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suprema autoridad militar de la República, se ocupó inmediatamente en reducir, de grado ó por fuerza, á Riva-Agüero, para evitar el peligro de la guerra civil al frente de un enemigo extranjero tan poderoso, y obtener así la cooperación de las tropas que Riva-Agüero tenía en Trujillo.

Lo logró fácilmente, porque habiendo interceptado una correspondencia que comprobaba, á no dejar duda, que Riva-Agüero estaba en tratos secretos con el Virey Laserna, para establecer una Monarquía en el Perú, no tuvo ya consideraciones con el apóstata, y resolvió someterlo. Durante el viaje, instruyó por medio de emisarios, á los oficiales de Agüero de los pérfidos proyectos que éste abrigaba, y uno de los tenientes principales, el coronel Gutierrez de la Fuente, arrestó al seudo Presidente y á su Ministro, sometiéndose el ejército de 3000 hombres que Agüero tenía, á las órdenes de Bolívar.

Sucre fué encargado del mando. Bolívar siguió á Lima, con el fin de asegurar la defensa del Callao. Fué entónces, Enero de 1824,

que hallándose en Pativilca, puertecillo situado al Norte de Lima, tuvo una fiebre gástrica, que le puso á las puertas del sepulcro. Apenas convaleciente, prosiguió con grande actividad la reorganización del ejército, pués era inminente el peligro de una próxima batalla con el ejército realista.

Así las cosas, sucedió que los dos batallones Argentinos que custodiaban la fortaleza del Callao, se sublevaron el 5 de Febrero, enarbolando el pabellón español. Fué autor de este suceso el sargento Moyano, en connivencia con los realistas y peruanos apóstatas. El Congreso proclamó inmediatamente á Bolívar Dictador absoluto para que salvara la situación. El héroe de Colombia y su ejército, eran los únicos que podían ya galvanizar el gran cadáver peruano.

La corrupción había llegado al último grado. La cobardía y la mala fé campeaban por todas partes. Casi todos los pro-hombres y jefes del Perú, abandonaron la causa nacional y se pasaron al enemigo. Sólo quedaban Bolívar y las legiones colombianas resueltas

á salvar el Perú, ó á sepultarse bajo sus escombros.

De los auxilios de Chile, unos se habían devuelto al principio desde Arica, y otros desde el Callao al ver ondular el pabellón español en la fortaleza. Bolívar y sus tropas iban á luchar contra lo imposible, pero esta palabra no existía para tan grande hombre ni para tan heróicos soldados. Apénas eran 4,000, pero ellos bastaron para hacer morder el polvo en dos grandes batallas al ejército más aguerrido y numeroso de España en América.

Ocupóse, pués, Bolívar sin pérdida de instantes en la concentración de sus fuerzas y en su organización, y confió el mando en jefe de las divisiones peruanas al general Lamar, á Sucre la dirección del ejército de Colombia, poniendo á sus órdenes los generales Lara y Córdova. Necochea fué nombrado jefe de la caballería, quedando á cargo de Miller los jinetes peruanos, y al de Carvajal los de Colombia. Bolívar dirigía personalmente el ejército.

El 6 de Agosto debía de ser fausto para su gloria. Canterac, con la división realista, compuesta de 9000 hombres, entre los cuales había 2000 jinetes muy bien equipados, llegó al pueblo de los Reyes el 4 de Agosto en la noche. Bolívar determinó atacarle á orillas de la Laguna de Junin, y dictó en consecuencia sus órdenes. Emprendióse la marcha, y al siguiente día por la tarde, la caballería de los patriotas á cuya cabeza se habían puesto Bolívar, Sucre y otros jefes, divisó al enemigo al otro lado de la Laguna. Canterac, que vió desde una altura aquel movimiento, y que tenía gran confianza en la superioridad de sus jinetes, esperó á los patriotas para darles una carga. Estos llegaron, y trabaron el combate : el choque al arma blanca fué terrible y muy sangriento. No hubo allí sino golpes de sable y lanza. La caballería de los patriotas vióse al principio algo envuelta, particularmente cuando cayó herido el general Necochea, pero se organizó sin pérdida de tiempo, y en una brillante carga que duró más de una hora, logró poner en derrota al enemigo, obligán

dole á emprender una retirada tan violenta y difícil que en ella perdió la mayor parte de los que sobrevivieron en Junin. Esta derrota costó á Canterac más de 2000 hombres, parque, ganados, caballos, y otros elementos militares; y, lo que es más, relajó la moral de su ejército, en tanto que la del ejército aliado se llenó de confianza y brios.

El ejército libertador recorrió en triunfo el territorio libertado y reposó en Huamanga, durante un mes. Sabendor Bolívar de que, aun después de la victoria de Junín, su ejército era muy inferior en número al realista, confió á Sucre el mando en jefe, y se dirigió á la Costa con el fin de despachar una división que formaría con todos los enfermos de los hospitales que habían quedado á retaguardia, y los cuerpos que llegaran de Colombia. Dos de estos encontró en el tránsito, y los envió á marchas forzadas.

Cuando el Virey Laserna supo en el Cuzco la noticia de la derrota de Junin, dió órden para concentrar su ejército, y reunió allí 9,320 hombres, que organizó de la manera siguiente.

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