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Sea que en la Nueva Granada hubiera causado desagrado la conducta de Bolívar cuando regresó del Perú, ó que el arreglo hecho recientemente con el general Paez en Venezuela fuera motivo de amargas censuras, es lo cierto que en aquel país se aprovechó la ausencia del caudillo venezolano para denigrarle y socabar su autoridad y prestigio. El general Santander, que al principio de la guerra había sido leal á Bolívar, y le servió después con falsia, declaróse al fin su enemigo público. De palabra y por la prensa no perdió desde entónces la ocasión de zaherirle y de hacerle daño.

Á tiempo que los ánimos se exaltaban contra Bolívar en aquel país y se hablaba, sin embargo, de la conveniencia de separarse de Venezuela, ocurrió en Lima un motín militar, protegido secretamente por el Gran Mariscal Santa Cruz, Presidente del Perú. La 3a división del ejército Colombiano compuesta de 2700 hombres, se sublevó el 26 de Enero de 1827. Los autores de la sublevación fueron el coronel Bustamante, jefe de Estado Mayor de la división, y los oficiales granadinos subalternos que estaban á su servicio. Los jefes y oficiales principales de los cuerpos fueron presos y enviados á Colombia.

El movimiento de Bustamante tuvo por pretexto aparente la defensa de la Constitución colombiana en contraposición de la Boliviana que allí existía, pero en el fondo no había sino el deseo de deshacerse de Bolívar y del ejército auxiliar. Este era el premio que el Perú daba á su benefactor. Acaso era la reacción de las inauditas bajezas que cometieran muchos de sus personajes, prosternándose de rodillas á los piés de Bolívar, después de la victoria de Ayacu

cho. De pueblos que se entregan á la adulación y á la bajeza, no pueden salir hombres dignos ni agradecidos.

Al saberse en Bogotá lo ocurrido en Lima, los enemigos de Bolívar se dieron prisa á celebrar la noticia, con música y fuegos artificiales en las calles públicas, repiques de campanas y otras ruidosas demostraciones, no siendo la menor de estas, pero si la más vergonzosa, que el Vice-Presidente Santander, olvidándose de su propio decoro y del elevado carácter que revestía, les acompañara personalmente un gran trecho en tan indigna demostración, como prueba de que aprobaba el escandaloso atentado del Perú.

Como el verdadero fin de aquel movimiento no había sido sino destruir la influencia Ꭹ la obra de Bolívar en el Perú, sirvió después de consumado, para invadir con las mismas tropas los Departamentos del Sur de Colombia con el propósito de desmembrarla y apoderarse además de la provincia de Pasto. Salió, pués la expedición del Callao en el promedio de Marzo con menos de 2,000 hombres. Una parte

de ella, al mando del coronel Eleizalde, desem

barcó en Menta y la otra, á cargo de Bustamante, en Paita.

Guayaquil estaba indefenso ó poco menos. Cuando se recibió allí la noticia de la invasión, acordóse que el general Flores se trasladara en el acto á Quito á levantar fuerzas. El coronel Mosquera, intendente de la Plaza, apénas tuvo tiempo de refugiarse en unos buques de guerra que estaban en la ría, y de allí salió para Bogotá con la noticia. Una Asamblea popular promovida por la Municipalidad nombró al general Lamar jefe civil y militar del Departamento. El mismo general fué nombrado poco después Presidente del Perú, pués el proditorio plan urdido contra Bolívar, debía realizarse, como había sido convenido.

Cuando pasaba esto en el Sur, se reunió el Congreso de Colombia, y tomando en consideración la renuncia de la Presidencia, que hizo Bolivar desde Carácas, no la aceptó. Tampoco fué aceptada la del Vice-Presidente Santander.

Bolívar, al conocer los pormenores de los

sucesos ocurridos en Guayaquil, y las intrigas que contra su autoridad y contra su propia persona se urdían en Bogotá, resolvió trasladarse á la Nueva Granada, y al efecto envió una división de Puerto-Cabello á Cartagena, otra de Maracaibo á Pamplona, y dictó órdenes para que Páez tuviera dispuestos las demás fuerzas que requeriría la campaña.

Se trasladó á Cartagena en la fragata inglesa Druída, surta en la Guaira, puesta á su disposición por Sir A. Cockburn, que poco ántes había llegado á Carácas en comisión diplomática del Gobierno Británico cerca de Bolívar. El 9 de Julio llegó á aquella ciudad, y continuó hacia la capital.

Su presencia en Bogotá bastó para desbaratar los planes de sus enemigos y para inspirar á todos confianza en su autoridad y en sus propósitos. Prestó, como Presidente de la República, el juramento constitucional ante el Congreso, el 10 de Setiembre; visitó en seguida al Vice-Presidente, y terminada la ceremonia oficial, ambos magistrados departieron confidencialmente y aun comieron juntos.

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