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propio tiempo en todos ellos el digno comportamiento que deben observar los hombres en un recinto en que todo convida á la más seria meditación: el pueblo reunido en actitud humilde, los altares consagrados á la divinidad y el silencio que allí reina, interrumpido apénas por las palabras casi imperceptibles de los que oran, el místico canto de los sacerdotes, ó los silbidos melancólicos del órgano.

Pero es necesario confesar que es una pequeña parte de la juventud, y que esto no sucede en todas las ciudades y pueblos de la República. Donde se nota más es en Caracas, Valencia y algunas otras partes.

Sin embargo, los padres de familia comprendiendo cuán graves consecuencias puede derivar la sociedad de semejantes hábitos, ponen hoy de su parte cuanto está á su alcance á fin de infundir en el corazon de sus hijos, un verdadero horror á tan funestas prácticas, que desligando al hombre de sus deberes sociales y religiosos, lo predisponen indudablemente á la carrera del vicio; pues el que no sabe respetar sus creencias religiosas ni las de la sociedad de que forma parte, ni puede ser un padre excelente, ni un buen amigo, ni un digno ciudadano.

Despues de la Semana Santa, las fiestas más notables son las de la Pascua, en las que se dan banquetes y bailes. Es esta una época de verdadera alegría para todas las clases de la sociedad. Caracterízase por la costumbre general de hacerse en todas las casas hallacas, especie de pastel envuelto en hojas de plátano (1), dulce de lechoza, higos, ó naranja.

(1) Esta comida nacional es un guisado de gallina, pavo ú otra

Estos banquetes tienen lugar despues de media noche y cuando las familias vienen de oir la misa que llaman de gallo.

En las poblaciones del interior y áun á veces en las capitales, cruzan las calles á media noche gentes entonando festivas canciones del país y de la época, al com pas de sus guitarras y maracas.

Ademas de estas fiestas hay en el año otras en que reina mucho entusiasmo, cuales son las del Carnaval, que duran tres dias.

Pocos años atras, los dias de Carnaval eran considerados por las gentes cultas como una verdadera amenaza, pues todo el mundo se creia con derecho para arrojar al cuerpo de cualquier transeunte un balde de agua, lo cual ha sido causa de no pocas desgracias. Destacábanse por las calles de las ciudades partidas de gente llevando buena provision de pinturas, cáscaras de huevo llenas de agua ó de líquidos coloridos, y á toda persona que encontraban en su camino le embadurnaban el rostro de grado ó por fuerza con aquellas unturas; siendo esta detestable costumbre fuente de muchísimos disgustos y lamentables desgracias. Cuando la persona de que querian apoderarse estaba algo distante y temian que se les escapase, le asestaban las cáscaras de huevo desde lejos, dando á veces por resultado la pérdida de los ojos del pobre pasajero. En muchas casas de familia, encer

ave, carne de puerco ó de res condimentada con vino seco, alcaparras, huevos cocidos cortados en rebanadas, aceitunas, pasas, almendras, ajos, cebollas, pimientos y varias especias, colocado entre dos láminas de masa de maiz extendida en hojas de plátano, que le sirven de envoltorio, y cocido luego en agua.

rábanse las mujeres en las piezas de habitacion y se divertian con los amigos que venian á jugar carnavales, arrojándose mútuamente por las ventanas agua perfumada. En otras sólo permitian los jefes de la casa jugar con papeles picados y grajeas de diversos colores.

Hoy todos estos hábitos han desaparecido para bien de la sociedad, y puede decirse que el Carnaval en Carácas, es una de las más bellas y cultas diversiones á que se entregan las gentes en toda América.

Con algunos dias de anticipacion hácense aprestos de flores, confituras, vestidos, adornos, etc., y cuando llega el primer dia de Carnaval, aparece en las calles de la ciudad á manera de guerrillas, numerosa tropa de gentes disfrazadas con lujosos vestidos graciosamente imaginados.

