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Y todavía entre esos hombres estaban comprendidos dos sacerdotes: Fray Gonzalo de Alvarado, natural de Concepción é hijo del maestre de campo Alonso de Alvarado, y el Cura y Vicario del fuerte, presbítero Juan Domingo Serrano. Naturalmente, en las circunstancia en que se encontraba el fuerte de la Trinidad, el tomar las armas contra los indios no era sino tomarlas en la propia defensa de los demás. No podían, pues, trepidar los sacerdotes en convertirse en soldados y en aumentar así las pocas probabilidades que á todos quedaban de salvar.

Y el Cura y Vicario Juan Domingo Serrano prestó al fuerte servicios de excepcional importancia. En la gran mortandad de los defensores de Valdivia habían caído cuantos eran capaces de manejar un cañón. El último había sido el artillero Graiza, muerto de hambre, y desde su muerte no se encontraba para reemplazarlo ningún “soldado de quien se fiar" (20). Ocupó su lugar el Cura Serrano.

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De las mujeres que había habido en Valdivia sólo quedaban catorce (21).

Los indios amigos eran dos! "Dos caciques, dice el documento que vamos citando, que se les da ración, que vi"nieron con V. S. del pueblo de Santiago, los cuales han "asistido en este fuerte mui fielmente en toda esta calami"dad.......: don Cristóval, al cual le llevaron la mujer los

(20) Citada lista de los capitanes y oficial real, etc.

(21) Id. id. El escribano dice que son catorce las mujeres que había en el fuerte, pero Doncel no nombra más que á las trece siguientes: doña Beatriz Redondo, doña Agustina Garcés, doña Isa. bel de la Puebla, doña María de Villaroel, doña Inés Gómez, do. ña Mariana Verdugo, doña Catalina Viera, María de Morales, doña María Garrido, mujer del escribano; Inés Basán, (¿sería acaso la misma que tan heroicamente se había portado en Castro cuando se apoderó de esa ciudad Baltasar de Cordes?) Magdalena de Vargas, Ana de Caravantes y Lorenza de Mena.

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enemigos y dice ha de morir con nosotros, lo cual creo según ha dado muestra de su persona, y don Gaspar, cacique natural de Valdivia, á quien debemos mucho por ser muy fiel y habernos ayudado con todo lo que ha po“dido sin interés alguno" (22).

Los propósitos del capitán Gaspar Doncel, al empeñarse en despachar pronto el barco con la esperanza de apresurar el envío de nuevos auxilios, obtuvieron completo éxito. El tiempo favoreció á los navegantes y el barco entró en Concepción el 1o de febrero, junto con un patache “de poco "porte, porque no hacía más de mil hanegas de comida poco más o menos", que del Callao mandaba el Virey para el servicio de nuestra costa, y en él veinte soldados de refuerzo i doscientas arrobas de sal.

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Esta doble entrada fué una felicidad para Valdivia: supo el Gobernador por las comunicaciones de Doncel la terrible situación de la plaza, y, teniendo ya otro barco para socorrer a Osorno por Carelmapu, resolvió enviar á Valdivia el cargamento del buque venido de Chiloé, que, como hemos dicho, había pensado antes partir entre el fuerte y la ciudad de Osorno. Y, pues Luis Pérez de Vargas, nuestro conocido de Chiloé, en donde se había avecindado, que acababa de llevar el socorro á Valdivia, había andado felicísimo en sus viajes de ida y vuelta, á él le confirió Rivera el mando del barco que hizo salir inmediatamente de Concepción.

El patache no tardó tampoco en salir: el 26 de marzo zarpaba de ese puerto con un cargamento que debía repartir entre Valdivia y Osorno (23).

Con esto dió Rivera por terminada la campaña de 16021603 y se vino á invernar á Santiago. Para socorrer efi

(22) Citada lista de los capitanes y oficial, etc.

(23) En la carta de Alonso de Rivera al Rey, fechada en Río Claro el 22 de febrero de 1604, se lee que el patache salió el 21 de marzo. Preferimos, para asignar la fecha de su partida, la citada

cazmente á las ciudades australes juzgaba preciso tener quinientos á seiscientos hombres más de lo que había en Chile y llevarlos por tierra, arrollando á su paso á cuantos enemigos se le presentasen (24) y tal cosa no podía hacerse ese año por falta de fuerzas y por lo avanzado de la estación.

carta del mismo Rivera al Rey, escrita en Concepción el 29 de abril de 1603, por ser tanto más inmediata al despacho del barco. En ella dice que salió el 26 y agrega que llevaba ciento cincuenta fanegas de trigo, doscientas arrobas de cecina y algunas armas. (24) Citada carta de 29 de abril de 1603.

CAPÍTULO XXV.

SANTIAGO EN EL INVIERNO DE 1603.

Quejas de Alonso de Rivera contra la autoridad eclesiástica. - No todas son de hechos recientes. -Pide y obtiene del Papa la Corte de Madrid que se nombre en Chile un juez eclesiástico de apelaciones. El nombrado por el Arzobispo de Lima no acepta el cargo. En realidad no era tal juez lo que deseaba Rivera.— Pide el restablecimiento de la Real Audiencia. — Curioso acuerdo en que estaban el Obispo y el Gobernador. ---Mientras llega la Audiencia Rivera se toma la autoridad y avisa al Rey.Otras razones porque desea el restablecimiento de la Real Audiencia. – Cree que no impondrá mucho aumento de gastos.— 'Echa derramas á los vecinos de Santiago y reune tres mil pesos. — Junta cien vecinos para que lo acompañen. - Le comunica el Corregidor del Maule la llegada de nueve fujitivos.-Martín de Río Bueno y sus compañeros. --La respuesta de Rivera.— Noticias del sur: victoria de Alvaro Núñez de Pineda —El capitán Juan Agustín.-García Gutiérrez enviado á Lima. -Rivera parte para Concepción.

Como en el invierno de 1602, en el de 1603 Alonso de Rivera se queja amargamente al Rey del sinnúmero de dificultades que encontraba en sus relaciones con los eclesiás. ticos. Según él, se admitía á las sagradas órdenes á mili

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