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que no pudieron embarcarse durante el conflicto.

Destruida la ciudad opulenta, la capital de las Antillas, el Guarico, no presentaba en aquellos momentos á los ojos del viajero mas que un monton de cenizas y escombros. Espesa atmósfera oseurecia el aire: un silencio espantoso y una horrible soledad habian sucedido al movimiento de los negocios; dos mil y más cadáveres en las calles, en parte consumidos por las llamas, en parte mutilados y roidos por los perros, exhalaban infecto olor, y en medio de este triste cuadro entraron los Comisarios victoriosos como delegados de la nacion francesa echando víctores á la República el 9 de Agosto de 1793; pero era terrible el espectáculo por mas que se esforzaron en encubrirlo. Los Comisarios se retiraron con doscientos mulos cargados de gran número de objetos preciosos, seguidos por cerca de dos mil personas; mas viendo que las posesiones importantes de la colonia estaban en poder de Toussaint y del mulato Rigaud, tuvieron á bien abandonarla definitivamente.

CAPITULO XIII.

Llegada del Comisario del Directorio, General Hédouville.-Mision del General Agé, y sus resultados.-Estado de la parte española.-Es invadida por el General Toussaint que da á la isla una Constitucion.-Situacion de la colonia cuando se presentaron la escuadra y el ejército francés bajo el mando del General Leclerc.-Negociaciones hasta la total sumision de la isla.-Se resiste Toussaint á todo acomodamiento, y se separa de sus dos hijos que en clase de rehenes vinieron en la expedicion.-Se le declara traidor y fuera de la ley, y principian las hostilidades.

N la colonia francesa gobernaba Toussaint á nombre de la República, que acababa de disolver la Convencion Nacional, muchos de cuyos miembros habian esparcido el terror y la desolacion por obra de las rivalidades y celos que ensañaban las facciones de la Montaña y los Girondinos.

Se erigió el nuevo gobierno denominado el Directorio; y habiendo dado comision al General Hédouville para que asumiese el mando de la colonia, éste desembarcó con varios oficiales negros y mulatos en la capital española y atravesó por tierra hasta el Guarico; pero no pudo desempeñar su encargo cumplidamente, porque Toussaint, sagaz y advertido, supo entretenerlo y causarlo hasta que decidió regresar á Francia con el Estado mayor que habia traido. Poco despues creyó Toussaint oportuno requerir al Capitan General D. Joaquin García para que le entregase la parte española, cedida á la República por el tratado de Basilea, y al efecto comisionó á un general, cuarteron de nacimiento, llamado Mr. Agé. Esta intimacion fué recibida por el vecindario de la Capital con manifiesto desagrado, hasta el extremo de intentarse vias de hecho y proyectarse el asalto del convento de Santa Clara en donde estaba hospedado el comisionado, y para prevenir semejante insulto fué preciso resguardarlo con tropas y que el Capitan General en persona le sacase en su propio coche hasta ponerlo fuera de muros, escoltado por un destacamento de dragones que le acompañó hasta el territorio francés. Este desaire fué seguramente uno de los motivos que tuvo Toussaint para recabar la posesion de la parte española, si no fué, como creen otros, su único móvil el deseo de enseñorearse de toda la isla y hacerse fuerte en ella contra Francia.

Grande era la inquietud de los españoles de Santo Domingo, que volvieron á entablar sus reclamaciones contra la cesion. Tra

taron todos los Cabildos de la isla, por acuerdo unánime, que el Asesor general y Auditor de guerra de la Capitanía General, Don Leonardo del Monte, se presentase en la corte á reclamar como enviado de los colonos; y todavía esperanzados en la revocatoria de la cesion, volvieron los dominicanos á manifestar en esta ocasion su candorosa índole y su afecto á la madre Patria. Hubo sin interrupcion con este motivo muchas funciones extraordinarias en las iglesias, y grandes festejos en las calles, plazas y teatros, y revivió la actividad industrial, lo mismo en los campos que en las ciudades, villas y lugares: era la animacion aparente y transitoria del enfermo próximo á morir, el vivo destello de la llamarada que va á extinguirse en el pabilo que la alimenta.

