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inteligencias en la plaza, como él mismo lo comprendió. Esta es la parte de que San Martín se encargara, al continuar los trabajos de zapa iniciados en Pisco. Á este fin respondía el alarde de sus fuerzas en la bahía del Callao antes de desembarcar en Huacho, así como su aparición en el mismo punto antes de recalar con su convoy por segunda vez en el puerto de Ancón.

Los patriotas peruanos de Lima, dirigidos por Riva Agüero y López Aldana, provistos por San Martín de los fondos necesarios, habían iniciado de antemano trabajos secretos para poner en manos de los libertadores las fortalezas del Callao. Encontraron al parecer los hombres que necesitaban, en un español llamado Juan Santalla, comandante del batallón Cantabria, que guarnecía la plaza, y el caraqueño Juan de la Cruz Cortinas, que mandaba uno de los castillos. Era Santalla un tipo singular, que á pesar de su reputación de cobarde, dominaba por su soberbia á cuantos le rodeaban: tenía las fuerzas de un Hércules, que doblaba con sus dedos un peso fuerte, rompía una baraja con tanta facilidad como una hoja de papel, y con una sola mano lanzaba al aire un hombre cual si fuese una pelota. De ideas liberales, su gran pasión era el juego, y estos dos móviles le hicieron entrar en el plan por inclinación y por sórdido interés. En cuanto á Cortinas, era un patriota, que con más inteligencia que Santalla, obraba movido por su sentimiento de americano. El primer proyecto concertado, consistía en clavar los cañones de la cortina de las fortificaciones que cae á la mar brava, para facilitar el ataque de la escuadra. Al efecto, se fabricaron sigilosamente en Lima ochenta clavos arponados de las menas de los calibres que debían inutilizarse, y se distribuyó entre la tropa una fuerte cantidad de dinero. El virrey tuvo un conocimiento vago de esta conjuración (5 de diciembre de 1820) y cambió la guarnición de los castillos. Recomenzados los trabajos de zapa, se concertó un segundo plan que

TOM. III.

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consistía en posesionarse de los baluartes con una parte de la nueva guarnición sobornada, y por los puntos de acceso al mar, abrir paso á las tropas de desembarco destinadas á proteger la operación. Cuando todo estuvo dispuesto para dar el golpe, San Martín hizo embarcar en la escuadra (30 de enero de 1821) una división de 550 hombres al mando de Miller. El virrey tuvo noticia de este movimiento de fuerzas, y receloso, reforzó la guarnición del Callao, tomando nuevas precauciones. Todavía se concertó un tercer plan ideado por Cortinas, que podría servir de argumento de melodrama, más bien que de base á una operación militar, y que refleja el acaloramiento de imaginación de los agentes revolucionarios que trabajaban en las sombras del misterio. Forjáronse llaves falsas de todas las puertas de los castillos, que se trabajaron en Lima como los clavos, y con esto, y contando con algunos individuos de tropa seducidos, pensaban apoderarse de una de las patrullas que hacía la ronda exterior, y dar acceso á las tropas de desembarco; pero relevado Cortinas del mando del castillo que estaba á su cargo, todo quedó en proyecto (2).

Es interesante confrontar la correspondencia entre San Martín y Cochrane con relación á estos planes, que hasta hoy ha permanecido inédita, y en la que puede seguirse la filiación de la expedición á puertos intermedios, á la vez que completan y corrigen las « Memorias » del ilustre almirante.

En los primeros días de febrero, cuando todo estaba preparado para ejecutar el segundo plan respecto del Callao, San Martín despachó un emisario llamado Martín Guarnís,

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(2) Paz Soldán trae una parte de los documentos que se relacionan con estos trabajos, que se completan con los que más adelante citaremos. Véase « Hist. del Perú Indep. », pág. 177, apéndice núm. 3 y Cat. de manuscritos en ídem. Véase también « Resumen de los servicios del General Miller en Sud-América, con documentos comprobantes », pág. 5.

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con instrucciones para sus agentes secretos y encargo de trasmitir directamente los avisos convenientes á Cochrane, quien había entrado de lleno en el plan. «Por mis oficios, >> decía al general (10 de febrero), verá que hasta ahora no he podido emprender el golpe mortal que V. había dispuesto >> contra el enemigo; pero créame, que cuando llegue la tropa, ningún esfuerzo que pueda hacer, faltará para lo» grar este objeto importantísimo » (3). Una semana después (16 de febrero), escribía á Monteagudo, que habiéndose divulgado el secreto, el admirable plan fallaba totalmente, y le adjuntaba las carlas del emisario Guarnís (4). En el mismo día se dirigía al general diciéndole: «< Hoy he visto, que » el enemigo ha sacado casi todos los cañones de las bate>> rías de parte del mar, y los han vuelto hacia tierra, >> así como los de los torreones. Es por ahora impracticable >> hacer tentativa alguna sobre el Callao » (5). Al día siguiente volvía sobre lo mismo, pero con otros objetivos: « Quisiera » que pudiese á V. explicar en español como en inglés, en lo » que fundo mis opiniones acerca de nuestra situación mi» litar y política; pero esto no es posible, y siendo así, permítame asegurarle que mis motivos son el interés público, » la gloria de V. y mis propias esperanzas, tres objetos sufi»cientes para no comunicarle sino lo que pienso. El golpe

