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CAPITULO V.

Advenimiento al trono del Señor Don Felipe V. de Borbon y sus consecuencias. Estado de Santo Domingo á principios del siglo XVIII, y progreso de la colonia francesa.—Disputas y altercados entre españoles y franceses sobre sus establecimientos---Se descubre el proyecto de Mr. Charitte y es expulsado de Santo Domingo.-Luchas en los límites reconocidos entonces.-Se establecen rondas mensuales en dichos límites.-Se nombran comandantes en las fronteras, y los capitanes Generales, para comprobar que en sus mandos no se habia perdido terreno, firman actas de la entrega y recibo de las fronteras, de que es muestra la dirigida por el Señor Presidente Marqués de la Gándara Real al Presidente Gobernador y Capitan General interino Don José Sumillers y Basteres. Nuevos arreglos y reclamaciones sobre límites, sobre animales vacunos y caballares, y sobre restitucion de criminales y negros fugitivos.

THURIÓ el Rey Carlos II y en él se acabó la dinastía de la casa de Austria, porque faltándole sucesion llamó por testamento al nieto de Luis XIV que de duque de Anjou pasó á ser el 5o Felipe de España.

Esta ocurrencia inesperada, aunque no dió fin á la disputa de las dos colonias, principiada habia mas de sesenta años, obligó desde entonces á entrambas colonias á encaminar su marcha por otros. rumbos.

La parte francesa se dedicó exclusivamente á la agricultura; la española, ganadera desde sus, principios, encontró los medios de subsistir, vendiendo sus ganados á los vecinos; y este comercio fué facilitando medios de bienestar y enriquecimiento. Educados en una moralidad austera los españoles descendientes de los primeros pobladores, los efectos de esta educacion se reconocian en su conducta religiosa, en su valor, en su hospitalidad y otras virtudes eminentes. Pacíficos, fieles observantes del culto, espléndidos y generosos, tal era su carácter. Los moradores de las ciudades formaban el tipo de la sociedad, y la estabilidad de las fortunas depone á favor de su moderacion.

Eran ostentosos en sus funciones públicas y privadas, y tan celosos de la nobleza de su orígen que no se confundian las clases. Existia de hecho la diferencia mas marcada. El noble llevaba el calificativo de Señor Don, el blanco de Don, el sospechoso de Señor;

y el pardo ó moreno ningun aditamento. Los trajes segun las clases eran diversos como entre los romanos; y era aun mas marcada la diferencia en el de las mujeres, sin que todo esto alejase á los unos de los otros, pues por el contrario no habia noble que no tuviese una clientela numerosa de aficionados, ahijados y compadres, por quienes abogaba y á quienes patrocinaba cordialmente, sucediendo lo mismo con los pardos y morenos libres que eran muchos. Bajo este órden existia entonces la colonia 6 parte española,como se denominará en lo sucesivo, siempre predispuesta contra la francesa, á pesar de la alianza y de gobernar la madre patria un príncipe francés. Esta antipatía se manifestó claramente en la negativa del auxilio de trescientos españoles que pidió M. Galifet al Presidente en la guerra de franceses é ingleses. Estos enviaron dos escuadras á las costas de San Luis las que se batieron con la francesa; de cuyas resultas sucedió en el mando M. de Auger. Tambien vino entonces de Comisario ordenador M. Deslandes, y estos dos jefes fueron los que dividieron y plantearon para lo sucesivo las Parroquias de que se compuso en adelante la colonia ó parte francesa. Poco despues murió el Gobernador y le sucedió M. de Charitte, en los dias que vino de Presidente el Capitan General Don Guillermo Morfi, que por casualidad desembarcó en el Guarico y fué recibido con las mayores demostraciones de amistad y conducido por tierra á la capital de Santo Domingo. Tambien vino en aquellos dias una escuadra francesa bajo las órdenes de M. D'Herville que aucló en la ensenada que los francese llamaban Cul-de-Sac y que era el propio lugar donde estuvo situada la ciudad de Santa María de la Vera Paz ó del Fuerte, y al que denominó el Almirante francés Puerto del Príncipe, dirigiéndose de allí á la Habana donde murió.

Poco despues llegó á la colonia el nuevo Gobernador cuyas veces suplia M. de Charitte. El Teniente Rey llamado M. de Beaupré Conde de Choiseul tuvo la idea de volver á revivir los filibusteros que ya eran hacendados laboriosos, ó que estaban en otras colonias. Publicó amnistía para los que existian en Jamaica al servicio de los ingleses y en la Costa firme, pero los primeros habian renunciado cordialmente á semejante género de vida, y los otros no pudieron concertarse, porque sobrevino la muerte del conde, hallándose á la vista de las costas del norte de Cuba. Ya era entonces el Guarico una ciudad floreciente y centro de la civilizacion francesa. Su puerto era frecuentado por todas las naciones comerciantes, y la riqueza y el lujo se advertian por todas partes. Ya estaban fundadas las parroquias y pueblos siguientes: el Guarico, Bayajá, Puerto Príncipe y San Luis que anteriormente existian; San Marcos, Ouanaminte, el Trou, el Acul, Petit Anse, Grand Riviere, Port Margot, el Malo, la Marmelade, el Gros Morne, el Limbe, Gonaives, Petit Riviere, Dondon, Mirebalais, Leogane, la Croix des Bouquets, Jacmel, la Petit Goave, Baynete, Aquin (antiguo Jáquino Español), los Cayos, Jeremie, l'Annse-á-veaux &. y á proporcion que se erigian estas parroquias se aumentaban los es

