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habian llegado en las últimas carabelas, para explotar las minas del Sud y cortar el palo del Brasil, entre los cuales habia catorce que debian dedicarse á las labranzas de la tierra, venian estimulados por risueñas esperanzas, y fueron distribuidos en los lugares mas abundantes para su recoleccion. Llevaban estos un interés mayor que los que hasta allí se habian dedicado á la explotacion é industria de estos ramos, pues que los que sacaban el oro debian obtener las cuatro quintas partes, y los otros todo lo que cosechasen ó labrasen, deducido el diezmo.

No eran estos los momentos, por cierto, en que pudieran reconocerse los graves males que iban á caer sobre el cacicato de Behequío con el desórden, arbitrariedad y libertinaje de Roldan y sus partidarios; pero sí para poderse apreciar el estado de alarma y confusion que habian preparado en todas las provincias del Norte las desordenadas bandas, y difamaciones del jefe rebelde. Volvieron á coaligarse otra vez el Cacique de la Vega, Guarionex y sus dependientes Naitianos, para dar muerte á los españoles que se hallaban dispersos en los pueblos nuevamente fundados, y luego destruir la villa y fortaleza de la Concepcion. Eligieron el dia próximo al plenilunio, en que debian realizar su proyecto con todo sigilo; pero equivocadamente, uno de los Caciques conjurados armó sus tropas y vino sobre el fuerte, antes del dia y tiempo prefijados, y ya fuese porque acometieran con pocas fuerzas, ó porque no tuviesen ánimo y valor para el asalto, lo cierto es que fué repelido el Cacique con notables pérdidas.

Indignado Guarionex de un hecho tan perjudicial, hizo matar inmediatamente al Cacique, y temiendo la venganza de los españoles, una vez descubierta la conspiracion, resolvió ponerse á salvo de cualquier contingencia con la pronta fuga, que realizó en aquellos momentos. Pero no por eso abandonaron el proyecto los otros Caciques; antes al contrario, asediaron el fuerte, y los españoles, aunque pocos, sostuvieron el asedio hasta la llegada del Adelantado, que con su gente logró dispersar y escarmentar á los enemigos, matando y esclavizando á todo el que no tomó el partido de la fuga.

En esta rebelion murieron los indios Juan Mateo y sus hermanos que, como partidarios de los españoles, fueron atacados por los indios ávidos de venganza. Refiere Fray Ramon Ponce que al tiempo de morir estos indios, declaraban en su lengua que eran fieles cristianos, y decian: Dios naboria daca, que significa en nuestro idioma, "yo soy siervo de Dios," por lo cual los consideró mártires, porque no abjuraron de la fé en momento tan peligroso, y sufrieron todos los martirios con gran resignacion.

Apaciguada la rebelion se decretaron varios castigos contra los cabecillas, y para el completo triunfo no faltaba mas que apoderarse de la persona de Guarionex, que se habia retirado con su familia á las cerranías del Norte, en donde habitaban los Ciguayos, indios rústicos y valientes. Su Cacique Mayobanex residia en un pueblo cercano á la punta del Cabron, diez leguas al Este de la Isabela. Hízole muy grato recibimiento al Cacique señor de la Vega, y ofre

cióle defenderlo de los españoles con todo su poderío.

El Adelantado, deseoso de sofocar de una vez las insurrecciones y apoderarse de la persona de Guarionex, traspasó con noventa hombres, algunos caballos y tres mil indios, la montaña de MonteCristi, é hizo parada con su corto ejército á las orillas del rio la Caldera, algo caudaloso; pero observando que en la ribera opuesta esperaban como seis mil indios Ciguayos, en actitud de presentar batalla, buscó modo de vadear el rio arriba, y lográndolo, se empeñó en el momento la accion. Los españoles, validos de la superioridad de sus armas y de su disciplina, ganaron la ribera opuesta, no obstante la resistencia obstinada que presentaron los Ciguayos. Reconociendo estos su mala situacion, se retiraron al interior, mientras los españoles prosiguieron su camino por las serranías, en demanda del pueblo del Cacique Mayobanex. Ya cerca de las casas descubrieron un formidable escuadron de ocho mil indios guerreros, con diez Caciques á la cabeza, que, saliendo de improviso del bosque, acometian á los españoles por todas partes, poniéndoles en grande apuro, y logrando herir á muchos de ellos antes que pudieran oponer sus escudos; pero reforzados y sostenidos con denuedo por otros que veian el peligro, repelieron de nuevo á los indios, los cuales abandonaron el campo dejando muchos muertos, y mayor número de heridos ó prisioneros en las orillas del rio.

