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vilegiada, en donde á la naturaleza le plugo establecer el sistema de aguas negras que no crian ningun insecto.

Los guaicas, tambien blancos, que viven sobre el Ocamo, Matacuna y Manaviche; célebres por el uso del curare, y enemigos acérrimos de los guaharibos.

Tríbus errantes habitan las márgenes del Caroní y el Caima, sin que tengan otros medios de subsistencia que la pesca, la caza ó las frutas silvestres. Otras se hallan diseminadas entre la sierra Imataca y el Cuyuní; y allá en el pantanoso delta del Orinoco vive la nacion guarauna, amiga del comercio y que comienza ya á reunirse en pequeños pueblos.

Numerosas tribus se hallan diseminadas á las orillas de los rios y en medio de las selvas.

Lástima es que los gobiernos que ha tenido hasta hoy Venezuela hayan descuidado completamente la digna obra de civilizar por medios eficaces á esta parte de los habitantes de la República. Esos seres desdichados, cuya suerte se ha visto con tal indiferencia, reliquia verdadera de los antiguos poseedores de nuestro fecundo suelo, ¿ son acaso indignos de que hagamos de ellos miembros útiles á la sociedad, ó creemos que deben civilizarse por sí mismos ó con el solo influjo que sobre ellos pueda ejercer uno que otro viajero que se internal en aquellas soledades ?

En los años que tiene Venezuela de haberse constituido en nacion independiente, acaso ha venido á la mente de los gobernantes la idea justa de propender á la civilizacion de los bárbaros que aún habitan parte del país, como una esperanza bella pero irrealizable.

¡ Gloriosa administracion aquella bajo cuyos auspicios

se lleve á cabo la colonizacion de esos indígenas, vistos hasta hoy, para mal de la patria, con tanto abandono! Las generaciones venideras bendecirán su nombre con religiosa gratitud, y tal obra será considerada para nuestra patria como una segunda y no ménos gloriosa emancipacion.

V

LA FAMILIA.

La formacion de la familia en Venezuela no es el resultado de las conveniencias materiales que puedan derivar dos séres de su union conyugal: es la obra de su mútuo afecto.

La mujer venezolana escoge al hombre con quien ha de compartir los afaues de la vida, siguiendo solamente los impulsos de su corazon; y raras veces se encuentra un padre temerario que quiera violentar la voluntad de sus hijas, ya prohibiéndoles casarse, ya queriendo que lo hagan con séres á quienes no profesan un verdadero afecto.

Así, pues, en nuestra patria no se ha establecido aún el matrimonio por conveniencia; fuente perniciosa de discordias en la familia; que hace á los hijos, no frutos del amor, sino del frio cálculo, y que rompiendo las sábias leyes de la naturaleza sustituye al dulce imperio de los más nobles sentimientos el por demas odioso y miserable del interes y la codicia.

¡Ah! qué triste, qué sombrío seria para la generali

dad de nuestras mujeres el cuadro que ofrece la familia en Europa! Horror les inspirarian los matrimonios que se tratan entre personas casi desconocidas, y cuya realizacion depende de que la dote de la mujer llegue á cierta suma fijada de antemano. Desprecio los que se hacen entre personas que no se han visto jamas, y que se unen para formar una familia como si fuesen á fundar una compañía para explotar algun negocio.

A estas condiciones especiales de nuestra mujer se debe el intenso cariño que generalmente liga á todos los miembros de una misma familia, y el que los afanes y las miserias sean comunes en el hogar doméstico.

El jóven venezolano, ni es ménos digno si sabe apreciar de distinta manera el matrimonio. Pobre, considera como una humillacion unirse á una mujer que posee caudales; rico, no busca otra cosa en la que deba ser su esposa, sino un sér que sepa comprenderle y en quien halle siempre una verdadera compañera, que pueda mitigar con la santa uncion del cariño los crudos afanes de la miseria; que aliente su corazon en los reveses de la fortuna; y que en los dias de bonanza le haga saborear aquellas dulces emociones que sólo pueden experimentar los seres que aman y que son amados.

Por eso la mujer en Venezuela es un modelo de virtudes privadas. Pura, casta y amorosa, cuida de sus hijos con admirable celo, y nutre sus corazones con los sentimientos delicados que se albergan en su seno. Amante ciega de su patria, les comunica el amor y el respeto que ella profesa á los fundadores de la República; y en los dias aciagos en que el despotismo se adueña del poder y gime la sociedad entera bajo su terrible opresion, les enseña el amor de la libertad y les infunde aquellos sen

timientos dignos y decorosos que sólo pueden inspirar el más profundo odio á la tiranía.

Fruto de esta manera de ser de nuestras mujeres es la admirable condicion de nuestra juventud. Intrépida en los combates, enemiga de derramar la sangre de los vencidos, é inclinada generalmente á las prácticas del bien.

Ademas de esto, es del caso observar que los extranjeros que vienen al país á establecerse, al entrar en relacion con nuestras familias, pierden ó modifican las ideas que por lo comun tienen sobre el matrimonio las gentes europeas; y así, se les vé casarse frecuentemente con jóvenes pobres, siguiendo juiciosamente las sanas costumbres de nuestra sociedad.

La mujer venezolana no es muy instruida; cuanto se le enseña generalmente es lectura, escritura, aritmética, gramática, geografía é historia; frecuentemente se le hace aprender el piano; algunas veces la pintura y el frances, y siempre la costura y todas las labores propias de su sexo que se conocen en el país.

Pero si no se les da á las jóvenes una ilustracion literaria como debiera, si se les enseña con todo celo cuanto han menester para ser mañana entendidas y económicas en el manejo de sus casas. Esta parte de la educacion hace que puedan sufrir con resignacion los dias aciagos de la pobreza, y que en el seno de la abundancia sean laboriosas, ordenadas y contraidas generalmente á sus deberes.

Sin embargo, hace algun tiempo que, gracias al descuido de los jefes de la casa, se ha introducido entre nuestras jóvenes un amor demasiado intenso á la lectura de cuentos y novelas.

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