Antología de poetas hispano-americanos, Volumen2

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Marcelino Menéndez y Pelayo
Tip. de la "Revista de archivos", 1927
 

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Pasajes populares

Página 11 - Corre el tiempo veloz, arrebatando años y siglos como el norte fiero precipita ante sí la muchedumbre de las olas del mar. Pueblos y reyes, viste hervir a tus pies, que combatían cual hora combatimos y llamaban eternas sus ciudades, y creían fatigar a la tierra con su gloria. Fueron: de ellos no resta ni memoria. ¿Y tú eterno serás? Tal vez un día de tus profundas bases desquiciado caerás; abrumará tu gran ruina al yermo Anáhuac; alzaránse en ella nuevas generaciones, y orgullosas que...
Página 292 - Tú das la caña hermosa, De do la miel se acendra, Por quien desdeña el mundo los panales: Tú en urnas de coral cuajas la almendra Que en la espumante jicara rebosa: Bulle carmín viviente en tus nopales, Que afrenta fuera al múrice de Tiro; Y de tu añil la Unta generosa Émula es de la lumbre del zafiro.
Página 300 - ¡Ah! desde el alto asiento, En que escabel te son alados coros Que velan en pasmado acatamiento La faz ante la lumbre de tu frente (Si merece por dicha una mirada Tuya la sin ventura humana gente), El ángel nos envía, El ángel de la paz, que al crudo ibero Haga olvidar la antigua tiranía, Y acatar reverente el que a los hombres Sagrado diste, imprescriptible fuero: Que alargar le haga al injuriado hermano, (¡Ensangrentóla asaz!) la diestra inerme; Y si la innata mansedumbre duerme, La despierte...
Página 99 - Te amé, no te amo ya: piénselo, al menos. ¡Nunca, si fuere error, la verdad mire! Que tantos años de amarguras llenos Trague el olvido; el corazón respire. Lo has destrozado sin piedad: mi orgullo Una vez y otra vez pisaste insano...
Página 11 - En tal contemplación embebecido Sorprendióme el sopor. Un largo sueño De glorias engolfadas y perdidas En la profunda noche de los tiempos, Descendió sobre mí. La agreste pompa De los reyes aztecas desplegóse A mis ojos atónitos. Veía Entre la muchedumbre silenciosa De emplumados caudillos levantarse El déspota salvaje en rico trono, De oro, perlas y plumas recamado...
Página 294 - Mas, }oh!, si cual no cede el tuyo, fértil zona, a suelo alguno, y como de natura esmero ha sido, de tu indolente habitador lo fuera! ¡Oh, si al falaz ruido la dicha al fin supiese verdadera anteponer, que del umbral le llama del labrador sencillo, lejos del necio y vano fasto, el mentido brillo, el ocio pestilente ciudadano!
Página cxlii - Tú das la caña hermosa, de do la miel se acendra, por quien desdeña el mundo los panales. Tú en urnas de coral cuajas la almendra que en la espumante jicara rebosa; bulle carmín viviente en tus nopales, que afrenta fuera al múrice de Tiro; y de tu añil la tinta generosa émula es de la lumbre del zafiro.
Página 293 - ... tribu, hincha su grano ; y para ti el banano desmaya al peso de su dulce carga; el banano, primero de cuantos concedió bellos presentes providencia a las gentes del ecuador feliz con mano larga. No ya de humanas artes obligado el premio rinde opimo; no es a la podadera, no al arado deudor de su racimo; escasa industria bástale, cual puede hurtar a sus fatigas mano esclava: crece veloz, y cuando exhausto acaba, adulta prole en torno le sucede.
Página ix - Mas, Emilia, ¡qué mudanza cruel! Enfurecido brama el viento invernal: sobre sus alas vuela y devora el suelo desecado el hielo punzador. Espesa niebla vela el brillo del sol, y cierra el cielo, que en dudoso horizonte se confunde con el oscuro mar.
Página 76 - Rey de los reyes. Dios de mis abuelos, vos sólo sois mi defensor, Dios mío ; todo lo puede quien al mar sombrío olas y peces dió, luz a los cielos, fuego al sol, giro al aire, al Norte hielos, vida a las plantas, movimiento al río.

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