Acabada la refriega, mandó el Adelantado á decir al Cacique Mayobanex, que sería su amigo y protector como le entregase á Guarionex, señor de la Vega, ó su enemigo si se negaba a ello. Pero este Cacique, olvidado de toda prudencia ó lleno de rencoroso resentimiento, contestó al mensajero: "Decid á los cristianos, que Guarionex es hombre bueno y virtuoso: que nunca hizo mal á nadie, y que por esto es digno de compasion, y que ellos son malos y usurpadores de tierras agenas; que no quiero su amistad, sino favorecer á Guarionex." En vista de esta contumacia siguió el Adelantado hacia la residencia del Cacique, puso fuego á muchos lugares del camino, y maudó en seguida otro mensaje. Consternado el pueblo levantó el grito para que se entregase á Guarionex; sin embargo, el fiero Mayobanex permaneció constante en su propósito, y decidido á perder la vida antes que faltar á la palabra, ordenó que se diese muerte à cualquiera otro mensajero que se presentara. En efecto, la órden se ejecutó en dos indios que enviaba el Adelantado, lo que le irritó de tal manera, que fué contra la capital para imponerles un ejemplar castigo. Sease por temor de la inferioridad de sus armas, ó acaso por cautela, la mayor parte de sus moradores, y aun el mismo Mayobanex, se retiraron hácia las montañas, cuando la otra observaba los males que sobrevenian por causa de Guarionex, y le buscaban ansiosos para quitarle la vida.

Diseminados los españoles por entre breñas y montes ásperos en persecucion de los indios, que habian desamparado los pueblos, experimentaron los mayores trabajos, faltos de alimentos, porque los habian ocultado aquellos: tampoco averiguaban nada acerca del paradero de los Caciques, pues que todos los que capturaban decian

que ignoraban el lugar de su refugio. Por este motivo se vió el Adelantado obligado á licenciar la mayor parte de la tropa, designándole como punto de parada el fuerte de la Concepcion, y continuó la correria hacia el interior con treinta hombres. Despues de algunos dias de batida, yendo algunos á caza de jutías, dieron con dos indios cargados de cazabe, para la familia de Mayobanex: arrancóseles el secreto del lugar en que se habian ocultado, y dos españoles determinados, desnudos y pintados de rayas coloradas y negras, á usanza de los guerreros Ciguayos, fueron enviados con este dizfraz á ejecutar la estratagema. En efecto, cogieron de sorpresa al Cacique y su acompañamiento, conduciéndolo al real del Adelantado; y dió este órden para que pasaran á la Concepcion de la Vega, adonde volvió victorioso á los tres meses de su partida.

Quedaron los Ciguayos tan desconcertados con este descalabro, que, sease por orgullo ó por temor, no se atrevian á acercarse á los españoles á pedirles una amnistía en favor de los prisioneros; pero un Cacique mas resuelto, se decidió á venir á la Vega, pidiendo humildemente se le entregase su mujer, que habia sido hecha prisionera, y era parienta y de la comitiva de Mayobanex. Suplicó, instó y encareció cuanto pudo el amor que la tenia, y bajo el ofrecimiento que hizo de sembrar una labranza con cinco mil hombres, en el lugar que se le designara, y que en efecto cumplió, produciendo la cosecha mas de treinta mil ducados, consiguió la libertad de toda la familia del Cacique Mayobanex, excepto la de este, á quien se consideró como indigno de la gracia. Los indios que se declararon del partido de los españoles por grangearse la voluntad del Adelantado, descubrieron al Cacique Guarionex, que andaba casi solo por los montes, y no salia apenas de las grutas, sino cuando estaba hostigado por el hambre. Mandóse una cuadrilla á prenderlo, y conducido al fuerte de la Concepcion, se le condenó á carcel perpétua.

