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escrito con la crítica y finura que caracteriza á este varon extraordinario, se acaba de pedir el original por el reverendísimo padre prepósito general de la Compañía en Roma, sin duda con el objeto de traducirla en los principales idiomas de la Europa, y por lo mismo hará el debido honor á quien en parte se ha constituido su Mecénas. Deseo que así se verifique, y que influyendo por razon del destino que V. ocupa en nuestro gabinete, contribuya eficazmente al aumento de nuestros conocimientos históricos, de que tenemos tanta escasez por la falta de proteccion á los cronistas é historiadores de esta América. Entre tanto, reciba V. con estas líneas las consideraciones de aprecio con que se protesta su menor servidor que atento b. s. m.

Carlos Maria Bustamante.

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Mi antiguo amigo y respetable compañero. Me hace V. justicia en confesar por medio de su grata de 13 del corriente, que amo las ciencias y los conocimientos útiles, y que los he cultivado cuanto han permitido las varias situaciones de mi inquieta fortuna. En el ejercicio del entendimiento y en el estudio de tantos hombres ilustres que nos han dejado sus lecciones, he hallado siempre un placer y una satisfaccion, que en vano se buscan en la cumbre tormentosa de los negocios públicos. Por esto he dedicado los periodos libres de mi vida á los adelantos de la educacion primaria, y jamás pude persuadirme que mereciese por ello un elogio, cuando no he hecho mas que cumplir

con los deberes comunísimos de un ciudadano amante de la dicha y gloria de su pátria.

Doy por bien empleados aquellos pequeños afanes, porque V. me proporciona el gratísimo honor de dedicarme el segundo tomo de la historia de la Compañía de Jesus de Nueva-España, escrita por el padre Francisco Xavier Alegre, originario del mismo departamento de Veracruz, en que yo he nacido. Esta obra, formada con una gran crítica, descubre luego que su autor es el teólogo distinguido que admiran las escuelas, y el mismo que ha reproducido las sublimes concepciones de Homero en el idioma y en los melifluos versos de Virgilio. ¿Cómo no he de estar contento con el favor que V. me dispensa? Colocado, aunque sea accidentalmente al lado de ese célebre literato, me parece que crezco de estatura para envanecerme de que nuestra pátria haya sido capaz de producir esos hombres inmortales, que fundan el nombre y la felicidad de las naciones.

Acepto, pues, con la mayor gratitud la dedicatoria, y protesto á V. que por mil motivos es su adicto amigo y seguro servidor q. s. m. b.

Jose Maria Tornel

EL EDITOR.

OY principio á este segundo tomo de la Historia de la Compañía de Jesus de la provincia de México, escrita por el padre Francisco Javier Alegre de la misma Compañía, habiendo impendido un trabajo ímprobo en la impresion del primero; llevádolo con resignacion por las calamidades públicas sobrevenidas en el año anterior, que cortando el comercio por espacio de mas de un mes, impidieron la colectacion de las suscriciones que habia comenzado felizmente, sobreviniendo despues la rebaja de hecho de la moneda de cobre, en que se habian recibido no pocas suscriciones, y cuyo desenlace no estuvo en mi cálculo.

Los lectores de esta obra habrán conocido la justicia con que desde un principio recomendé su gran mérito, y teniendo ademas la satisfaccion de leer en ella la relacion de no pocos sucesos, que perteneciendo á la historia de este pais, ó no se han referido con exactitud, ó se ha procurado ocultarlos maliciosamente á los mexicanos. En el presente tomo verán muy detallados los hechos relativos al Sr. Palafox con los jesuitas, escritos no con la parcialidad que pudiera atribuirse al padre Alegre en causa propia, sino como pudiera referirlos un escritor que no perteneciese á la Compañía de Jesus, sino con arreglo al espediente que tuvo á la vista, y cuyas constancias no pueden desmentirse. Algunas personas prevenidas altamente contra la Com

pañía de Jesus, me han confesado de buena fé que han cambiado de concepto con la lectura de esta juiciosa obra, y conocian el mérito de los servicios de esta corporacion á la juventud y á las naciones bárbaras, que en muy crecido número redujeron á la fé católica, han calificado justa la pretension de que regresen varones tan ilustres á este pais, de donde fueron injustamente lanzados, para que restablezcan la moralidad y las ciencias, en gran parte perdidas, y sin las que no puede ser feliz una nacion. Yo, pues, me doy por satisfecho y recompensados mis afanes con haber conseguido este objeto, y concluyo suplicando á los buenos americanos que desean nuestra felicidad, haga cada uno por su parte cuanto pueda para que se realice el suspirado restablecimiento de esta sociedad. Suplico igualmente, se me dispense la libertad que me he tomado de añadir una ú otra nota al texto para ilustrar algunos hechos ocurridos despues de haber escrito el padre Alegre su historia, y de que no pudo tener noticia, así como al supremo gobierno el que haya formado é insertado en el primer tomo un suplemento relativo al Nuevo-Mévico, cuyas misiones no tuvieron los jesuitas. Hicelo con el objeto de manifestar la necesidad que hay de establecerlos allí, ó en otros puntos, só pena de que alentados los bárbaros con los auxilios de los aventureros Tejanos continuarán haciéndonos una guerra á muerte y sin cuartel, que no podremos resistir por la falta de gente, de tropas y de dinero para pagarlas, de modo que si esta continúa, no solo seremos testigos de muy horrendos destrozos, sino que probablemente perderemos para siempre una gran parte de aquellos ricos departamentos, que bien administrados, producirian muy cuantiosas rentas á nuestro erario. Desengañese el gobierno y abra los ojos para conocer esta dolorosa verdad; en tiempo está de remediar males tan infandos. La ferocidad de los indios gentiles no se doma sino por medio de las misiones, y para estas ningunos son mas propios que los jesuitas. Algunas tribus de bárbaros han protestado que no se someterán al yugo del Evangelio sino cuando se presenten los padres prietos (así llaman á los jesuitas); tan ventajosa idea les inspiraron sus mayores que los conocieron y amaron cordialmente.

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