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han presentado de probar, aun en medio de la pasajera satisfacción del buen éxito, nuestra firme y convencida adhesión. en favor de todas aquellas conquistas del progreso que dan al derecho internacional moderno su más noble y fecundo carácter, esto es, el de un código de moral que asegura el respeto mutuo y la armonía entre todas las naciones. Ello no obstante, cuando, como consecuencia de la natural imperfección de las cosas humanas, sobrevino el mal de la guerra y las armas de Colombia obtuvieron la victoria, ésta no fue nunca un punto más allá de lo que conviene á pueblos que se gobiernan por la opinión y en los que tan seguro conductor es bastante ilustrado y se halla suficientemente libre para no dar apoyo á las empresas exclusivamente sugeridas por la ambición y la fuerza.

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Consecuente con la profesión de semejantes doctrinas y dentro de la lógica de tales antecedentes, Colombia ha desconocido siempre la pretendida existencia de territorios adéspotas, ó que puedan considerarse como res nullius; y en ocasión señalada, cuando la epidemia del filibusterismo asolaba las costas centro-americanas, protestó solemnemente contra la política de un grande estado, en cuanto tendía á dar fuerza y autoridad á las obras de la usurpación victoriosa. "Sea cual fuere su importancia, dijo entonces, y su fuerza, consistente más que todo en el patriotismo de sus hijos, ni puede" ni debe admitir con su autoridad ó su silencio tales principios, en su concepto desacordes con los de la soberanía inmanente de las naciones y amenaza constante á la paz y á la independencia de las que en estos continentes se han constituido."

Finalmente, nuestro derecho convencional, y en particular el, que establece y define nuestras relaciones con los pueblos hispanos, incluye todas aquellas medidas de cristiana previsión que tienden á evitar la guerra y que aun en vísperas de ésta y de sus últimos dolorosos extremos favorecen y estimulan la mediación pacificadora de los estados neutrales y amigos.

Esta sucinta exposición del carácter de nuestra política y de los principios sobre que ella está basada, llevará no lo dudo, al ánimo de ese ilustrado gobierno, la persuasión de que no han sido

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expresamente omitidas por el nuestro las consideraciones con que V. E. amplifica la tarea de un común concierto entre los estados republicanos de Sur América. Es de esperarse, por tanto, que la república Argentina no faltará á la cita de Panamá, cita á que ya ha ofrecido enviar sus representantes el mayor número, si no la totalidad, de los demás estados hispanos. No será por demás expresar á V. E. que la iniciativa de Colombia, tan benévolamente calificada y acogida por su gobierno, tiene íntima relación con los grandiosos destinos que están reservados á aquella parte del territorio colombiano, y con el carácter que nuestra política le ha impreso. Al través de ese istmo va á abrirse, en efecto, un canal neutral que pondrá en comunicación á los dos hemisferios: allí están llamadas á mezclarse y confundirse las razas diversas y las distintas civilizaciones del mundo; y es natural que los estados hispanoamericanos, partícipes también de las futuras ventajas de tan magna empresa, sean los llamados á iniciar con su común inteligencia y el noble compromiso de dirimir racionalmente sus cuestiones, la era de activa y fecunda paz que aquellos trabajos de la industria y del capital universal prometen á todos los pueblos de la tierra. La república Argentina ocupa, es verdad, una posición geográfica que la aleja algún tanto del goce de aquellos beneficios, pero su pueblo y gobierno son suficientemente ilustrados para desconocer la fecunda solidaridad de todo progreso, así sea apartado el teatro de su acción.

Mi gobierno se promete que esta nota será satisfactoria para el de esa república, y abrigando yo tan grata esperanza, tengo á honra expresar á V. E. los sentimientos de alta consideración con que me suscribo su obsecuente servidor.-Ricardo Becerra.-A su excelencia el señor don Bernardo de Irigoyen, ministro de Relaciones Exteriores de la República Argentina.Buenos Aires.

Guatemala asiente al plan de Colombia y promete hacerse representar

en Panamá.

Secretaría de Relaciones Exteriores de Guatemala.-Guatemala: 3 de enero de 1881.Señor ministro.-Tuve el honor de recibir la estimable nota datada en Cartagena á 11 de octubre del año próximo pasado, y un ejemplar adjunto del tratado que se firmó en Bogotá á 3 de setiembre del mismo año.

En la nota V. E. se digna invitar al gobierno de Guatemala para que envíe en setiembre de este año un representante á la ciudad de Panamá, con el fin de hacer extensivo ese tratado entre Colombia y Chile, que tiene por objeto el desaparecimiento de las guerras nacionales en América por medio de arbitramentos que diriman las cuestiones de los diferentes estados.

El pensamiento es tan filantrópico como bello y benéfico. Su cumplimiento será una de las grandes conquistas de la civilización moderna.

Si el proyecto escolla, siempre será honorífico para Colombia el haber hecho un noble esfuerzo para realizarlo.

El gobierno de Guatemala se felicita por tan halagüeña invitación, y tiene el honor de esegurar á V. E. por mi medio. que se enviará á Panamá por el último vapor de agosto el representante que se pide.

Esta oportunidad me proporciona la honra de asegurar que soy de V. E. muy atento servidor.-Lorenzo Montúfar.-Excelentísimo señor ministro de Relaciones Exteriores de Colombia.