Los jóvenes toman cuantos coches hay en la capital, los adornan elegantemente, hacen en ellos sus depósitos de flores, confituras, etc., y luego recorren la ciudad, tambien disfrazados. Las jóvenes ocupan las ventanas de las casas de habitacion, y entonces comienza una especie de tiroteo de flores, papelitos y confituras dorados, plateados ó de colores, entre los que pasan y las bellas espectadoras, ofreciendo la ciudad en estos momentos un espectáculo verdaderamente admirable. Ningun acto de descomedimiento se observa en el pueblo. Es una verdadera fiesta fraternal en que una ciudad de 60,000 almas es solamente una familia. Los extranjeros toman no menor parte en esta diversion que los hijos del país. Huéspedes de la familia venezolana, ellos simpatizan mucho con esta nueva costumbre y se los halla en el circulo de los más entusiastas.

Terminada esta funcion que dura como hemos dicho

tres dias, las casas y calles de la ciudad se ven cubiertas de las materias empleadas en aquella fiesta, ofreciendo el pavimento el aspecto de un mosaico de diversos colores caprichosamente combinados.

Hay ademas várias funciones religiosas muy concurridas, pero que no son de tanta importancia como las de la Semana Santa y Pascua. Entre ellas la más notable es la del dia de Corpus.

Entre las diversiones públicas ocupa el primer lugar el teatro, en la ciudad de Carácas y algunas capitales. El pueblo venezolano es esencialmente amante de la música; así, apénas se ha cantado una nueva ópera ó tocadose por la banda marcial alguna pieza antes desconocida, cuando ya se oye á los muchachos de la calle silbando trozos de ella con gusto y á veces con precision. El teatro es, pues, muy concurrido en Caracas por toda especie de gentes.

En el año de 1873 tuvimos el gusto de asistir al estreno de la primera ópera compuesta por un hijo del país (1), y el pueblo manifestó el mayor entusiasmo, aplaudiendo con un criterio musical que no se observa en las más cultas poblaciones de Europa, las partes que realmente tenian más mérito en aquella obra.

Ahora, con respecto al modo como asisten al teatro las personas de las clases acomodadas y áun las pobres, dirémos que no hemos hallado en Paris mismo más gusto que el que tienen las jóvenes caraqueñas al aderezarse para el teatro. En los hombres es riguroso el frac; en el pueblo, sus vestidos más decentes. El teatro

(1) El Sr. Montero, maestro que reune al más esquisito gusto muchos conocimientos adquiridos con largos años de estudio.

ofrece, pues, en la capital una bella perspectiva. Si no hay que admirar en él la magnificencia de los adornos del edificio ni la majestad y belleza de su construccion, ofrécese sí al ojo del espectador el admirable cuadro que presentan las bellas hijas de Carácas graciosamente engalanadas con vestidos de esquisito gusto y cubiertas de flores y adornos hábilmente distribuidos en su tocado y traje.

En cuanto al comportamiento que observan los concurrentes, debemos decir que es tan discreto y culto, que honra sobre manera á la sociedad venezolana.

Ademas del teatro, hay otras diversiones, como las corridas de toros, las cuales sólo tienen lugar en las ciudades del interior desde hace algunos años, y el juego de gallos, al cual se aficionan muchísimas personas.

Una gallera ofrece verdaderamente un cuadro original y curioso. Dos, tres ó cuatrocientas personas reunidas en un circo gritando á toda voz y haciendo à un tiempo las más extrañas muecas con cara, manos y cuerpo. Uno ofrece, otro apuesta; éste pide, aquel aplaude una buena picada de su gallo; quién invita á duplicar lo apostado, cuál se niega; y en fin es tan grande la vocería y tan extraordinario el movimiento de todos los que allí están, que el más curioso espectador, llevado á este sitio por el deseo de estudiar las costumbres del país, podria apenas con grande esfuerzo permanecer alli algunos instantes so pena de salir enfermo.

No queremos dejar de decir algo sobre las fiestas de familia ellas llevan el sello de la franqueza y naturalidad proverbiales en los hijos de Venezuela.

En casi todas las familias, celébrase con un baile, sarao ó cosa semejante el aniversario de los dueños de la

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