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ral á tambor, y todos comian y se divertian juntos. El mismo Toussaint, que concurria muchas veces á comer, no se sentaba á la cabecera, diciendo que la distincion de los rangos no debia haberla sino en una revista 6 formacion. En los ejercicios militares sucedia todo lo contrario. Algunas veces hasta setenta mil hombres formaban en batalla y desfilaban delante de Toussaint, y dos mil oficiales, desde general hasta abanderado mantenian su correspondiente carácter, sin la menor señal de familiaridad.

Cada general tenia á su cargo ó á sus órdenes media brigada, que manejaba las armas con admirable destreza.

Un silvido bastaba para desbandar á los soldados; y corrian hasta cuatrocientos ó mas pasos del cuerpo principal, disparaban, se echaban en tierra por uno y otro lado y mantenian un fuego graneado hasta que se les ordenaba incorporarse á aquel. Ejecutaban estas maniobras con tanta destreza y precision, que entrababan la accion de la caballería, por ser Santo Domingo un país montuoso y lleno de malezas. Tau buena disciplina hubiera admirado al europeo que conociera el estado de embrutecimiento en que estaban sumidos algunos años antes los negros. Los babitantes del pueblo tenian los mismos gustos y las mismas inclinaciones: eran humanos, sociales y caritativos. Estos sentimientos se fortalecieron con la libertad. Se entregaban á sus diversiones favoritas sin cometer desórdenes y rara vez tenia que intervenir la policía.

Por no interrumpir el órden de los sucesos personales de la vida del célebre Toussaint L'Ouverture, adelantamos los relativos á la revolucion hasta el año 1800, por la relacion íntima que guardaban unos con otros. Reanudaremos ahora el roto hilo de nuestra historia, tomándola de nuevo desde la época en que principiaron las hostilidades entre españoles y franceses.

Unos y otros confiados en sus fuerzas, procuraron alcanzar ventajas. En Juana Mendez y otras parroquias del Norte obtuvieron los republicanos algunos triunfos que mas tarde lograron los españoles anular, tomando la ofensiva en el Limbé, Plaisance, el Borgne, Port Margot, Gros-Morne, y Gonaives, bajo el mando de Don Joaquin del Saso, Don Joaquin Cabrera, Don Matías Armona, Don Estéban Polomares y Don Santacilia. El pun

to de mas importancia y que sostenia la guerra con mayor energía, era el puerto de Bayajá, plaza realmente invulnerable, por defenderla los tres castillos llamados La Boca, L'Anse y PuertoDelfin, y las baterías Ardouin, Serretere, La Redoute, Sasanes, Lemornet, le Parquet, las fortalezas Grande Cerre, y La Rivière, y porque estaba además bien provista de municiones, y guarnecida por tropas de línea y negros auxiliares. En vano se pensara en reducir por la fuerza semejante plaza; pero el Asesor general y Auditor de guerra, Dr. Dn. Leonardo del Monte, tuvo medios de ponerse en comunicacion con el comandante de la Guardia nacional Mr. Bonon y el Gobernador de la plaza Mr. Napp, con quienes estableció eficaces negociaciones para la entrega de aque

lla ciudad.

Afortunadamente, en aquellos dias se presentó en la bahía de Manzanillo la escuadra del General Don Gabriel de Aristizábal teniendo á sus órdenes á los jefes de escuadra Montes y Ocarol con varios navíos y fragatas, que impusieron mayor respeto. Al fin, despues de varias conferencias, se acordó la capitulacion, mediante la cual quedó la plaza por los españoles, y de este modo desamparado el feroz Candi, que mandaba las tropas negras auxiliares de los franceses.

Este suceso indujo al Capitan General Don Joaquin García á trasladarse en persona al cuartel general á pesar de lo malsano del clima, que diezmaba el ejército; y en seguida intentó acometer el litoral, al Occidente de Bayajá y particularmente el Trou, Caracoles y Yaquesí, auxiliado por el General negro Jean François; pero no habiendo correspondido el resultado á las esperanzas, se vió obligado á deliberar la retirada de las tropas á sus respectivos acantonamientos. La escuadra española fondeada en el puerto de Bayajá celebró un consejo de guerra al que concurrieron los jefes del ejército y se adoptaron todas las medidas conducentes á la conquista general de la parte francesa. Pero poco despues enfermó el General García y por la via de los hatos, la Gorra y ciudad de Santiago, se retiró á la Capital, quedando de mayor general el Marqués de Casa Calvo, que acababa de llegar con las tropas de Cuba y la Habana.