El Salvador acepta el proyecto de Colombia y promete enviar represen

tante á Panamá.

Ministerio de Relaciones de la república del Salvador.-San Salvador: 5 de enero de 1881.Señor ministro. -He tenido la honra de recibir el respetable despacho de V. E., de 11 de octubre del año próximo pasado, y como anexo un ejemplar del tratado celebrado entre Colombia y Chile en 3 de setiembre del mismo año.

El gobierno de V. E., inspirado en los principios de la más sana política y esencialmente humanitarios, se digna invitar á mi gobierno, lo mismo que á los demás de las repúblicas latinas, para que envíen en setiembre del año en curso sus representantes á Panamá, á fin de que adhieran al referido tratado y se establezca como un principio del derecho internacional de la América latina, la obligación á perpetuidad de dirimir por arbitramento todas las cuestiones que se susciten entre cualquiera de los países signatarios, y que no hayan podido terminarse por la vía diplomática.

Mi gobierno, desde luego, acepta con entusiasmo tan filantrópico pensamiento, cuya realización será el timbre más glo

rioso de la moderna civilización, y en la época oportuna enviará su plenipontenciario á Panamá.

Aprovecho esta ocasión, señor ministro, para expresar á V. E. con la admiración y simpatía que siempre me ha inspirado la noble nación colombiana, las sinceras protestas de aprecia y respeto con que tengo la honra de ser de V. E. atento, seguro servidor.-S. Gallego.—A su excelencia el señor ministro de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos de Colombia-Bogotá.

El Ecuador adhiere al proyecto colombiano y promete acudir con su

Ministerio de Relaciones Exteriores del Ecuarepresentante á Panama, dor.-Quito: á 5 de enero de 1881.-Señor ministro. La importante nota de V. E., fecha 11 de octubre último, y la copia auténtica de la convención celebrada en Bogotá, en 3 de setiembre próximo pasado, entre los plenipotenciarios de Colombia y de Chile, fueron recibidas y puestas por mí en conocimiento de su excelencia el presidente de la república, quien me ha prevenido exprese á V. E. su más sincero reconocimiento por la generosa invitación que se hace á mi gobierno, dándole un nuevo testimonio del fraternal aprecio que le dispensa el gabinete de Bogotá, y que el de Quito corresponde, deseando sean cada vez más íntimas las relaciones que unen á los dos pueblos.

El principio salvador del arbitraje para dirimir discordias internacionales, especialmente por cuestiones de límites ó de pundonor, hará del territorio de los estados continentales que lo acepten y practiquen, la tierra prometida de la humanidad, donde la América puede ofrecer á todas las naciones el conjunto de las más sublimes conquistas de la civilización.

Aun prescindiendo de las apreciaciones que anteceden, sin faltar al cumplimiento de un deber, mi gobierno no podía rehusar la generosa invitación del de V. E., porque en el Ecuador se ha elevado á canon constitucional el importante principio que establece el arbitraje internacional en la celebración de los tratados públicos. El artículo á que aludo, de nuestra carta fundamental, dice literalmente:

"En toda negociación para celebrar tratados internacionales de amistad y comercio, se propondrá que las diferencias

entre las partes contratantes deban decidirse por arbitramento de potencia ó potencias amigas, sin apelar á las armas."

Si, pues, ha sido esta república la primera que en la América Meridional ha dado, en cierto modo, una forma práctica al principio más humanitario y trascendental de la civilización moderna, su gobierno será también de los más solícitos en hacerse representar en el congreso de plenipotenciarios que se reuna en Panamá en el próximo setiembre.

Aprovecho complacido la oportunidad para reiterar á V. E. la distinguida consideración con que me suscribo muy atento y respetuoso servidor.-Cornelio C. Vernaza.-Al excelentísimo señor ministro de Relaciones Exteriores de la república de Colombia.-Bogotá.

Bolivia acepta la invitación y ofrece enviar representante á Panamá.

(Extracto de la respectiva nota de aceptación). Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia.-La Paz: 10 de enero de 1881.-Señor. -He tenido la honra de recibir con su respetable oficio de 11 de octubre del año anterior, copia auténtica de la convención celebrada en Bogotá entre los Estados Unidos de Colombia y la república de Chile, en cuya virtud ambas naciones se comprometen á perpetuidad á decidir todas sus controversias por el medio humanitario del arbitramento, y á acordar con los otros estados convenciones análogas á fin de que la solución de todo conflicto por ese medio, venga á ser un principio de derecho público americano. Y con tan elevados propósitos, que tienden á extinguir en el Continente las calamidades de la guerra, se sirve V. E. invitar al gobierno de Bolivia para que de su parte concurra á la conciliación internacional, promovida por el excelentísimo gobierno de Colombia.

Honra inmensamente al gobierno de V. E. haber sido el iniciador de un propósito que si se realiza en su plenitud, está llamado á ejercer benéfica influencia en los destinos de la América toda, y á preparar el engrandecimiento de los pueblos de la más remota posteridad.

No se comprende, en efecto, qué movimiento de progreso pudiera imprimir la guerra en nuestro continente: si en la sabia y culta Europa se han perpetuado á favor de causas des

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