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tades de una excesiva pobreza. La guerra i la falta de comercio que era consecuencia de ella misma, habia agotado las arcas fiscales i arruinado o disminuido notablemente las fortunas particulares. Dos veces quiso remediar esta situacion adoptando medidas que no le dieron resultado. La primera fué ordenar que se levantara un empréstito de 400,000 pesos en el comercio de Lima i el Callao; pero los estranjeros i especialmente los ingleses, se negaron a pagar las cuotas que se les asignaron, alegando que su carácter de neutrales los eximia de los impuestos de guerra. Como la Junta insistiera, se suscitó una cuestion agria i desapasible entre el comercio estranjero i el Congreso, llegando el conflicto a asumir proporciones amenazantes, porque el comandante de un buque de guerra ingles que estaba fondeado en el Callao, amenazó resistir con las armas a la confiscacion a que se queria someter a sus compatriotas. El resultado fué que la contribucion no se pagó por nadie, nacionales o estranjeros, i que despues de mucho tiempo i de prolongadas querellas, que debilitaron el prestijio de los pode. res nacionales, apénas se pudo reunir la décima parte de la cantidad presupuestada.

La Junta fué ménos feliz todavía en una segunda tentativa que hizo para proporcionarse recursos i levantar el crédito del Estado. Bajo el gobierno anterior se habia creado un banco i lanzádose al público una cierta cantidad de moneda fiduciaria, que se recibia en la plaza con mucha depreciacion. La Junta creyó evitar este inconveniente emitiendo cobre en vez de papel, dando con eso la prueba de su profunda ignorancia en materia de ciencia económica.

Todas las medidas fiscales que adoptó fracasaron, i no quedó otra cosa que hacer que recurrir a Chile en solicitud de fondos.

El Congreso o la Junta, que en el fondo era la misma cosa, tomó la resolucion, que le honra, de decretar una accion de gracias al Ejército Libertador, i de dar un voto especial de agradecimiento a Chile, que habia hecho independiente al Perú; al Director O'Higgins, que fué el alma de la espedicion libertadora, i al almirante Cochrane, que le aseguró el dominio de sus costas.

De todos sus actos, el principal, bajo el punto de vista in

terno, fué dictar una serie de disposiciones que, sin ser propiamente una Constitucion, debian servirle de base.

Este notable documento es un resúmen de las ideas políticas en boga a fines del siglo pasado i principios del actual, i está, en jeneral, empapado de un espíritu avanzado i tan liberal como lo permitia el tiempo en que se dictó. La Constitucion declara que el gobierno del Estado es el popular representativo; que la soberanía reside en el pueblo, que delega esa representacion en un Congreso compuesto de dos Cámaras, una de Diputados i otra de Senadores, elejidos éstos de a dos por cada provincia. El Poder Ejecutivo es responsable de sus actos sin diferencia de categoría, lo que manifiesta, en este caso como en el anterior, la influencia de la Constitucion norte-americana en los lejisladores peruanos. Empapado el Congreso en la doctrina jurídica que puso a la moda Montesquieu a fines del último siglo, creyó que la garantía de la libertad se halla en el contrapeso de tres poderes, el ejecutivo, el lejislativo i el judicial. Hizo al ejecutivo responsable, al lejislativo irresponsable e inviolable, i al judicial vitalicio. Tuvo la sábia precaucion de establecer que el poder ejecutivo no podria durar por la vida i ménos ser hereditario.

Concedió al Congreso las facultades que le son propias en todos los paises que se gobiernan por el réjimen representativo, como ser: decretar las contribuciones, determinar el modo de repartirlas i señalar cada año el monto de la fuerza pública. Mandó que la justicia criminal se administrase por jurados, que se pronunciarian sobre el delito, dejando a los jueces la fijacion de la pena. Reconoció que la sociedad debe la instruccion en sus varios grados a todos sus miembros i que está obligada a protejer a los desgraciados.

Los derechos que reconocia a los ciudadanos peruanos, eran la libertad de imprenta, la inviolabilidad de la propiedad i de la correspondencia; la igualdad ante la lei, sea para los derechos civiles o para el reparto de las contribuciones; la abolicion de la confiscacion de bienes, de las penas de manifiesta crueldad, de los privilejios hereditarios, i la supresion del comercio de negros.

Aunque la única manera racional de apreciar una Constitu

cion es poniéndola en relacion con el estado social del pueblo a que se aplica, sin embargo, juzgada teóricamente, deja una favorable impresion i se la puede estimar como un adelanto político considerable en un pais que acababa de sacudirse del despotismo colonial.

El Congreso decretó que la república fuera la forma de gobierno del Estado, anuló la obra del réjimen anterior, i revocó las instrucciones que San Martin dió a los plenipotenciarios que fueron a Europa a buscar un rei, diciendo que lo hacia por ser opuestas al voto comun de los pueblos, i gravosas a los verdaderos intereses del Perú.» Un viento de reaccion barrió los sijilosos trabajos monárquicos del Protectorado; los que no dejaron otra cosa en el corazon del Perú, que el recuerdo de una intentona desgraciada i el encono en el pecho de muchos ciudadanos. El nombre de Monteagudo, que fué el inspirador de esos trabajos, se hizo aborrecible, i el Congreso, haciéndose intérprete de esa malquerencia, decretó que su estrañamiento del Perú era «perpetuo», i que si algun dia volvia a él, quedaba fuera de la proteccion de las leyes.

