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lla de Puerto Republicano y Bayajá se han entregado al enemigo por traicion del General de brigada Agé, y la fortaleza Bisoton se ha entregado sin tirar uu tiro por perfidia del jefe de batallon Bardet, oficial antiguo del ejército del Sur. El General de division Dessalines mantiene un cordon de tropas en la Croix-des-Bouquets y los demás lugares están á la defensiva.-Como Jeremías está situada ventajosamente, podreis sosteneros y defender la plaza con vuestro valor acostumbrado. Desconfiad de los blancos, porque os haráu traicion si pueden; lo que ellos desean es sin duda el restablecimiento de la esclavitud. Entre tanto os doy carta blanca; todo lo que hagais estará bien hecho. Levantad en masa á los cultivadores y hacedles comprender que no deben tener ninguna confianza en esos hombres artificiosos que han recibido proclamas de Francia en secreto y que las distribuyen clandestinamente para seducir á los amigos de la libertad.-He dado órdenes al General Laplume de quemar los Cayos, los otros lugares y las habitaciones si no pueden resistir al enemigo, y en este caso todas las tropas de las guarniciones y los cultivadores iran á auxiliaros en Jeremías. Manteneos en buena inteligencia con el General Laplume á fin de que el servicio se ejecute bien y fácilmente. Haced todo lo posible para informarme de la situacion en que os encontrais. Confio enteramente en vos y os dejo en libertad de hacer todo lo que juzgueis á propósito para romper el yugo atroz de que estamos amenazados.Salud y amistad.-Toussaint Louverture."

Ya desembarcadas las divisiones francesas, creyó el General Leclerc que debia ejecutar el plan de apoderarse de Toussaint antes de penetrar en el interior de la isla. Sabia la extremada sensibilidad de este negro y resolvió sacar ventaja de ello. Envióle un emisario acompañado de sus hijos á la habitacion Ennery, á diez leguas del Guarico.

Coisnon, maestro de aquellos jóvenes, fuè el encargado de entregar la carta y presentarle sus hijos, que se habian educado en Francia, para conmover á Toussaint. Segun las instrucciones recibidas, debia permitir á sus educandos que abrazasen á su padre; pero no que se quedasen con él si no ofrecia obedecer ciegamente. Si estaba conforme, debia trasladarse al instante al Guarico para recibir órdenes de Leclerc y ser su segundo en el mando; pero que en el primer caso quedarian los hijos como rehenes. Esperábase que el amor paterno venceria al patriotismo, y como no habia aun seguridad del éxito, se pidió salvoconducto del Teniente general para poder regresar al Guarico.

Cuando Coiston y los jóvenes llegaron á Ennery estaba Toussaint ausente, ocupado en los urgentes negocios que lo llamaban al centro de la isla. La esposa de Toussaint recibió á sus dos hijos con transportes que expresaban la alegría de volverlos á ver despues de siete años de ausencia. Eran ya grandes y tenian ya todas las gracias de la juventud. El mayor era casi un hombre. La madre, muy agradecida, suplicó á Coisnon que aguardase el regreso de Toussaint, en lo que convino, esperando que ella lo ayudaria en

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la empresa de reducirlo. El la persuadió de que no habia ningun siniestro designio contra la libertad de que gozaban, y que así lo babia manifestado á todos los negros que habia encontrado: que el propósito era solamente restablecer la paz y que la isla se sometiese á la autoridad de la República. La buena señora lo creyó todo, y hacia votos por que su marido confiase en aquellas ofertas.

Al momento se envió un correo en busca de Toussaint, y éste regresó con mas celeridad de la que acostumbraba; pero como estaba muy lejos no llegó hasta dos dias despues. Los dos hijos corrieron al encuentro de su padre que con emocion que no pudo ocultar los apretó largo tiempo en sus brazos sia poder proferir una palabra. Así dominado por sus sentimientos de padre, extendió luego sus brazos al que miraba como tutor de sus hijos. Creyó Coisnon que aquel era el momento favorable, viendo que las lágrimas eran intérpretes de aquellas tiernas emociones, y antes de resolverse á admitir el abrazo, le pintó con vivos colores las ventajas que reportaria uniéndose á los franceses y los males que le sobrevendrian de su negativa; esforzándose en demostrarle la imposibilidad de que pudiesen los negros resistir á las legiones que habian acabado con la coalicion europea, y le protestó que no se trataba de atentar á su libertad ni á la de los negros, y en fin le dijo que en caso de negativa, iba á ser separado para siempre de sus hijos. Inmediatamente le entregó Coisnon la carta del General Leclerc á la que iba adjunta la del Cónsul que era como sigue:

