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honroso participar á su señoría que su lectura fue causa para él de la más sincera satisfacción, aunque no le sorprendió absolutamente, porque cuando dictó la estipulación contenida en el artículo 2o de la convención de paz entre Colombia y Chile, no dudó un momento de que el presidente de los Estados Unidos aceptara con beneplácito el papel de árbitro entre las dos repúblicas que allí se le atribuyó, y que esa circunstancia proporcionaría al gobierno de Washington la oportunidad de manifestar una vez más y de poner en práctica, llegado el caso, los sentimientos de imparcial amistad que siempre ha abrigado en pro de las hermanas repúblicas del continente americano, y muy especialmente en pro de Colombia, con quien lo ligan desde hace mucho tiempo los más estrechos y cordiales lazos, por razón de sus intereses comunes de grande importancia y de la identidad de sus instituciones y aspiraciones.

La adhesión de mi gobierno al gran principio de arbitramento como único medio adoptable para zanjar cualesquier a discordias ó disidencias internacionales, ha sido constante y firme en él desde la emancipación política de este país, y siempre que le ha sido dado, así lo ha consignado en los tratados públicos, especialmente con las repúblicas 'hermanas. Pero nada valdría la adhesión de mi gobierno á aquel principio, ni la consignación de él en tales tratados, si al propio tiempo no se proveyera al caso, nada improbable, en que las partes contratantes no pudieran ó no quisieran avenirse respecto de la elección del árbitro, caso en el cual sería baldía la estipulación del gran principio, y no quedaría otro recurso que la apelación á las armas ó la humillación de la más debil de las partes contratantes. Para obviar este inconveniente gravísimo, fue por lo que el jefe de mi gobierno hizo introducir en la citada convención la muy trascendental estipulación de que, al no haber acuerdo sobre la elección del árbitro, sería obligatorio para las partes contratantes someterse á la decisión del presidente de los Estados Unidos.

Como su señoría debe saberlo, la referida convención fue muy bien acogida por el gobierno de Chile, por lo cual puede an

ticiparse que ella será aprobada en el presente año por los congresos de ambas repúblicas.

De modo que, contando, como con seguridad se cuenta, con la benévola aceptación del presidente de los Estados Unidos del cargo de árbitro que en virtud de la referida estipulación le corresponde, puede asegurarse, sin riesgo de equivocación, que para siempre se han cerrado las puertas á la guerra entre Colombia y Chile.

Pero su señoría comprende que, aunque es motivo de regocijo para Colombia abrigar la seguridad de vivir á perpetuidad en paz con Chile, muy poco se habría conseguido para su futura tranquilidad, sin la confianza absoluta de vivir del mismo modo con las demás repúblicas hermanas, con algunas de las cuales tiene intereses encontrados por razón de límites, de vecindad y otras circunstancias. Precisamente con Chile es con quien este país menos temor tiene de desavenencias. La gran distan cia que separa sus territorios, el legítimo orgullo que Cołombia ha sentido siempre en vista de la prosperidad de esa república hermana, la admiración con que ha contemplado la sólida paz de que ha gozado, y las grandes y sinceras simpatías que este país se ha captado entre la gente pensadora de Chile por su lucha estoica, audaz y constante en favor de los principios liberales, fundados en la justicia y la tolerancia, son circunstancias que harían, aun sin la convención citada, si no imposible, por lo menos remotísima, cualquiera causa de seria desavenencia entre los dos países.

Comprendiólo así el presidente de la república, y acogió con solicitud la idea de la convención de paz entre Colombia y Chile cuando el encargado de negocios de ésta la propuso, con el objeto de introducir en ella la estipulación aludida y la que contiene el artículo 3o Esos dos puntos son lo que hay de verdaderamente grande, práctico, sustancial, netamente americano, y del todo nuevo en aquel documento.

Aceptada la referida convención, en esos términos, por todas las repúblicas americanas, como puede anticiparse que lo será en el curso del presente año en Panamá, habrá paz perpetua internacional en el continente americano, y los Estados Unidos asumirán el gran papel, que de derecho les correspon

de, de mediadores y consejeros entre sus hermanas repúblicas del Nuevo Mundo, llevando en su bandera bien alto y firme, el célebre lema de uno de sus presidentes: "La América para los americanos."

En nombre de mi gobierno agradezco á su señoría su espontánea solicitud en poner el hecho á que esta nota se refiere en conocimiento del de Washington, y le pido se sirva aceptar los sentimientos de alta consideración y respeto con que me suscribo de su señoría muy atento servidor.-Eustacio Santamaría.-Al honorable señor Ernest Dichman, ministro residente de los Estados Unidos de América, etc., etc.

El secretario de Relaciones Exteriores de Colombia avisa que se ha aplazado la reunión del congreso hasta diciembre de 1881.

Estados Unidos de Colombia.-Secretaría de Relaciones Exteriores.-Bogotá: 30 de mayo de 1881.-Señor ministro. -Por circular de este despacho, fechada en Cartagena el 11 de octubre próxi- . mo pasado, de la cual se sirvió su excelencia acusarme recibo, mi gobierno invitó á todos los de la Amérina latina republicana á que enviasen representantes suyos á Panamá en el mes de setiembre del presente año, con poderes suficientes para firmar, no sólo con mi gobierno sino con los de las demás repúblicas allí representadas, una convención de paz semejante á la que fue ajustada entre Colombia y Chile el 3 de setiembre próxima pasado, de la cual se remitió copia auténtica á su excelencia.

