Obras, Volumen1

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Editorial "Saturnino Calleja", 1924
 

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Pasajes populares

Página 206 - Era la ciencia en persona. Oyó Vega embebecido Aquel himno prodigioso, E, inclinando el rostro hermoso. Dijo: "Sé que me has vencido." El semblante humedecido Por nobles gotas de llanto Volvió a la joven, su encanto, Y en los ojos de su amada Clavó una larga mirada, Y entonó su postrer canto...
Página 138 - Que en estos bellos campos reina alzada La bárbara opresión, y que esta tierra Brota mieses tan ricas, abonada Con sangre de hombres, en que fue inundada Por la superstición y por la guerra...?
Página 243 - Fuenfría, allí volaré yo, y allí cantando con voz que atruene en rededor la sierra, lanzaré por los campos castellanos los ecos de la gloria y de la guerra.
Página 138 - Era la tarde: su ligera brisa Las alas en silencio ya plegaba Y entre la hierba y árboles dormía, Mientras el ancho sol su disco hundía Detrás de Iztaccihual. La nieve eterna Cual disuelta en mar de oro, semejaba Temblar en torno de él; un arco inmenso Que del empíreo en el cénit finaba Como espléndido pórtico del cielo De luz vestido y centelleante gloria, De sus últimos rayos recibía Los colores riquísimos.
Página 206 - Era el grito poderoso Del progreso, dado al viento ; El solemne llamamiento Al combate más glorioso. Era, en medio del reposo De la Pampa, ayer dormida, La visión ennoblecida Del trabajo, antes no honrado; La promesa del arado Que abre cauces a la vida.
Página 139 - ... mil estrellas y mil... ¡Oh! ¡yo os saludo fuentes de luz, que de la noche umbría ilumináis el velo, y sois del firmamento poesía! Al paso que la luna declinaba, y al ocaso fulgente descendía con lentitud, la sombra se extendía del Popocatepec, y semejaba fantasma colosal. El arco oscuro a mí llegó, cubrióme, y su grandeza fué mayor y mayor, hasta que al cabo en sombra universal veló la tierra.
Página 139 - ¿cómo el vuelo de las edades rápidas no imprime alguna huella en tu nevada frente? Corre el tiempo veloz, arrebatando años y siglos como el norte fiero precipita ante sí la muchedumbre de las olas del mar. Pueblos y reyes viste hervir a tus pies, que combatían...
Página 204 - ... su agitado seno, Sobre el poeta derramó sus flores. Desde la hierba humilde, Hasta el ombú de copa gigantea ; Desde el ave rastrera que no alcanza De los cielos la altura, Hasta el chajá que allí se balancea Y...
Página 238 - Ni al Indio pudo guardar un Ponto inmenso, borrascoso, de sus sencillos lares inútil valladar; de horror cubierto vuestro Genio feroz, hiende los mares, y es la inocente América un desierto.
Página 141 - Palos de Moguer, routiers et capitaines Partaient, ivres d'un rêve héroïque et brutal. Ils allaient conquérir le fabuleux métal Que Cipango mûrit dans ses mines lointaines, Et les vents alizés inclinaient leurs antennes Aux bords mystérieux du monde Occidental. Chaque soir, espérant des lendemains épiques...

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