Episodios de la revolución cubana

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Editorial "Saturnino Calleja", 1926
 

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Página 6 - que he puesto en tres ocasiones poco más o menos esta misma frase : «Hay veces en que se desea besar el libro.» Los caballos debió usted preparar; porque leer eso, para todo el que tenga sangre, es montar a caballo. Yo no quiero más que acusarle recibo de este libro radiante y conmovedor. Harto sabe
Página 8 - voluntad del editor y no por la mía ; no porque no ame yo el verso blanco, como que escribo en él, para desahogar la imaginación, todo lo que no cabría con igual fuerza y música en la rima violenta; sino porque a Moore no se le puede separar de su rima, y no es leal traducirlo sino como
Página 94 - ¿cuando usted pasó los Andes con cuatro hombres, no iba a acometer una empresa más descabellada que la mía? El éxito la hizo razonable. Me tendió la mano, se la estreché con fuerza y partí. En ruta. Escalas: Montevideo,
Página 8 - sobre cierto capitán de partido, vi que entendía el carácter y adoraba el color, y que lo único que le sobraba era mérito. Otro le paleará un adjetivo o le disputará un verbo; yo, que sé lo que se suda en el taller, saludo con un fuerte apretón de manos al magnífico trabajador.
Página 216 - mientras desenvaina el sable de empuñadura dorada, decía con voz entera: —¡Comandante Agüero, diga usted a sus soldados que su jefe, el brigadier Sanguily, está en poder de esos españoles; que es preciso rescatarlo vivo o muerto, o perecer todos en la demanda! Y volviéndose a la izquierda, gritó con ronco acento
Página 56 - viendo una columna enemiga atravesar la sabana, le dijo: —Métase por la cabeza y salga por la cola, que yo lo apoyo. Fidel Céspedes requirió los arreos de su caballo, y volviéndose a sus treinta jinetes: —¡Ojo a las monturas!—gritó. Poco después un oficial le decía: —¡Todos listos ! —¡A
Página 57 - la caldeada sabana. Se echó sobre la hierba, haciendo almohada del sombrero, y momentos después roncaba como un canónigo. El estampido de una descarga le hizo ponerse de pie. Se restregó los ojos con los puños y miró a su alrededor. Estaba sitiado por una
Página 8 - un adjetivo o le disputará un verbo; yo, que sé lo que se suda en el taller, saludo con un fuerte apretón de manos al magnífico trabajador. ¿Me permite, en muestra de mi agradecimiento por haberse acordado de mí, y de mi alegría porque le ha salido a mi patria un buen libro, mandarle las primicias de mi traducción de Moore,
Página 58 - súbito, avanzó hacia el magnífico bruto que lo llevó sobre sus lomos en la famosa carga, y descargándole un terrible machetazo en la cabeza: —¡No gozarán de él!—exclamó. Y siguió hacia un macizo de cocoteros, empuñando el ensangrentado machete y repitiendo el reto: —¡Uno a uno, al arma blanca! Pero cayó a la mitad del camino acribillado por una lluvia de balas.
Página 7 - no sé yo el trabajo que le ha costado a usted la marcha de Gómez por la llanura de San Agustín? El que lo quiera leer de prisa no podrá, o lo tachará de oscuro, cuando en realidad no lo es, sino que el color es tan intenso y la factura tan cerrada, que ha

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