"Al ciudadano Toussaint Louverture, General en jefe del ejército de Santo Domingo.-Ciudadano General: la paz que acabo de concluir con Inglaterra y todas las potencias de Europa, ponen á la República en la mas eminente altura y le permiten dirigir su atencion á Santo Domingo. Os enviamos al General Leclerc, nuestro cuñado, en calidad de Capitan General y primer Magistrado de la Colonia. Va acompañado de un ejército capaz de hacer respetar la soberanía del pueblo francés. Esperamos que hoy nos probeis lo mismo que á Francia, la sinceridad de los sentimientos que nos habeis manifestado en todas vuestras cartas. Nosotros tenemos por vos la mayor estimacion, y deseamos reconocer y proclamar los importantes servicios que habeis hecho al pueblo francés. Si la bandera nacional flota en Santo Domingo, á vos y á vuestros bravos negros se lo debemos. Elevado por vuestro talento y por la fuerza de las circunstancias á la Comandancia en Jefe, habeis ahogado las discordias civiles, reprimiendo los desórdenes de algunos hombres feroces, y repuesto en su alto lugar la religion y el culto de Dios, creador de todas las cosas.-La posicion en que os habeis encontrado, cuando, rodeado de enemigos, no podiais recibir ningun socorro de la metrópoli, hizo legítima vuestra Constitucion, que no podria serlo sin este antecedente; pero hoy, que las circunstancias han variado felizmente, vos sereis el primero en rendir homenaje á la soberanía de la nación, que os cuenta entre sus mas ilustres ciudadanos, por los servicios que habeis prestado con vuestro talento, y la fuerza de carácter con que la naturaleza os ha dotado. Una con

ducta contraria destruiria enteramente la idea que tenemos de vos. Os privaria de los derechos que teneis al reconocimiento y la recompensa de la República, y abriria bajo vuestros pies un precipicio que tragándoos, contribuiria á la desgracia de esos valientes negros, cuyo valor alabamos y á quienes tendriamos la pena de castigar como rebeldes.-Os enviamos vuestros hijos; les hemos hecho comprender, como tambien á su maestro, los sentimientos que nos animan. Ahora, pues, ayudad con vuestros consejos, crédito y talento, al Capitan General. ¿Qué podeis desear? Consideracion, honores, riquezas? No son bastantes los servicios que habeis hecho, y los que aun podreis hacer con la estimacion personal que se hace de vos? Qué! podeis dudar de la consideracion, fortuna y honores que os esperan?-Haced saber á los habitantes de Santo Domingo que las circunstancias imperiosas de la guerra han hecho inútil la tierna solicitud que Francia tiene por ellos: que en lo sucesivo la paz y la fuerza del gobierno asegurarán su prosperidad y su independencia. Decidles, que si la libertad es para ellos la primera necesidad, no pueden poseerla sino con el título de ciudadanos franceses, y que todos los actos contrarios á los intereses de la patria y á la obediencia debida al gobierno y al Capitan General, serán otros tantos atentados contra la soberanía nacional, que borrarán la memoria de los servicios pasados y volverá á ser Santo Domingo teatro de una guerra horrible en la cual se verán degollarse los hijos y los padres.-Y vos, General, acordaos de que si sois el primero de vuestro color que ha llegado á tan alto grado de poder, y tanto os habeis distinguido por el valor y el talento, sois por la misma razon el mas responsable de su conducta ante Dios y nosotros. Si algunos descontentos les dicen á los que han figurado en la revolucion de Santo Domingo que venimos á juzgar lo que ellos hicieron en los tiempos calamitosos; aseguradles, que sólo tendremos en cuenta la conducta que observen ahora, y que si volvemos la vista á lo pasado, no será sino para traer á la memoria los actos memorables contra los españoles é ingleses, vuestros enemigos en aquel tiempo. Contad enteramente con nuestra estimacion, y sed buen patriota como debe serlo uno de los primeros ciudadanos de la nación mas grande del mundo.-El Primer Cónsul.-Bonaparte."

Isaac, el mayor de los hijos de Toussaint, refirió entonces á su padre con cuanta bondad habian sido tratados por Bonaparte él y su hermano, y la alta consideracion con que el Primer Cónsul distinguia á Toussaint y su familia. El mas jóven hizo un breve discurso, que se le habia enseñado, y ambos emplearon su elocuencia natural para obligar al padre á aceptar los ofrecimientos que se le hacian. La madre anegada en lágrimas unió sus súplicas á las de sus hijos. Toussaint estuvo indeciso por un momento. Coisnon, que veia su agitacion, manifestó una indiscreta alegría, y lo exhortaba encareciendo la necesidad de que sin pérdida de momento fuese al Guarico á ponerse bajo las órdenes del General Leclerc. Toussaint, desconfiando, y viendo confirmadas las sospechas que le ins

piraba la conducta de los blancos, tomó un aspecto tranquilo, se separó suavemente de su mujer y sus hijos, y llevó á Coisnon á otro aposento donde le dijo: "Volved á encargaros de mis hijos; quiero ser fiel á mis hermanos y á Dios."

