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ble antes de quince dias, tres mil hombres de los cinco que en el día tiene esta guarnicion, i hágasele volver al Perú con la seguridad que le arrebata al enemigo la victoria.>

Esta insinuacion provocó una polémica violenta de prensa con otro pe riódico titulado El tizon republicano, que redactaba don Santiago Muñoz Bezanilla, el que atacó con violencia a Zañartu i obligó a éste a acusarlo i a iniciar un juicio de prensa que llamó la atencion pública en aquellos dias. Otro periódico del tiempo, El Imparcial, de Camilo Henriquez, se opuso ardorosamente a la idea de Zañartu, diciendo que antes de pensar en enviar espediciones fuera del pais, se debia trabajar por organizarlo; i con ese motivo hizo un ataque a fondo al absolutismo que suponia que habia existido durante el gobierno de O'Higgins en Chile i de San Martin en el Perú, acusando a los cortesanos del Protector de haberse enriqueci do en Lima a costa de los bienes confiscados a los españoles.

Esto prueba que no habria dejado de causar alarma en Chile si el jeneral O'Higgins hubiera ocupado un puesto oficial en el ejército de Bolívar. Volvamos al viaje de aquél en la sierra del Perú.

Todo lo que se refiere a O'Higgins tiene interes histórico; así es que voi a referir algunas particularidades de ese viaje para reunirse a Bolívar en 1824, valiéndome de las anotaciones que tomó don Juan Thomas, que lo acompañaba.

Este Thomas era un ingles que habia vivido con O'Higgins en el Perú, i le habia cobrado mucho cariño. Cuando se preparó para ir al ejército Thomas fué con él «de puro patriota», segun espresion de O'Higgins.

Thomas llevó un Diario de apuntes mui minucioso, los que parecen ser notas o recuerdos para escribir despues un libro de viaje, con observaciones curiosas sobre las costumbres, las ruinas incásicas i la topografía del pais. Ademas de esta fuente de informacion, he dispuesto de algunos documentos escritos a O'Higgins o por él, i de los cuales publico los mas interesantes.

Desde que llegó al Perú el jeneral O'Higgins no tuvo otro anhelo que tomar parte en la guerra, i como comprendia que un alto mando seria mirado con recelos i sujeto a comentarios, se limitaba a pedir un puesto de simple voluntario. Así lo comprueba la carta siguiente de Guisse:

<<(Privada i confidencial).—Al jeneral O'Higgins.-Lima.-A bordo de la fragata Protector, Bahía de Arica, Setiembre 3 de 1823.-Mi mui respetado jeneral i amigo:

«Despues de un corto viaje he tenido el honor de recibir la interesante carta de S. E., fecha 28 de Julio. Permítame ofrecerle mis felicitaciones por su feliz llegada a un pais en que, no tengo la menor duda, será usted recibido de una manera tal como sus distinguidos servicios lo merecen. No me sorprende que S. E. esperimentara, al desembarcar, profundo desagrado encontrando la capital del Perú ocupada por un enemigo que dos años antes la habia abandonado sin atreverse a disparar un solo tiro para defenderla del ejército que ustedes habian enviado para libertarla. Yo

puedo calcular que la mortificacion de S. E. se agravará mucho mas reflexionando que el enemigo no se habria atrevido jamas a descender de sus montañosas guaridas, mucho ménos aun a saquear la capital del pais, si la mas vergonzosa traicion no hubiera impedido a S. E. embarcarse en Febrero último a la cabeza de una espedicion, que bajo las órdenes de S. E. estoi seguro, no solamente que habria salvado la capital del insulto, sino tambien del pillaje; i probablemente habria ganado laureles no inferiores a los de Chacabuco i Maipú.

