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Primera división de infantería al mando del

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brigadier Monet segunda, á cargo del general Villalobos, y tercera regida por el general Valdés. El brigadier Ferraz mandaba la caballería, y el general Cacho los artilleros. El Virey se puso en persona á la cabeza del ejército, Ꭹ ordenó la marcha: muy pronto debía encontrarse con Sucre, que apénas contaba 5,780 hombres.

El 2 de Diciembre se avistaron ambos ejércitos en la pampa de Matará. El 5 supo Sucre por un emisario de Bolívar, que no debía contar con más refuerzos, porque la división que proyectó formar con los enfermos había sido comprometida anteriormente á su llegada en un combate en Bella-Vista y destruida en su mayor parte.

El día 8 ambos ejércitos acamparon como á media legua de distancia. Por la noche cada uno cubrió su campo con una línea de cazado-. res, estando ambas tan inmediatas que los jefes de una y otra podían hablarse.

Amaneció el 9 de Diciembre de 1824, y en la tarde de ese día quedó consumada la inde

pendencia del continente Sur-Americano. ¡Gloria á Sucre, á Córdova, Lamar, Silva, Lara y á los demás héroes de aquel venturoso día! La batalla comenzó ántes del medio día en el momento en que el ala izquierda de los patriotas cedía al fiero ataque de Valdés, Sucre ordenó á Córdova que cargara sobre el centro. El valeroso adalid, jóven de 25 años, avanzó con su tropa al grito de « ¡Adelante! ¡Armas á discreción!!.. y al penetrar en los batallones de Villalobos, los hiende y destroza. Hace lo mismo con los de Monet. La reserva española se empeña en vano. La caballería de los patriotas Ꭹ el resto de la infantería han entrado en acción. La batalla estaba ganada; la derrota del enemigo fué completa. Allí quedaron prisioneros el Virey Laserna y los generales Canterac, Valdés, Carratalá, Monet, Villalobos, Ferraz, Bedoya, Somocuzco, Atero, Cacho, Landazuri, García Camba, Pardo, Vigil y Tur: diez y seis coroneles, sesenta y ocho tenientes coroneles, cuatrocientos ochenta y cuatro oficiales, y el resto del ejército.

Sucre, después de la prisión del Virey,

otorgó al enemigo una generosa capitulación. El general Córdova, héroe principal de la jornada, fué ascendido por Sucre en el campo de batalla á general de división. El regocijo de Bolívar al recibir la noticia de la victoria de Ayacucho, no tuvo límites. Su primer acto, fué expedir un decreto de honores y recompensas al ejército, y felicitar á Sucre por el éxito de aquella batalla que aseguraba la independencia del Continente.

Pero Rodil, jefe de la fortaleza del Callao, no quiso darse á partido, en virtud de la capitulación de Ayacucho, y no sólo se negó á recibir el primer emisario de Canterac, sino que al mismo general Monet que se presentó después para hacerle entrar en razón, no le recibió y hasta lo injurió por carta. Allí quedó resistiendo por algún tiempo hasta rendirse.

El general Sucre, después de la victoria, pasó al Cuzco é hizo entrar en la capitulación los diversos jefes realistas que allí se daban todavía trazas de continuar la guerra. De éste número fueron Espartero, Maroto y otros.

El Congreso peruano se reunió en Lima el

10 de Febrero de 1825, precisamente al cumplir el primer aniversario de la dictadura conferida á Bolívar. Los poderes de éste fueron confirmados por el Congreso, á pesar de la renuncia reglamentaria que de ellos hiciera, y aceptó el cargo, con la condición de que no se le llamara dictador. El Congreso le dió el título de Padre y salvador del Perú, y á Sucre el dictado de Gran Mariscal de Ayacucho. Puso á disposición de Bolívar, como prenda de su reconocimiento, la cantidad de un millón de duros (5,000,000 de francos) que no aceptó, y otro millón para el ejército.

Siguió Sucre con el victorioso ejército hácia el Alto Perú, donde resistía todavía Olañeta con sus fuerzas, y había avanzado sin oposición alguna hasta el Desaguadero, donde acantonaban las primeras fuerzas del realista. Estas se retiraron, pero fueron batidas en Tumusla, donde pereció Olañeta con el resto del ejército español. Sólo quedaba en pié de guerra la fortaleza del Callao.

Entre tanto dedicóse Bolívar á la organización administrativa del Perú, y después de

constituir en Lima un Gobierno provisional durante su ausencia, se dirigió hácia Arequipa con objeto de visitar La Paz, el Cuzco y el Potosí

En todas estas ciudades fué recibido con entusiasmo indescriptible. Los pueblos todos corrían á conocerle y á estrecharle entre sus brazos. En Arequipa, sabiendo ya los triunfos de Sucre en Potosí, constituyó por un decreto la República del Alto-Perú, la cual en honra de su nombre ó para inmortalizarlo, se llamó Bolivia. Organizó la administración del nuevo país y resignó el mando de la naciente república en el Gran Mariscal de Ayacucho.

No nos olvidemos sin embargo de Colombia, donde los acontecimientos ocurridos durante la prolongada ausencia de Bolívar deben ser mencionados, para que pueda comprenderse el resto de esta historia.

En Colombia había paz, porque España no hizo nuevas invasiones; pero los ánimos no estaban tranquilos, sino bastante exaltados, porque el Congreso había autorizado al Ejecutivo, en previsión de quiméricos temores que á

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