Viendo Coisnon que todas sus exhortaciones eran inútiles, quiso y pretendió que Toussaint entrase en acomodamientos. Ofrecióle Toussaint enviar su respuesta á casa del General Leclerc; pero no quiso volver á ver á sus hijos, ni exponerse en Ennery á una segunda entrevista. Antes de transcurrir dos horas, volvió á montar á caballo y salió para el campamento.

El dia diguiente contestó la carta del General Leclerc, enviando su respuesta por medio de un francés llamado Mr. Grenville que era el maestro de sus otros hijos menores, el cual encontró á Coisnon y los hijos de Toussaint en el camino del Guarico.

El general Leciere escribió otra carta á Tousaint, y la correspondencia continuó algunos dias, merced á la tregua que se habia convenido; pero expirado el término, y viendo Leclerc que Toussaint estaba como antes, sin decidirse á someterse, se impacientó con la demora; y habiendo llegado el Almirante Gantheanme con 2.300 hombres, resolvió romper las hostilidades con todo el vigor posible mientras llegaba el Almirante Linois que debia traerle refuerzos.

El diez y siete de Febrero publicó Leclerc una proclama declarando á Toussaint y Cristóbal fuera de la ley, y mandando tratarlos como enemigos; y para promover la desercion de sus tropas y generales negros, se les hacia las promesas mas halagileñas. Les ofreció emplearlos inmediatamente, darles grados en el ejército de la República, y para inspirarles mas confianza fueron premiados con grados de ascenso los oficiales negros y de color que habian venido con el ejército. A los cultivadores no se les dijo nada que pudiera darles á entender que la esclavitud podia volver á restablecerse en la isla; y aunque habia en el ejército muchos colonos antiguos, se declaró solemnemente que la República respetaria la libertad de los habitantes de Santo Domingo, cualquiera que fuese su cofor. Tal era la situacion cuando se principió la guerra, en la cual desplegaron los franceses el valor que los habia distinguido en Europa y una perseverancia digna de elogio, en terrenos dificultosos, bien que es preciso reconocer que si no hubiesen sido ayudados por un gran número de negros y por la circunstancia de haber permanecido tranquilos los cultivadores en sus posesiones, espectadores neutrales de la contienda, les habria sido imposible penetrar al interior de la isla despues de los diferentes encuentros que van á verse mas adelante.

CAPITULO XIV.

Posiciones del ejército francés y del de los negros al abrirse la campaña.-Batalla librada por Toussaint.-Evacua Dessalines la Crete-á-Pierrot.-Encuentros de Plaisance y de la llanura dey Norte.-Proclama del General Leclerc.-Rindense Cristóbal, Dessalines y Paul Louverture, y por último el mismo Toussaint se ve obligado á retirarse á su hacienda. - Prision y embarque de Toussaint.-Es conducido á Francia y confinado en el castillo de Joux en el Besançon.-Se restablece el gobierno colonial.—Rebelion y alzamiento de Dessalines, y sucesivamente de todos los caudillos negros.-Muerte del General Leclerc.-Sucédele el General Rochambeau que evacua la isla.-Proclama de los negros.—Situa. cion del departamento de Samaná.

A parte española fué tomada por los franceses á poca costa como se ha visto. El General Kerversau se presentó en el puerto de Santo Domingo con su fragata y quinientos hombres de desembarco; y aunque el General Paul Louverture quiso resistir, valido de que tenia una guarnicion de mil ochocientos negros, ciento cincuenta dominicanos resueltos se opusieron abiertamente á tal designio, y en la noche del 8 de Febrero, no habiendo podido desembarcar la tropa, acometieron á las guardias de la puerta y del fuerte de San Gil y las destrozaron, con lo cual se franqueó el puerto, y el General Kerversau tomó posesion del gobierno haciendo capitular al negro Pablo Louverture que con su ejército se refugió en la colonia francesa.

En el otro departamento, cuya capital era la ciudad de Santiago, se verificó la entrega con mas tranquilidad. El obispo Guillermo Monviell, que era íntimo amigo del Comandante, el mulato General Clervaux, interpuso su mediacion para apaciguar los ánimos, sinembargo de que ya se movian algunos vecinos para apelar á la fuerza. Se retiró el General Clervaux con su tropa y tomó posesion el General Claparede, que realmente gobernó el departamento á satisfaccion de los habitantes. Era hombre sensato y de brillante educacion. Luego sucedió otro General de brigada, jóven austero y de una severidad grande, nombrado Pánfilo Lacroix. Seguidamente se encargó del mando otro General, aleman de nacimiento, nombrado Merk, de estatura agigantada; y por último el General Ferrand, que desempeñó el gobierno hasta que se vió forzado por los sucesos posteriores á retirarse con sus tropas para la ciudad de Santo Domingo. En todo este tiempo no ocurrió en la parte española ningun suceso extraordinario. Los vecinos y mer

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