CAPITULO XI.

Continúan los sucesos de la revolucion de la parte francesa de Santo Domingo.-Los franceses culpan á los españoles de favorecer á los negros.—Llegada á la colonia de los Comisarios Roume, Mirebeck y Saint-Léger.-Su conducta.-Temores que inspiran.-Exasperacion de los diversos partidos y lucha consiguiente.-Sigue fortaleciéndose el partido de los negros.-Jean François depone á Biassou y se titula "Almirante”.—Adhesion de este partido al rey de Francia.-Reveses que sufrieron y ventajas que alcanzaron.—Partido de los mulatos.-Su fuerza.-Conducta que observaba en los diversos departamentos.-Crímenes que cometió.-Llegada de los Comisarios Polverel, Santonax y Ailland y de un nuevo Gobernador.-Lós Comisarios contribuyen á dividir más y más los partidos.-Ailland vuelve á Francia.-Conducta impolítica de los Comisarios.-Pre · ponderancia de la gente de color.-Desgracias que esto trae.-Doctrinas exageradas de los Comisarios.—Insurreccion de Mr. Galvand contra ellos.-Combate en las calles del Guarico.-Incendio del Cabo por órden de los Comisarios y matanza de blancos.-Los Comisarios abandonan la colonia despues de recojer los despojos del Guarico.

os sucesos de la revolucion francesa en la isla han sido descritos mas ó ménos fielmente por varios autores; pero en esta parte de la historia dejaremos de seguirlos para atenernos á la multitud de documentos inéditos, oficiales y particulares que poseemos, ya porque existen en el archivo de mi familia, ya por adquisicion del de la comandancia general de la frontera del Norte, debida á la bondad del Sr. Don Ignacio Calvo, hijo del Marqués de Casa-Calvo que desempeñó, como dijimos en otro capítulo, la comandancia general de la citada frontera del Norte; documentos que copiaremos como se hizo con el diario de viaje del Almirante en los primeros capítulos de esta historia, y se encontrarán en el Apéndice. Tales documentos por cansados y monótonos que parezcan, son las únicas verdaderas fuentes de los sucesos relatados en la historia, cuyo principal mérito es la verdad. Ellos narran minuciosamente los sucesos ocurridos en la colonia entre los tres partidos principales, blancos (realistas y revolucionarios), mulatos y negros libres y esclavos (bozales y criollos), y la conducta del gobierno español antes y despues de la guerra con el francés.

Ya desde los principios de la revolucion haitiana, culpaban los franceses á sus vecinos de proteger indirectamente á los negros proveyéndoles de municiones de guerra, como lo aseguraban los prisioneros que hacia el gobierno. Pero si era cierta ó nó tal inculpacion, difícil será averiguarlo; pues bien podian algunos españoles emplearse en tan ilícito comercio, á pesar de la expresa prohibicion y de las medidas que para impedir semejante desman se tomaron en la frontera, segun la carta ú oficio del Capitan General, fechada en 24 de Diciembre, y en la cual califica de equivocación la sospecha del gobierno francés.

En Diciembre de 1791 llegaron á la colonia los Comisarios Roume, Mirebeck y Saint Léger con el encargo de restablecer la paz. El primero se habia distinguido como abogado en el Parlamento y mereció luego ser electo diputado á la Asamblea; así como lo habian sido sus dos compañeros. Su mision tuvo mal éxito; pues el hecho de publicar la nueva Constitucion de 1791 que anulaba el decreto de 15 de Mayo, defraudó las esperanzas que á su llegada concibieron los colonos. Reconocieron los blancos que el texto de aqnel documento en cuanto á la amnistía concedida sin limitacion alguna, era una tácita aprobacion, hecha por el gobierno, de los crímenes que se habian cometido, y un ejemplo de impunidad para los negros que no habian tomado parte en los acontecimientos anteriores y que aun se conservaban fieles. Tambien quedaron descontentos los mulatos con la anulacion de aquel decreto que tanto los favorecia.

