Imágenes de páginas
PDF
EPUB

conducía al pie de la montaña. La columna patriota salvó esta distancia en una marcha forzada de diez y ocho horas, y en la noche del 21 de mayo descendió al valle de Locumba por un despeñadero, por el cual sólo podía pasar un hombre de frente hasta llegar á la orilla izquierda del río.

La Hera había establecido su campamento en una hondonada el pie de la serranía sobre la margen derecha del mismo río, que forma un pequeño valle lateral, y dormía tranquilo dentro de los cercos del pueblecillo allí situado que lleva el nombre de Mirave, considerando imposible todo ataque. Eran las doce de la noche, y reinaba profunda oscuridad; una descubierta de cinco hombres que precedía la columna, encontróse en su camino con un piquete de caballería que pastaba unos caballos en un alfalfar cercado, de los que se tomaron tres prisioneros, pero los otros dieron la alarma en el campo realista. Miller, que no suponía á los enemigos tan cercanos, se encontró sorprendido á su vez, y sin conocer su exacta posición, mandó que los tambores y cornetas sonasen la carga, lanzando el alarido de guerra de los indios; pero se encontró con el obstáculo del río, que en aquel punto se divide en dos brazos. Los capitanes Hill y Hunn (ingleses), al frente de dos partidas de coheteros de 10 hombres cada una, sostenidos por la caballería, atravesaron el río que es allí muy torrentuoso, luchando contra la corriente que hubo de arrastrarlos. Mientras tanto La Hera, había formado su tropa y roto el fuego al abrigo de los cercos, rechazando la caballería patriota que se formó sobre el valle, mientras la reserva permanecía sobre la margen izquierda. Los dos valientes capitanes ingleses con sus coheteros tomaron posición en dos alturas á derecha é izquierda del valle, y llamaron la atención del enemigo, concentrando sobre ellos sus fuegos. Fué entonces cuando Miller pudo atravesar el torrente con su infantería, montada á la grupa de los voluntarios tacneños, cubriéndose con la boscosidad del terreno, y tendió su línea

de combate en una meseta, con uno de sus flancos sobre el borde escarpado del valle y el otro sobre una cadena de cerros. En esta actitud se pasó la noche.

Al amanecer (21 de mayo de 1821) se encontraban las dos lineas á dos tiros de fusil una de otra, en un declive de la montaña como de 1,700 metros de anchura. Miller dispuso inmediatamente el ataque, que se llevó con impetuosidad, frustrando los esfuerzos de La Hera que pretendió apoderarse de una loma dominante que tenía sobre su izquierda, y cortóle así su retirada. Desalojados los realistas de su posición y estrechados en la extremidad de un monte cortado á pique á sus espaldas, combatieron con valor desesperado, pero al fin fueron vencidos. Cuarenta y cuatro muertos, cincuenta y nueve prisioneros, la mayor parte heridos (22), y 400 mulas, fueron los trofeos de esta victoria escapando tan sólo sesenta infantes y 80 jinetes. La pérdida de los patriotas fué de 23 hombres entre muertos y heridos, siendo la más sensible la del joven Welsh (inglés), cirujano particular de Cochrane, que acompañaba á la expedición como voluntario y murió gloriosamente (23).

No habían aún desaparecido los últimos fugitivos de la Hera, cuando se presentó por el sud el comandante Ribero, con el destacamento de Puno montado en mulas, que había dormido á poco más de cinco kilómetros del campo de batalla, que al atravesar el río, y recibido por algunos disparos de cohetes, vió que llegaba tarde, y se puso en precipitada retirada.

(22) Estas son las cifras que da el mismo Miller en su parte oficial en inglés) dirigido á Cochrane desde el campo de batalla, el 21 de mayo de 1821. M. S. aut. (Arch. San Martin, vol. LXII). En sus « Memorias » da Miller 90 muertos y 156 prisioneros, y todos los historiadores americanos y españoles lo han repetido, sin fijarse que el parte oficial publicado en español en Lima, da las cifras del texte.

{(23) Parte ofi, de Miller de 21 de mayo de 1821.

TOM. III.

4

En la misma tarde continuó Miller la persecución y el 24 llegó á Moquegua. Landa, con una partida de paisanos armados, se había apoderado de antemano del único portezuelo de las alturas que rodean el sitio donde está situada la ciudad que toma su nombre del valle. Allí fué alcanzada la retaguardia de La Hera por el mayor Soler, y tomada casi en su totalidad prisionera. Fué entonces cuando Portocarrero dió la cara y se incorporó á las filas independientes. Mientras tanto, el destacamento de Ribero, llegado á última hora de la acción de Mirave, se retiraba hacia Arequipa por las alturas del valle contiguo de Torata al norte formado por el río Ilo, que desemboca en el mar y da su nombre al puerto. El 26 le dió alcance el activo Miller en un punto llamado la Calera, en las vertientes occidentales de la cordillera, á 312 kilómetros de Mirave, y casi todos fueron muertos ó prisioneros, escapando muy pocos.