Es verdad que el tratado de Basilea no determinaba la época en que debiera entregarse la parte española; y como nunca se creyó que el gobierno francés confiara á los negros sublevados el encargo de recibirla, ni estuviera en situacion de pedirla por sí mismo, era razonable que los dominicanos descansaran en la esperanza de su rescate, y no es mucho que por ella se holgaran y alegraran de antemano. Vana prevision, porque entonces fué cuando Toussaint descorrió el velo de sus intenciones y paladinamente trató de posesionarse de la tierra, cubriendo las apariencias con hacer intervenir al Comisario Roume, quien despues de la retirada del General Hedouville estaba autorizado por Francia para desempeñar el gobierno general. Al efecto, requirióle para que ejecutase esta determinacion, y mediante su negativa, lo apremió á que firmase los despachos necesarios; pero Roume dió parte secretamente de tales exigencias al Capitan General Don Joaquin García y le acompañó la protesta que habia levantado contra la reclamacion de Toussaint. Entonces éste, que no deseaba mas que un pretexto, armó dos ejércitos, uno en el Sur bajo las órdenes de Paul Louverture, su hermano, y otro en el Norte bajo las de su sobrino el General Moyse, que llegaron juntos á Santo Domingo el 26 de Enero de 1801.

Es imponderable la alarma que debió producir semejante noticia. Ya habian sido testigos los naturales de las espantosas catástrofes que tuvieron lugar en la colonia francesa, durante los once años que habian precedido, y desde luego creyeron que iba á principiar una nueva era de trastornos y de violencias. Algunos vecinos en corto número habian emigrado á Cuba y Puerto Rico, siguiendo las huellas de las autoridades y corporaciones que ya habian abandonado la isla desde que se publicó el tratado de la cesion; pero la mayor parte se sostenia en la creencia de que la entrega formal no llegaria á tener efecto en definitiva, y por lo tanto, continuaban dedicados á sus tareas agícolas é industriales con el mismo ardor que antes y no escaseaban las diversiones y festejos públicos y privados, tal vez con mas entusiasmo y animacion que nunca, sin sospechar ¡los infelices! que estaban apurando los últimos favores del destino.

Disfrutaba la ciudad de Santo Domingo de la mas completa alegría, y precisamente se hallaba reunido lo mas granado de la Ca

pital en el baile que se daba el dia de Reyes en la casa de Don N. Herrera con motivo de haber cantado misa nueva un hijo suyo, cuando se divulgó la noticia en aquella reunion, en la cual se encontraban las primeras autoridades, de que el General Toussaint invadia la parte española con un ejército numeroso. Indecible fué la sorpresa y se dieron inmediatamente las órdenes mas terminantes. Al día siguiente se improvisaron compañías que con la tropa del fijo llegarian al número de mil quinientos hombres, los cuales salieron al encuentro del enemigo bajo las órdenes del Brigadier Nuñez y del General Kerversau, nombrado de acuerdo con el Comisario Roume, que residia entonces en la parte española. La expedicion llegó mas allá del rio Nizao, á una sabana llamada Nagá, y el autor de esta Historia, que estuvo en la jornada en clase de voluntario el dia 26 de Enero, presenció el destrozo que sufrió la vanguardia, mandada por Don Juan Baron, viéndonos forzados á replegarnos al castillo de Jaina.

Lo mismo sucedió en la banda del Norte. Allí se hizo frente á los negros en la sabana de Mao y en el lugar nombrado el Portezuelo, donde fué derrotado Don Domingo Perez Guerra, que mandaba á los españoles, por muerte del Capitan Reson. Siguió el ejército del General Moyse, sobrino de Toussaint, á reunirse con Paul Louverture, su tio, que era el Comandante del ejército invasor del Sur, y todos bajo las órdenes de Toussaint siguieron hasta el ingenio de Boca Nigua, propiedad del Marqués de Iranda, en donde se puso el cuartel general.

