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« de V. M. revolucionarios? ¿No es un hecho triste «y vergonzoso que en tres provincias esté casi en completa quietud establecido el gobierno de Cár« los V, y que en otros puntos tremolen su bande<< ra facciosos armados á su nombre? ¿Son hechos << que los capitanes generales de las provincias que << con ardor entusiasta conservan á V. M. sus pro<«vincias tranquilas y fieles, son los mismos á los « que se les acusaba de innovadores, y que aun se << trató varias veces de su remocion? ¿Son, en fin, << hechos la completa y absoluta nulidad en que << se halla la preciosa institucion del Consejo de go«bierno, legado grande y generoso del Rey di<< funto, que la historia calificará como el acto mas digno de su proceloso reinado? ¿Es un hecho que « la infraccion del testamento del Rey seria un crímen << que la nacion que respeta y acata la última volun« tad de su soberano, calificaria como un delito de <«< alta traicion? ¿No existe un desacuerdo absoluto «< y una escision completa entre las capitanes gene<< rales y el ministerio, con la cual no es posible go<< bernar bien?

« Pues todos estos hechos constituyen la opinion « pública en la ansiedad y aun en la efervecencia « mas terrible, y ellos pudieran por desgracia con<<< ducir á la exasperacion, y esta á un movimiento

popular funesto, verdadero desacato á los respe«tos de V. M., que minaria el trono y conmoveria <<< los cimientos del edificio social. Pero sea como quiera, tal es el estado de exaltacion en que se

<<< halla la opinion pública por mas que se diga que << no existe: tal vez me equivoque, pero del mismo <<< modo lo ven cuantos partidarios cuenta la causa << de V. M., que me veo obligado á hacérselo saber << para su superior conocimiento.

Tal vez esta carta tendrá igual suerte que mi « MEMORIA, la que V. M. no tuvo por conveniente << pasar al Consejo de gobierno, y sí á manos dep <<< presidente del Consejo de ministros; pero sea lo «< que quiera, no sé temer nada cuando se trata del << servicio de V. M. y del bien de mi patria. Estos << objetos sacrosantos son mi solo ídolo, y en sus << aras, no lo dude V. M., sacrificaré siempre mi <«< opinion, mi fortuna y mi existencia. Soy, Seño<< ra, etc. El M. de M. C. de F. 15 de noviembre << de 1833."

Valióme esta carta no pocos desagrados y acusaciones. Ya anteriormente habia dado aviso la policía al gobierno, sin duda con intencion liviana, pues era una mera invencion, de que en mi casa se tramaba una conspiracion contra el ministerio; y llegóse á proponer en el consejo mi prision. Suspendiéronla las reflexiones del distinguido ministro del Fomento, conde de Ofalia, que se encargó de amonestarme, lo que verificó, oyendo mi vigorosa respuesta, habiendo acompañado á la carta que escribí á S. M con dicho motivo, con fecha 3 de octubre, que copio íntegra, una peticion solicitando licencia indefinida para viajar fuera de España. He aquí la carta.

<< Señora: una combinacion ha hecho llegar á mi

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noticia que se me ha calumniado, suponiéndome

<< capaz de actos que yo me degradaria en refutar.

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« V. M., Señora, me conoce, y tiene pruebas positivas de mi decision y de mis compromisos en <«< la causa de V. M. y de su augusta hija: pocas << horas hace tuve el singular honor de decírselo << verbalmente á V. M., y ahora se lo repito y juro « por mi honor.

<< Mas el mismo deber que dictó mis espresiones << de lealtad, exigia decir á mi Reina y Señora la « verdad: se la dije á V. M., pues en los palacios es <<< un don del cielo para los Reyes que se les diga sin pasion ni miras particulares, y en mí no las habia << por cierto; solo hablaba el profundo interés por << causa de V. M. Difícilmente deja de identificarse <«< con sus consejos el interés personal de los hom<«<bres que habiendo pesado siempre sobre el Esta

la

do, no pueden separar su suerte y su fortuna de « su puesto público, del que depende su pan y su <<< nombre: pero yo, Señora, no he pesado nunca <<< sobre el Estado, al contrario contribuyo á levan<< tar sus cargas con una suma anual considerable: no << soy ni puedo ser revolucionario. Mi causa es la del « trono, pues mi clase, mi nombre y mis intereses <<< están identificados con su existencia.

<< Mas todo, Señora, es nada para mí, como no << sea la idea que agita mi corazon, que en este mo<«<mento se sale del pecho, la idea, Señora, de si << ha podido pintárseme como el menor entorpeci<<< miento á la marcha del gobierno, y como dudo

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<«< so á la causa de V. M.; razones todas que me ha<< cen adoptar el partido de rogar á V. M. acoja benignamente mi exposicion, que le ruego encareci<<< damente decrete al tenor de su súplica.

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Dígnese tambien disimular mi atrevimiento, y «< creerme el mas fiel vasallo y servidor de V. M. « Madrid 3 de octubre de 1833.-El Marques « de Miraflores Conde de Floridablanca.”

Encargóse por la Gobernadora al presidente del consejo me hiciese saber que no seria de su Real agrado verme dejar la España, si bien no se me negaria pasaporte si insistia en pedirlo, á lo que contesté al presidente del consejo que para mí no habia mas regla que la voluntad de S. M., y que abandonaba mi idea, toda vez que no merecia su Real аргоbacion.

Fuese pues por la fuerza de la misma situacion, ó por cualquiera otra causa, á muy poco tiempo de la muerte del Rey habia ocupado el ministerio del Interior D. Francisco Javier Burgos, uno de los hombres de mas alta capacidad de la monarquía. Empezó Burgos á plantear el sistema que yo creí entonces y creo hoy el mas útil para hacer sentir al pais beneficios materiales, aceptando el principio de reforma. Su circular á los subdelegados de Fomento, la creacion de los subdelegados por las provincias, elegidos entre los prohombres liberales é ilustrados de cada una de ellas, serán un testimonio eterno de la injusticia con que míseras y ruines pasiones ocasionaron poco tiempo despues la caida de este hombre de

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Estado. Sus estensos conocimientos en la ciencia de la administracion, ciencia nueva y poco conocida en España, hubieran podido ser de utilidad inmensa y real para la regeneracion del pais, ante cuya ventaja debieron haber enmudecido los partidos y las pasiones políticas, que le alejaron de su puesto con grave perjuicio de la administracion pública, la mayor y mas preferente necesidad de nuestro estado social. Burgos, tal vez mejor que otro alguno, la hubiera establecido y regularizado, si menos exacerbadas en su contra las pasiones, le hubiesen dado el tiempo suficiente para plantear el sistema de reforma que se proponia, y que la situacion reclamaba con urgencia; pero cuyos efectos no podian conocerse sino despues de hallarse en práctica algun tiempo, empleando en su ejecucion el tino y circunspeccion que debe acompañar siempre todo cambio, pues como dice un célebre político contemporáneo, "al « lado de la ventaja de mejorar se halla siempre el «< peligro de variar.”

Mas en política como en casi todas las cosas, siempre es propio de la condicion humana juzgar por resultados. Los tristes acontecimientos que sucesivamente han ido sucediéndose despues de aquella época,

dieron por resultado ver perecer entre convulsiones funestas todos los elementos conservadores en que reposaba la antigua monarquía; y en tal caso no es de estrañar por cierto que entre las mil causas á que se han querido atribuir despues tan desgraciadas consecuencias, se haya enumerado, aun por personas

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