Obras completas de D. Esteban Echeverria: El ángel caido

Portada
C. Casaralle, impr. y libreria de Mayo, 1870
 

Páginas seleccionadas

Otras ediciones - Ver todas

Términos y frases comunes

Pasajes populares

Página 224 - Tú a mis ojos representas De la pasión y del hombre El afán y las tormentas Y la convulsión febril; Y el incesante murmullo Y el tesón infatigable, Y de su indómito orgullo La pujanza varonil. Cuando agitado te miro El corazón se me ensancha, Alegre y libre respiro De cuidado mundanal...
Página 153 - ... Llena el alma de bellas ilusiones; La patria de su amor ya no existía, Y encontró en lugar suyo horrenda orgía De feroces y estúpidas pasiones. Sus sueños de idealista, ¿qué se hicie[ron? ¿Dónde tan pronto, sí, dónde se fueron Las esperanzas suyas tan vivaces, Su aspiración al bien ya la grandeza, Las ambiciones de su mente audaces, Tanto afán y labor de su cabeza? . . . Lloró el tiempo perdido, vió desnudas, Mil verdades entonces, harto amargas, Brotaron en su mente horribles...
Página 228 - ... y sueños de virtud. Me places, cual la llanura con su horizonte infinito, con su gala de verdura y su vaga ondulación; cuando en los lomos del bruto la cruzaba velozmente para aturdir de mi mente la febril cavilación. Y te quiero, ¡oh Plata!, tanto como te quise algún día, porque tienes un encanto indecible para mí...
Página 227 - Me place con el pampero esa tu lidia gigante y el incansable hervidero de tus olas a mis pies; y la espuma y los bramidos de tu cólera soberbia, que atolondran mis sentidos, llevan a mi alma embriaguez. Y me place verte en calma dormir, como suele a veces dormitar tranquila mi alma o mi vida material; cuando la luna barniza tu faz de plata, y jugando el aura apenas te riza la melena de cristal. Me places, como el...
Página 229 - La emoción y arrobamiento De un inefable placer, Y mi vida incorporarse Con la tuya turbulenta, Y en inmortal transformarse Mi perecedero ser. Si algo pedirte pudiera, Si me oyeses, en tus ondas Sepulcro encontrar quisiera, Mi cuerpo entregarte, sí; Para que no viese el hombre Sobre lápida ninguna Jamás escrito mi nombre Ni preguntase quién fui.
Página 223 - Y toda vez que el pampero sobre tus espaldas monta y arrojar espuma fiero, bramar te hace de furor ; y te azota, y tú soberbio, tú indomable...
Página 308 - Quien cambie con nosotros simpática mirada, O nos dé al despedirnos un generoso adiós! Dichosa tú que vuelves a respirar la vida Del aura embalsamada que tu cuna arrulló, Y llevas para alivio de congojosas horas Tesoros de recuerdos como el que yo te doy.
Página 225 - ... su indómito orgullo la pujanza varonil. Cuando agitado te miro, el corazón se me ensancha, alegre y libre respiro de cuidado mundanal; y todo olvido, y mi mente en su inspiración sublime abarca, concibe, siente lo infinito y eternal. Acá en la tierra que piso no hallan aire mis pulmones, sólo entre fango diviso las reliquias del no ser; — misteriosa y escondida tú me revelas la fuente del deleite y de la vida que no tiene ni hoy ni ayer; esa inagotable fuente que insaciables, delirando...
Página 229 - Plata!, tanto como te quise algún día, porque tienes un encanto indecible para mí; porque en tu orilla mi cuna feliz se meció, aunque el brillo del astro de mi fortuna jamás en tu cielo vi.
Página 153 - Volvió a su patria, joven todavía, llena el alma de bellas ilusiones; la patria de su amor ya no existía, y encontró en lugar suyo horrenda orgía, de feroces y estúpidas pasiones. Sus sueños de idealista, ¿qué se hicieron? ¿Dónde tan pronto...

Información bibliográfica