A esta sazon habian llegado á la Isla otras tres naves, despachadas por el Almirante desde las Canarias, yque por haberse separado algun tanto del derrotero prefijado por el mismo, acaso por ignorancia de los pilotos, abordaron á las costas de Jaragua, como á ciento sesenta leguas de Santo Domingo. Casualmente arribaron al punto en cuyos alrededores se hallaba el Alcalde Mayor, Francisco Roldan. Aprovechóse este de tan oportuna circunstancia: aparentó encontrarse allí por órden del Adelantado, y, entrando en las naves con algunos de sus confidentes, y manteniéndose á bordo dos dias, consiguió le vendiesen cincuenta y cuatro espadas y cuarenta ballestas, y logró con maña atraer á la faccion á muchos de los pasajeros. Descubrieron estos mas tarde el fundamento de la sedicion; pero ya no pudieron volver atrás. Sin embargo, uno de los capitanes que habia logrado seducir, era Alonso Sanchez Carbajal; y persuadido este de que podria reducir á los rebeldes y aun al mismo Roldan, quedándose algun tiempo en su compañía, así lo resolvió con acuerdo de los demas capitanes. Otro de ellos, que habia salido por tierra con algunas de las gentes venidas de España, lla

mado Antonio Colombo, tuvo que acogerse á las naves, porque la mayor parte se pasaron al bando del turbulento Roldan; y decididos los leales á tomar un partido, se dirigieron con las naves á Santo Domingo, en donde tendrèmos ocasion, en el capítulo siguiente, de saber otras muchas circunstancias que ocurrieron en tan críticas circunstancias.

CAPITULO XII.

TERCER VIAJE DE COLON Y DESCUBRIMIENTO DE
LA COSTA-FIRME.

Año de 1498.

Los Reyes Católicos acogen con benignidad y colman de mercedes al Almirante. Se dispone el tercer viaje del Almirante, y sale al descubrimiento de la Costa-Firme. Despacha tres naves cargadas de provisiones y sigue su viaje. Descubrimiento de la Costa-firme. Se dirige á la Española y arriba á la isla Beata. Vuelve al Este y em boca en el Ozama y villa de Santo Domingo. Llegan al puerto las naves que habia enviado de las Canarias. Se entablan negociaciones de acuerdo y transacion con el Alcalde Mayor Francisco Roldan. Resistencia de los amotinados. Remite el Almirante las naves cargadas de indios y de los que regresabon á España. Informa á los Reyes del estado de la Isla, y les describe con minuciosidad todo lo ocurrido en su último descubrimiento de Paria, en la Costa-firme.

La gloria que realmente resultaba á los Reyes Católicos del descubrimiento del Nuevo Mundo, la de propagar la religion cristiana, y tal vez cierta vanagloria por haber excedido á los navegantes de Portugal en sus descubrimientos de Guinea y otras comarcas de Africa, les hicieron dar alta estimacion á los planes del Almirante, y despreciar cuanto se decia contra la colonizacion de la Española. Pero á pesar de todo esto, fué inevitable la demora de su despacho para América, por las circunstancias que antes hemos referido. Aprovechándose de ella, quiso el Almirante, ya que se habia ocupado del bien general y público, promover el suyo y el de su familia, reclamaciones que mas adelante le produjeron indecibles disgustos. Obtuvo nueva confirmacion de los privilegios que se le habian otorgado en Santa Fé de Granada: declaracion de los fueros y derechos que le competian al Almirantazgo de las Indias, iguales á los del de Castilla: condonacion de las sumas de que era deudor por los viajes de Cuba y Jamaica, y que habia dejado de contribuir en la conquista: goce por tres años de la octava y décima de las ganan

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