Esta medida contrastó con el espíritu de otras resoluciones suyas. Aprobó una amnistía jeneral para todos los delitos polí ticos, abriendo por poco tiempo las puertas de una reconciliacion sincera entre españoles i americanos. Decimos por poco tiempo, porque al primer amago de peligro volvió a tomar contra ellos las mismas medidas de rigor que habia adoptado en casos iguales el antiguo gobierno.

Tampoco procedió con lójica con los delincuentes ordinarios. Un dia los trató con clemencia i al siguiente creó para ellos tribunales de escepcion. Los delitos de robo, hurto, homicidio, infidencia i traicion, fueron sometidos a una lejislacion draconiana, aplicada por jueces especiales que fallaban sumariamente, no dejándose otra garantía a los reos sino que la sentencia fuese aprobada por la Cámara de Justicia de Lima.

Estos fueron los principales actos del Congreso en el órden administrativo.

En el político se señaló por una desconfianza verdaderamente ofensiva para los paises i ejércitos que cooperaban a la guerra del Perú, poniéndose a la cabeza de aquella parte de la opi

nion pública, que, creyendo segura la victoria del ejército de Alvarado, tenia verdadera impaciencia por ver alejarse del pais a los ausiliares.

Hacia seis dias a que habia zarpado del Callao el último buque que conducia a los arjentinos i chilenos que iban a pelear en el sur por la causa del Perú, i el Congreso celebró una sesion secreta para imponerse de una nota del gobierno de Colombia relativa a la nacionalidad de la provincia de Jaen, que se disputaba entre los dos paises. Esa discusion era imprudente, porque estaba mui fresca la herida que habia abierto el Libertador al amor propio del Perú, incorporando de hecho la provincia de Guayaquil a Colombia. La sesion en que se discutia este asunto fué una manifestacion del encono que esa medida despertaba en el pais. Luna Pizarro, el hombre de mas autoridad en el Congreso, dijo en un arranque de indignacion, que ni siquiera Lima estaba libre de ser conquistada por el Libertador. Don Hipólito Unanue agregó que Bolívar habia ofrecido conquistar hasta el Plata. Sanchez Carrion pidió que fuera a Colombia un plenipotenciario peruano a observar las «miras ambiciosas» del Libertador, i a «no perderlo de vista». Mién tras tenian lugar estas discusiones en el Congreso, habia en Lima una division colombiana mandada por el jeneral Paz del Castillo, cuyo concurso era indispensable para que el jeneral Arenales pudiera marchar con el ejército del centro sobre Guancayo. Es cierto que las sesiones eran secretas; pero eso no quiere decir que lo fueran en realidad i, por el contrario, lo que se hacia en el Congreso a puertas cerradas, era conocido al dia siguiente en todo Lima.

Dos dias despues de la sesion que hemos recordado (el 25 de octubre), el Congreso se ocupó de una nota del jeneral Bolívar en que ofrecia enviar al Perú un nuevo ejército de 4,000 hombres a mas de la division que habia en Lima.

El Libertador estaba profundamente alarmado con la situacion del Perú. Parece que su entrevista con San Martin le dejó la impresion de que el Perú se encontraba en un momento crí tico decisivo, i que era llegado el caso de que toda la América, por salvacion propia, tratara de impedir que el Virrei volviera

a adueñarse del pais. Esa impresion de la entrevista se trasluce al traves de las reservas del estilo oficial. «Aunque S. E. el Protector del Perú, decia el secretario de Bolívar al Congreso de Lima, en su entrevista en Guayaquil con el Libertador, no hubiese manifestado temor de peligro por la suerte del Perú, el Libertador, no obstante, se ha entregado desde entónces a la mas detenida i constante meditacion, aventurando muchas conjeturas que quizas no son enteramente fundadas, pero que mantienen en la mayor inquietud el ánimo de S. E.»

Este temor le sujirió el pensamiento de invocar el apoyo de toda la América en favor del Perú, i en efecto se dirijió al Congreso de Lima ofreciéndole, por su parte, un ausilio de 4,000 hombres mas, o sean 6,000 en todo; le pidió a Chile que enviase un ejército de 6 a 8,000 soldados por el sur del Perú, i a las Provincias arjentinas que pusieran en campaña una division de 4,000 sobre el Cuzco. Entretanto, él se ofrecia a organizar, ademas del ejército que mandaria al Perú, otro de reserva de 6 a 8,000 plazas que se juntaria con el peruano en caso de que éste fuese derrotado, entrando rápidamente por las provincias de Piura i Trujillo. Estas ideas están espresadas en la comunicacion del Libertador con una profunda alarma por la suerte del Perú, i con verdadera vibracion patriótica. Pedia que la suerte del pais no se comprometiera en una batalla decisiva hasta que estuviesen reunidos los elementos de esta nueva campaña americana. Habia en las ideas del Libertador un fondo de jeneroso patriotismo que no era posible desconocer, pero tambien habia ofuscamiento; el mismo que padeció San Martin al trazar el plan para la campaña de Intermedios, porque suponia el concurso de paises que estaban ya invalidos i fuera de la lucha por exceso de trabajo, como Chile, o indiferente u hostil, como la Arjentina.

Esa nota jenerosa i vibrante llegó al Congreso en los momentos en que se consideraba seguro en Lima el triunfo de Alvarado en el sur, i en que, por consiguiente, se creia tambien próximo el dia en que el Perú podria arrojar léjos de sí el manto de plomo de los ejércitos ausiliares, i el Congreso, halagado por esa doble esperanza, contestó desdeñosamente la proposicion de

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