Imágenes de páginas
PDF
EPUB

tora de la revolucion, un pais fuerte, organizado y perfectamente gobernado.

Habia creado la admirable institucion de la gendarmería, instrumento capital para la administracion de Francia. Existia una policía de amparo y proteccion, y en suma una centralizacion gubernamental muy fuerte. Ademas habia dotado á la Francia de códigos, hecho independiente y recta la administracion de justicia, levantado religiosamente los altares y los sacerdotes, y reconciliádose con el Papa: habia establecido como dogma y afianzado por la costumbre el respeto inviolable á la propiedad y á las personas. Habíase tambien rodeado, despues de coronado de una inmensa gloria militar, de todos los hombres eminentes del pais en todas las carreras, y creado, en fin, una administracion completa en todos los ramos. En suma la Francia tenia un gobierno fuerte cuando aceptó definitivamente las formas representativas.

Este era el estado social de la Francia en 1814 cuando hizo su tránsito al gobierno representativo. Así, la cuestion de formas es secundaria, y el gobierno representativo no solo es posible sino que puede hacer la dicha y la prosperidad del pais gobernado de esta manera; pero aun así, ¡qué dificultades no ha tenido que vencer la Francia hasta llegar al

estado que hoy dia tiene! Verdad es que impuesta la dinastía y la carta de 1814 por la mano del estranjero no era fácil su consolidacion. Humillada la independencia nacional, este sentimiento innato siempre en todos los paises, y muy singularmente en Francia, era un cáncer constante que corroia su existencia. Conservóla sin embargo la diestra mano del prudente y hábil Luis XVIII, pero dejóla hundir su indiscreto sucesor, siendo casi perdidos para la Francia los diez y seis años que trascurrieron desde 1814 hasta 30 en órden al objeto de consolidar sus instituciones. Decirse puede que hasta la época de 1830 no se empezó sériamente en Francia la grande obra de identificacion de las formas representativas con los usos y las costumbres públicas, sin lo cual no hay instituciones sólidas; y gracias sean dadas, á decir verdad, á una mano augusta y diestra cual la del monarca á quien sentó en el trono la revolucion de julio, que agarrando el timon de la nave, la ha sacado á salvo de las borrascas propias de una nueva revolucion (la del año 1830) verificada en una sociedad casi disuelta, de donde habian desaparecido anegadas en sangre ilusiones, creencias, todo; y donde por instinto de propia salud vinieron á reemplazar á los antiguos elementos sociales tan solo intereses materiales, convirtiéndose felizmente en elementos vigo

rosos de conservacion y de órden. En suma, este pais tuvo la dicha de hallar tres grandes hombres ad hoc, cada cual para llenar las necesidades de su situacion respectiva. Bonaparte con su brazo de hierro para reconstruir despues de la revolucion; Luis XVIII para hacer posible una antigua dinastía en Francia; Luis Felipe para hacer posibles las nuevas formas y conseguir tal vez consolidarlas.

Inexacto fuera sin embargo querer aplicar con identidad el ejemplo de nuestros vecinos, ni comparar el estado social de la Francia con el que tenia la España á la muerte de su último monarca, ni aun con el estado en que hoy se encuentra. Ni el carácter nacional, ni los usos y costumbres se parecen en nada en ambas naciones. La revolucion de Francia disolvió su sociedad entre sangre: la sociedad española si se halla en efecto en el caos, no es tanto por la revolucion como por la completa falta de administracion. La Francia tuvo que vencer para llevar adelante su revolucion resistencias inmensas y tenaces. En España no habia, siglos hacia, resistencias activas de aquella naturaleza; por el contrario, existian en amistosa armonía el trono, el clero y el bajo pueblo. Vencido el poder feudal por esta liga, la aristocracia perdió su poder, su importancia y su influencia desde Cárlos V, que con destreza convirtió

B

las altivas y turbulentas noblezas castellana y aragonesa en simples criados de palacio. De esto trae su orígen la inmensa diferencia de nuestra constitucion social de la del resto de Europa. Por otra parte Francia tenia que adquirir la igualdad de condiciones, y para ello tenia que destruir los duros privilegios de una feudalidad todavía exigente, y de una nobleza arrogante y altiva. En España la igualdad de condiciones existia de hecho: apenas habia clase ni empleo que exigiese condicion ni calidad especial.

La nobleza y el clero francés anteriores al año 89 no se parecian en nada á la nobleza ni al clero español del año 1833. Hasta los institutos monásticos eran en España eminentemente democráticos; y las prácticas religiosas, útiles en grado eminente como elemento de Gobierno, no dejaron, sin embargo, de influir en democratizar el pais: entre el andrajoso manteo arrastrado en una universidad y el episcopado, la Cámara de Castilla ó el Ministerio, no habia obstáculo alguno; y un hijo del ínfimo proletario, hecho fraile francisco, llegaba á general de su órden, y como tal á Grande de España. En la época posterior á 1814 figuran los nombres de Calomarde y del P. Cirilo, hijo aquel de un pobre alpargatero, y el célebre arzobispo de Cuba de no mas elevada alcurnia. Existia tambien en España un hecho bien notable; en vez del

ardiente afan de las clases previlegiadas en favor de sus fueros, mas que en la clase media, existian en ellas principios liberales ó gérmenes de progreso. Por otra parte el estímulo ardiente hácia las novedades que tanta influencia tiene en el carácter francés, jamás la tuvo en España, antes por el contrario predomina en nosotros cierta inercia de suyo conservadora porque contiene en vez de agitar, mirando con despego todo género de innovaciones.

Tres causas, tres solas consignadas en la historia de nuestras revoluciones políticas de treinta años á esta parte, son las que, en mi juicio, han producido el lastimoso estado social en que la España se ve hoy. La primera fué la gloriosa conmocion de 1808 para rechazar la pérfida invasion del estranjero y salvar la independencia nacional. Santo y glorioso fué el motivo; pero los medios á que el pais hubo de recurrir en el completo abandono en que quedó sin Rey y sin gobierno, para buscar de uno ú otro modo fuerza y energía, produjeron un verdadero trastorno social, que empezó por descentralizar completamente el gobierno, reanimando el gérmen federativo provincial que se conservara siempre vivo en varias provincias del reino, en las que se hablaba distinta lengua, se vestia distinto traje, se tenian distintas costumbres, y hasta las leyes eran en gran parte distintas.

« AnteriorContinuar »