«Este es ciertamente un motivo de amargas reflexiones i, por lo tanto, no me canso de admirar la noble enerjía de S. E. i acendrado patriotismo ofreciéndose para servir ahora en el rango de simple voluntario. Considerando el peligroso estado del pais, es imposible que a S. E. no ofrezcan el mando superior, i en mi humilde opinion, nada causaria mas efecto para la pronta destruccion del enemigo, como el nombramiento de V. E. para mandar en jefe. Aunque la emulacion i la discordia causen los peores efectos entre nosotros, i aunque podamos diferir en otros puntos, estoi seguro que todos estamos de acuerdo que el que tiene mas títulos a la gloria de concluir esta grande empresa, es aquel que dió el primer gran paso para libertar este pais, especialmente cuando vuestros probados talentos militares i valor i buena suerte en el azarozo juego de la guerra, colocan a V. E. sobre todos los otros competidores al mando supremo. Yo, por mi parte, le digo que nada me seria mas satisfactorio que cooperar con usted a completar el gran trabajo de la Independencia de la América del Sur. No puedo olvidar el cariño que S. E. me ha mostrado durante los últimos cinco años, i siempre recordaré con profunda gratitud la conducta de S. E. en el asunto con Lord Cochrane en las vísperas de hacerse a la vela el Ejército Libertador en Agosto de 1820.

«El capitan Mergell me ha dado muchas noticias sobre la triste pasada revolucion, i habla en términos mui altos de la conducta de S. E. en el último dia de vuestro Gobierno, del cual fué testigo ocular.

<De los datos que recojo aquí i allá me convenzo de que si yo hubiera tenido la buena suerte de mandar la escuadra chilena en Noviembre, Diciembre i Enero últimos, tal revolucion no habria tenido lugar. <<Soi de V. E., etc.-Martin George Guisse.»

Apesar del deseo que manifestaba O'Higgins, el Libertador salió de Trujillo sin llevarlo. Le dió la escusa de que no habia creido prudente invitarlo a un viaje tan penoso estando convaleciente de una enfermedad; pero es probable que por no ofender al Gobierno de Chile no tuviera mucho empeño en aceptar la cooperacion de O'Higgins. Entónces éste pidió al coronel Heres que solicitase para él un puesto subalterno cualquiera. Previendo lo que se podia temer o decir, O'Higgins se escusaba de antemano de que al tomar las armas no tenia ninguna intencion oculta. Escribiéndole a Heres desde Trujillo el 7 de Junio, le decia:

«Yo no dudo que S. E. i Ud. darán todo crédito a mi sinceridad cuando

aseguro que nada podria sustraerme del retiro que me he propuesto en el Perú, sino el dia de batalla; porque ese dia todo americano que pueda ceñir espada, está obligado a reunirse al estandarte de una causa tan justa como la independencia, i prestar su sosten, por débil que sea, a un jefe que ha trabajado tanto tiempo i tan dignamente por la prosperidad de esa sagrada causa.

«Si en ese dia la fortuna coronase, como lo espero, sus trabajos, entónces volveré a mi vida privada en el convencimiento de haber cumplido con mi deber, i en esos sentimientos gozar el mas alto premio que pudiera recibir i la única recompensa que ambiciono en este mundo.>>

Heres le contestó así al encargo que le habia hecho al salir de Trujillo: «Manifesté a S. E. el Libertador, en los mismos términos que Ud. se sirvió recomendármelo, los deseos que tenia de venir al ejército en caso que hubiere probalidad de una batalla, i tengo la satisfaccion de asegu rarle que S. E. oyó con particular agrado esta espresion inequívoca de sus buenos sentimientos. S. E. me indicó que por mas vivos que fuesen los deseos que tenia de que Ud. viniera al ejército, por mas útil que lo creyese en él, S. E, se habia abstenido de hacerle ninguna insinuacion por el estado de enfermedad en que a su partida de esa le tenian las fiebres ardientes de que Ud. estaba atacado; S. E. juzgó que no debia hacerlo. Pero ahora que Ud. se ha ofrecido, ahora que manifiesta interes en venir. S. E. me ha encargado que esprese a Ud. la satisfaccion con que lo veria en el ejército. S. E. me ha dicho que él cuenta con que una batalla, célebre por los intereses que se comprometen en ella i por el número i clase de los contendientes, tendrá indudablemente lugar en alguno de los tres meses que entran.