La autoridad electiva de los tres Comisarios alarmó á los miembros de la Asamblea colonial, quienes quisieron saber si sus poderes quedaban realmente suspensos, y como no recibieron contestacion alguna quedaron desacreditados; bien es verdad que la conducta de algunos de ellos contribuyó en mucho á su desautorizacion. Roume no era de índole mala, pero carecia de medios para ejercer su cargo con dignidad, asi como de tropas y otros elementos necesarios para sostenerse; y sus dos compañeros, creyendo impracticable su comision, se volvieron á Francia en el 92, dejándolo solo y sin autoridad ninguna ostensible.

Grandes acontecimientos se esperaban en Francia. La fuga y prision del Rey, el gran poder de la Sociedad Amigos de los Negros y la proposicion del diputado consular, dieron motivo al decreto del 4 de Abril que anulaba el del 24 de Setiembre y resolvia la igualdad de derechos políticos en la colonia respecto de todas las razas y todas las clases; estableciendo al mismo tiempo que las Asambleas coloniales se celebraran conforme al decreto de 8 de Marzo de 1790; que los hombres libres de color tuviesen voto activo y pasivo en las elecciones; que se nombrasen tres Comisarios para cumplimiento del decreto, los cuales disolverian las asambleas existentes y convocarian las primarias de parroquias, con facultad para decidir las cuestiones que pudieran suscitarse; y se encargasen además de averiguar quiénes habian sido los autores de las perturbaciones anteriores, para prenderlos y en

viarlos á Francia, entendiéndose en todo con la Asamblea Nacional; pudiendo tambien valerse de la fuerza pública para su seguridad personal y hacer cumplir las órdenes que expidieran.

Tales novedades en el Guarico, las alarmas contínuas y el exagerado proceder de los partidos en toda la colonia, acrecentaban de dia en dia lo grave de la situacion. Los blancos, firmes y constantes en sostener sus derechos y exasperados los mulatos con las intolerables pretensiones de aquellos, preparaban el terreno en que harian los negros su alzamiento, aprovechándose de la discordia que entre sus contrarios reinaba, como lo efectuaron terrible y sangrientamente; pues en el encuentro que tuvieron ambos partidos en las inmediaciones de Cul-de-Sac, quedaron en el campo mas de dos mil cadáveres, y la carnicería hubiera sido mayor á tener los negros caballería con que perseguir á los fugitivos.

El decreto de la Asamblea Nacional declarando en favor de los mulatos y negros libres la igualdad de derechos políticos, y que pudiesen elegir y ser electos para las asambleas provinciales de la colonia, decreto promulgado en los momentos de mayor excitacion, dió nuevo pábulo al incendio de las pasiones; y si hasta entonces habian los mulatos formulado sus pretensiones prudentemente, en adelante levantaron la voz animados por su derecho, y se propasaron á desfogar su resentimiento en crueles venganzas.

Ya hemos referido minuciosamente y comprobado algunos hechos culminantes de los acaecidos hasta Noviembre de 1792. El partido de los negros sublevados se habia fortalecido por esta época, aunque estaban diseminados por todo el territorio. ΕΙ cuartel general de Biassou se encontraba en las ruinas de un ingenio incendiado donde se veia rodeado de su pequeña corte. Era Toussaint su capitan de guardias y Dessalines, jefe de division, gozaba de su mayor confianza. Los otros jefes, aunque obraban voluntaria é independientemente, conservaron siempre á Biassou el derecho de mandar todas las tropas. Uno de los mas distinguidos era Jean François, quien aprovechándose de la ignorancia de su general, de las hablillas que contra él corrian, y de la vergonzosa derrota sufrida en la última batalla, donde perecieron cinco mil negros, entró en su tienda de campaña con Toussaint, y apoderándose de Biassou lo depuso, y ocupó su puesto titulándose desde entonces Almirante.

Los demás cabecillas, que se denominaban generales, coroneles, capitanes &, hacian gala de realistas y vasallos del Rey de Francia; y tanta era la adhesion que demostraban á la monarquía, que exhortados en diferentes ocasiones por los comandantes blancos y los Comisarios civiles para que se sometiesen al nuevo régimen francés, fueron constantes en su negativa. Macayá, uno de los subalternos de Jean François, despues de haber sido obsequiado espléndidamente y saludado con el título de General, cuando se le arguyó con razones para que se convirtiese, se negó á ello y dió fin á la conversacion con estas palabras: "Mi obligacion es ser

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