tablecimientos de azúcar, cañafistola, café y otros ramos, pero con tanto afán y empeño que no les bastaba el terreno que poseian, y de dia cn dia se introducian en el de los españoles, ocupado por sus antiguos hatos de ganadería. Estos miraban de reojo á los franceses y no podian ver con indiferencia legitimada la usurpacion, por el hecho de haberse sentado en el trono de España un príncipe francés. Existia la propia animosidad y prevencion que antes, y no era poca la dificultad de los Gobernadores para aplacar las contiendas que diariamente se suscitaban entre unos y otros. Destruyeron los españoles á mano armada las fundaciones que se hacian en el rio Dajabon, al Este, y mataron á los franceses que allí encontraron. Los franceses por su parte llevaron adelante la misma animosidad; y lo peor era que las dos cortes sostenian este acaloramiento, reclamando en este año de 1713 la embajada de España que se mandasen demoler todas las habitaciones francesas formadas en Bayajá y otros puntos de la costa que se habian construido despues del advenimiento de Felipe V. á la corona. Semejante estado tenia á una y otra colonia en una situación perpleja y ambigua, y esta incertidumbre daba causa á sucesos singulares. Aconteció este año de 1714 que vino de visita á Santo Domingo M. de Charitte que tenia el mando interino de la colonia, para cumplimentar al sucesor del Sr. Morfi Don Pedro Niela y Torres; y bajo el pretexto de esta amistosa cortesanía entraron por la boca del rio Ozama algunas balandras francesas, conduciendo tropas que se mantuvieron ocultas á bordo, sin que el vecindario se apercibiese. Sucedió pues que el Viernes Santo del dicho año no pudo rebasar de la barra que forma el rio á la entrada del puerto una de las balandras, á causa de la fuerza del Nordeste que soplaba y se vió precisada á anclar bajo la Fortaleza, y dar razon al centinela del Homenaje de su capitan, carga y destino; y al fin tuvo este la indiscrecion de preguntar si ya gobernaba M. de Charitte. Divulgóse en la poblacion la especie y aquella noche se juntaron en la plaza de San Andrés como doscientos paisanos que se echaron de repente sobre la casa en que estaba hospedado Mr. de Charitte, lo condujeron al rio y muelle y le obligaron á embarcarse con su séquito. De este suceso y otros, como el haberse formado algunas habitaciones rurales mas acá de Bayajá tomó asunto el Capitan General para comisionar á los Señores Morel de Santa Cruz y Ramírez y requerir al Gobernador propietario, Conde de Blenac, para que retirase á los intrusos, á lo que se negó fundado en la informacion que practicó para probar que habria como sesenta años que poseian los terrenos. disputados. Esta contestacion dió principio y motivo á las visitas que hacian los Gobernadores por sí ó sus comisionados al tiempo de entregar ó recibir el gobierno de la isla, y con mas razon despues que M. de Chateau Morand y M. Sorel acordaron con el Presidente Don Fernando Costanzo y Ramírez que se guardase en la isla neutralidad cumplida, y que sobre la cuestion de los límites permaneciesen unos y otros teniendo por terreno neutro todo el que media entre Capotillo y el Guayubin. Entonces se estableció el cuerpo

de guardia española en Mont Cusson que quiso estorbar M. de Paty, Gobernador subalterno del Oeste, como lo era M. de Brac de la parte del Sud, y seguidamente tuvo efecto la paz de 1716, por la cual, sin determinarse cosa alguna sobre límites, se mandaron restituir de parte á parte varios esclavos apresados en los encuentros y antiguas turbulencias.

Las cuestiones mas importantes y vitales para los franceses, que principiaban á desplegar la mayor actividad en la agricultura, era la trata y adquisición de negros africanos. La Compañía de las Indias tenia el privilegio exclusivo de hacerla y obligaba á los habitantes á que los pagasen al precio que imponian despues que cumplian la introduccion de 2000 que era lo estipulado, cuando solo la llanura del Guarico requeria hasta 4000. Este monopolio y algunas conversaciones de los directores, ofensivas á los del país, causaron una rebelion que principiada por algunas mujeres se propagó considerablemente, dirigida á la extincion de la Compañía. Se unieron á ella varios lugares de la colonia y despues de varios encuentros, sesiones del Consejo y las voces constantes de "viva el Rey sin Compañía", logró apaciguarla el Gobernador M. Champmeslin. A este jefe y al Intendente M. de Montholon sucedieron M. Chastenoye y M. Duclos, los cuales se trasladaron al Dondon y tuvieron entrevista con el Sr. Mieses, comandante de la frontera del Sud, en el Hato de Don Santiago Rivera, para arreglar la posesion de algunos franceses, de que fueron excluidos dos que carecian de títulos.