«Todos los cuerpos del ejército están en marcha hácia los enemigos: yo soi de sentir que no pasarán los tres meses que entran sin que se haya dado la batalla que ha de decidir la suerte del pais.» Caraz, Mayo 30 de 1824.

A consecuencia de esta jestion, Bolívar lo llamó el 14 de Junio a incorporarse en el Ejército Libertador.

O'Higgins, que no aguardaba otra cosa, salió de Trujillo con Thomas el 9 de Julio. En las anotaciones de Thomas de ese dia se encuentra el siguiente episodio relativo a doña Isabel Riquelme: «Nada sobrepasa la fortaleza con que doña Isabel soporta la separacion, a pesar de su avanzada edad. Cuando se habló de retardar nuestro viaje, ella dijo: «que tal << demora podia impedir a su hijo de asistir a la batalla de la cual depen<< dia la independencia de Sud-América.» Esta señora no es bajo ningun punto de vista inferior a las tan celebradas matronas romanas, cuya magnanimidad influyó tanto para la grandeza de su pais.»

El viaje fué por la costa hasta Guambacho, i de ahí por Moro al Callejon de Guaraz. De Yungai siguió a Guánuco i Tarma.

La travesía, en sí misma, no tuvo nada de particular. Fué un viaje comun de cordilleras, en que el jeneral, convaleciente, tuvo que soportar

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las penalidades habituales de los malos caminos i de los pésimos alojamientos, agravados por la escasez de bestias; pero todo se lo hacia llevadero la esperanza de concurrir a la batalla decisiva, que creia mas próxima de lo que realmente fué.

En la aldea de Virú fué festejado por los habitantes. Las autoridades salieron a recibirlo «en grande estilo»; se echaron las campanas a vuelo, i el cura hizo en su honor una procesion con antorchas.

El 17 de Agosto llegó a Jauja i se encontró con Sucre. Al día siguiente se reunió a Bolívar en Guancayo. Hacia doce dias a que se habia librado el combate de Junin, i el ejército victorioso iba en persecucion de Canterac, que se retiraba hácia el sur.

El 19 de Agosto fué dado a reconocer en Guancayo en la órden jeneral del Ejército i recibió la visita de los oficiales presididos por el jeneral La Mar, los que se presentaron a su alojamiento a saludarlo.

De Guancayo siguió al sur al lado del Libertador, i desde Guamanga escribió a su madre la carta siguiente, que revela los sentimientos que lo dominaban:

«Señora doña Isabel Riquelme.-Guamanga, Setiembre 1.o de 1824.—Mi amada madre: Con el mayor placer he recibido su apreciable de 8 del pasado i la anterior que vino con la de nuestro buen amigo el señor Vidal. Desde Guancayo dije a Ud. que salíamos con Su Excelencia el Libertador en seguimiento del enemigo, i sin poderlo alcanzar por su precipitada fuga, entramos a esta ciudad el 28 del pasado, entre un inmenso pueblo, que en sus vivas i alegría demostraba el júbilo a la vista del gran Bolívar, que en este dia los elevaba al rango de hombres libres.

<Dos dias despues entró la primera division del ejército, i en seguida la del Perú i demas, etc. El enemigo se encuentra a 20 leguas de aquí, camino del Cuzco, i aun de Arequipa. Mañana comienza a moverse el ejército en su seguimiento; mas, segun la correspondencia interceptada de Canterac a Rodil, vemos que el primero piensa retirarse hasta donde alcancen sus soldados, pues que la jornada de Junin ha acobardado i desmoralizado su tropa, de modo que no se atreverá otra vez a cruzar sus armas con las del Ejército Libertador. Se puede asegurar, hasta la evidencia, que la campaña se ha concluido del modo mas afortunado i glorioso, i vemos cumplidos los altos destinos de la Providencia por la inde. pendencia de la América del Sur, en la vergonzosa fuga de tropas que no conocian mas triunfos que los que la perfidia i las divisiones les habian arrojado.

