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Caso prodi. gioso.

Escursion á

Cuba y su motivo.

En efecto, hicieron entre todos un foso capaz en la capilla misma donde decian misa: juntaron los ocho cuerpos y los enterraron con honor, rezando con grande fuerza de lágrimas el niño Alonso algunas oraciones que habia aprendido de los padres.

Apoderáronse los indios de todos los vestidos y despojos de los siervos de Dios, y de los sagrados vasos, que ignorantemente profanaban, mas no con tanta impunidad muy largo tiempo.

Referiré el caso (para no faltar por una parte á la fidelidad de historiador, y por otra para que no se imagine que á mi albedrío le he quitado las circunstancias con que se halla en algunos autores) con las palabras mismas del padre Juan Rogel, que de su letra y pluma se halla entre los papeles del archivo de esta casa Profesa, y que es incontestablemente el mas antiguo y mas auténtico monumento que puede alegarse en la materia. „,,Sucedió, (dice) que un indio con la codicia de los despojos, fué á una caja, dentro de la cual estaba un Cristo de bulto, y queriendo abrirla ó quebrarla para sacar lo que dentro habia, y comenzando a desherrajarla, cayó allí muerto. Luego le succedió otro indio, que con la misma codicia, quiso proseguir el mismo intento y tambien cayó muerto. Otro tercero intentó lo mismo, y tambien le sucedió lo mismo. Entonces no osaron llegar mas á la arca, sino que la tienen hasta hoy en dia con mucha veneracion y espanto, sin atre. verse á llegar á ella, y de esto mismo me dieron noticia aquí unos sol. dados viejos que vinieron de la Florida, los cuales habian estado en Axacan, y les dijeron los indios, como aquella arca está todavía en pié, y nadie osa llegar á ella, aun agora al cabo de cuarenta años." Has ta aquí la sencilla relacion del padre Juan Rogel, cuya autoridad sola pone nuestra sinceridad á cubierto de toda crítica, y nos alivia la pena da impugnar otras relaciones poco compatibles con este original.

Entretanto los padres Antonio Sedeño y Juan Rogel, y los hermanos Francisco Villa Real, Juan de la Carrera, Juan de Salcedo y Pedro Ruiz de Salvatierra, segun la órden que les habia dejado el viceprovincial, navegaron á la Habana; y mientras los unos con grande utilidad y ventajas del público, se ejercitaban en el recinto de la ciudad, el padre Antonio Sedeño con otro compañero, recorrian todas las poblaciones de la isla, haciendo en ellas fervorosas misiones, y dejando por todas partes en las restituciones de lo mal adquirido, en las composiciones de las enemistades y los litigios, y en la frecuencia de los Sacramentos, de confesion y comunion, que se veia renacer luego

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donde quiera que entraban; pruebas bien claras de aquel gran celo que animó siempre sus acciones, y que aun en su última vejez lo llevó, como veremos despues, á morir en las islas Filipinas. Arribaron á este mismo tiempo á Cuba, puerto famoso en la costa Austral de la mis. ma isla á quien dió su nombre, once jesuitas bajo las órdenes del padre Diaz, compañeros de aquellos cuarenta, que sin mas delito, que el de católicos y celosos defensores de la Sede Romana, habian en la is. la de Palma conseguido la de la inmortalidad á manos del pirata Jaques Soria. Voló á Cuba el padre Antonio Sedeño, y ayudado de la caridad de aquellos ciudadanos, los hospedo y alivió de los trabajos de una navegación tan penosa. Por su consejo pasaron á la Habana, donde sabida la dichosa suerte de sus compañeros, y mirados ya como confesores de Jesucristo, se atrajeron la veneracion de toda la ciudad. Ni los engañó su piadosa credulidad, porque partiendo de la Habana á principios del año siguiente, y juntándose en Angra, una de las islas terceras, con otros compañeros, que llevados de la misma tempestad habian arribado á la isla española algunos de ellos (porque de treinta que habian quedado en los dos navios, hubo de rebajarse en Angra' la mitad) cayendo en manos del pirata Cadaville el dia 13 de sétiembre de 571 con diversos géneros de muertes, glorificaron al Señor.