Por estos antecedentes y para atajar la introduccion de los franceses se estableció este año de 1727 un cuerpo de guardia al Este del Rio Dajabon ó Massacre, y se destruyeron las habitaciones que habian formado los franceses en las inmediaciones del Trou y Ouanaminte por una partida que condujo amarrados á los franceses que encontraron, contra lo cual reclamó M. de Chastenoye y se arregló seguidamente con el comisionado español nombrado al efecto, Coronel Don Juan Geraldino de Guzman, Gobernador de Santiago.

Esta ocurrencia impulsó á los franceses á reunirse en los mismos terrenos con todas las fuerzas que pudieron preparar. Los españoles por su parte hicieron lo mismo, y el conflicto fué efectivo el año de 1731. Gobernaba en Santiago Don Leonardo del Monte Pichardo, hijo del ya citado Don Francisco y ejercia á la vez funciones de Alcalde Mayor cuando se preparó una expedicion á las órdenes de Don Pedro Marquez Henriquez, por disposicion del Capitan General Don Alonso de Castro y Mazo, que habia sucedido en el gobierno á Don Francisco de la Bocha Ferrer sucesor de Don Francisco Constanzo Ramirez. Desalojó á los intrusos, destruyendo sus establecimientos, de cuyas resultas fué el rio Dajabon término provisional entre las dos colonias.

Entonces se quejó M. de Chastenoye de la costumbre que se habia establecido al tomar posesion del mando los Presidentes de Sto. Domingo de enviar comisionados que inspeccionaban los límites

de sus posesiones en Maribaux, Bayajá, Sabana grande, l'Acul des Pins, les Trou, Jean Nantes, previniendo á los colonos establecidos en las fronteras que se retirasen & lo interior. A pesar de la queja no debió hacerse innovacion, pues siguió la costumbre como antes, segun se verá en el discurso de la historia.

El año siguiente de 1733 el Presidente Castro y Mazo se querellaba á la corte de que los franceses se iban estableciendo y fortificando en Bayajá en las inmediaciones de Dajabon; pero en contestaciones con el embajador frances pasaron mas de treinta años, sosteniendo los españoles su derecho y los franceses su intrusion con la fuerza de las armas, unas veces y otras por convenios entre los Gobernadores; y así fué que se situaron los españoles en 1736 con un cuerpo de guardia frente á Mirebalais, á cien toesas del rio Ceibo, contra el cual se dirigió el Gobernador frances M. de Fayet y hubo un encuentro que terminó por la mediacion del comisionado Don Nicolás de Guridi. En 1737 entraron los españoles en todo el territorio de los Gonaives y hubo otro encuentro con el Gobernador subalterno de San Marcos M. Manpoint. En 1741 acometieron los españoles al Dondon; desalojaron á los franceses que encontraron, y establecieron un cuerpo de guardia en Bassin Cayman. En 1747 se hizo otra invasion en Marre la Roche y se apresaron varios negros esclavos. En 1750 se quemaron á las orillas del Dajabon las habitaciones de M. Loyer, Lambert, Camane y Perault sin que valieran las quejas del Gobernador M. de Conflans al Presidente. En aquella época recibia el Presidente interino Don José Sumillers y Batteres el mando de la isla de manos de su antecesor el Marqués de laGándara Real, Don Pedro Zorrilla, y conforme con la costumbre eligieron comisionados uno y otro para la entrega y visita de los límites. El presidente interino entrante Sr. Sumillers nombró á Don Juan del Monte y Tapia, hijo de Don Leonardo y nieto de Don Francisco y el saliente Marqués de la Gándara, á Don Juan Morel de Santa Cruz, los que evacuaron la visita y encargo á satisfaccion. (1)

(1) "Don José Sumillers &. Gobernador y Capitan General, Presidente de la Real Audiencia d. Por cuanto el celo y justificacion del Señor Marqués de la Gándara Real Don Pedro Zorrilla de San Martin, cuando aprehendió posesion de esta Presidencia, Gobierno y Capitanía General estableció como diligencia de suma importancia al servicio de S. M. y conservacion de estos dominios entre otros que el Señor su antecesor le hiciese formal y solemne entrega de los terrenos por medio de apoderados que se habian de nombrar por uno y otro Señor y así se ejecutó para precaver de este modo que no se pudiese perder en lo sucesivo ni un palmo de tierra y que á este ejemplo todos los Señores que dejaren de gobernar esta Isla ejecutasen lo mismo con el que le sucediese en los mandos, no habiéndolo conseguido el expresado Señor Marques Mariscal de Campo, con el Sr. Brigadier Don Juan José Colomo su sucesor, porque habiéndosele agravado sus accidentes falleció dentro de breves horas y habiendo recaido el empleo de Presidente, Gobernador y Capitan General en virtud de Real Orden en la persona de su Señoría, están convenidos en que se efectúe la referida, solemne y formal

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