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» mortal al enemigo de la toma de los castillos, habiendo >> sido frustrado inicuamente á causa de algunos que han » tenido noticia de sus acertadas intenciones, incapaces de

» callarse, espero que en ningún caso comunicará V. sus re

>>

(3) Carta de Cochrane á San Martín de 10 de febrero de 1821. M. S. aut. (Arch. San Martín, vol. LXII.)

(4) Cartas de Cochrane à Monteagudo en inglés y español, de 16 de febrero de 1821. M. SS. aut. (Arch. San Martín, vol. LXII.)

(5) Carta de Cochrane á San Martín de 16 de febrero de 1821. M. S. (Arch. San Martín, vol. LXII.)

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>>

>> soluciones sino á los que quiera confiar la ejecución de >> sus futuras empresas. El virrey ha creído que el destino » de la tropa embarcada era á Cerro Azul, según voz y pro» clamas que esparcimos, y han salido para Chilca dos regi» mientos de infantería y tres escuadrones. Lo que me pa>> rece debe hacerse por ahora, y hasta que el ejército pueda » moverse, es fatigar los enemigos con marchas y contramar» chas de Chorrillos á Cañete, de Cañete á Chilca, y de una parte á otra, para caer sobre ellos de improviso. - Acuér>>> dese, mi estimado General, cómo han obrado los ate>> nienses con el poderoso Filipo y los romanos con los >> cartagineses. Si V. quiere volver los quinientos de tropa » á mi disposición, responderé con mi cabeza, de ocupar á >> lo menos la mitad del ejército enemigo, sin riesgo ninguno. Digo, si V. quiere volver la tropa, pues aunque está aquí, >> no quiero tomar sobre mi responsabilidad detener la que » V. me ha confiado para un solo objeto, y así la envío á » Huacho. Á su llegada será bueno mandar preparar trans» portes para 3,000 hombres á fin de distraer la atención » del enemigo. Si esto se hace, yo respondo con los quinien>>tos hombres de tener tan inquieto al enemigo que pueda » dar los recursos para la subvención de la causa patriótica. » Sus tropas se fatigarán en buscarnos inútilmente, no les quedará ninguna parte del norte, y no recibiendo recursos del interior, no tendrán más tierra que la que pisa su ejér »cito». Y terminaba su carta, protestando contra una imputación que le hacía el gobierno de Chile de haber permitido la introducción de víveres al Callao: « Ahora estoy sacrifi» cándome sin provecho á la patria, y sin honor, en un blo» queo, que unos pícaros por su ganancia, inutilizan. Lea » V. el oficio que en copia incluyo! El original es sin firma » del Excmo. Sr. Director! (O'Higgins). Debería yo ser >> ahorcado si hubiese permitido tal entrada. ¿Y qué castigo » menor es debido al que ha inutilizado por dos meses los

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>> esfuerzos de V., del Ejército y de la escuadra? » (6). Como San Martín preparaba por este tiempo la segunda campaña á la sierra á cargo de Arenales, puso á disposición de Cochrane la división de Miller, fuerte de 600 infantes escogidos y 80 granaderos á caballo (7) con el objeto de concurrir á ella, haciendo una diversión, á la vez de interceptar la comunicación de las provincias del sud de Lima. — Así fué acordada la expedición á puertos intermedios bajo la dirección de Cochrane (8).

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La primera expedición á puertos intermedios está vinculada al nombre de Miller, y su figura en ella ha sido popularizada por el retrato de cuerpo entero que se encuentra al frente de sus « Memorias ». Esbelto, de rostro simpático, con patilla rubia á lo Wellington, con un anteojo de larga vista en una mano y apoyada la otra en una espada inglesa envainada, llevaba en la cabeza el sombrero elástico de ordenanza, y sobre su uniforme militar, el poncho americano, con grandes espuelas peruanas de plata en los pies: en lontananza vense los Andes, y á su pie una tropa que alista sus cabalgaduras para la marcha en la montaña. En medio de este paisaje, con ese traje y tales arreos, desembarcó Miller en Pisco y se posesionó de Chincha, ocupando el pueblo bajo la protección de los cañones del San Martin, la O'Higgins y la

(6) Carta de Cochrane á San Martín de 17 de febrero de 1821. M. S. aut. (Arch. San Martín vol. LXII.)

(7) Esta es la fuerza que el mismo Miller da en sus « Memorias », t. I, pág. 264.

(8) Compárese esta versión fundada en los documentos del mismo Cochrane con la que da en sus « Memorias », pág. 128 y sig.

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