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En este estado, no quedaba otra alternativa que la de dejar á la provincia de Venezuela que prosiguiera su camino sin ninguna interposición amistosa de parte del Gobierno de Su Majestad, ó interponer sus buenos oficios, para procurar solamente salvar la provincia de un peligro inmediato, y deducir de los actos de ella, que parecían de acuerdo con los intereses generales de España y de la Alianza, los resultados útiles que pudieran presentar medios de aplicar una parte de los recursos de Venezuela al socorro de España en la crísis actual, y últimamente preveer el modo de conservar á Venezuela para su legitimo Soberano.

Omitiendo esfuerzos para valerse de esta especie de interposición amistosa, se hubiera dejado á la provincia expuesta á todos los peligros que pudieran temerse de las asechanzas del enemigo común, de la intriga y facción interior de otras Potestades.

Era de temerse que Venezuela, en tal caso, pudiera verse obligada á seguir un camino que habría podido alejarla inmediatamente de los aliados, y separarla irreparablemente de su legítimo Soberano, y de la Corona y Monarquía Españolas.

Pareció más prudente interponer los buenos servicios de Inglaterra con el objeto de prevenir un peligro común á España, á la América meridional y á la Alianza: por consiguiente, se pidió á los Diputados de Venezuela que se sirvieran exponer de un modo oficioso las miras y objetos de aquella provincia en la Comisión que les había confiado.

Del mismo modo y con idéntico objeto de conservar en la crísis actual la mejor armonía posible entre Venezuela y la Metrópoli, se recibieron las proposiciones he

chas por los comisionados, con sentimientos de amistad y de benevolencia; esperándose que sirvan de base á un sistema de conciliación, tal, que prevenga la calamidad de la guerra entre la Metrópoli y la provincia, y últimamente promueva los grandes intereses de la Alianza.

Las proposiciones de los comisionados se hallan en el documento N° (1) y la contestación á dichas proposiciones en el documento N° (2).

Los Comisionados del Gobierno de Venezuela suplican á S. E. el Señor Marqués de Wellesley les permita hacer dos observaciones relativas à la respuesta dada por S. E. á su primera nota y al Memorandum de la comunicación entre el noble Lord y los comisionados.

La Junta de Venezuela se prestará gustosa y cordialmente á negociaciones con la Regencia de una naturaleza conciliatoria, no alterándose en ellas la base sobre que se ha erigido el actual Gobierno de aquellas provincias; á saber, la necesidad de no reconocer la Soberanía del Consejo de Regencia. Sin embargo, las provincias de Venezuela cooperaran eficazmente á la defensa de la Madre Patria con todos los medios que se hallen á su alcance.

En el memorandum se expresa que « los comisionados expusieron particularmente que los Gobernadores y Agentes recientemente empleados por el Gobierno Central de España en la provincia de Venezuela, habían sido convencidos de desafecto á Fernando Séptimo y de adhesión á los intereses de la Francia, y que su expulsión había sido principalmente ocasionada por la noto

riedad de su traición á la causa española. » Los comisionados conceptúan necesario aclarar estas expresiones reduciéndolas á que, de los Gobernadores, unos procedían abiertamente á favor del Imperio frances, y los otros se hacían sobradamente sospechosos de la misma. adhesión y miras de reconocer la soberanía del intruso rey de España.

Los comisionados, renuevan á nombre de su Gobierno, el testimonio de su cordial gratitud á las benévolas intenciones de S. M. B.

10 de Agosto de 1810.

El asunto estaba terminado sin ningún resultado satisfactorio para Venezuela. Bolívar así lo comprendió y resolvió al punto regresar á Carácas. Véase la esquela verbal que dirigió con este motivo al Ministro Británico.

D. Simón de Bolívar y D. Luis Mendez tienen el honor de saludar á S. E. el Marqués de Wellesley y de felicitarlo por el restablecimiento de su salud.

Suplican á S. E. les permita hacerle presente que habiéndose terminado los objetos de su venida á Inglaterra, les importa regresar á Venezuela con la posible prontitud y como el Gobierno de S. M. B. se ha servido ofrecerles al intento un buque de guerra en que verificarlo con toda seguridad, han creido oportuno avisar á S. E. que por su parte se halla todo listo y concluido,

al mismo tiempo que le ruegan se digne ser el órgano de su respetuosa gratitud á S. M. por esta nueva prueba de su Real benevolencia.

Londres, 30 de Agosto 1810.

El gobierno Británico hizo preparar en consecuencia un buque de guerra que trasladara á los comisionados. De estos, permaneció en Londres Lopez Mendez, en tanto que Bolívar volvía á su patria.

¿Llegó solo, como lo aseguran algunos historiadores ó junto con el general Miranda, según testimonio de otros? Cuestión es ésta de poco interés para la historia; pero, á ser cierto el último dato, la fecha de la llegada á la Guaira deberá fijarse el 10 de Diciembre de 1810, y no el 5 como lo asegura la mayoría de los historiadores.

En prueba de ello, hé aquí la carta dirigida por el Señor Juan G. Roscio, ministro de relaciones' exteriores en Carácas, al general Miranda, en respuesta á la que este le escribió participándole su regreso. Este documento con

tradice muchas de las apreciaciones históricas hechas hasta hoy con referencia á las dificultades que, según se asegura, tuvo el gobierno de Carácas para recibir á tan digno huésped.

Acaba de recibir S. A. con el Oficio de Vd. de 10 del corriente los despachos de cuya direccion se encargó Vd. en Londres, Curaçao y á bordo del bergantin Argos.

Al instruirse de dicho oficio, S. A. ha tenido presente igualmente el otro que Vd. remitió desde Londres el 3 de Agosto último. Uno y otro no respiran más que amor á la Patria; y esta virtud de que Vd. manifiesta estar profundamente penetrado, su concepto público, sus antiguas negociaciones en favor de la América, y las particulares recomendaciones que han hecho en fayor de Vd. los Comisionados de S. A. en Londres, D. Luis Lopez Mendez y D. Simón de Bolívar, han recibido de S. A. el correspondiente permiso para que Vd. pueda pasar á esta Ciudad con la brevedad que guste.

Al entrar en esta Ciudad, Vd. desconocerá sin duda la Patria de quien se separó en años pasados. Entónces ella estaba oprimida y degradada por el despotismo y la tiranía las bendiciones que el Cielo había prodigado sobre estos países, eran infructuosas bajo el influjo de unos enemigos de la humanidad, y cada Ciudadano aislado al parecer entre sus propias paredes, apénas podía consultar por su tranquilidad. Es muy distinta al presente la perspectiva que esta misma Patria ofrece á las miras de Vd. Á la antígua tiranía ha sucedido un Gobierno, cuyo único objeto es la felicidad de los

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