la eficacia de las leyes, y, en una palabra, el fanatismo y la ignorancia ejercieron su imperio, y la sociedad gimió de duelo y de terror. El amor de la sabiduría, como sacro fuego, quedó por entonces escondido é ignorado en el seno de muy pocos ciudadanos, y las musas exhalaron por la boca de sus acariciados hijos dolorosas voces y lamentos. ¡Oh patria! cuando recorro las páginas de tu historia y llego á la época de tus contiendas fratricidas, me siento á llorar tus grandes infortunios. Tú, que al tomar puesto en el Senado de las naciones apareciste con más brillo y sabiduría que tuvo la soberbia Roma cuando llegó á ostentarse de la infeliz Cartago; tú, cuya aparicion en el mundo, como pueblo independiente, fué un parto colosal que hizo estremecer los Andes hasta Bolivia, y agitando las aguas del océano llevó hasta la orgullosa metrópoli, con la nueva de tu nacimiento, la de tu gloria militar y literaria; tú, que produjiste en tu primera generacion grandes capitanes, admirables oradores, sublimes poetas y hombres de gran sabiduría, te olvidaste bien pronto de tu gloria, y resonaron á tu oido más agradablemente los roncos sones del clarin y del atambor guerrero, que el agradable y armonioso concierto con que regalan á los pueblos las ciencias y las artes al amparo de la libertad. Pereció en los campos de batalla tu juventud, que era tu esperanza; y despues de largos años de civil discordia quedaste condenada á llorar amargamente sobre la tumba de tus más caras ilusiones. Esos grandes infortunios tuyos, conmovieron tan profundamente mi corazon, que casi niño, puede decirse, arrancaron á mi alma las siguientes estrofas : A VENEZUELA EN SUS GUERRAS CIVILES ¿Por qué tus campos, Venezuela, yermos Y en sangre enrojecidos Se miran? ¿Y tus pueblos y ciudades Contemplo reducidos A tristes soledades? No ya el arado en afanosa lucha Rompe la tierra, ni el mugir del toro Por tus inmensas pampas hoy resuena!.... A la hórrida matanza do quier suena!.... Al más hermoso y adornado huerto; La que Diera de paz y libertad ejemplo, Que de ambicion aguíjalos el genio, Van la desolacion do quier sembrando. ¡Todo es horror!... El bosque do antes sólo Del fuerte cazador vibró el acento, O de aves que sin cuento Cruzaban su espesura Trinando sus amores, O del arroyo la corriente pura Que entre peñascos al pasar murmura, Siéntese estremecido Al ronco ruido de atambor guerrero, Y al hórrido crujido De rencoroso y contrapuesto acero, Y al triste ¡ay!.... que exhala el moribundo En su dolor profundo, Y al temblor de la tierra conturbada Cuando del plomo ardiente Al ímpetu violento Vencido rueda el cedro corpulento. En el sacro recinto de los templos De un Dios de compasion han resonado Y el humo de la pólvora ha subido Y á la plegaria humilde ha sucedido |