Hasta la fecha sólo el gobierno del Paraguáy ha dejado de contestar á dicha circular; pero se ha insistido en ella, y puedo asegurar á su excelencia que no faltará á esta cita de la civilización. Todos los demás se han apresurado á corresponder á las elevadas míras que motivaron tal paso, de modo que la reunión tan deseada por mi gobierno y tan necesaria para el porvenir de la América republicana, como lo ha reconocido el gobierno de su excelencia y todos los demás de nuestra América, con excepción del mencionado, será un hecho cuya realización, en gran parte, se deberá á la buena voluntad y valiosos esfuerzos del de esa república.

El éxito favorable que han tenido los propósitos de mi gobierno y el aplauso general con que han sido recibidos por

la prensa de todos los pueblos libres del continente, han sido parte á que el presidente de la república haya resuelto aplazar la reunión proyectada en Panamá hasta el 1 de diciembre del presente año, para poder así darle la solemnidad que corresponde á su objeto.

El clima de Panamá, durante el mes de diciembre y los dos siguientes, deja de ser mal sano para convertirse en uno de los más saludables de la América. Además de esta circunstan cia, que es inapreciable, el plazo actual es demasiado angustiado para hacer los preparativos que requiere la recepción é instalación de los altos huéspedes de la república.

Sírvase su excelencia poner esta resolución del presidente de Colombia en conocimiento del de esa república, y encarecerle nuevamente el cumplimiento de la promesa que ya hizo por el honorable conducto de su señoría en su atenta nota arriba citada.

Con la seguridad de obtener una pronta y satisfactoria respuesta de su excelencia, soy con el mayor respeto de su excelencia muy atento servidor,-Ricardo Becerra.—A su excelencia el señor ministro de Relaciones Exteriores de....

Protocolo de la conferencia tenida el 5 de enero de 1882 entre los ministros plenipotenciarios que se expresan, acreditados ante el congreso de Panamà.

(Presidida por el plenipotenciario de Costa Rica).-Habiendo el congreso de los Estados Unidos de Colombia, por circular de Cartagena de 11 de octubre de 1880, adicionada por la de Bogotá de 30 de mayo de 1881, invitado á los gobiernos de las repúblicas de la América latina á que, si lo estimaban conveniente, enviasen sus representantes á Panamá, para que reu nidos en esta ciudad el día 1o de diciembre de 1881, firmaran colectivamente la convención sobre conservación de la paz celebrada entre Colombia y Chile en Bogotá á 3 de setiembre de 1880, invitación que fue aceptada con aplauso por casi todos los gobiernos invitados, se reunieron en Panamá, en el salón destinado para las sesiones del congreso americano, hoy 5 de enero de 1882, los plenipotenciarios que en seguida se expresan, á saber: el nombrado por el gobierno de Costa Ri ca, señor doctor don José María Castro; el nombrado por el gobierno del Salvador, señor doctor don Manuel Delgado; el nombrado por el gobierno de Guatemala, señor licenciado don

Cayetano Díaz Mérida, y el nombrado por el gobierno de los Estados Unidos de Colombia, señor doctor Antonio Ferro, únicos presentes en la ciudad, y de quienes se hace mención en el orden designado por la suerte.

Cangearon sus plenos poderes y los hallaron en debida

forma.

Consideraron en primer lugar, si podrían, con sólo el número de plenipotenciarios presentes, constituir el congreso latino americano á que se refieren la invitación, las aceptaciones y los poderes é instrucciones que cada uno tiene; y resolvieron por unanimidad negativamente este punto.

Al comenzar la deliberación, el ministro de Guatemala manifestó: "que su gobierno en consonancia con sus compromisos, y participando de los mismos sentimientos que determinaron al gobierno colombiano á hacer una invitación que revela altas míras filosóficas y de confraternidad americana, había designado á efecto de que lo ropresentara ante el congreso al señor doctor Lorenzo Montufar, quien con motivos que se relacionan con el servicio público fue despachado á Washington, y no pudo regresar oportunamente; y que por tales consideraciones excusaba á su gobierno por el retardo relativo con que había hecho el nombramiento de un segundo representante, por lo que á éste no le fue dable llegar, sino hasta el 21 del mes próximo anterior."

El plenipotenciario del Salvador dijo en seguida: "que tiene especial encargo de manifestar al supremo gobierno de los Estados Unidos de Colombia, la pena que su gobierno ha tenido por el retardo en el envío de su representante al congreso, lo cual en manera alguna debe considerarse como tibieza para concurrir por su parte á la realización de la obra patriótica que aquél tiene en míra."

El plenipotenciario de Colombia manifestó que con mucho gusto aceptaba las excusas que acababan de presentar los plenipotenciarios de Guatemala y el Salvador; y que sus gobiernos así como el de Costa Rica, debían saber que el de Colombia estimaría en todo tiempo, como una prenda de verdadera adhesión al propósito de asegurar la paz de América, el envío de sus representantes al congreso que fue convocado con ese objeto.

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