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el comercio de Amberes y para la manifestación del principio de la libre navegación de los ríos y de los mares.

Le doy á Vd, muchas gracias por la copia del movimiento de su cuerpo de ejército y de su orden de batalla. No se puede ejecutar con más exactitud y precisión todo cuanto hemos convenido; pero nosotros debemos entendernos á medias palabras. Desde nuestra separación, todos los chismes y enredos que empezaban á hacerme, han redoblado; y hubieran concluido por desorganizarlo todo, si yo no hubiese adoptado el partido de inducir á los comisarios á que se mande á Camus á la Convención para informarla del estado verdadero de las cosas, y obtener de ella poderes suficientes para hacerlos cesar. He hecho que vaya acompañado de Thowenot, que tendrá respuesta para todo. Espero su regreso con impaciencia. D'Harville está en Marche-enFamine. Envío á Valence en grande vanguardia á Limbourg, donde mostrará el 15 una cabeza de columna. Sean cuales fueren las resoluciones que se adopten sobre nuestras ulteriores operaciones, estos movimientos se ligarán á todo, continuando desde luego por inquietar al enemigo, que no puede sospechar el estado de entorpecimiento en que me tienen.

Marassé me ha dado cuenta de su posición. Necesita un escuadrón, ó á lo menos una división para su servicio exterior y de correspondencia. Sus voluntarios están completamente desnudos.

Los prisioneros de guerra parece que han abusado de la facilidad que Vd. les había dado desde hace ocho días, puesto que faltan más de 200. Sin embargo, se necesitarán para el canje de 1,200 que acaban de ser arrebatados en Custines (Francfort). Hé aquí el triste efecto de esa maldita punta en Alemania, en vez de haber flanqueado el Rhin pero todavía hay remedio.

El hospital de Amberes se halla en mal estado; envío al director Menures para que organice este establecimiento: 80 prisioneros están enfermos y casi sin recursos que les debemos. La municipalidad no marcha; se mueve mucho y no hace nada.

Voy á contestar á Marassé. He conversado con el negociante Lombaerls, y estoy muy contento con las disposiciones del comercio de Amberes, que dará el tono é impulsión al país. Adiós, mi querido amigo; le quiero á Vd. tanto cuanto se

merece.

DUMOURIEZ.

Post-scriptum (escrito de mano de Dumouriez). He arrojado á los enemigos de Herve y de Verriers, pero me he detenido de repente por la falta de subsistencias y la desorganización administrativa del ejército. Le he mandado á Vd. que venga aquí personalmente lo más pronto posible para negocios muy urgentes.

En cuanto Ruremonde sea tomada, lo que espero no tardará, deje Vd. en ella un mariscal de campo ó un buen coronel con una guarnición á lo menos de dos batallones y 100 caballos, á los cuales ordenará Vd. que se apoderen de los forrajes y víveres que suban el Meuse para pasar á Maestricht, á menos que se pruebe que pasan de tránsito para el ejército francés.

Enseguida, marche Vd. por la orilla derecha del Meuse, y colóquese Vd. en tres marchas, ó á lo más cuatro, en Fanquemont, desde donde se pondrá Vd. en comunicación conmigo para lo que debamos hacer ulteriormente. Puede Vd. confiar esta marcha al general Duval. Marche Vd. con precaución sobre Fanquemont dejando Vd. siempre un río entre Vd. y el enemigo, ó más bien, Duval es quien deberá tener este cuidado.

El general Dumouriez al general Miranda.

Lieja, 13 diciembre de 1792
(año I de la República).

