Poesías de Andrés Bello

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A. P. Dubrull, 1882 - 330 páginas
 

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Página 21 - ¡Salve, fecunda zona, que al sol enamorado circunscribes el vago curso, y cuanto ser se anima en cada vario clima, acariciada de su luz, concibes!
Página xlvi - No así trató la triunfadora Roma Las artes de la paz y de la guerra; Antes fió las riendas del Estado A la mano robusta Que tostó el sol y encalleció el arado: Y bajo el techo humoso campesino Los hijos educó, que el conjurado Mundo allanaron al valor latino.
Página 22 - Tú das la caña hermosa, de do la miel se acendra, por quien desdeña el mundo los panales; tú en urnas de coral cuajas la almendra que en la espumante jicara rebosa ; bulle carmín viviente en tus nopales, que afrenta fuera al múrice de Tiro; y de tu añil la tinta generosa émula es de la lumbre del zafiro.
Página xvii - Por lo que a nosotros respecta, si la ley del ostracismo estuviese en uso en nuestra democracia, habríamos pedido en tiempo el destierro de un gran literato que vive entre nosotros,- sin otro motivo que serlo demasiado y haber profundizado, más allá de lo que nuestra naciente...
Página 42 - Febo amada al labrador corona; donde cándida miel llevan las cañas, y animado carmín la tuna cría, donde tremola el algodón su nieve, y el ananás sazona su ambrosía; de sus racimos la variada copia rinde el palmar, da azucarados globos el zapotillo, su manteca ofrece la verde palta, da el añil su tinta...
Página xvii - ... haber hecho gustar a nuestra juventud del estudio de las exterioridades del pensamiento y de las formas en que se desenvuelve en nuestra lengua, con menoscabo de las ideas y de la verdadera ilustración.
Página 29 - ... gime el ceibo anciano, que a numerosa tropa largo tiempo fatiga: batido de cien hachas se estremece, estalla al fin, y rinde el ancha copa. Huyó la fiera; deja el caro nido, deja la prole implume el ave, y otro bosque no sabido de los humanos va a buscar doliente . . . ¿Qué miro?
Página xliv - ... y para ti el maíz, jefe altanero de la espigada tribu, hincha su grano; y para ti el banano desmaya al peso de su dulce carga; el banano, primero de cuantos concedió bellos presentes Providencia a las gentes del Ecuador feliz con mano larga.
Página 24 - ... desmaya al peso de su dulce carga; el banano, primero de cuantos concedió bellos presentes providencia a las gentes del ecuador feliz con mano larga. No ya de humanas artes obligado el premio rinde opimo; no es a la podadera, no al arado deudor de su racimo; escasa industria bástale, cual puede hurtar a sus fatigas mano esclava: crece veloz, y cuando exhausto acaba, adulta prole en torno le sucede.
Página lvii - ¿quién pudo esperarla de los que en un momento de exaltación poética y patriótica a un tiempo se lanzaron a esa nueva arena, resueltos a probar que en las almas chilenas arde también aquel fuego divino, de que por una preocupación injusta se las había creído...

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