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Esa literatura superficial y llena de veneno, que se ha esparcido por el mundo como una plaga desastrosa, señal segura de decadencia universal en las letras, es causa de grandes males para nuestras sociedades, constituidas de muy diferente manera que las de Europa.

¿A qué fin permitir que criaturas de doce á quince años, cuando aún no ha desaparecido en ellas toda la pureza y él candor de la niñez, se entreguen å tal género de lecturas, que arrebatan á su alma la inocencia, y que presentando ante sus ojos bajo formas seductoras todas las debilidades y miserias de que está llena la vida, arrastran su corazon prematuramente á la espantosa lucha de las pasiones? ¿Acaso para que se distraigan ó instruyan? Pero ¡ cuán cara distraccion es esta de que se goza á expensas de un tesoro que no puede recuperarse la inocencia! Y qué funesto aprendizaje aquel que arrebata la dulce paz del alma y abandona el corazon á las pasiones que lo toman como por asalto!...

¡Ah! qué transformacion tan triste no habrá de sufrir nuestra sociedad, si los padres de familia no precaven á sus tiernas hijas del contagio de libros tan perniciosos! Las generaciones venideras lamentarán en vano tan funesto error, y tendrán justo motivo para quejarse de sus antepasados que no supieron conservar la pureza de las costumbres, conservando la pureza de la mujer.

VI

FALTA DE ECONOMÍA EN LOS VENEZOLANOS

Nótase en Venezuela que los extranjeros que á ella vienen å establecerse, con familia ó sin ella, y áun en el mayor estado de pobreza, hacen rápidamente fortuna; mientras que no sucede lo mismo á los hijos del país, aunque se consagren asiduamente al trabajo. Esto parece absurdo á primera vista; pero tiene su razon de ser en los hábitos nacionales.

No hay en el venezolano verdadero espíritu económico por lo comun aspira á satisfacer todas sus necesidades con el fruto de su trabajo; y cuando éste excede en algo á aquellas, no se crea que piensa en formar un apartado para el porvenir; prefiere gozar en el presente, y así, gasta cuanto gana, y deja á los dias venideros que carguen con su propio afan.

De esta manera se ve á los empleados de las haciendas y á todo género de operarios consumir en el dia domingo cuánto les ha podido quedar libre del trabajo de la semana. Al dia siguiente acaso estarán escasos de dinero, pero no importa: el trabajo produce, y esto les basta. De lo cual se deduce claramente, que el pueblo venezolano es más inclinado á los placeres que al oro; y por esto es incapaz de sacrificar aquellos al deseo de ser algun dia rico. Por otra parte, el hijo de este país es por naturaleza desprendido; y entra en gran parte å robustecer esta condicion el menosprecio que se hace en

tre ellos de los que son totalmente apegados al dinero y que sacrifican todos sus gustos al objeto de adquirir riquezas. De esto resulta, que si fuéramos á juzgar de la posibilidad pecuniaria de las personas por sus gastos, la mayoría de las gentes nos parecerian relativamente acomodadas.

La economía pues aún entra por poco en la vida del venezolano, particularmente entre los jornaleros y artesanos. A todo esto se agrega que en las clases acomodadas de la sociedad se ha introducido el lujo como una polilla desastrosa. Pocos quieren contenerse dentro de los límites de su posibilidad monetaria, y ajustarse como es debido á una posicion que le sea posible sostener sin perjuicio de sus intereses. Cuáles sean los resultados que produce esta temeridad, fácilmente se comprende.

Afortunadamente, parece que la sociedad ha reconocido un tanto los males que pudieran derivarse de semejantes prácticas, y se ha refrenado un tanto, mas no cuanto debiera.

Toca á los padres de familia desarraigar esos nuevos gustos, despertando en sus hijos ideas conducentes á fortalecer en ellos el amor à la moderacion en todo, que es la más segura guia para marchar con regularidad en la vida.

No sucede así con los extranjeros: salidos de su patria despues de haber probado quizas la miseria en países en que anualmente mueren de hambre muchísimas familias, sacrifican por algun tiempo sus gustos; y produciéndoles su trabajo con largueza, llegan rápidamente á tener un pequeño capital, con el cual se establecen en el comercio ó en las industrias; y siguiendo un rígido

sistema económico, llegan por fin á consolidar para ellos y su familia una posicion que les permite gozar de muchísimos placeres de que hasta entonces se habian privado.

De aquí resulta que las más grandes fortunas que hay en Venezuela están en manos de los extranjeros, y que el alto comercio no esté generalmente representado por hijos del país.

Sin embargo, es necesario hacer una excepcion en favor del comercio venezolano: este gremio no participa de las ideas de los unos ni de los otros; mantiénese en un justo medio; ni se reduce à la miseria por economía, ni deja de economizar con todo celo, aspirando siempre á mejorar de posicion. ¡ Ojalá tuvieran las mismas ideas todos los venezolanos! ¡Cuántos capitales no existieran en el país! ¡Cuántas nuevas industrias no se hubieran establecido! ¡Cuánta prosperidad no hubiera en la nacion!

Pero el ejemplo es una poderosa enseñanza; y así como el comercio ha sabido colocarse en medio de los dos extremos, entre los agricultores hay muchos tambien que siguen las mismas prácticas preventivas. De esperar es que todos los demas grémios de la sociedad se encarrilen por el mismo camino.

VII

MATRIMONIOS

El matrimonio no se celebra en el país, entre las gentes cultas, con bailes ni otras diversiones. Considérase (como lo es à la verdad), un acto de gran trascendencia, en que se va á decidir no sólo del destino de dos séres, sino del de toda una familia. El legítimo sentimiento de los padres al desprenderse de sus hijos, y lo oscuro del porvenir, que nadie puede penetrar, imprimen á estos actos un sello de solemnidad que honra á la sociedad venezolana.

Frecuentemente los convidados son los parientes más cercanos y los más intimos amigos de los respectivos novios, los cuales asisten luégo á la comida que generalmente dan los padres de la desposada.

En Europa, donde los matrimonios frecuentemente son fruto de un frio cálculo en que entran los mismos padres de familia, este acto es como un negocio. El sentimiento del amor paterno ha sido sustituido por el de la conveniencia, y así, siendo el enlace hijo de la cabeza y no del corazon, la manera de sentir está proporcionada en los padres y en los esposos á las miras interesadas que cada uno se ha propuesto. No es extraño, pues, que en Francia y en algunos otros puntos de Europa se celebren los matrimonios con bailes y otras diversiones. Tal costumbre está á la altura de los sentimientos que presiden al enlace.

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