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El padre Juan Rogel, que habia quedado encargado de enviar á los cuatro meses á Axacan los necesarios alimentos, hizo cuanto podia por remitirlos á tiempo. Luego que hubo oportunidad, se hizo a la vela el piloto Vicente Gonzalez, y en su compañía el hermano Juan de Salcedo. Dieron fondo en el puerto de Santa María; pero avisados de no se qué interior movimiento no quisieron saltar en tierra. Echa ron ménos cierta señal que el padre Segura les habia prometido halla rian en la costa. Veian á los indios con alguna rópa, que les pare cia no podia ser sino de los padres. Los bárbaros para atraer á tiers ra á los españoles se vistieron algunas sotaras de los difuntos padres, y paseándose por la playa, venid, les gritaban, aquí están los padres que buscais. Este grosero estratagema los acabó de confirmar en so sospecha. Al mismo tiempo dos indios mas atrevidos destacándose de los demas, se arrojaron á nado, en que son velobísimos y alcanzaron el barco. Arrestaronlos á bordo, y sin mas esperar levadas á gran prisa las anclas, pusieron proa á la Habana Para evitar la fuerza de las corrientes, que en el canal de Bahama corren impetuosísimas de Nor te, es preciso navegar muy empeñados en la tierra, y por consiguiente

Excito de D.
Luis.

muy vecinos á los cayos ó islotes, que bordean por largo trecho el continente de la Florida. Esto dió ocasion á que uno de los indios se ar. rojase atrevidamente al mar. Se aseguró al otro, y se le condujo al puerto. Ni la dulzura con que se le trató en nuestra casa, en donde estuvo hospedado, ni las amenazas fueron bastantes para hacerle descubrir la verdad. El adelantado, que poco ántes habia venido de Es. paña, y, tenia que navegar allá muy en breve, determinó pasar por Axa. cap para averiguar la verdad de un hecho, de donde dependia todo el fruto de sus conquistas. Llevó consigo á los padres Juan Rogel, y á los hermanos Carrera y Villa Real. Entró en la tierra escoltado de tropa suficiente. Los indios habian huido al monte. Se encontró con el niño Alonso, de quien se supo puntualmente lo sucedido. Se les siguó el alcance á los fugitivos: se hubieron á las manos ocho ó diez de los parricidas, y se les dió sentencia de muerte. Se instuyeron, se bautizaron, y á lo que podemos congeturar, movido el Señor á los clamores de aquella sangre inocente que pedia el perdon, de sus enemigos, entraron á la parte de la herencia eterna.jptà bali

Concluida la ejecucion, pidió el padre Rogel al gobernador le con. cediese una escolta de soldados para entrar al lugar de D. Luis, y trasladar de allí á la Habana los huesos venerables de sus amados compañeros. Estaba la estacion muy avanzada para el viage de Europa, y no pudo D. Pedro Melendez condescender con tan piadosa peticion. Prometió que á la vuelta, él mismo en persona pasaria á ejecutarlo. D. Luis, mucho antes de esta espedicion se habia desparecido de su pueblo y de sus gentes. Huyendo de los españoles y de aquel sepulcro, testigo de la fé, á que tan vergonzosamente habia faltado á Dios y á los hombres, se retiró lo mas léjos que podia, monte á dentro. El pa. dre Tannero en el elogio de estos gloriosos varones, y el padre Sachino en el lib. 8 de la historia general de la Compañía, sobre opinion comun muy valida en aquellos tiempos inmediatos en la Florida la en y Habana, escriben: que acongojado de los remordimientos de su conciencia, y apartado de todo comercio humano, pasó en el fondo de los bosques el resto de sus dias en un continuo llanto. No desdice esta narracion de la piedad que mostró luego despues de pasados aquellos primeros transportes de su cólera. Perdonó la vida á aquel niño que podia y debia ser siempre testigo de su maldad. Procuró el entierró de los padres con la mayor decencia. Era dotado de un bello entendimiento, á que se añadia una muy cristiana educacion, y el ejercicio

que habia tenido hasta entonces de una constante virtud, sobre todo la oracion misma de aquellos á quienes dió la muerte, y la infinita cle. mencia de nuestro Dios nos hace gustosamente creer que pudo conducirlo á un sincero y saludable arrepentimiento.

