Obras de D. J. García Icazbalceta, Volumen1

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Imp. de V. Agüeros, editor, 1896

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Página 380 - La séptima pla«ga (dice) fue la edificación de la gran ciu«dad de México, en la cual los primeros años «andaba más gente que en la edificación del «templo de Jerusalen, porque era tanta la «gente que andaba en las obras, que apenas «podía hombre romper por algunas calles y «calzadas, aunque son muy anchas; y en las «obras,
Página 156 - Diaz lo asegura, y el P. Motolinia dice que hacían «guantes y calzas de aguja de seda, y bonetillos de seda y también eran bordadores razonables (1).» Por otra parte, el inglés Enrique Hawks, que 'andaba por aquí en 1572, dice: «Cógese mu'cha seda y hacen de ella toda suerte de
Página 161 - algunas veces y bajado por causa de algunos religiosos que por venir la cría en cuaresma les parece que los indios no acuden á los sermones y doctrina, y por este Impedimento otros dicen que para ser cristianos no. han menester bienes temporales, y así esta granjeria y las demás, crecen y
Página 21 - Clímaco, y como no los hubiese en romance mandáronle que le tradujese del latín. Hízolo así con presteza y elegancia, por ser muy buen latino y romancista, y fue su libro el primero que se imprimió por Juan Pablos, primer impresor
Página 81 - el ímpetu con que seguía una arte tan dichosa como la medicina, cuyas faltas cubre la tierra) le mandaron, so graves penas, que no visitase enfermos ni ejercitase la medicina, añadiendo á las pasadas el destierro de la ciudad. Porque se había experimentado que no escapaba persona en quien pusiese sus manos. Aunque dentro de un año se
Página 234 - recién venido de España criado en una aldea, y júntense éstos, que tengan plática y conversación el uno con el otro: oiremos al español nacido en las Indias hablar tan pulido, cortesano y curioso, y con tantos preámbulos, delicadeza y estilo retórico, no enseñado ni artificial, sino natural, que parece ha sido criado toda su vida en corte y en
Página 78 - cuándo vino, y que pensando piadosamente no sería sino un curandero. Otro cirujano había, llamado Maes*tre Juan, que «curaba algunas malas heridas, y se igualaba por la cura á excesivos precios.» Este había venido con Narváez, y le curó el ojo que le quebraron la noche de su prisión
Página 5 - En esa fecha escribía el Sr. Zumárraga al Emperador: «Poco se puede adelantar en lo de la imprenta por la carestía del papel, que esto dificulta las muchas obras que acá están aparejadas y otras que habrán de nuevo darse á la estampa,
Página 211 - era mexicano, el nombramiento causó general satisfacción en la ciudad. El notable aprovechamiento de los discípulos, que á la edad de doce y catorce años «componían y recitaban en público piezas latinas de muy bello gusto en prosa y verso,» obligó á abrir los estudios mayores