Nuestro amigo Duval ha llegado ayer noche, mi querido Miranda, y me ha contado al detalle el enorme valor de sus tropas y la consternación de los Austriacos. Concibo que somos dueños de ampararnos de la Gueldre prusiana, del ducado de Cleves, Juliers, Colonia y Aix-la-Chapelle; pero de una parte el ministro de la guerra y sus criminales oficinas me ponen en tal apuro, que no puedo marchar hacia adelante, no teniendo ni zapatos, ni uniformes, ni armas, ni hospitales, ni víveres, ni forrajes, ni almacenes, ni dinero, ni comisario de guerra, y habiendo perdido más de diez mil hombres por la deserción desde hace quince días, deserción forzosa por el apuro en que nos dejan. Hay en todo esto un tejido de maldad de una parte y de ignorancia de la otra, que hará perecer la república antes, por decirlo así, de nacer. No hay ni gobierno ni constitución. La Convención nacional no se ocupa ya de esto absolutamente. En su lugar, pasa su tiempo en convertirse en un tribunal inquisitorial. Toda denuncia, verdadera ó falsa, probada ó no probada, es acogida con grandes aplausos. Nadie está seguro en su estado. Se le arrebatan sus empleos á un funcionario público antes de juzgarle. Es un tiempo de proscripción, de locura y de maldad, que no puede compararse sino con los siglos de Tiberio y de Nerón. Los hombres de bien de la Asamblea se callan por falta de valor. Tal es el partido que los representantes de la nación sacan de nuestras victorias.

A través de este horroroso cuadro de los negocios de la república, el Consejo ejecutivo, en el momento de mis mayores apuros, me envía los proyectos más locos, extravagantes y peligrosos. Quiere que en esta estación, con un ejército que carece de

todo, y mientras que yo no puedo hacer cuatro leguas delante de mí, falto de medios, marche sobre Coblenza y que tome el Luxemburgo. Entre tanto, los enemigos se aprovechan de mi forzosa inacción para reunirse, obligándome & acercarme á Vd. igualmente que á Valence; y cuando estos tres cuerpos de ejército se hayan reunido presentaremos apenas treinta y cinco mil hombres, porque los restantes se han marchado ó dispersado en las plazas.

Estoy desde luego muy incierto sobre lo que la Convención y el Poder ejecutivo decidirán respecto al viaje de Thowenot y Camus, que han ido á París para dar á conocer á la Convención nacional la horrible situación en que nos hallamos.

En consecuencia de todo esto, deje Vd. en Ruremonde uni guarnición suficiente con un buen oficial, y contramarche Vd. sobre Tongres, desde donde tendrá Vd. en respeto á Maestricht. Voy á hacer que pase á Visé el cuerpo de flanqueadores de la izquierda de mi ejército, cuyo mando he arrebatado al general Eustace, á quien envío á París para que se justifique, si posible es, de sus negociaciones con el gobernador de Maestricht. Este hombre es un loco malvado que contínuamente escribe contra mí, abrumándome al mismo tiempo de adulaciones. Va á aumentar el número de mis enemigos en París, pero me gusta más en este punto que en el ejército. Duval explicará á Vd. por qué le hago á Vd. regresar á Tongres. Quiero, en caso de necesidad, que pueda Vd. investir á Maestricht por la orilla izquierda del Meuse. Deje Vd. escalonados algunos batallones en Maseick, Houkhen, Thorn y Welsem. Deje Vd. un oficial general al mando de estos acantonamientos, el cual debe emplear dos de sus brigadas y un regimiento de caballería. Voy á dirigir sobre este punto seis nuevos batallones que llegan de Francia. En cuanto Vd. haya puesto en movimiento sus otras cuatro brigadas y su vanguardia, ruego á Vd., venga á mi encuentro, personalmente.

El punto central del resto de nuestro ejército será Tongres; la izquierda Recken, y la derecha lo largo del Meuse hacia Liche.

Le abrazo á Vd. mi querido amigo, y le espero con impaciencia para explicarle el resto de mis operaciones.

El general en jefe del ejército de Bélgica,

DUMOURIEZ.

El ministro de la guerra al teniente general de la división del Norte del ejército francés en Bélgica.

París 5 de enero de 1793

(año II de la República).

El Consejo ejecutivo provisional me ha encargado, general, trasmitir á Vd. la orden de tomar el mando en jefe del ejército francés, en Bélgica, en lugar del general Valence, que ha obtenido una licencia. Dígnese Vd. dar á este mando todos los cuidados que exige el bienestar de la república.

Miranda en Tongres.

Firmado: PACHE.

Pache, ministro de la guerra, á Miranda, teniente general, general en jefe del ejército de Bélgica.

París, 7 de enero de 1793

(año II de la República).

Una falta de confianza entre el estado mayor del ejército y los comisionados del comité de compras de subsistencias, y la

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