Mientras el terreno infeliz de la Florida no producia sino abrojos y zarzales bajo los piés de sus apostólicos ministros, la providencia del Señor preparaba á la Compañía de Jesus un suelo afortunado en que se lograse con infinitas creces el fruto de sus trabajos. Habia cincuenta años que Hernando Cortés, general de las armas españolas, habia conquistado á la corona de Castilla la imperial ciudad de México, jus. tamente aquel mismo año en que S. Ignacio de Loyola, dejadas las grandes esperanzas que le daba su nacimiento y su valor, habia pasado de la milicia del César á la de Cristo, como que ni á la fama de Cárlos V ni al celo de Ignacio bastasen los estrechos límites del an. tiguo mundo. De México se estendieron las conquistas con increible rapidez á todas las regiones vecinas, y se dió el nombre de Nueva-España á todo aquel gran pais, que por mas de seiscientas leguas se estiende desde el rio y fuerte de Chagres en la costa oriental del itsmo de Panamá, hasta el rio Bravo 6 rio del Norte, que por la parte septentrional la divide del Nuevo México. El gobierno civil está dividido en tres audiencias 6 chancillerías residentes en México, Santiago de Guatemala y Guadalajara. El eclesiástico en diez obispados y dos arzobispados. El arzobispo de México tiene por sufragáneos los obispos de Tlaxcala 6 Puebla de los Angeles, de Oaxaca, Yucatán, Guadalajara, Michoacán y Durango. El arzobispo de Guatemala tiene á los obispos de Chiapa, Nicaragua y Honduras. Hablar de la riqueza, de la estension y de la fecundidad de estos vastos paises, seria ocioso despues de lo que con tanta curiosidad como exactitud han escrito los naturales y estrangeros. Sin embargo, no podemos escusarnos de apuntar algunas particularidades, que acaso serán mas del gusto de nuestro siglo. Parece que la naturaleza ha hecho en las demas partes un ligero ensayo de lo que quería perfeccionar en la América, y singularmente en la Nueva España, que es como el centro de toda ella. Dejo aparte la fertilidad de sus campos, que cuasi sin respeto á las estaciones del año vuelven con prodigiosa multiplicacion las semillas en cualquiera tiempo que se siembren. Dejo la fecundidad de sus

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Hecha la independencia se ha agregado el de Chiapas.

Descripcion general de N. España.

minas, de que sin interrupcion alguna han pasado á España tantos mi. llones en espacio de dos siglos, sin otras muchas que se descubren cada dia, y que no pueden á proporcion cultivarse por las precauciones que ha parecido tomar á nuestros reyes. Dejo la infinita variedad de sus maderas, de sus frutas igualmente abundantes en todas las estaciones del año, de sus pescas tanto en los rios, como en las costas de sus mares; solo sí no podemos dejar de ponderar la multitud innumerable de sus antiguos habitadores. Leyendo las historias de los antiguos mexica. nos, y de aquellos que fueron testigos oculares en los primeros tiempos de la conquista, como Bernal Diaz del Castillo, Gomara, Fr. Bartolomé de las Casas y otros semejantes, podrá formarse alguna idea de su número, y mucho mayor si se atiende á las epidemias que en diferentes años han asolado estas regiones. En la del año de 1575, que duró hasta los fines de 76 á diligencia del Exmo. Sr. D. Martin Enriquez que gobernaba entonces, se averiguó haber muerto mas de dos millones de los naturales. Subió aun mas en la antecedente epidemia de 65, y mucho mas en la que siguió inmediatamente al sitio y toma de la ciudad de México por los años de 1525. Sin embargo, á pesar de tan lamenta. bles estragos, en la relacion impresa del famoso desagüe, escrita por D. Fernando de Zepeda, y publicada el año de 1637, hallamos haber trabajado en esta obra importante desde 28 de noviembre de 1607 hasta 7 de mayo de 1608, 471.151 indios, y 1.666 indias que les asistian para el necesario sustento. Argumento grande de la innumerable mul. titud de los habitadores, y de la incomparable grandeza de los emper radores mexicanos de que á principios del siglo pasado apenas habia quedado ya una tercia parte.reɔić „nasid) i sugeido sol 8 tu it

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A proporcion de la multitud de sus habitadores era y es la de suA montes, la de sus rios, la de sus llanos y sus bosques, que por todas partes les proveian habitaciones cómodas y oportuno sustento. Entre sus montes se encuentran varias cordilleras nada inferiores á los Alpes y Pirineos. Desde cinco leguas de la Veracruz hasta el confin de los obispados de Puebla y Oaxaca, corre la encumbrada sierra del Cofre que los naturales llaman Xaupatheutli, como si dijéramos cuatro veces señor, por estar persuadidos, aun á la simple vista, á que eran estos montes cuatro veces mas altos que el de Xuchimilco, cinco leguas al Sur de de México, á quien llamaron Teuhtli. Se distinguen en estu cordillera el Cofre de Perote, y en otro de sus ramos el famoso volcan de Orizava, que segun la observacion de un misionero frances en el

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