El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, Volumen2

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La Viuda de Hernando y C., 1894
 

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Pasajes populares

Página 160 - que trae puesto en la cabeza un yelmo de oro? Lo que veo y columbro, respondió Sancho, no es sino un hombre sobre un asno pardo como el mió, que trae sobre la cabeza una cosa que relumbra. Pues ese es el yelmo de Mambrino. dijo D. Quijote: Apártate á una
Página 77 - es el valeroso Lanrcalco. señor de la Puente de plata: el otro de las armas de las flores de oro, que trae en el escudo tres coronas de plata en campo azul, es el temido Micocolembo, Gran Duque de Quirocia: el otro de los miembros giganteos que está
Página 347 - podré sostenerme en esta cuita, que ademá-s de ser fuerte es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera relación '¡oh bella ingrata, amada enemiga mía! del modo que por tu causa quedo: si gustares de acorrerme, tuyo soy, y si no haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida habré satisfecho
Página 78 - que derribó Sansón, cuando con su muerte se vengó de sus enemigos. Pero vuelve los ojos á estotra parte, y verás delante y en la frente de estotro ejército al siempre vencedor y jamás vencido Timonel de Carcajona, Principe de la nueva Vizcaya, que viene armado con las armas partidas á cuarteles,
Página 303 - en su tiempo en el mundo. Mal año y mal mes para D. Belianis y para todos aquellos que dijeren que se le igualó en algo, porque se engañan, juro cierto. Digo asimismo, que cuando algún pintor quiere salir famoso en su arte, procura imitar los originales de los más únicos pintores
Página 83 - de horadados labios, y otras infinitas naciones cuyos rostros conozco y veo, aunque de los nombres no me acuerdo. En estotro escuadrón vienen los que beben las corrientes cristalinas del olivífero Betis 34), los que tersan y pulen sus rostros con el licor del siempre rico y dorado Tajo, los que gozan las provechosas aguas del divino Genil
Página 343 - lo del linaje importa poco, que no han de ir á hacer la información del para darle algún hábito, y yo me hago cuenta que es la más alta Princesa del mundo. Porque has de saber, Sancho, si no lo sabes, que dos cosas solas incitan á amar más que otras
Página 88 - vuestra merced dice parece por todo esto: á lo menos yo no los veo; quizá todo debe de ser encantamento, como las fantasmas de anoche. ¿Cómo dices eso?, respondió D. Quijote; ¿no oyes el relinchar de los caballos, el tocar de los clarines, el ruido de los alambores?
Página 116 - de la iglesia, á quien respeto y adoro como católico y fiel cristiano que soy, sino á fantasmas y á vestiglos del otro mundo. Y cuando eso asi fuese, en la memoria tengo lo que le pasó al Cid Rui Diaz, cuando quebró la silla del embajador de aquel Rey delante de su Santidad el
Página 304 - que debajo de la bandera de amor y de la Caballería militamos. Siendo, pues, esto asi como lo es, hallo yo, Sancho amigo, que el caballero andante que más le imitare, estará más cerca de alcanzar la perfección de la Caballería: y una de las cosas en que más este caballero mostró

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