Entonces se estableció una negociacion por medio de diputaciones. Representando á los españoles, se dirijieron al cuartel de Toussaint el Asesor general Don Leonardo del Monte, el Lcdo. Don José Sterling y del Monte y Don Joaquin Gascue, viniendo á Santo Domingo el Ayudante general Mr. Illenger; y despues de varias conferencias se celebró la capitulacion. En este intervalo, fué grande la emigracion de españoles á los puntos mas inmediatos de los dominios españoles, Puerto Rico, Maracaibo, Caracas etc. Triste cuanto bullicioso fué el dia que entró en la Capital de Santo Domingo el negro Toussaint, acompañado de sus regimientos y Estado mayor, de negros, blancos y mulatos. Yo recuerdo la confusion, el terror, la sorpresa con que todos contemplaban á aquellos negros regimentados y con sus arreos é insignias militares y civiles, así como el abatimiento de los espíritus cuando se vió desplegada en la fortaleza del Homenaje la bandera tricolor en lugar de la española, sustituyendo en el gobierno al Capitan General Don Joaquin García, el jefe de los negros Toussaint Louverture. Los que presenciaron el acto de la entrega, refieren un curioso incidente que ocurrió en aquel solemne momento, despues de ocupada la plaza militarmente. Entró Toussaint con su Estado mayor, y apeándose de su caballo en la puerta de la Casa Consistorial donde le esperaban el Capitan General y los Regidores que componian el Ayuntamiento, subieron á la Sala Capitular. El negro Toussaint entonces le dirigió la palabra al Gobernador General Don Joaquin García en

estos términos: "Señor Presidente, ¿no conoció Ud. muy particularmente al Señor de Armona? A lo que contestó García que en efecto le habia conocido y era un oficial excelente. "¿Quién mejor que yo, añadió Toussaint, puede hacerle esa justicia á Armona? Serví bajo sus órdenes. El defendió con tanto valor como habilidad los intereses de su soberano y seria de desear que el Rey de España tuviese muchos servidores que se le pareciesen. Ud. se acordará, prosiguió Toussaint, de un plan que formó para la conquista de la parte francesa, para el cual dí yo algunas ideas." "Me acuerdo, dijo García." Toussaint concluyó: "Pues bien, Señor Presidente, si Ud. hubiera apreciado los talentos y la buena intencion de Armona y hubiera seguido su plan, yo estaria ahora al servicio de Su Magestad Católica; España poseeria toda esta isla, y Ud. no se ballaria en la dura necesidad de entregar ahora las llaves de Sauto Domingo."

He recordado este incidente porque testifica á favor de un honrado y valiente habanero, el Brigadier Armona, y á la vez pone de manifiesto los sentimientos de Toussaint, el negro mas distinguido de todos los que han ejercido el mando en la isla.

Verificada la toma de posesion, retiróse Toussaint para la colonia francesa, dejando en el gobierno de Santo Domingo por Comandante General á su hermano Paul Louverture, y en Santiago al General Pageot, blanco criollo de la colonia francesa que servia en su ejército; los cuales dieron principio á su administracion estableciendo Alcaldías, municipalidades, jueces y demás funcionarios para los diferentes ramos de la administracion. Poco despues quiso Toussaint establecer un gobierno mas firme y duradero, y con este objeto hizo convocar diputados de todos los departamentos para dar una constitucion á la isla. La reunion se verificó en Portau-Prince y se formó una Asamblea central compuesta de los franceses Messieurs Borgella, Raymond, Collet, Gaston, Nocerbe, Latour y de los españoles Sres. Muñoz, Caballero, Carlos de Rojas, J. Mancebo y Viart.

El mismo Toussaint habia planteado las bases de esta constitucion, valiéndose de Mr. Pascal, de Mr. Rollure y del italiano Marini. Este documento fué publicado en 1801 y contiene diversas leyes orgánicas. Es la primera la de organizacion eclesiástica que contenia seis títulos; á saber: 19 Del Culto; 2o De los ministros del culto; 3o De su jurisdiccion; 4o Del Prefecto Apostólico; 5o Del sueldo de los ministros; 6. De los bienes parroquiales, monasterios y capellanías. La segunda ley contenia tres títulos; á saber: 19 De los hijos naturales, vivos los padres; 2o De los derechos de sucesion; y 3o De los hijos naturales, muertos los padres. La tercera, sobre organizacion de Tribunales, con diez títulos; á saber: 19 Disposiciones generales; 29 De los tribunales de 12 instancia; 3o De los tribunales de apelacion; 4? Del tribunal de casacion; 5! De los ministros y oficiales de justicia; 69 Del procedimiento civil; 7! Del procedimiento criminal; 8? De la jurisprudencia; 99 De la gerarquía y policía de los tribunales; 109 Disposiciones adicionales. La cuar

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