la llegada del Teniente gobernador de Cordova asegurándonos que el Capitan Molinares habia sido sorprendido y completamente derrotado, y que la division enemiga que se dirijia por aquel punto, habia entrado en dicho Córdova y aun avanzándose precipitadamente hasta diez leguas distante de Ica; me obligaron á reunir de nuevo, como á las nueve de la noche, á todos los jefes para que se deliberase, y de unánime consentimiento resolvieran lo que conviniere en vista de las noticias seguras que se tenian de la superioridad de las fuerzas enemigas que amagaban aquella ciudad por todas partes: resolvieron que convenia que en la hora se hiciese una retirada disimulada con pretesto de salir á cargar al enemigo, sin llevar equipajes, ni mas elementos que la artilleria y el caudal de la comisaria: que el Comandante de granaderos del Perú ocupase el camino de Saraja único que se dirijia al Cármen alto para protejer nuestra retirada: todo quedó asi acordado y particularmente previne al Jefe de Estado Mayor destacase al momento una partida de caballeria de 25 hombres con un oficial de entera satisfaccion á que ocupase la hacienda de la Macacona, punto por donde debíamos precisamente pasar; me representó ser imposible mandar dicho número por la escases de caballeria, pero que iba á mandar un oficial con ocho ó doce hombres á que practicasen esta operacion; convine en ello respecto á tener varias partidas de peruanos, que creia de la mayor satisfaccion, apostados en aquel camino. El Jefe de Estado Mayor dispuso la marcha de la division como á las doce de la noche y hasta que todo marchó me mantuve en la plaza con mis ayudantes de campo. Segui la marcha y en el canto de la ciudad se me presentó el teniente del batallon número 3, Corso, con la noticia de que unas mugeres de los estramuros le acababan de avisar que un paisano en un arrogante caballo se habia agregado á ellos y preguntado si habia pasado la infanteria; afirmándole que si, volvió las riendas al caballo dirijiéndose con precipitacion por entre el monte, y aunque el mismo oficial aseguró haber dado parte de esto al Jefe del Estado Mayor, me puso la noticia en la mayor agitacion. Habiamos marchado como media legua cuando mi ayudante el Sargento Mayor D. Agustin Lira viene precipitadamente de la vanguardia y me dice: mi General los enemigos nos han cortado y han ocupado lá Macacona; traté de indagar cómo lo ha sabido, y me asegura que por mi cosinero y criado, que habian llegado hasta aquel punto y los habian visto: rompo con esta noticia por entre los batallones á ponerme à la cabeza de la division y saber lo cierto del Jefe de Estado Mayor y acordando con él evitar el desastre que preveia, llego á la vanguardia ael batallon número 2: el primero que formaba la division: la estrechez del camino no pericite avanzar, y á poco momento oigo los fuegos que hacian nuestras compañias de cazadores y granaderos, que sin órden mia habia avanzado sobre la Macacona; tampoco sé los resultados del empeño en que se puso nuestra fuerza; de nada se me dá parte, retrocede el Jefe de Estado Mayor y ordena al batallon número 2, media vuelta á la derecha, en cuyo acto empieza toda la columna á dispersarse, metiendose por entre los bosques del callejon donde estaba formada; todo esfuerzo es envano para reunirlos por el fuego activo que hacían los enemigos por entre los arbustos, y la caballéria enemiga que venia cargando por el camino real. Hasta los últimos momentos me mantengo en el campo, y siendo cortado por una partida de caballeria que avanzaba sobre mi, salvo por entre un monte, me dirijo a la ciudad. por si podia reunir alguna tropa, me mantengo alli hasta las tres de la mañana con mi ayudante el Teniente Coronel D. Ramon Echenique y el de igual clase Sufrate Gobernador de aquella plaza, y no logrando mi intento me retiro á la Hacienda de S, Jose, distante pocas cuadras de la poblacion hasta las seis de la mañana, y responde.

Preguntado: Cómo es que debiendo estimar el espionaje por uno de los ramos del mayor interes no puso en el todo el esmero corespondiente al acierto y desempeño de

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