<<Pasan de dos mil quinientos hombres perdidos por Canterac en su fuga i batalla de Junin, i mui pronto será doble este número, pues que diariamente se pasan a nosotros innumerables de los que la fuerza i la violencia ataba a las ignominiosas banderas de la opresion.

«Olañeta se habia retirado hasta Tupiza perseguido por Valdes, que se halla mui enfermo en Potosí. El primero habia remitido pliegos al Liber

tador, que pueden haber caido en manos de La Serna; i se supone i cree con razon que fuesen interesantes a la gran causa de la Independencia.

No obstante las penosas marchas que he hecho por ardientes arenas, heladas cordilleras, i a la verdad, una continuada serranía de mas de doscientas leguas, sin parar hasta el presente; mi salud está mejor que nunca, i mis deseos jamas han sido mas grandes de alcanzar a los enemigos, para que siquiera un solo araucano vea la conclusion i tenga la parte que alcancen sus débiles esfuerzos en la esterminacion para siempre del yugo español de estas rejiones; i en fin, para que los pérfidos e ingratos que osaron calumniar mi reputacion en un pais que todo lo creé i me debe lo mejor de su existencia, se cubran de oprobio i confundan de vergüenza. <Mil espresiones a Rosita; consérvese Ud. con salud i disponga siempre de su- --Bernardo O'Higgins. ›

A pesar de que O'Higgins no era mas que un proscrito, un nombre, el jeneral Canterac supo con alarma que habia prestado su cooperacion al ejército patriota. Un clérigo que habia acompañado a Canterac en su retirada hasta Andaguailas, cuando se encontró con las fuerzas republicanas, declaró: <que Canterac no habia podido ocultar su molestia cuando supo que el jeneral O'Higgins se habia reunido al ejército del Libertador, i varias veces le preguntó qué motivos podia tener para hacerlo, ni qué interes, no habiendo tropas chilenas que mandar?»

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O'Higgins se formó un juicio mui claro de lo que era el Perú i de sus verdaderas necesidades.

Escribiéndole a Camilo Henriquez desde Andaguailas, el 1.o de Octubre, le decia:

«Mas no es solamente el adelantamiento de mi salud, querido amigo, la única ventaja que he adquirido en esta campaña. Ella me ha permitido la oportunidad de ver una gran parte del mas estraordinario pais de la tierra. «El Perú puede dividirse en tres partes distintas, a saber: la costa del mar, donde nunca llueve, i en su consecuencia, se compone enteramente de arenales estériles, a escepcion de aquellas partes que pueden ser regadas por las aguas de la cordillera, i son tan fértiles i deliciosas, de modo que la costa del Perú puede, semejante a la Arabia, ser dividida en partes designadas feliz i desierta. La siguiente gran division es la tierra que comprende los Andes i sus ramificaciones; su anchura es mui variable; hácia el norte es mas angosta, estendiéndose, bajo el nombre de Santa Cruz de la Sierra, hasta las fronteras del Brasil, i se ha dicho jeneralmente que está en la direccion por donde los españoles intentan retirarse cuando sean arrojados del Alto Perú. Hablando jeneralmente, en la sierra del Perú llueve diariamente, desde el 20 de Diciembre hasta el 20 de Marzo, i parcialmente, cerca de dos meses antes del primero i cerca de dos despues del segundo. Durante los cinco meses restantes, se goza de un continuado sol claro. El pais i el clima de estos terrenos son tan variables, que son capaces de producir en la mayor perfeccion todas las producciones de la zona tórrida, lo mismo que de la templada, i a la verdad, puedo

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