Con legítimo orgullo y con verdad, dice el héroe de esta campaña, que en menos de quince días después de su desembarco, un puñado de patriotas, había muerto, aprisionado ó puesto fuera de combate cerca de mil hombres, incluyendo la guarnición dispersada en Arica. El almirante, entusiasmado por estos rápidos progresos, escribía á San Martín: « Los » aletargados se despiertan; los cobardes se vuelven va»lientes; y el enemigo, intimidado y abatido. Si siguen las cosas como hasta ahora, estaremos en Arequipa dentro de » ocho días. La pluma de Monteagudo y una imprenta, nos >> hacen mucha falta, como también armas para los jóvenes » que se presenten » (24). Pero aquí terminan los triunfos y empiezan los contratiempos, propios de toda operación sin objetivo fijo y sin base segura, por felices que sean sus co

[ocr errors]

mienzos.

(24) Carta de Cochrane á San Martín, de 28 de mayo de 1821, M. S. (Arch. San Martín, vol. LXII.)

V

Las disposiciones del general español Ramírez, contando, como contaba, con fuerzas superiores y de mejor calidad para contrarrestrar la invasión, no correspondieron á su fama militar: á no ser así, ella no habría pasado de Tacna, y Miller hubiera tenido que reembarcarse. Afortunadamente para los españoles, las mismas fuerzas convergían espontáneamente hacia el punto del ataque. Muy luego La Hera se encontró con el aguerrido batallón Gerona que venía en su auxilio. Ribero, con sus restos, se incorporó con un destacamento de 100 hombres que llegaba de La Paz. El jefe realista, hallóse así al frente de una fuerte columna de 800 veteranos, y volvió á tomar la ofensiva, con el objeto de cortar á Míller su retirada á Tacna. Noticioso Miller de esta reacción y de este movimiento, adelantó sus partidas avanzadas hasta 75 kilómetros de Arequipa para distraer la atención del enemigo, emprendió su retirada descendiendo el río Ilo (4 de junio) y se reconcentró en Tacna, cuando La Hera se hallaba como á 24 kilómetros de distancia (12 de junio). El jefe español, considerando superiores las fuerzas patriotas, y llamada su atención á retaguardia por los partidarios, retrocedió remontando el valle hasta el pie de la sierra. En estas circunstancias se recibió oficialmente la notificación del armisticio de Punchauca, que suspendió las hostilidades.

Durante el armisticio, Miller se ocupó en dar organización á sus fuerzas, que alcanzaron á cerca de 900 hombres, regularmente armados y equipados, pero de los cuales sólo 300 merecían el nombre de soldados. Lleno empero de ilusiones, escribía en esta fecha á San Martín: « Estoy en comunica»ción con el Alto Perú. El semblante de las cosas es lison

[ocr errors]

>>

[ocr errors]

»jero. El general Ramírez, sé positivamente está con un >> miedo increible: me aseguran que tiene una porción de >> mulas gordas, pronto para escapar. La llegada de unas partidas mías, compuestas principalmente de milicianos, á » 14 leguas de Arequipa, ha causado mucha fermentación » entre los realistas, tanto que, el estado mayor y el general en jefe, salieron á escoger mejor posición militar para el >> caso de ser atacados Todos los habitantes por nosotros. » del país, se hallan comprometidos, y aun cuando llegára» mos á tener un suceso desgraciado, bastaría el auxilio de » los pueblos para continuar la guerra. Sería fácil formar un batallón de 800 plazas en dos meses, si hubiese arma>>mento suficiente >> (25). Mientras tanto, Ramírez reunía como 2,000 hombres para caer sobre él así que se reabriesen las hostilidades. Por su parte, Cochrane, considerando la campaña del sud malograda, se dió á la vela con la escuadra hacia el Callao, y dejó á la columna invasora abandonada con sólo tres embarcaciones mercantes menores para el caso probable de un reembarco, las que también la abandonaron. Á la expiración del armisticio, la situación de Miller era crítica: una tercera parte de su tropa se hallaba enferma y no podía resistir ni á los 800 hombres de La Hera. En consecuencia vióse obligado á evacuar Tacna y replegarse á Arica (20 de julio). En este mismo día, la división de Arenales en la sierra evacuaba Jauja y se retiraba hacia Lima. En Arica encontró Miller cuatro buques mercantes, de que se apoderó de grado ó por fuerza, y en ellos embarcó su división con los emigrados comprometidos que le seguían. Cuando llegó La Hera al puerto, ya la expedición estaba á bordo pronta á darse á la vela.

(25) Comunicación de Miller á San Martín, de 18 de julio de 1821. M. S. (Arch. San Martín, vol. LXH.)

« AnteriorContinuar »