Imágenes de páginas
PDF
EPUB

vención, y ésta procedió en seguida á ocuparse en la reforma de la Constitución. Esfuerzo vano, porque los convencionales jamás habrían podido entenderse. No se trataba allí de dar realmente á la República una Constitución vigorosa, basada en los verdaderos principios democráticos, ni de salvar la situación de Colombia, comprometida hasta cierto punto por el espíritu de discordia civil y amagos de guerra por parte del Perú y de España. La cuestión había quedado reducida al estrecho círculo de las personalidades, y era en este terreno que debía librarse la batalla.

Defectuosa, si se quiere, la Constitución de Cúcuta, ella había sido hasta allí el lazo de unión entre los Colombianos. Una vez desautorizada con la instalación de la Convención llamada á reformarla, las consecuencias de la inconsulta medida eran más que evidentes. El país tendría que elegir entre la anarquía y la dictadura.

Se hizo, pués, imposible el acuerdo entre los Convencionales. Santander y sus partidarios sometieron á la consideración de la Asam

blea un proyecto de Constitución federal, que no fué aceptado por los bolivianos. Á su turno, presentaron estos un contra-proyecto que fué rechazado con grande algazara por los partidarios de Santander. La discusión se envenenó á poco andar; los diputados bolivianos fueron insultados, acaso intimidados, y resolvieron separarse de la Convención y regresar á sus domicilios.

Bolívar, que á la sazón se hallaba en Bucaramanga, no tomó ninguna parte en tal acuerdo, aunque sus enemigos hayan dicho lo contrario. Lejos de esto, desde que tuvo noticia de los desórdenes que ocurrían en el seno de aquella Convención, manifestó su deseo de retirarse á la vida privada en su patria.

Quedó, pués, Colombia sin Gobierno constitucional, por más que algunos creyeran que era posible revivir la Constitución de Cúcuta, y lo grave de la situación contribuyó entonces á precipitar los acontecimientos.

En Bogotá se reunió una numerosa Asamblea de pueblo que desconoció la autoridad de la convención de Ocaña, y acordó darla en toda

plenitud á Bolívar, encargándole del mando supremo de la República. El consejo de Ministros aprobó lo hecho, y lo participó sin pérdida de instantes á Bolívar. Aceptó éste la dictadura, y se puso en camino para Bogotá.

El pronunciamiento de este último punto fué secundado en Colombia por casi todas las ciudades principales, y jefes de más nombradía en la República. Bolívar asumió en Bogotá el carácter de Libertador Presidente, y en ejercicio de la dictadura constituyó un consejo, y ofreció que se convocaría un Congreso constituyente para el 2 de Enero de 1830, con el fin de dotar á la República de una nueva ley fundamental. Entre tanto ordenó que la Constitución de Cúcuta tuviera fuerza y vigor. Las cualidades de los hombres extraordinarios están casi siempre en relación con sus defectos. Todo es grande en ellos sus errores se resienten de esto mismo. Algunos cometidos por Bolívar en el curso de su gloriosa vida podían justificarse, pero el error en que incurrió aceptando la dictadura fué el más grande y funesto de todos. No podía ocultársele que el

curso de los sucesos y la situación que él mismo había aceptado desde el año anterior, hacían inevitable la disolución de Colombia. Paez no aguardaba sino la ocasión de pronunciarse en Venezuela, con seguridad del buen éxito. En la Nueva Granada, el ódio contra su persona había tomado grandes proporciones; el Perú, podía decirse que lo había proscrito. ¿Con qué elementos contaría entonces para restablecer el prestigio de su autoridad? Si como Presidente constitucional ésta le había sido disputada, porque se le creía poseído de la secreta ambición del mando, ¿cómo la defendería ahora asumiendo el poder dictatorial?

Antes de satisfacer tales preguntas, digamos lo que había ocurrido en Bolivia y en el Perú, como resultado de las maquinaciones de los enemigos que tenía Bolívar en ambos países. Situado el general Gamarra al frente de un ejército peruano en Puno para acechar á Sucre, había conseguido primeramente que varios batallones se insurreccionaran en la ciudad de la Paz, pero este movimiento no paró sino en la fuga de los principales culpables; pues de las

tropas, unas no insistieron en la rebelión y otras fueron derrotadas y perseguidas. Promovió después un motín en la ciudad de Chuquisaca, en el cual fué herido el general Sucre, que con pocos hombres quiso reprimirlo, y quedó prisionero con sus Ministros, salvándose afortunadamente de tan inminente peligro, por la llegada de varias fuerzas que acudieron en su auxilio. Esto fué causa de que Sucre, imposibilitado para ejercerlo, resignara el mando en su Presidente, y convocara un Consejo.

Finalmente, invadió Gamarra el país con su ejército compuesto de 4,300 hombres, y logró seducir al Presidente Urdininea, celebrando con tan veleidoso magistrado un convenio, en el cual se estipuló que los naturales de Colombia Ꭹ demás extranjeros existentes en el ejército, evacuarían en muy corto plazo el territorio de Bolivia; que se reuniría un congreso compuesto de los que formaron el Constituyente para admitir la renuncia que el general Sucre haría de la Presidencia, y nombrar un Gobierno provisional que se encargara de la administración del país.

« AnteriorContinuar »